Durante el último mes de campaña algunos renombrados expertos electorales se preguntaban dónde estaba Bradley. Nadie lo había visto aún, pero todo el mundo suponía que debía estar por aquí, y muchos se maliciaban que las propias encuestadores lo estaban usando en sus cocinas sin avisar, para no sembrar el pánico.
El tal Bradley, es el nombre de un fenómeno electoral, el «efecto Bradley», también llamado Wilder, que señala una diferencia entre los sondeos y los resultados finales cuando en Estados Unidos compiten un candidato blanco y otro que no lo és. El tal Bradley se presenta incluso en los sondeos a pie de urna.
El nombre viene de Tom Bradley, candidato afroamericano a gobernar California en 1982 que lideraba todas las encuestas y perdió sorprendentemente. Muchos blancos habían dicho que estaban indecisos o que votarían a Bradley para no parecer racistas, pero a la hora de la verdad, en la intimidad con su voto secreto se habían decantado por el otro candidato, el Republicano George Deukmejian.
Ayer una encuesta de AP-Yahoo News, en colaboración con la Universidad de Standford, señalaba que la animosidad racial podría costarle a Barack Obama la Casa Blanca, pues un tercio de los demócratas anglosajones tienen opiniones negativas sobre los afroestadounidense, a los que consideran “perezosos”, “violentos” y responsables de sus propios problemas. Esto podría provocar una perdida de votos de entre 1 y 2.5 puntos, que puede resultar determinante en muchos estados.
Aún recuerdo que en el mes de enero, habló de ello en la víspera de la primaria de New Hampshire. Todos lo tomaron a cachondeo,´cuando Obama llegaba a NH con 15 puntos de ventaja en los sondeos para la primaria del día siguiente…