Nos lo cuenta Sergio Rodríguez en el Catalejo. Se trata de un espectáculo constante no ya desde howard Dean, sino desde la campaña de las primarias de Mc Cain en el 2000, que anticipaba casi todo lo que Dean convirtió en su plataforma electoral.

La clave es que en las elecciones norteamericanas nadie piensa ya en páginas web, se piensa en las personas, en las redes de personas formando comunidades que on y off line se han convertido en auténticos ejércitos ciudadanos. Como ejemplo la campaña de llamadas electorales organizada por Moveon.org, y que ha conseguido «activar» a miles de voluntarios para los candidatos del Partido Demócrata.

Nada mejor que unas elecciones en EEUU para ver cómo han evolucionado las páginas web de campañas electorales. En las pasadas presidenciales, por primera vez, Internet tuvo un gran peso. Howard Dean llegó a situarse primero en las encuestas en los primeros compases de las primarias demócratas gracias a una agresiva estrategia en Internet, diseñada por Joe Trippi, que se centró en la recogida de fondos y en el mantenimiento de una comunidad de simpatizantes activa.

Luego perdió. Pero ésa es otra historia. Lo que quedó claro de todo aquello es que ya no es posible dejar de lado Internet en una campaña. Hacen falta sitios web potentes y articulados en torno a tres puntos básicos: recogida de fondos, creación de comunidad y conversación directa.

El mensaje caló y, en la actual campaña electoral, hay candidatos con extraordinarias páginas web. Por ejemplo, la de Joe Lieberman —mi favorita— que se presenta a la reelección como senador por Connecticut. Es bonita, tiene vídeos, fotos, blog, invita a participar y contribuir, y presenta a un candidato cercano y fácil de contactar.

Tampoco están mal las de Maria Cantwell, Harry Reid, Rick Santorum o Jack Kingston.

Es curioso que muchas de estas páginas web están alojadas en sitios oficiales. Y que prácticamente todas tienen blog y bastantes podcast, es decir, audio. Entre los blogs, uno de los mejores es el de Dennis Hastert, presidente de la Cámara de Representantes, que opina sobre cualquier tema sin ningún tipo de problema pese a su cargo. Y se agradece.

En España seguimos soñando con algo parecido mientras esperamos poder asistir algún día a una ‘ciberconferencia’ con una conexión decente a Internet. Claro que también podemos consolarnos con el museo de los horrores de páginas web políticas que elaboró hace poco CNET.

http://www.elmundo.es/elmundo/2006/11/06/catalejo/1162816251.html