En los últimos días se ha levantado bastante escándalo en torno a la mujer de Obama, Michelle. El motivo son un par de declaraciones en las que decía que por primera vez en su vida adulta se sentía orgullosa de su país.
La blogosfera está que arde, los republicanos no dejan de hacer bromas y los demócratas de justificarla y denunciar lo que aquí llaman la campaña a lo «Rove», para referirse a los trucos que Rove solía usar en campaña, y de los que Mc Cain fue víctima en 2000. Parece que detrás hay una estrategia de presentar a la mujer de Obama como una señora radical, que arrastró a su marido a las garras del Reverendo Jeremias Wright y que puede ser determinante en la Casa Blanca.
Quizás la forma en la que Obama cuenta como conoció a Michelle y su primer beso sirva para relajar el ambiente.Lo cuenta en el último capítulo de «La audacia de la Esperanza» (versión resumida y adaptada, low fat porque al original le sobra azucar):
Aunque era mi tutora en Sidley (el despacho de abogados donde comenzó a trabajar), le pedí salir formalmente. Ella se negó por no ser muy apropiado que una tutora saliera con su pupilo.
Le dije que la excusa era muy pobre y que no creía que nadie lo considerara como una quiebra de las normas internas del despacho. Yo le ofrecí dimitir, pero unos días después, tras un picnic del despacho, me llevó a casa, le invité a un helado en Baskin-Robbins y le conté como había trabajado allí durante mi adolescencia… Le dije que me gustaría conocer a su familia y ella dijo que le encantaría.
Le pregunté si podía besarla. Sabía a chocolate»
Os imaginais a Bush contando lo mismo….