Otra guerra para el proceso de paz

Otra guerra para el proceso de paz

Mientras que las negociaciones entre el gobierno y ETA siguen su curso, el gobierno vuelve a las andadas y se va metiendo en nuevas guerras que parecían olvidadas. Esta vez con las distintas religiones: la Iglesia Católica y el resto de las confesiones religiosas, aunque éstas no parezcan darse por aludidas.

Parece que el origen es la instrucción pastoral «orientaciones morales ante la situación actual de España», en la que los obispos ejercen su función de pastores de los católicos españoles, analizando la situación desde su perspectiva y planteando una serie de recomendaciones.

Como anunciaba la nota de prensa:

«El documento consta de introducción, conclusión y tres capítulos titulados: Una situación nueva: fuerte oleada de laicismo, Responsabilidad de la Iglesia y de los cristianos y Discernimiento y orientaciones morales. En el primer capítulo se describe la situación actual y se analizan sus causas, en el segundo se realiza una llamada a superar la desesperanza, el enfrentamiento y el sometimiento y a anunciar el gran “sí” de Dios a la Humanidad en Jesucristo, y el en el tercero se propone un reforzamiento de la identidad católica para llevar a cabo cualquier acción en la sociedad y se anima explícitamente a los católicos a vivir la caridad social para el fortalecimiento moral de la vida pública. En este último capítulo se analizan cuestiones como la relación entre la Iglesia y sociedad civil, la democracia y la moral, el servicio al bien común, el respeto y la protección de la libertad religiosa, el terrorismo, los nacionalismos y sus exigencias morales, y el ejercicio de la caridad.»

A esto siguió la presentación por parte del PSOE de un manifiesto sobre «Constitución, laicidad y Educación para la ciudadanía» (que no consigo vincular).

Y empezaron las reacciones:

El arzobispo de Pamplona Fernando Sebastián analiza el texto, y Juan Manuel de Prada va al fondo.

¿Quién establece la agenda? La contraprogramación informativa

Algunos podrían pensar que desde que el gobierno de Zp llegó al poder ha sido agraciado por una serie de casualidades, regalos del destino que hacen que a la opinión pública se le hayan olvidado, uno tras otro algunos de los acontecimientos más lamentables de la democracia en España.

Cada día es más evidente que nada de esto es casual y el aparato de comunicación del gobierno de Moncloa está demostrando una habilidad espectacular a la hora de marcar la agenda del debate público. La gran ventaja que tiene esta estrategia de comunicación es que es en si misma un éxito, incluso cuando es descubierta.

La clave está en lograr que se hable poco de lo malo, y mucho de lo bueno o de lo indiferente, de ahí que incluso el hecho de que algunos hablen de contraprogramación contribuye a alejar el foco del problema principal y lograr que unos y otros terminen hablando de lo accesorio.

Cuando frente a la salida de un millón de personas a la calle, el problema es de cifras, cuando frente a una denuncia de la inseguridad ciudadana el problema es de imágenes, o cuando ante las presiones sobre el poder judicial, salta una nueva operación malaya…. los ciudadanos son conducidos a pensar en otros asuntos, que evitan el desgaste del gobierno socialista y, sobre todo, que evitan que se genere un estado de opinión pública común, como el que existía en los últimos años del gobierno de Aznar, en torno al concepto de «prepotencia» o «alejamiento de los ciudadanos», cuando todo lo que hacía el gobierno, malo, regular o incluso bueno, acababa remachando esa misma idea, la de un gobierno autista que incluso las buenas decisiones las adoptaba alejado de los ciudadanos.

Ante esta situación lo más fácil es echar la culpa a los medios, que no informan de lo importante, e incluir en el mismo saco a la opinión pública de «pan, circo y aquí hay tomate» contra la que no se podría hacer nada.

La otra opción es la de intentarlo.
a) Denunciar qué es importante y qué son elementos de distracción, y sin entrar al trapo repetir el mensaje propio. Un buen ejemplo de hoy mismo, el de Otegui
b) Definir el mensajo, no dejarse llevar por la variedad de los frentes de ataque y tratar de concentrar todas las fuerzas en uno o dos puntos, a los que reconducir todo y que terminen por generar un estado de opinión al que reconducir todas las noticias.

