Opinión 

Lo que queda de EEUU: gane quien gane, sabemos que el año 2016 no fue casualidad

Elecciones Estados Unidos
Lo que queda de Estados Unidos. 
EFE

Aún no conocemos quién será el ganador de las elecciones presidenciales norteamericanas pero tenemos ya la mayoría de los resultados. ¿Y qué más da? pensarán algunos, en política, como en el fútbol lo importante es ganar, da igual el cómo. Pero no, los resultados que tenemos nos ofrecen una oportunidad de mirar con mas objetividad, sin el sesgo del ganador, el mapa que nos dejan estas elecciones.

Sea quien sea el ganador ya sabemos que 2016 no fue una casualidad, como muchos aun hoy se empeñan en creer más allá de las evidencias. La histórica movilización ha sido mutua yel perfil moderado de Biden no ha tranquilizado al votante de Trump, que ha acudido masivamente a las urnas, aumentando sus apoyos de 2016 en prácticamente todos los segmentos de la población, manteniendo, probablemente, la mayoría en el Senado y mejorando, también probablemente, los resultados republicanos en el Congreso. 

La agenda continuista del mandato de Barack Obama del que fue su vicepresidente prometía convertir el mandato de Trump en un paréntesis de la historia, regresando al Estados Unidos de 2016 pero olvidaba que fue precisamente ese Estados Unidos el que dio la victoria a Trump. Que lejos quedan ya las profecías que, tras la victoria de Obama, anunciaban décadas de dominio demócrata en la política norteamericana (el famoso realineamiento).

Frente a los sondeos que pronosticaban una victoria arrolladora de Biden, el resultado, como ya pasó en 2016, va a depender de un puñado de votos en un puñado de condados del Rust Belt (Wisconsin, Michigan y Pensilvania).Ya no sirve buscar excusas en el efecto sorpresa, el sistema electoral, ni echarle la culpa al dinero y a la publicidad electoral (donde Biden ha superado ampliamente a Trump), quizás ha llegado la hora de reconocer que existe una parte importante de los Estados Unidos impermeable a la agenda de las élites intelectuales norteamericanas (y a la inmensa mayoría de las encuestas), ignorarles primero y despreciarles después no ha funcionado del todo bien.

Gane o pierda, el trumpismo sale fortalecido, no sólo como un estilo particular de hacer política si no como una máquina con capacidad de conectar directamente con aquellos en los que se junta el enfado con el miedo, con una base social importante, y, sea cual sea el resultado, reposiciona claramente al partido republicano. Algunos en el Partido Demócrata, del ala más a la izquierda, han compartido ya su versión particular de los resultados y con AOC a la cabeza pide una reflexión sobre la relación de los demócratas con las minorías, entre las que ha subido el apoyo a Trump.

Tendremos que esperar horas, quizás días o incluso semanas para conocer el resultado definitivo. La mezcla entre un sistema electoral endiablado (en el que cada Estado tiene sus propias normas incluso en lo que se refiere al momento en que se pueden contar votos), el volumen de voto anticipado (más del 70% del voto total) y lo ajustado de la elección en los territorios decisivos provocarán que desde mañana comiencen las reclamaciones y es casi seguro que la elección terminará en los tribunales. Puede que incluso acabe llegando al Tribunal Supremo que enfrentaría una prueba de fuego, días después de la confirmación de la Juez Barret, de la que es difícil que salga indemne.

La política, habitualmente tan rápida, parece haberse congelado esta noche, y estamos tan poco acostumbrados, que pronto empezarán a difundirse todo tipo de teorías de la conspiración. De momento ambos candidatos se muestran confiados en la victoria, cada uno a su estilo, e incluso Trump, tras denunciar intentos de robo electoral sin ningún fundamento, ha enviado un mail a sus seguidores pidiendo fondos para la batalla legal que se avecina.

¿Victoria pírrica de Biden?, ¿remontada épica de Trump?... cuestión de expectativas pero, gane quien gane, de lo que no hay duda es de que el resultado final será un Estados Unidos más dividido que nunca, y a la espera de un líder capaz de recuperar los consensos sociales que una vez hicieron grande ese maravilloso país.

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