No se si será la novedad y la falta de costumbre, pero los videos políticos parecen indigestarse al que los lanza, al menos aparentemente.
No hay duda que la polémica está conseguiendo llamar la atención del público, y lograr, de momento, «colocar» su contenido en el telediario y aparecer en la lista de superhits de youtube. Pero la difusión no es suficiente, son muchos los que han criticado ambas iniciativas por agresivas, polémicas, chapuceras o, simplemente, por tratarse de publicidad negativa.
En mi opinión son herramientas tremendamente eficaces, imprescindibles para la batalla política, que se irán simplificando y empleando con total normalidad, a pesar de los resbalones y las meteduras de pata.