La guerra de los videos

No se si será la novedad y la falta de costumbre, pero los videos políticos parecen indigestarse al que los lanza, al menos aparentemente.

No hay duda que la polémica está conseguiendo llamar la atención del público, y lograr, de momento, «colocar» su contenido en el telediario y aparecer en la lista de superhits de youtube. Pero la difusión no es suficiente, son muchos los que han criticado ambas iniciativas por agresivas, polémicas, chapuceras o, simplemente, por tratarse de publicidad negativa.

En mi opinión son herramientas tremendamente eficaces, imprescindibles para la batalla política, que se irán simplificando y empleando con total normalidad, a pesar de los resbalones y las meteduras de pata.

El video del PP

Un video del PP que ha sido proyectado en su Conferencia sobre seguridad ha vuelto a levantar la polémica sobre la publicidad negativa en la política nacional.

El video:

presenta con imágenes de delitos bastante llamativas una España más insegura y señala a Rubalcaba, Conde Pumpido y Fernández de la Vega como culpables.

La polémica levantada ha provocado que el video haya sido emitido en los telediarios, pronto la cadena ser ha señalado que algunas de las imágenes pertenecian a tiempos de Aznar, cuando Rajoy era ministro del interior, y en youtube el video tiene alrededor de las 700 entradas en medio día.

Muchos se preguntaran si el video y la polémica generada favorece al PP o se le ha vuelto en su contra como un boomerang.

Yo me inclino más por la primera opción, un video de consumo interno se ha convertido en noticia, y su contenido perjudica al gobierno socialista…

Se abre la veda a otras opiniones….

Que viene Obiang

Guinea es demasiado grande para ser una finca y demasiado pequeña para ser una colonia, según la boutade de Romanones, pero tiene las dimensiones cortijeras ideales para los insaciables robos de Obiang. El avión del pueblo se posará en el aeródromo de Torrejón y ya se convocan manifestaciones en su favor y se prohíben manifestaciones en su contra por parte del gobierno que años atrás mezclaba dialécticamente la sangre y el petróleo. Desde luego, a nadie se le ocurriría prohibir manifestaciones contra Bush, como puede verse aquí y allá.

A los ecuatoguineanos en exilio, Obiang les robó las casas y las plantaciones de banano y al final les robó el país. A Carlyle, según el emocionante volumen de Vicente Llorens, los liberales españoles huidos a Londres le dejaron la impresión de “leones enjaulados”. Todos los exilios se parecen y hubiese sido más prudente organizar los gritos de doscientas personas en la Puerta del Sol que lamentar los destrozos en la nueva embajada –todo mármol, todo maderas- de Guinea Ecuatorial. No hay motivos para el destrozo pero sí para el despecho: Teodoro Obiang viene y no pueden venir Avelino Mocache o Plácido Micó, ni queda sitio en España para Severo Moto. A Obiang se le ofrece el gota a gota de la cooperación española que llena de land-rovers las calles de Malabo para que el régimen siga con el deporte del pillaje hasta el final. Hace mucho que el país de la ceiba es una excusa para el robo.

Entre los datos menos entrañables de la política exterior del zapaterismo está la atracción por los regímenes autoritarios, el socialismo espeso, el partido único, el imperio del robo, la confiscación de las energías de un país. Ahí están Assad y Arafat y el propio Obiang, responsables ahora o antes de sociedades domesticadas, vueltas a la infancia, moralmente desarmadas ante el abuso del poder. Como por ironía, quizá el representante más perfecto era Saddam. Manejar el dossier de Guinea siempre fue difícil y hubiésemos necesitado los oficios de un afinador de pianos cuando no hemos hecho más que mandar, año tras año, al mozo de almacén. Es la diplomacia del “como sea” y del resolverlo todo en un almuerzo o una cena. A veces es complicado pensar que las cosas se hubieran podido hacer peor. En todo caso, Obiang viene a recibir los honores que España se rebaja a dar, seguramente en olvido del buen hacer y la decencia. Cualquier día Obiang se muere y entonces habrá que llamar a Miss Rice, destacada afinadora de pianos. / Ignacio Peyró, El Confidencial Digital, 14 XI 06.