Muchas veces me dijo que estaba convencido de que moriría antes que Fidel Castro. Nunca le creí, sorprendido de que ni siquiera él pudiera evitar esa exuberancia verbal cubana. Una vez más, tenía razón.
Oswaldo Payá amaba Cuba, por eso decidió quedarse cuando todo le empujaba a irse. Se sentía encerrado en su isla, pero siempre entendió que los muros de la isla-cárcel no tenían el tamaño suficiente para impedirle vivir con libertad y que el que algunos se quedaran era necesario para que todos los que un día se fueron pudieran regresar.
Decidió hacer política cuando comprendió que para el que quiere cambiar las cosas no hay nada peor que no hacer nada y que para lograr un gobierno justo no bastaba con salir a la calle pidiendo libertad. Trabajó siempre para ofrecer una alternativa posible a la dictadura de los Castro. Confiaba en la fuerza del comportamiento de los hombres libres, y, sin un ápice de ingenuidad, nunca rehusó abrir camino por los estrechos senderos que le ofrecía una legalidad que sabía meramente formal. Miraba con cierta envidia la transición pacífica en España, que conocía en profundidad. Quizás de ahí le venía su empeño de ir de «la ley a la ley» manifestado en su intento de presentarse como candidato a diputado en la Asamblea Nacional en 1992, y, sobre todo, en el lanzamiento del Proyecto Varela, que utilizaba la Constitución Cubana para convertir en leyes el derecho a la libre expresión, a la libertad de prensa y a la libertad de asociación. También el derecho de los ciudadanos a tener sus empresas, la modificación de la ley electoral nº 72 y la celebración de nuevas elecciones, y la amnistía para todos los presos políticos.
Creo que no tenía eso que los gurús del marketing político denominan carisma, pero demostró a lo largo de su vida ser un líder de talla internacional.
Entendía que el liderazgo era cuestión de claridad de ideas, de trabajo en equipo, y consiguió liderar un auténtico movimiento social que recorría Cuba de extremo a extremo. Hizo del MCL una gran familia, y cuidaba de sus miembros como hermanos, les llamaba constantemente, los visitaba en sus casas, y, cuando recibió algún premio internacional, compartió el dinero del premio, imprescindible para la supervivencia de aquellos expulsados de sus trabajos por ser «amigos de Payá».
Era una referencia moral indiscutible, por eso era una amenaza tan seria en un régimen donde la corrupción lo contagia todo, llegando hasta los últimos rincones de la sociedad. Su fuerza le venía del convencimiento de estar luchando por lo más justo y lo mejor para el pueblo cubano, y de ahí que sorprendiera a todos los que tuvimos la oportunidad de conocerlo personalmente por su inmensa tranquilidad. Paz en el país de «Patria o muerte», en un ambiente en el que la tensión forma parte del aire, y en unos tiempos en los que vivir deprisa parece obligatorio.
Es posible que esta paz fuera consecuencia de su fe. Una fe vivida, que daba sentido a su integridad y su honestidad. Una fe que le permitió sufrir por la incomprensión de la jerarquía de la iglesia cubana, sin perder nunca la paz.
Quizás era esa misma fe la que le permitía hablar de su muerte con tranquilidad. Muchas veces me dijo que estaba convencido de que moriría antes que Fidel Castro. Nunca le creí, sorprendido de que ni siquiera él pudiera evitar esa exuberancia verbal cubana. Una vez más, esta vez para desgracia de los que están convencidos de que la gente buena hace el mundo mejor, tenía razón.
La pregunta la lanzaba @elqudisi en twitter. ¿es legal publicar en un blog el contenido de un email privado? Las respuestas no se hacían esperar, y yo he sido de los primeros «si, siempre que vaya dirigido a ti», otros defendían exactamente la posición contraria: «es ilicito publicar el contenido de un email»… y he empezado a pensar (algo que debería haber hecho antes de contestar al twitt de @elqudisi).
No suelo dedicarme a estudiar los derechos fundamentales, tampoco en la red, en el gremio de los constitucionalistas tenemos algunos como Lorenzo Cotino que lo hacen desde hace tiempo con acierto, pero mi precipitación, y posible metedura de pata, me ha incentivado a buscar una respuesta.
La primera reflexión se aleja del contenido de la busqueda y tiene que ver con el falso mito de que todo está en internet. Esta semana me ha pasado dos veces, y en ambas contaba con referencias suficientes para realizar busquedas bastante bien orientadas pero cuando se trata de temas específicos, como este, es muy difícil, a veces imposible encontrar la respuesta en internet. Esta vez tras echar en falta el acceso a los servicios de jurisprudencia de pago, que tenemos contratadas en la facultad y constatar lo difícil que es buscar en internet jurisprudencia gratuita específica, aunque tengas clarísimas las referencias legales, me he empezado a dar cuenta que la respuesta no era tan evidente…
Lo primero que me he planteado es la legislación vigente. Parece claro que el artículo 18.3 de la Constitución,
3. Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial.
Tres. La divulgación de hechos relativos a la vida privada de una persona o familia que afecten a su reputación y buen nombre, así como la revelación o publicación del contenido de cartas, memorias u otros escritos personales de carácter íntimo.
