Mi primer día en Lima se está terminando. Tras una noche en el avión, aterrizando a las 6.15 de la mañana, el día no ha podido ser más intenso en actividades e impresiones. Estoy aquí trabajando para el Ministerio de Asuntos Exteriores Peruano (como consultor del BID). El proyecto, revisar su estrategia de comunicación online, es un reto realmente apasionante, al tratarse de una institución tremendamente jerárquica, y con un «pedigrí» especial.

La ciudad me recibe con tono español, en la radio calientan la próxima gira de Hombres G, que con su giro copernicano en la industria musical son un gran ejemplo para la revolución que pretende afrontar el Ministerio, José Tomás que toreará en Acho, la Maestranza de América Latina (y la primera plaza de toros de América) el próximo 6 de diciembre, Diego el Cigala y José Luis Perales, que tiene concierto el miércoles. Es una ciudad enorme, con 8 millones de habitantes, en lo que quizás lo más espectacular para un madrileño como yo es el número de obras (están recuperando para el mar la larguísima costa, riete tu de la M-30 de Gallardon) y la densidad del tráfico. A pesar de ser primavera tenemos una nube que amenaza con lluvia durante todo el día, y un clima de lo más agradable. Está visto que las casualidades existen, más en las grandes ciudades. Si en el DF de 25 millones de personas me encontré a un compañero de tesis en un Vips, en el extensísimo Lima he encontrado el restaurante de la hija de un compañero de colegio en la puerta de mi trabajo. La Miga, muy cerca del BID, altamente recomendable.

En lo laboral firma del contrato, reunión con los responsables del proyecto y reunión con el Canciller, García Belaunde. Ha detectado el problema, intuye la solución y está dispuesta a dejar trabajar. Más no se puede pedir, seguiré informando….