Todavía no se sabe si el rumor de que Hillary Clinton renunciará a su candidatura en su discurso de esta noche en New Cork, es ouna forma interesada de Obama para garantizar su victoria en Montada y Dakota del Sur, o el triunfo del sentido común y el interés del Partido Demócrata frente al empecinamiento y la convicción de Hillary que aún no termina de creerse que ha sido derrotada por un recién llegado a Washington DC. La campaña lanza signos, Bill Clinton se despide de hacer campaña electoral, los ayudantes tienen que ir recopilando sus gastos…
A mi me parece que Hillary tiene todo preparado todo para lanzar hoy mismo su nueva campaña, en la que se proclama vencedora en el voto popular y la candidata con más posibilidades de derrotar a Mc Cain en noviembre (campaña que algunos han empezado a llamar “ya os avisé”), pero que esta noche decidirá si va a dar la batalla o se retira dignamente. Obama hoy está poniendo el píe en el acelerador y ha preparado una ronda de apoyos entre los superdelegados que irán haciendose publicos durante el día y que culminarán con sus previsibles victorias lo que le permitiría llegar a la mágica cifra de 2118 delegados. Y lograr lo más ansiado, el reconocimiento público de su victoria, haga lo que haga Hillary Clinton.
Lo más impresionante de todo el proceso ha sido ver como un novato ha conseguido derrotar a la maquinaria política más completa que ha tenido el Partido Demócrata desde hace muchos años. La campaña de Hillary está dirigida por Terry McAullife, amigo personal de Clinton, que comenzó en política en 1980 y que ha sido uno de los hombres fuertes del Partido Demócrata desde entonces, llegando a ser Presidente del Partido en el año 2000, cargo en el que permaneció hasta el 2005, cuando fue sustituido por Howard Dean. Su libro What´s a party!!! (algo entre menuda tropa y es que somos cojonudos bueno y que) Es muy recomendable para cualquier operador político.
Obama ha conseguido llamar la atención, construir una estructura política, basada en voluntarios y pequeños donantes y generar una ola de ilusión. A esto es a lo que se enfrenta una candidatura Republicana resignada, sin ilusión, con la estructura interna, que en 2004 asombró al mundo, muy tocada y graves defectos de organización. Lo peor es que parece que desde su nominación no ha sabido aprovechar este tiempo extra que le han regalado los demócratas y comienza la carrera electoral en inferioridad de condiciones.