El primer elemento a considerar es el carácter del contenido, si está prohibido divulgar cualquier carta personal recibida, o sólo aquellas cuyo contenido es de carácter íntimo y cuando estaría permitido divulgar estas conversaciones/cartas.
Aquí la doctrina de nuestro Tribunal Constitucional nos sorprende cuando al referirse a la grabación de conversaciones por las partes establece la legalidad de las grabaciones, y su uso en interés de las partes (doctrina perfectamente aplicable al contenido de las cartas). Como se recoge en derechoynormas:
la doctrina del Tribunal Constitucional sobre el tema de las grabaciones es meridianamente clara en este sentido:
«Sin embargo el Auto de la AP Madrid de 28 abril 2004, recupera la doctrina constitucional (STS 7-II-1992, 883/1994, 178/1996, 914/1996, 702/1997 y 286/1998) para desestimar un recurso contra el sobreseimiento de una querella por infracción del artículo 197 del CP con la base de que:»
«[…] la grabación de una conversación que tiene lugar entre dos personas y que uno de los intervinientes desea conservar para tener constancia fidedigna de lo tratado entre ambos, no supone una invasión de la intimidad o espacio reservado de la persona ya que el que resulta grabado ha accedido voluntariamente a tener ese contacto y es tributario y responsable de las expresiones utilizadas y del contenido de la conservación, que bien se puede grabar magnetofónicamente o dejar constancia de su contenido por cualquier otro método escrito. Cuando una persona emite voluntariamente sus opiniones o secretos a un contertulio sabe de antemano que se despoja de sus intimidades y se las trasmite, más o menos confiadamente, a los que les escuchan, los cuales podrán usar su contenido sin incurrir en ningún reproche jurídico.«
De ahí que se pueda concluir, en lo que se refiere a las posibilidades de uso de estas cartas que sí, que se pueden utilizar para la defensa de los intereses legítimos de quien recibió la carta, o cuando, en ejercicio del derecho de información, se trate de un hecho noticiable o de interés. Una vez más el problema será entender en que consiste esta defensa de intereses legítimos, pero parece que a través de la protección del derecho a la intimidad las posibilidades de evitar la publicación del contenido de una carta personal son muy limitadas
Tanto la ley orgánica como la Constitución parecen dejar claro que la divulgación del contenido de cartas personales es un atentado contra el derecho a la intimidad pero, aquí empiezan los problemas de interpretación, no establece de manera clara el alcance que debería tener esa divulgación. Quizás podamos utilizar la definición del artículo 4 de la ley de propiedad intelectual que señala:
la divulgación de una obra toda expresión de la misma que, con el consentimiento del autor, la haga accesible por primera vez al público en cualquier forma;
De esta forma la divulgación abarca claramente la publicación del contenido en un medio de comunicación y, de la misma manera, afectaría también a su publicación en páginas web o blogs, cuyo acceso es libre a través de internet.
El problema es que nos costaría creer que contar a un amigo el contenido de una carta personal recibido, supone una violación del derecho a la intimidad, y como tal genere responsabilidad civil. Esto aplicado al plano online, sería similar al reenvío personal de un correo electrónico pero sería aplicable a la publicación en una red social a la que sólo tienen acceso personas vinculadas al receptor de la carta.
Otras posibilidades de evitarlo serían a través de la Ley Orgánica de Protección de Datos que en su artículo 6 establece que:
1. El tratamiento de los datos de carácter personal requerirá el consentimiento inequívoco del afectado, salvo que la ley disponga otra cosa.
El problema es que para acogerse a este defensa serían necesarias dos condiciones que en mi opinión no se dan en estos casos: 1. Considerar las cartas personales como datos de carácter personal sometidos a tratamiento y 2. considerar cartas personales dentro del ámbito de una ley que excluye en su artículo 2 aquellas acciones realizadas con fines privados o domésticos.
La última opción es la de la ley de propiedad intelectual pero pienso que dificilmente podría incluirse una carta personal en la definición de creación artística, literaria o científica de los artículos 11 y 12 de la ley.
Los cambios que se están produciendo en las relaciones internacionales, y que giran en torno a la sociedad internacional en red y los nuevos actores de las relaciones internacionales plantean nuevos retos a la política exterior de los Estados, especialmente en el campo de la comunicación. Hoy, como decía Francis Bacon, la información es más poder que nunca, lo que ha cambiado es que hoy, al contrario de lo que se pensaba tradicionalmente, la información no es más poderosa cuando se mantiene oculta y se utiliza estratégicamente sino cuando se hace llegar con credibilidad al público adecuado en el momento justo, mejor pronto que tarde… Hoy la información está al alcance de mucha más gente, los mensajes llegan más lejos, más deprisa y con menos intermediarios, el poder sobre la información se distribuye muchísimo más, alejándose de los gobiernos hacia ese amplio abanico de actores que hemos señalado. En este contexto, la política de los Estados no puede seguir basándose en el de control la circulación de la información, quienes lo intenten afrontan un elevado coste y una frustración final. Los gobiernos van descubriendo que, si quieren desempeñar un papel relevante en el escenario internacional, tienen que prescindir de las barreras que impedían el intercambio de información, renunciando a la trampa tradicional de mantener la información oculta en una caja negra, algo que en la nueva situación resulta suicida. (Nye, 95) En vez de reforzar la centralización y la burocracia, la opción de los gobiernos pasa por un cambio de actitud radical en su actitud frente a la información que les permita aprovechar las nuevas tecnologías de la información para la creación y la alimentación de las nuevas comunidades internacionales en red .
