Es sorprendente ver la vitalidad de la disidencia democrática cubana en estas circunstancias. Es además una señal de esperanza, una señal de que sus corazones han empezado a vivir en libertad.
Hace tiempo que las estadísticas son utilizadas por el poder como forma de legitimación, haciendo buena esa frase de Borges según el cual «la democracia es el abuso de la estadística». El frío análisis de los números puede convertir en cifras y estadísticas las situaciones más dramáticas, ocultando la vida y la muerte que puede haber detrás. Hace unos años, casi diez, el Directorio Democrático Cubano decidió convertir estas cifras en un termómetro de libertad. Este movimiento, heredero del histórico Directorio Revolucionario Democrático Cubano, fundado a finales de los años 20 por estudiantes que pretendían defender los derechos fundamentales de los ciudadanos frente a las violaciones de la dictadura de Machado, este año ha editado estos datos en un volumen que recoge todas las acciones de resistencia cívica realizadas dentro de Cuba durante el año 2005.
Con un acertado título, Pasos a la libertad, el informe parte de la definición del politólogo norteamericano Gene Sharp que se refiere a las acciones no violentas como actividades en las cuales los ciudadanos resisten, sin violencia física, las imposiciones del poder totalitario para reclamar y obtener los derechos que les corresponden. Entre estas se distinguirían, según Sharp, acciones de protesta y persuasión, de intervención y de no cooperación, como negarse a participar en actos gubernamentales, o en medidas punitivas del régimen.
El libro no hace más que constatar una realidad que en Cuba cada día es más evidente, los demócratas cubanos están convencidos de que esperar no es suficiente para vencer. Por eso durante el año 2005 se han documentado 3322 acciones de resistencia pacífica. El número casi duplica las 1805 del año 2004 y culmina una evolución vertiginosa desde que comenzó a documentarse este tipo de acciones, con las 44 tímidas protestas realizadas en 1997.
Entre las acciones más destacadas encontramos 52 protestas públicas, 29 huelgas de hambre, la fundación de 14 nuevas organizaciones cívicas y 13 bibliotecas independientes, y la promoción de 4 peticiones generales de grupo ante entidades gubernamentales. Estas acciones de resistencia cívica son una prueba palpable que pequeños grupos de hombres y mujeres pueden luchar sin armas contra una dictadura feroz.
Frente a las dictaduras totalitarias la resistencia cívica es el único camino que conduce con certeza a la libertad y la democracia. No sé si terminan de hacerse una idea de lo que esto supone en un régimen totalitario que controla absolutamente la vida de sus siervos (en Cuba no es posible hablar de ciudadanos). En Cuba hoy el régimen sigue respondiendo con crueldad a cualquiera que se atreve a desafiar la tiranía. El número de presos políticos supera los 300 y tras la operación de Fidel Castro se han intensificado los actos de repudio casi diarios contra los opositores y sus familiares. Quizás venga bien recordar nuestra historia, donde los testimonios existentes coinciden en señalar cómo en los años 60, con un régimen mucho menos represivo, que empezaba a hacer la vista gorda sobre ciertas reuniones políticas, y donde existía un cierto pluralismo informativo que daba cuenta de estas actividades, la movilización cívica de la oposición democrática era bastante escasa.
Es sorprendente ver la vitalidad de la disidencia democrática cubana en estas circunstancias. Es además una señal de esperanza, una señal de que sus corazones han empezado a vivir en libertad. Juntos están construyendo el tejido social necesario para que pueda empezar a andar una sociedad abierta que cada día está más cerca, al menos 3322 pasos más cerca, de la libertad.
Publicado en Libertad Digital