Soy un estudioso perplejo de la democracia participativa. He de confesar que desde que empezé a trabajar el tema, en 1996, era un defensor apasionado de cualquier forma de participación política paralela al Estado, ya fuera realizada por movimientos sociales, ongs, lobbies o cualquier otro tipo de organización.
A lo largo de estos años he ido perdiendo el candor inicial, aunque teoricamente sigo convencido de la necesidad que tiene la propia democracia de encontrar complementos, vías que le unan más estrechamente a la sociedad, la experiencia me va demostrando como habitualmente estos grupos suelen ser simplemente la «cara social» de organizaciones como partidos políticos, o incluso estados, que tratan de reforzar la labor de su organización matriz.
De ahi que actualmente observe con escepticismo el renacer de la democracia participativa o deliberativa que desde hace unos años ocupa un lugar relevante en las constituciones y en la retórica latinoamericana: Venezuela, Colombia, Bolivia… ahora quizás Ecuador…
Sigo perplejo, convencido de que hay que articular vías reales de participación para convertir a los votantes en ciudadanos, pero no encuentro un ejemplo del que tirar. Cuando lo encuentro, como estas declaraciones de Evo Morales, no hace más que aumentar mi miedo.
«Sólo las Fuerzas Armadas y los movimientos sociales pueden y deben garantizar la verdadera nacionalización de los recursos naturales, no solamente de los hidrocarburos».
Hace unos meses Enrique Dans y Antonio José Chinchetru se enfrascaban en sus columnas de Libertad Digital en un interesante debate sobre el papel de los grupos de presión en la sociedad democrática y, especialmente, en la toma de decisiones por parte de los poderes públicos. A este interesante intercambio de opiniones, que ponía de manifiesto las dos visiones más tradicionales sobre los lobbys, o grupos de presión, le serviría de complemento perfecto esta original película del joven Jason Reitman.
La película se mete en la piel de uno de los lobistas más temidos y admirados de Washington, el representante de la industria del tabaco, y tras denunciar en tono satírico su comportamiento inmoral, su servicio acrítico, las graves consecuencias sociales de su actuar… llega a una salomónica conclusión: prescindir de estos grupos sería tanto como renunciar a nuestra intervención en la vida política, tanto como renunciar a nuestra libertad…. (la polémica está servida).
Hoy la prensa informa sobre como las herramientas revolucionarias se pueden volver en contra de sus usuarios. Lo experimentó Lucio Gutiérrez en Ecuador y hoy lo está viviendo Evo Morales en Bolivia en el que se han «levantado en huelga» maestros, choferes, y, las más importantes, líderes cíviles en provincias como Chuquisaca, San José de Pocitos, Yacuiba y Tarija. href=»http://www.jornada.unam.mx/2006/08/31/034n2mun.php»>La Jornada
El sabado en El Mundo el filósofo Michael Onfray ataca en una interesante entrevista (no deja de sorprenderme que los filósofos son los únicos que tienen que ejercer su cargo en las entrevistas, nunca he visto en una entrevista Raul González Blanco, futbolista, o Carlos Ruiz Tafón, novelista) la moral monoteista que impera en el mundo desde el siglo III, y especialmente la moral cristiana de la que suelta perlas como las siguientes:
Son las mismas ideas estúpidas y estrafalarias que me dejan atónito. Esa pretensión, esa suficiencia, esa arrogancia… ¿Cómo puede defenderse esa tonteria de creer que fuera de la materia existe otra cosa? Todasa las religiones monoteitas detestan a la mujer, al deseo, a las pasiones, al saber, a la inteligencia, a la cultura, a la filosofía, al pensamiento libre. Quieren quitarnos el bien del que disponemos, la vida. Nos obligan a ganarnos con sudor el traabjo y a ganarnos la vida misma. Es un panorama neurótico que conduce a la infelicidad.
Su alternativa ante tanto error no deja de sorprender:
Yo prefiero decantarme por una ética festiva… el epicureísmo, el hedonismo y el materialismo. Hay que devolver la mirada al hombre. Liberarlo de sus cadenas. Preservarlo de la pulsión a la muerte.
Nada más, pero quizás lo más sorprendente es cuando enmarca este proyecto en la izquierda libertaria. Me ha recordado el posicionamiento electoral que en el año 2003 Rodríguez Zapatero, todavía jefe de la oposición, describió en un memorable discurso en el Club Siglo XXI su proyecto de gobierno como de izquierda liberal.
Dos buenas muestras de este nuevo estilo de la izquierda, que a mi me sigue sonando a la República Democrática Alemana, u otros contrasentidos por el estilo. Uno que no habla ni una sola vez del otro, de las necesidades, de la solidaridad; el otro que pasea su alineamiento, o es mejor decir alienamiento, con gobiernos como el de Venezuela, que lleva años en una escala creciente de militarización, o Bolivia, invadida por Cubanos y Venezolanos que empiezan a despertar cierto malestar entre la población y donde las nuevas reformas son todo menos de carácter liberal.
Vuelvo a mi pregunta inicial. No voy a entrar a discutir con todo un filósofo como Onfray sobre la existencia de Dios, pero lo que realmente me preocupa es la abolición del hombre. Si la norma suprema de la ética es la exaltación del placer, el dandysmo… dónde queda el reconocimiento de la naturaleza del hombre como fundamento ético, o si se prefiere ideológico, que hace que haya acciones malas o buenas, positivas o negativas para el hombre y la sociedad. Mentir, robar, matar, son acciones por lo general malas para el hombre, y habitualmente para la sociedad, da igual el tiempo y el lugar. No será que la muerte de Dios ha provocado la muerte del hombre.
Una de las campañas electorales más interesantes de las próximas elecciones de noviembre 2007 en Estados Unidos es la que se está celebrando en las primarias del Partido Demócrata para elegir un candidato al Senado por el estado de Connecticut. Los candidatos son Joe Lieberman, que fue candidato a la Presidencia en las primarias del Partido Demócrata y lleva años en el Senado y Ned Lamont, candidato progresista.
En Estados Unidos no es normal que un Senador pierda su escaño, y menos que sea cuestionado dentro del Partido, más cuando ha participado en las primarias presidenciales, pero el caso de Joe Lieberman, firme defensor de la guerra de Irak y tremendamente cercano a George W. Bush en temas de seguridad nacional, ha provocado esta candidatura alternativa que ha recibido el apoyo de movimientos sociales como ImpeachPAC o Moveon.
En youtube se pueden encontrar cientos de anuncios electorales de uno y otro, y especialmente de uno contra otro, una auténtica batalla electoral.
Soy Rafa Rubio. Estudié Derecho en la Universidad Complutense. Después de estudiar en las universidades de Georgetown y Harvard -donde fui Miembro de la Asociación de Colegiales del Real Colegio Complutense en Harvard-, y de una apasionante experiencia en la Cámara de Representantes en Washington D.C., defendí mi tesis doctoral en Madrid: «La actuación de los grupos de presión en el sistema legislativo español».
Mientras tanto no dejé de trabajar: primero, como RRPP del Center for a Free Cuba y la ONG Of Human Rights ante la Cámara de Representantes, y luego como Consultor político para Sanchis Comunicación, realizando campañas electorales en España y México. Continué como consultor Político en la empresa de comunicación y Relaciones Institucionales, 1cero. Desde 1999, soy profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid, y también lo he sido en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), en el Colegio Universitario Cardenal Cisneros y en el Colegio Universitario María Cristina. En el 2000 participé en la fundación de piensaenred, empresa pionera en redes sociales.
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