
El comentario viene a cuento tras leer un editorial del diario El Pais que declara solemnemente “El Tea Party existe”. No se si será la costumbre de repartir certificados, demócratas y antidemócratas, inocentes, culpables y presuntos, pero el titular me ha recordado aquella frase de Nietzsche, en su Así hablo Zarathustra, “Dios ha muerto”, como si fuera su percepción y no los hechos los que pudieran conformar la realidad….
Los Tea Party llevan funcionando en Estados Unidos más de un año, su articulación y su vitalidad recuerdan a aquellos grupos, herederos de Howard Dean que, articulados en torno al No a la Guerra, se convirtieron en la base imprescindible sobre la que Obama levantó el ejercito ciudadano con el que se enfrentó a la maquinaria del Partido Demócrata. Desde allí, y gracias a su estructura en red y el uso de las nuevas tecnologías el movimiento fue creciendo y ampliando sus objetivos para terminar diluyéndose en una plataforma electoral, ha tenido que pasar un año para que algunos de ellos manifiesten su decepción (no era eso, no era eso) y vuelvan al activismo.
Desde hace unos meses El País parecía empeñado en hablar de unos grupos radicales, cavernícolas a la extremaderecha del Partido Republicano, que acusan de comunista al Presidente Obama (hasta el punto de querer matarle), han convertido a Sarah Palin en su diosa y a Russ Limbaugh en su vocero oficial. E incluso, de propina, dejaba entrever los paralelismos con ciertos medios de comunicación nacionales. Hace un par de días los creyentes del Diario de Prisa descubrieron una realidad bien distinta:
Hoy, este airado conglomerado de activistas de derecha, de bases inequívocamente populares, representa la fuerza más dinámica de la política estadounidense, aunque se mueva en la periferia del establishment y carezca de líder o programa claro.
Lo fundamental de este ideario por el momento es jibarizar el papel del Estado y su intromisión en la vida de los ciudadanos y exigir a ultranza responsabilidad fiscal a los administradores públicos.
sería un craso error convertir en mero folclor el papel de un movimiento cuyo credo comparte de manera más o menos explícita una buena parte del electorado estadounidense. Como lo es asimilar el Tea Party a una mera excrecencia del Partido Republicano,
Una reciente encuesta de The New York Times sobre sus simpatizantes informa, además, de que su educación es superior a la media, no tienen dificultades económicas y son profundamente pesimistas sobre la dirección del país.
y, por eso, a pesar de la grandilocuencia del titular, que pretendiendo ocultarlo evidencia aun más la ignorancia del pasado, es bueno felicitar al editorialista del diario independiente de la mañana.
Por cierto, si alguno se anima a replicar el fenómeno en España, aquí tiene algunas pistas para hacerlo bien.
