Una antigua canción Guatemalteca reza así “Por qué será que en Sololá…” Y uno se identifica con la duda desde el primer momento, costumbres, vestidos, paisajes, carreteras… todo es extraño, para el que viene de fuera, y uno busca algo de globalización entre tanto color/calor.

Tecpan es un municipio de la zona, en el que desde hace seis años, vienen colaborando los voluntarios de Cooperación Internacional. Todos los años, desde el primer día, los voluntarios son uno más en la vida del pueblo, bienvenidas, cumpleaños, nacimientos, partidos de fútbol, despedidas… toda ocasión es buena para celebrar.Trabajar así no cuesta, aunque haya que levantarse todos los días a las 7.00 de la mañana y recorrer durante algunas horas los caminos de tierra, único acceso posible a las aldeas del altiplano guatemalteco. No siempre tenemos la suerte de que haya camino, entonces hay que inventar uno nuevo, aunque a veces haya que recurrir a excavadoras que nos saquen del atolladero. Cada día una aldea nueva, cientos de caras nuevas: en la escuela clases de higiene, geografía, algunos juegos… y la vaca lechera.; con las madres, no hay más que aprender del sufrimiento callado, del sacrificio abnegado … y porque no, también la vaca lechera, y con los padres, abrir un poco más sus horizontes, para empezar fútbol, Madrid, Barcelona…, pronto hay confianza y los temas se encadenan, el respeto a la mujer, la obligación que tienen con la educación de sus hijos, las maneras que tienen de capacitarse en el terreno agrícola…y da igual con quién, eclipse para todos, y uno se cansa de explicar: esta mano es el sol, esta la luna, yo la tierra… y girar y girar…hasta que todos juntos nos reímos de “la catástrofe”.

Lo peor las despedidas, cada día una, cuando quedarse a vivir con ellos parece lo más natural. Por la tarde siempre hay tiempo para dejarse caer por el orfanato, donde más de cien niños esperan ansiosos la llegada de los españoles, y al final de mes, sin nieve, con mucho sol, los Reyes Magos de España, que llenos de ilusión, intentan despertar una sonrisa. Las excursiones son magníficas: Antigua, un salto en el tiempo, Andalucía en color y exuberante de naturaleza, Atitlan debió ser algún paraiso particular… Y después de veinticinco días, en la mente de todos un deseo, volver.