En la penúltima reforma de la ley de reproducción asistida (la del PP) se establecía la autorización para investigar con embriones crioconservados que llevaran más de 5 años en estado de congelación.
El argumento, un supuesto desgaste de las proteinas del embrión que puede dificultar su desarrollo. En estas circunstancias son pocas las mujeres que se atreven a intentar un embarazo en estas circunstancias, pero la experiencia parece demostrar que científicamente la vida del embrión crioconservado sigue siendo una realidad dispuesta a «manifestarse» a la menor oportunidad. Basta con dejarle desarrollarse y esperar…
N. RAMÍREZ DE CASTRO. MADRID.
Esta es la historia de cómo la vida se abre paso por extremas que sean las condiciones. O de cómo la propia naturaleza desafía los límites teóricos y legales de la congelación de embriones. Médicos del Instituto Marqués de Barcelona publican en la edición «on line» de la revista «Medicina Reproductiva» un caso único en el mundo: el nacimiento de un bebé completamente sano que fue concebido por fecundación «in vitro» y cuyo embrión permaneció durante trece años congelado antes de implantarlo en su madre. Se trata de la primera vez que prospera un embarazo con embriones criopreservados durante tanto tiempo. La literatura científica sólo ha recogido el nacimiento de unos mellizos en Jerusalén en 2003, a partir de cuatro embriones congelados doce años antes.
El nacimiento de este pequeño, sin ningún problema de salud, es una prueba más de que el tiempo de congelación no tiene por qué afectar a la supervivencia de los embriones que permanecen almacenados en las clínicas de infertilidad. El principal riesgo de la congelación por tiempo indefinido es la degradación de las proteínas del embrión, que pueden hacer fracasar la gestación.
Sin «fecha de caducidad»
Esa es la razón de que muchos centros dedicados a la reproducción, e incluso las legislaciones de algunos países, establezcan un límite de congelación de cinco años para los embriones conservados. En España, la antigua legislación establecía ese plazo, aunque cumplido el tiempo no indicaba qué hacer con ellos. Motivo por el que hoy las clínicas almacenan miles de embriones. La ley de reproducción vigente no establece un límite temporal, sólo indica que la congelación se prolongará durante el tiempo que la mujer esté en condiciones de ser madre. Después deberían donarse a otras parejas o cederlos con fines científicos, lo que lleva aparejada su destrucción.
El caso español no es sólo un hito científico, tiene una historia detrás. Los que hoy son sus progenitores no son realmente sus padres biológicos. El embrión era uno de los muchos que permanecían almacenados en espera de destino. Los padres biológicos se habían sometido a una fecundación «in vitro» que acabó con un embarazo. Del tratamiento sobraron seis embriones que fueron congelados a 196 grados bajo cero en el Instituto Marqués. Allí permanecieron criopreservados hasta que llegaron sus actuales padres a la clínica de Barcelona.
Adopción tras varios fracasos
Era una pareja con problemas severos de fertilidad. Ella tenía 40 años y trastornos en la ovulación que le impedían ser madre sin ayuda; él una azoospermia (ausencia de espermatozoides) que obligaba a recurrir a un donante. Pese a lo difícil de su caso, se sometieron a dos tratamientos de fecundación «in vitro» y a una inseminación, sin éxito. Los tres intentos acabaron en abortos espontáneos. Antes de tirar la toalla, decidieron recurrir al programa de adopción de embriones del Instituto Marqués.
La pareja donante se había sometido trece años antes a un tratamiento de fecundación «in vitro» en la propia clínica de Barcelona, que dejó un excedente de embriones. De los seis que se conservaban, sólo se transfirieron tres para evitar los riesgos de una gestación múltiple. No se implantaron todos y sólo uno logró que el embarazo prosperara.
El proceso fue muy sencillo y la madre no tuvo que volver a pasar por el delicado trance de un ciclo de reproducción asistida. La implantación de un embrión donado es un tratamiento sencillo e indoloro. El útero de la mujer se prepara para recibir el embrión mediante la utilización de unos comprimidos que se introducen en la vagina. Al cabo de pocos días, se procede a la transferencia de los embriones. No se necesita ingreso hospitalario y sólo se requiere el reposo en el domicilio durante unas horas posteriores a la implantación. Después, sólo queda realizar la prueba del embarazo y la gestación tiene un seguimiento convencional. El proceso tampoco requiere ni trámites ni autorizaciones oficiales.
En busca de la adopción
«Gracias al programa de adopción, esos embriones en lugar de permanecer congelados durante tiempo indefinido, fueron transferidos a una pareja que estaba deseando adoptarlos», escriben en «Medicina Reproductiva» los médicos del Servicio de Reproducción del Instituto Marqués. María Luisa López-Teijón y Juan Álvarez son dos de los firmantes del trabajo. Ambos ofrecerán detalles de este nacimiento y de su programa de adopción de embriones el próximo martes en una rueda de prensa.