El sabado en El Mundo el filósofo Michael Onfray ataca en una interesante entrevista (no deja de sorprenderme que los filósofos son los únicos que tienen que ejercer su cargo en las entrevistas, nunca he visto en una entrevista Raul González Blanco, futbolista, o Carlos Ruiz Tafón, novelista) la moral monoteista que impera en el mundo desde el siglo III, y especialmente la moral cristiana de la que suelta perlas como las siguientes:

Son las mismas ideas estúpidas y estrafalarias que me dejan atónito. Esa pretensión, esa suficiencia, esa arrogancia… ¿Cómo puede defenderse esa tonteria de creer que fuera de la materia existe otra cosa? Todasa las religiones monoteitas detestan a la mujer, al deseo, a las pasiones, al saber, a la inteligencia, a la cultura, a la filosofía, al pensamiento libre. Quieren quitarnos el bien del que disponemos, la vida. Nos obligan a ganarnos con sudor el traabjo y a ganarnos la vida misma. Es un panorama neurótico que conduce a la infelicidad.

Su alternativa ante tanto error no deja de sorprender:

Yo prefiero decantarme por una ética festiva… el epicureísmo, el hedonismo y el materialismo. Hay que devolver la mirada al hombre. Liberarlo de sus cadenas. Preservarlo de la pulsión a la muerte.

Nada más, pero quizás lo más sorprendente es cuando enmarca este proyecto en la izquierda libertaria. Me ha recordado el posicionamiento electoral que en el año 2003 Rodríguez Zapatero, todavía jefe de la oposición, describió en un memorable discurso en el Club Siglo XXI su proyecto de gobierno como de izquierda liberal.

Dos buenas muestras de este nuevo estilo de la izquierda, que a mi me sigue sonando a la República Democrática Alemana, u otros contrasentidos por el estilo. Uno que no habla ni una sola vez del otro, de las necesidades, de la solidaridad; el otro que pasea su alineamiento, o es mejor decir alienamiento, con gobiernos como el de Venezuela, que lleva años en una escala creciente de militarización, o Bolivia, invadida por Cubanos y Venezolanos que empiezan a despertar cierto malestar entre la población y donde las nuevas reformas son todo menos de carácter liberal.

Vuelvo a mi pregunta inicial. No voy a entrar a discutir con todo un filósofo como Onfray sobre la existencia de Dios, pero lo que realmente me preocupa es la abolición del hombre. Si la norma suprema de la ética es la exaltación del placer, el dandysmo… dónde queda el reconocimiento de la naturaleza del hombre como fundamento ético, o si se prefiere ideológico, que hace que haya acciones malas o buenas, positivas o negativas para el hombre y la sociedad. Mentir, robar, matar, son acciones por lo general malas para el hombre, y habitualmente para la sociedad, da igual el tiempo y el lugar. No será que la muerte de Dios ha provocado la muerte del hombre.