Lucky Bar es un buen sitio para ver los deportes “alternativos” en el DC. Por aquí deportes “alternativos” son todos los que no son béisbol, baloncesto y fútbol americano. El ambiente es agradable y en la entrada un aviso te anuncia que para ver el partido de hoy hay que consumir más de 10 dólares.
Al llegar, y mientras busco a Dani, Siso y Nacho, intuyo que nos hemos equivocado de sitio. Toda la colonia sueca, vestida para la ocasión, intercambia saludos. Es sorprendente la pasión con la que han preparado el evento, chicos y chicas llevan alguna prenda de la selección, algunos pinturas de guerra. Incluso se han atrevido a decorar el sitio con enormes banderas, y yo me pregunto, los americanos lo tienen todo previsto, a cuanto debe ascender la consumición para hacerse con el local. Además de mis amigos, hay otro par de mesas de tímidos españoles que parecen apabullados por el ímpetu sueco.
El partido empieza bien para España, control del balón, mucho toque y el correspondiente gol del díscolo Torres, se lo merecía. La celebración es comedida, sin provocación, estamos en minoría.
No se si por falta de carácter o por exceso de táctica pero España ha regalado el balón a los suecos encerrándose atrás, quizás esperando para buscar el contrataque, que tan buen resultado nos dio contra Rusia, pero Ibrahamovic que sabe más por viejo que Sandokán Ramos, ha convertido en gol un balón colgado al área. Explota la pasión sueca, y notamos cierto aire de revancha en el respetable, como si les hubiera dolido que hubiéramos empezado con buen píe.
El tiempo trascurre lento en la segunda parte, el juego de España merece más, pero pasa el tiempo entre uyyyy y los Suecos parecen conformarse con el juego ramplón de su selección que empieza a perder el tiempo entre cambios de última hora. Vamos pidiendo la cuenta, y de repente Villa, que estaba escondido aprovecha un balón largo para marcar un señor gol. Ahora sí que no caben disimulos, y parece que somos más, como si algunos se hubieran decidido a salir del armario, de Ikea.