No suelo escribir de política-política en este blog, prefiero centrarme en la técnica aplicada, pero tampoco he dejado de hacerlo cuando me lo pide el cuerpo, que para eso ethepeople es un blog.

El resultado de las elecciones europeas ha provocado reacciones insospechadas pero tremendamente significativas que nos pueden iluminar el futuro próximo de nuestros políticos. Lo describe con profundidad Miguel Gil en su blog.

Zapatero ha elegido el avestruz como modelo y ha desaparecido del mapa, como tratando de evitar la responsabilidad que había asumido publicamente y repetidamente durante la campaña electoral. Asumir culpas de verdad, fuera del terreno de la retórica, no parece estar entre sus virtudes principales… la pregunta que me hago es ¿y asumir responsabilidades?

Lo de Rajoy ha sido aún más desconcertante. Tras el 1 de marzo ironizé en este blog sobre el «efecto Oscar» de su discurso de celebración, no dejaba de ser una anécdota, una oportunidad perdida, pero el domingo de las elecciones europeas el «momento discurso» se volvió tragicómico. Como si llevará mucho tiempo esperando, acumulando bilis, aprovechó para reivindicar el «espíritu de Valencia», un espíritu que no ha conseguido terminar de definir, y que si genera algo es división y controversia en una parte del Partido Popular.

Al día siguiente, y como si la noche le hubiera confundido todavía un poco más, anunció la celebración de tremendo acontecimiento, ¿la victoria en las europeas? No, el Congreso de Valencia. Celebrar como se merece un acontecimiento tan histórico como la transición democrática en nuestro país o la llegada del hombre a la luna, ni siquiera Zp organiza unos fastos tan llamativos para celebrar su llegada al poder, ¿sorprendente?

No, parece que el líder popular ha decidido enrocarse en la victoria, confundiendo su estrategia de comunicación, un gran éxito, con la realidad, lanzandose, y lanzando al partido esa máximo evangélica de «quién no está conmigo está contra mi» cuando el partido está realmente en esa copla mucho más española: «ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio»…

Desde el punto de vista de la estrategia política, y asumiendo que el descontento en las filas populares es amplio y profundo, semejante reacción sólo se explica por desconocimiento de la realidad, como una huida hacia delante o cómo, y es lo más razonable, por una confianza infinita, y hasta cierto punto razonable, en la fidelidad del voto cautivo. Hasta ahí estoy de acuerdo, visto el fracaso de todas las opciones minoritarias a la derecha del PP (aunque esto ha servido para medir la fuerza de determinados medios de comunicación como hispanidad, intereconomía o libertad digital que se habían alineado claramente con alguna de estas fuerzas), es previsible que todos los que buscaban alternativas acaben cediendo su voto para expulsar a Rodríguez Zapatero, aunque no creo que pase lo mismo con los variopintos votantes de UPyd, que además tiene unas elecciones locales y autonómicas para consolidarse, extendiendo su estructura, su financiación y su base social. Pero además, aún suponiendo que fueran capaces de gestionar el fenómeno «Rosa Díez», el error más grande de esta estrategia reside en no darse cuenta de que la gente es mucho más que un voto e incluso aunque te den su voto si no te dan su confianza, estás perdiendo su capacidad de influencia en la población no politizada, una gran mayoría y así, lo que es más importante, acabas perdiendo las elecciones.