Mi reciente visita por algunos países de latinoamérica, y mis recientes experiencias en algún otro, me han terminado de convencer de la acertada estrategia que desde hace unos años, no se cuantos han adoptado algunas ongs, principalmente de izquierdas, para «conquistar» latinoamérica. Quizás la precursora fue Cuba cuando, tras el fracaso de la estrategia de guerrillas, decidió cambiar rifles por batas, y ha ido tomando las sociedades latinoamericanas desde lo más profundo, quizás la parte más descontenta y vulnerable de esta sociedad, en un nuevo tipo de injerencia silenciosa pero tremendamente efectiva.
Con distintas excusas los médicos cubanos han ido tomando posiciones en todos los países del hemisferio, y tras una acción de ayuda humanitaria firmaban unos convenios con el gobierno en cuestión por el que el Estado cubano se comprometía a enviar a sus médicos a los lugares más inhóspitos a cambio de una remuneración de la que el Estado cubano sólo entrega una porción mínima a sus médicos. A estas misiones neocolonizadoras pronto se unían los proyectos sanitarios por los que el gobierno cubano selecciona un grupo de personas a los que opera gratuitamente de la vista en Cuba, estas personas que no pueden abandonar su residencia de lujo, en un lugar cercano a Varadero, vuelven «convertidos» en apostoles de la revolución predicando maravillas de todo lo que les ha dado e incluso de todo aquello que no han podido ver. Aplican de buena fe, ajenos a la lógica del castrismo, un silogismo por el que un país que regala así a los extranjeros debe dar mucho más a sus ciudadanos.
Otro agente neocolonizador es el de las ongs gubernamentales de países como Suecia, Noruega o Finlandia, países en los que la expresión no gubernamental es un imposible metafísico. Desde hace años estas organizaciones vienen desarrollando en las zonas más perjudicadas auténticas labores de adoctrinamiento al personal, a las que se han unido otras ongs españolas o italianas, con orientación mayoritariamente de izquierdas, que financiadas por el gobierno y las comunidades autónomas, continuan con esa labor proselitista.
Así en pocos años se ha ido tejiendo una red social, con capacidad de respuesta inmediata, que se extiende por toda la sociedad y tras uno o dos intentos acaba logrando el poder por la vía democrática. Cuando este proyecto fracasa, basta con acudir a maniobras desestabilizadoras como las desarrolladas en Ecuador, Bolivia o Nicaragua, que acaban paralizando la actuación del gobierno y provocando una crisis tal que facilita esa labor de adquisición del poder.
Cuando algunos países, como EEUU, que han descuidado sistemáticamente la región, quieren darse cuenta ya es demasiado tarde y sus reacciones suelen malentenderse como exageradas, ruidosas y, lo peor, inútiles. Sus grandes estrategias geopolíticas, sus intentos de alianzas, resultan torpes e incapaces ante una red que une a lo más necesitado de la sociedad, que se deja llevar por los mensajes populistas del lider de turno, que con caretas distintas, suelen tener una vinculación, mucho más que afectiva, con el régimen bolivariano de Venezuela, que se ha convertido en el pagano de esta eficaz y peligrosa estrategia que, no nos engañemos, llega hasta el último país de la región, segando el suelo a los gobiernos democráticos.
Quizás el problema sea de expectativas, quizás de democracia pero ese es otro tema del que tenemos que hablar…