Junto a Karl Rove el éxito electoral del Partido Republicano en la última década se debe fundamentalmente a dos estrategas que han sido presidentes del Partido Ken Mehlman y Ed Gillespie. Ambos lograron construir una poderosísima maquinaría electoral que, contra todo pronóstico, logró obtener la Presidencia en el año 2000 y 2004 y unas cómodas mayorias en el Congreso y el Senado para el Partido Republicano. Uno de ellos, Ed Gillespie, que ahora se encuentra trabajando en las elecciones para Gobernador de Virginia con bastante éxito según las encuestas, publicó en 2006 una especie de memorias «Winning Right» que a pesar de su carácter deslabazado aportan interesantes tips para consultores y political junkies.
Aunque desde el principio señala que quiere huir del género memorias, y aportar una serie de lecciones prácticas, el esquema se revela forzado y el hilo cronológico tira más que cualquier otro tipo de estructura narrativa, lo que genera cierta tensión entre lo deseado y lo realizado, que repercute en la calidad del texto.
Aún así, y como decía antes, si que es posible encontrar algunos apuntes interesantes y anecdotas o caracterizaciones interesantes de algunos de los protagonistas de la política norteamericana de la última década.
Hijo de una pareja de inmigrantes irlandeses, Gillespie creció en una familia modesta, trabajando en la fruteria de sus padres, y su historia es una versión más del sueño americano. De este trabajo infantil dice haber obtenido todo lo que sabe sobre política, algo que no puedo más que compartir:
1. Respect the customers
2.honor the competition
3.don´t put your thumb on the scale
4. hard work never killed anyone.
De su trabajo junto a Karl Rove en el 2000 destaca la necesidad de no dejarse llevar por las impresiones y dejar que los datos digan lo que tienen que decir, y pone un ejempolo gráfico, frente a la arrogancia que a primera vista, el o cualquier persona metida en el mundo político, podría señalar como el mayor defecto de Al Gore la gente lo percibía como debil, indeciso, wishy-washy.
La necesidad de mantener el plan, ser fiel a la estrategia, a pesar de tropezones, y pone de ejemplo 2004 cuando tras la elección de John Edwards como compañero de fórmula, Kerry parecía disparado en las encuestas y todo el mundo esperaba que la Casa Blanca pasara a la acción, cuando habían decidido esperar a la Convención para tratar de marcar la agenda, como finalmente consiguieron.
Se refiere a la necesidad de hablar de personas no de números y señala la clausula «porque», que obligaba a los republicanos a explicar como cualquier propuesta afectaría a los ciudadanos.
Cuenta una anecdota que yo había oido en España, referida a Carlos Aragonés, y se la atribuye al que fuera asesor de Reagan, Michael Deaver, que veía el telediario sin volumen. Lo que se ve es mucho más importante que lo que se oye, y el anuncio de Kerry haciendo windsurf fue una aplicación magistral de la lección.
Historical Campaign Ad: Windsurfing (Bush-Cheney ’04)
Señala la movilización como el gran éxito de la campaña 2004 y aporta un par de datos, 3,4 millones de registrados para votar y 1,4 millones de voluntarios (no son muy distintos de los de Obama en 2008, o al menos la diferencia no es tan abismal como en el caso de la recaudación…)
La necesidad de actuar, de tomar decisiones, de convertir las ideas en realidad, no decidir es actuar, optar por mantener el status quo, y la necesidad de llevar la delantera, de ser los primeros en actuar. Como señala, poniendo de manifiesto su origen irlandes y su fe católica, los pecados de acción son más perdonables que los de omisión.
La necesidad de aprovechar las oportunidades, que a priori en una campaña presidencial son la elección del compañero, la convención y los debates.
Habla de las campañas negativas, y señala con acierto que no es lo mismo la actitud de la gente, que suele manifestarse en contra, que su comportamiento electoral, que al final suele resultar influido por este tipo de campañas.
Defiende al consultor político como alguien que defiende sus ideales, y por eso trabajan para aquellos candidatos que quieren hacer algo, no para los que quieren ser algo…. Aunque alerta frente a su protagonismo y aporta una buena regla, heredada de Haley Barbour, «hablar del proceso político nunca es bueno». (habrá que tomar nota) Y una especie de declaración que reproduzco tal cual (quizás se le ha ido un poco de las manos):
As long as you remain ethical, i will be with you through the end, through thick and thin, I won´t cut and run. I won´t go «on background» with a reporter an pee on you. I´ll skip a paycheck if our cash flow is off. When everyone else says you´re losing, i´ll say you´re winning. I´ll be there at the printer´s at midnight making sure the mail piece is right. Ill tell your cousin he can´t have a job. I´ll be with you until the last dog dies. I am with you until you release me.
Cuenta como rechazó un nombramiento en la Casa Blanca en el 2000 para poder estar con su familia y como se dedicó a la comunicación estratégica, a las relaciones públicas y al lobby (al que dedica unas interesantes páginas 175-183)
También es interesante su papel en la preparación de los nombramientos de Roberts, Miers y Alito para el tribunal Supremo, con desigual resultado.
Entre los personajes, una pareja tremendamente simpática, detallista y preocupada por los detalles, los Bush; una persona Karl Rove al que describe como amigo de sus amigos, buen padre (cuenta como eligió su casa en el DC en función del colegio de su hijo), que «para hacer todo lo que los demócratas dicen que hace necesitaría un clon» con palabras de Margaret Spellings y del que su gran virtud es su capacidad y eficacia para convertir ideas en realidades, el eterno tocapelotas que en medio de un fructifero brainstorming pregunta: y ésto quién lo va a hacer? Un joven Steve Schmidth, discipulo de Karl Rove que más adelante, llegaría a dirigir la campaña de John McCain.
En resumen, un libro desigual, con pinceladas interesantes, para público altamente enganchado a la política, y en especial a las elecciones norteamericanas.