Algunos se felicitarán de las caricias de la tiranía castrista y tratarán de hacernos olvidar una nueva prueba de que «el diálogo por el diálogo», sin ningún tipo de limitación ética o moral, sólo sirve para perpetuar la dictadura.
Tras la llegada al poder de Rodríguez Zapatero, el Gobierno español decidió modificar las medidas que el Consejo Europeo había establecido por unanimidad tras la primavera negra de 2003, en la que 75 ciudadanos fueron detenidos y 3 fusilados. Tras una dura labor diplomática de la cancillería española la Unión Europea decidió ceder a las exigencias de La Habana siguiendo la iniciativa española con la esperanza de lograr avances en la situación de los derechos humanos y la democracia. Desde entonces la ineficacia de esta decisión es cada día más evidente, la represión se ha incrementado y la situación de la democracia y los derechos humanos no ha hecho más que empeorar, lo que ha hecho que el próximo mes de junio la Unión Europea reconsidere su política hacia la isla.
Las dictaduras se mantienen sobre la propaganda y los símbolos y la dinastía castrista ha decidido organizar una visita simbólica para recuperar la legitimidad internacional y demostrar la «eficacia» de las posiciones sumisas al régimen de La Habana. Miguel Ángel Moratinos se ha convertido así en el primer canciller de un país de la Unión que visita la isla desde la primavera negra de Cuba. Si hemos de creer al Gobierno cubano la visita inaugura una «nueva época en las relaciones España-Cuba», algo que llena a Moratinos de emoción y a los españoles de la inquietud que genera mantener excelentes relaciones con una dictadura con más de 300 presos políticos en prisión. Además ha anunciado con condescendencia que «comenzará a hablar con España de derechos humanos, pero no con Europa», como si en este punto hubiera algo que hablar, más allá de exigir el cumplimiento de la multitud de tratados internacionales de las que Cuba es signataria.
El Gobierno español, con tal de lograr la sonrisa de la cohorte del dictador, no ha dudado en aceptar la principal condición impuesta por los verdugos: ignorar a sus víctimas. Como resultado, España podrá volver a financiar al régimen castrista, que es lo que en román paladino significa «el restablecimiento de la cooperación económica y cultural con Cuba». Una cooperación que en lo económico sólo podrá realizarse con el Gobierno, ya que la ley prohíbe cualquier proyecto independiente del mismo, y en lo cultural supone convertirse en el pagano de la cultura oficial del Gobierno cubano, que no ha tenido a bien ni siquiera la devolución del Centro Cultural de España en la Habana.
Algunos se felicitarán de las caricias de la tiranía castrista y tratarán de hacernos olvidar una nueva prueba de que «el diálogo por el diálogo», sin ningún tipo de limitación ética o moral, sólo sirve para perpetuar la dictadura y, lo que es más grave, el abandono del pueblo cubano. Castro sabe bien que en política exterior sólo la unidad y la firmeza garantizan resultados y ha decidido aprovechar las reminiscencias ideológicas de algunos para debilitar la capacidad de decisión de una Europa dividida. El Gobierno cubano ha vuelto a demostrar que aquel que quiera mantener relaciones deberá someterse a sus dictados y ha transmitido con claridad su mensaje de cara a las negociaciones sobre la nueva política europea respecto a Cuba, negociaciones en las que España será, una vez más, el mejor aliado de la dictadura.
Publicado en Libertad Digital