Se acabó el sueño olímpico, por lo menos durante 4 años. Hace tiempo que la gente de la candidatura iba rajando por las esquinas que todo el pescado estaba vendido y el informe del COI parecía haber puesto el cartel de «Vuelva usted mañana» pero en los últimos días, la candidatura de Madrid 2016 ha logrado atraer atención de todos y generar ríos tinta (o viceversa).

Sin nuevos indicios, sin noticias relevantes, más allá de los personajes presentes, sin ninguna información, las televisiones han ocupado los telediarios, han llenado horas de emisión y, lo que es más difícil, han conseguido contagiar ese entusiasmo, real o fingido, a toda la población. Todo era igual que hace un mes, no había habido ningúna novedad, la realidad parecía reacia a conceder a Madrid las olimpiadas en 2016, y, sin embargo, Ha sido tanta la presión, que yo llevaba desde ayer pensando ¿y si fuera verdad?

No era un evento muy televisivo, la cobertura era más aburrida que ese programa de la Sexta, «minuto y resultado» en el que unos señores con cascos mantienen al personal sentado en su silla durante 105 minutos sin ver un sólo gol; más incluso que las votaciones de Eurovisión, pero todas las cadenas han preparado programas especiales, durante todo el día, y XXX millones de personas han pasado el día pendientes del televisor. Por unos días la gente se olvidó de la crisis (a pesar de las advertencias del FMI), abarrotó el concierto de Bisbal, se acabaron los atascos por unas horas, y se llenó la Plaza de Oriente (como en otros tiempos que tuve la suerte de no vivir). Pan y circo. Y qué hago yo dedicandole un post?

He de reconocer que los medios tradicionales han demostrado que el que tuvo retuvo, en lo que se refiere a capacidad de movilización. Esta vez nada, o casi nada, han aportado los 185.000 amigos de facebook, ni las 31.000 corazonadas que pueblan el mapa del mundo, más allá de convertirse en excusa para acciones de comunicación.

Al menos yo he aprendido (o he vuelto a recordar) que sigue moviendo el mundo, y además de constatar que el COI es el último reducto de los neocones, los únicos en el planeta capaces de llevar la contraria a Obama, he descubierto que el fútbol no tiene más magia que la del resultado, y que la audencia de los programas del corazón se basa en el morbo de saber qué vendrá después de la publicidad….