En la zona de Dc cambias de Estado con la misma facilidad con la que te cruzas con alguien que dice haber trabajado en la Casa Blanca, y hoy nuestra excursión nos ha llevado a todos ellos.
Vivimos en Virginia y de camino a Annapolis, una bonita ciudad costera en el Estado de Maryland en la que se encuentra la academia naval, hemos tenido que pasar por el DC. La falta de GPS nos ha llevado a Anacostia, un barrio bastante conflictivo, en el que los latinos también han tomado los campos de fútbol y pasan el fin de semana, entre liga y liga, con la familia como cheerleader.
Hemos pasado no sólo de Dc a Maryland sino de uno de los barrios más pobres de la región al pueblo más cool de la zona, junto a Alexandria, que es donde vivimos. La ciudad no pasa de 2 calles demasiado maquilladas para los turistas, y con algún restaurante típico bien puesto. El puerto es el más cercano al DC y está bastante bien dotado de bonitos veleros que, aprovechando el buen día, se habían lanzado a navegar. La academia se puede visitar y aunque no tiene mucho que ver, divierte ver a los jápones cruzandose con compañías haciendo la instrucción al más puro estilo «Algunos hombres buenos», el museo recuerda algunas de las hazañas de la marina norteamericana, y sorprende que, a pesar de las fuertes medidas de seguridad, habituales por estos lares, la academia esté montada de cara al público, con una tienda de gran tamaño con todo tipo de recuerdos de la academia y de la ciudad.
Quizás lo más espectacular, o sorprendente ha sido la comida, me hubiera gustado ver o leer a Nacho Montes, cuyo blog no recomiendo porque crea adicción, y al que aprovecho para felicitar desde aquí, aunque no creo que se entretenga con estas cosas tan aburridas. La costa oeste presume de mariscos y cangrejos, pero presume a lo americano, por tamaña y peso, y los platos se sirven al por mayor. Un buffet «all you can eat» de marisco, por 15 dolares, que deja pequeño pequeño «Romerijo», esto si que es devaluar el producto: cangrejos, vieiras, langostas, ostras… todo lo que quepa, todo lo que puedas… y todo por 15 dolares. Yo sinceramente no me he atrevido y me he decidido por unas ribs, igualmente obscenas, pero bastante más sabrosas, pero mis acompañantes se han atrevido, y tengo testimonio gráfico que compartiré un día de estos.