Jobs ganó a Obama. Y eso que había morbo asegurado
El discurso de Obama de ayer generó gran expectación, si no hubiera coincidido con el lanzamiento del ipad probablemente fuera el tema del día, pero esta vez Jobs ganó a Obama. El buzz generado antes, durante y después por la presentación del gigante de la manzana se comió el primer discurso del Estado de la Unión del otrora arrasador Presidente norteamericano. Esta vez hubo que «cambiar» la fecha prevista para no competir con el estreno de la última temporada de Lost, e incluso algunas cadenas como CBS flirteo hasta el último momento con emitir su «Operación Triunfo», en lugar de la alocución presidencial. Algunos dirán que no está en sus mejores momentos, que otro gallo hubiera cantando si el duelo se hubiera producido en 2008, pero la realidad es que a pesar del excelente discurso de ayer, Obama ha quedado en un segundo plano ante la nueva criatura de Apple. Twitter puede servirnos de muestra, frente al 12% obtenido por el hashtag #ipad que se convirtió en un 6% al día siguiente, el State of the Union, #sotu, no pasó de un 4% el día de autos, para desaparecer al día siguiente de las principales estadísticas. Pese al carácter público de un evento que muchos pudieron seguir en directo a través de la red (1,3 millones de espectadores) en la web de la Casa Blanca o en la nueva aplicación para el iphone, o de comentarlo en facebook (50.000 participantes), las estadísticas de youtube también ponen de manifiesto la diferencia si la busqueda ipad genera en torno a los 7820 videos, dos días después de su lanzamiento, el State of the Union 2010, se queda en 3790, un poco menos de la mitad.
Esto no quita merito a la excelente actuación de Obama. Creo que el texto, como otros muchos de la factoria de Favreu, es para enmarcar, digno de un evento que todos los frikys del Ala Oeste tenemos marcado entre nuestras fiestas de guardar. La actuación de Obama también fue casi perfecta. Un discurso a lo President Bartlet, conciliador, bipartidista, de futuro, mirando hacia delante… aunque no sé hasta que punto habrá logrado detener la bajada de su popularidad, convencer a esa mitad del pueblo norteamericano que después de un año ha empezado a cansarse de las palabras y busca hechos desesperadamente, hechos que reduzcan el deficit de la Unión, que se traduzca en la creación de puestos de trabajo, que vaya más allá de las buenas intenciones en Irak, Afganistan o Guantánamo.A juzgar por las primeras encuestas y análisis, aunque las sensaciones que dejó el discurso son muy positivas para la mitad de los norteamericanos, el porcentaje se ha reducido un 20% sobre los que tuvieron esas mismas sensaciones hace un año, y, lo que es peor, la inmensa mayoría de los encuestados manifiestan que el discurso no ha cambiado su opinión.
El Presidente parece dispuesto a conjurar el «efecto Clinton», incapaz de mantener el control de las Cámaras tras 2 años de mandato, y está comenzando a ejecutar un cambio de estrategia en toda regla. Reducción de gastos y emisiones contaminantes, discurso populista contra los bancos, a los que él ayudó y que se encuentran entre sus principales donantes, discurso agresivo contra los políticos de Washington, a los que apoya en sus campañas y controla desde una DNC que, tras el fichaje de David Plouffe, cada día es más suya; reunión con los congresistas republicanos frente a los que se presentó «desnudo» de ideología.. En mi opinión el problema va más allá, la unión que consiguió en campaña bajo un mismo objetivo, el cambio de gobierno, ahora es mucho más difícil de mantener y los hechos ponen de manifiesto la heterogeneidad de sus apoyos electorales, destacando el mérito de su victoria pero haciendo tremendamente complicado la gestión. Se busca desesperadamente bandera de unión y no parece que la reforma sanitaria haya servido a tal efecto, al contrario ha generado cierta división (y no sirve achacarla a la propaganda venenosa de los republicanos), el discurso antiWashington, que serviría a un buen número de sus votantes, cada día suena más falso, así que tendrá que seguir buscando.
Mientras, el discurso nos dejó una perla, descubierta en factual, que más allá de la anécdota pone de manifiesto una pugna entre la democracia representativa y la Constitucional, que en España también vive momentos de tensión a la luz de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña. Se trata de definir si los representantes del pueblo tienen algún límite en su actuación, si tiene sentido seguir hablando de norma suprema, o si aquel que ha recibido el poder del pueblo puede hacer y deshacer a su antojo.
En la imagen se ve como Obama, aprovecha la ocasión para atacar duramente la decisión del Tribunal Supremo de permitir a los lobbies hacer campañas de apoyo a los candidatos electorales, el público le ovaciona puesto en píe, sólo queda una isla, the nine old men que con la vista al frente aguantan el chaparrón. Dos curiosidade: ninguno de los miembros del Tribunal Supremo se une a la ovación, ni siquiera la jueza nominada por Obama, parece que tienen un alto sentido de la institución, la segunda ver como uno de ellos Samuel Alito no puede evitar murmurar «no es verdad»… que ustedes lo disfruten.