El día 1 de septiembre el Coronel Chávez volvió a visitar Fidel Castro en una nueva visita médica.

Esta vez no hubo conversaciones absurdas sobre el arte pictórico de Chavez ni regalos de Castro con su propio retrato que describe el ego del Comandante. Esta vez intercambiaron halagos como una pareja de enamorados. Como si de un programa de esos de buscar pareja se tratara ambos habían escrito los textos en una agendita, para no salirse del guión.


Castro iguala a Chavez con Bolivar, Martí y Sucre, (Chavez crecido une al Che a esta lista).

Castro les proclama los primeros internacionalistas, y proclama a Chavez su sucesor en esta «nueva era» que según ellos amanece en todo el mundo. Quizás esto es lo que más llama la atención, la exaltación del imperialismo de Chavez, que como Castro en su día, trata de extender por toda lationamerica esa nueva forma de revolución que es el neocomunismo. Ha cambiado los fusiles por la chequera, y parecía estar triunfando hasta que Perú primero y México después rechazaron en las urnas a sus candidatos. Ahora apoya a Ortega en Nicaragua, de momento con éxito. Si esto lo estuviera haciendo Estados Unidos de forma pública, como hace Chavez, las acusaciones de imperialismo, injerencia en asuntos internos… habrían llegado a las páginas de todos los periódicos. Sin embargo Chavez se presenta como un patrono universal de la humanidad, loco pero benefactor.

Mientras en una gira que dura ya dos meses ha estrachado sus vínculos con países como Bielorrusia, Iran, China, Siria y anuncia ya su próximo viaje a Corea del Norte, en una cruzada antinorteamericana que tiene un próximo objetivo: la entrada en el Consejo de seguridad.