Chihuahua es una pequeña ciudad, capital del Estado del mismo nombre, situada en el norte de México, tan cerca de los Estados Unidos. En los últimos tiempos el Estado se ha hecho tristemente famoso por los índices de asesinatos provocados por las mafias de las drogas, especialmente en Ciudad Juarez, fronteriza con EEUU y paso obligado para la cocanía que hasta hace poco entraba por el sur del país y salía hacía los vecinos del Norte.
Me cuentan que desde hace unos años esto ya no es así, a los norteamericanos les ha dado por las drogas de diseño, y la cocaina se ha quedado en el país, generando un caos de familias y mafias que ha terminado explotando sin solución y que se extiende por el Norte de México. HAce un par de semanas el Presidente Calderón envió al ejercito a Ciudad Juarez para tratar de poner un poco de orden y reducir al máximo el escalofriante índice de asesinatos diarios. Por aquí dicen que eso, que ha funcionado bastante bien, ha provocado el efecto cucaracha y tras el pisotón militar, todos han salido corriendo, terminando muchos de ellos por aquí. Desde hace unas semanas la sensación de inseguridad ha aumentado. Robos, secuestros, balas perdidas… lo mejor es no leer el periódico y dejarse llevar por los guías locales.
Hoy venía de visita el Presidente de la República, inaguraba precisamente un nuevo edificio de la Universidad donde imparto el doctorado, y toda la ciudad llevaba días preparandose para la visita. Ayer por la noche se canceló la gira y a todos se les quedó un poco de cara de PAco Martínez Soria en Bienvenido Mr. Marshall.