Ayer se aprobó el canón digital en el Congreso de los diputados contra la voluntad del Senado. Se pone fin así a una batalla entre la SGAE y la plataforma social Todoscontraelcanon.
Una entidad privada que cuenta con financiación específica para estas tareas y lleva años bajo el asesoramiento profesional de una compañía especializada en lobby Nearco, dirigida por Guillermo Adams, y y la organización espontanea a través de la movilización ciudadana favorecida por las nuevas tecnologías. Basta con comparar la estrategia, la puesta en escena del último día: camisetas de diseño, caras famosas, gente distribuida en los distintos puntos de acceso a las Cortes, portavoces profesionales con un argumentario con fuerza y bien aprendido… sólo en internet la plataforma ciudadana ha puesto de manifiesto su superioridad. De momento el éxito corresponde a los profesionales pero algo me dice que la guerra aún no ha terminado y el micropoder de los ciudadanos aún no ha dicho su última palabra.