Quedar a tomar algo, hielo con cocacola,
en el café, debajo de un hotel
aparecer, rapado y de uniforme
en sillas de madera, en autorrés.

Entregarse, de blanco y por la iglesia,
¡tan jóvenes! “locura en San Miguel”
y ver pasar, la vida de cabeza
siempre con veinte años en la piel.

Estaba ya pasando casi el año
y uno mas uno, habían sumado tres,
piel morena, pelo negro, azacanado,
mas que niño, parece un churumbel.

y en julio, con aire a tramontana,
nació el segundo, de origen geronés,
la tercera, tranquila, cariñosa
y un pronto de carácter que paqué.

La cuarta, presente de los magos
no se puede olvidar de su niñez
y mira, presta, pide, compra y vende,
su vida es un regalo de Chanel.

La quinta salió inquieta, la sexta respondona
la séptima, pequeña hasta los cien,
Sevilla, Cadaqués, Madrid y Roma
no se si os falta algo por hacer.

Y así que pasen otros treinta años
y los “niños” no dejen de crecer
y los padres los sigan viendo niños,
y la vida se ría y deje hacer.

29 de Septiembre de 2002