Esto nos lleva directamente al primer reto, lo que muchos denominan “la paradoja de la plenitud”: una plenitud de información produce una pobreza de atención(Herbert a. Simon, It´s not what you know, it´s how you know it). En la sociedad de la información la atención es un bien escaso, probablemente el más valioso, algo que deberían tener en cuenta los actores de las relaciones internacionales.
Desde el punto de vista de la recepción se refuerza la necesidad de cuidar las fuentes, de filtrarlas, de gestionar con acierto la información que se recibe y se distribuye entre sus miembros y aquellos que logren distinguir las señales valiosas de las interferencias ganarán poder.
Desde el punto de vista de la emisión de la información es clave entender que las distintas comunidades que hoy influyen en las relaciones internacionales giran principalmente en torno a referentes de información interesante y creíble. Nye ya señalaba que “Lograr establecer la credibilidad suficiente para llamar la atención y mantener ese interés se ha convertido en la cuestión política primordial” (130). No se trata sólo de producir información propia sino también de la capacidad de distribuir información ajena, y hacerlo de manera atractiva, siguiendo formatos adecuados para cada público, sin despreciar enfoques como el del infoentretenimiento, y sobre todo con la que considero la mejor herramienta frente al déficit de atención, el prestigio.
El prestigio quizás ha sido siempre el arma más poderosa de las relaciones internacionales. Aunque esto no ha cambiado lo que ya no es igual es la forma de valorarlo. Si el prestigio internacional antes se medía sobre todo en torno a datos como los índices macroeconómicos o el potencial militar, hoy gira en torno a la imagen país, y en su construcción el Estado es un actor más, muchas veces ni siquiera es el más importante, en un proceso en el que participan esa gran variedad de actores de los que venimos hablando.
Para participar de manera eficaz en la construcción de esta imagen-país y lograr que esta sea acorde con los intereses del Estado, el diseño de la comunicación de los Estados, debe centrarse en la credibilidad. Las relaciones internacionales, como el resto de la política, se han convertido en un concurso de credibilidad, y en este concurso hoy, como hemos visto, participan no sólo los gobiernos sino el resto de actores de los que venimos hablando medios informativos, empresas, ongs, redes de científicos…. El buen nombre es el capital más importante de los Estados y los distintos actores, que lo saben, utilizan la exposición pública para atacar el prestigio tanto nacional en sus distintas facetas a través de tácticas como la de nombrar y avergonzar (Nye, 151). Esta obliga los Estados a estar atento de lo que se dice, preparar y validar fiablemente la información que producen y la que distribuyen, clasificando lo que es correcto y lo que es importante. En este reto de mantener la confianza, clave para ejercer la diplomacia pública en este nuevo entorno, la transparencia se convierte prácticamente en una obligación.
En esta estrategia de comunicación de los Estados, que pasa por convertirse en un actor fiable de la comunicación, las principales herramientas de posicionamiento en los medios de autocomunicación de masas son tres: el enmarcado, el establecimiento de la agenda y la priorización.
La multiplicidad de actores se convierte en otro de los retos principales de la nueva estructura de las relaciones internacionales. Esto supone un cambio en los sujetos receptores de la comunicación de las relaciones internacionales. No basta sólo con localizarlos y tratar de llegar a todos ellos, aunque la globalización ha generado un compleja red de interconexiones que permite una distribución masiva de información “este “globalismo denso” no es uniforme; varía según la región, la localidad y el asunto a tratar. Al adaptar nuestra política exterior a este nuevo siglo, tendremos que responder a cuestiones que implican una mayor complejidad, una mayor incertidumbre, un menor tiempo de respuesta, una participación más amplia de grupos e individuos y una disminución desigual de las distancias. El mundo es más asequible, pero en términos de las medidas a tomar, un sólo tamaño no sirve para el conjunto” (Nye 131-132). La estructura de red se convierte así en una nueva prioridad de las relaciones internacionales. No se trata solo de la lógica anunciada por autores como Peter Drucker o los Toffler, que argumentan que la revolución de la información está poniendo fin a las organizaciones burocráticas jerárquicas que caracterizaron la época de las dos primeras revoluciones industriales (Drucker The next information revolution; Toffler, The politics of the third wave), sino de la respuesta indispensable a una realidad, la de las nuevas relaciones internacionales.
Esta estructura de red dificultará a los gobernantes mantener una disciplina coherente en los asuntos de política exterior. La falta de coordinación y de planificación estratégica, consecuencia de la ampliación de actores activos y los objetivos de la diplomacia, se convierten así en los problemas más habituales. Se detecta como una crisis de crecimiento, de adaptación, de estructuras que responden a una forma de entender las relaciones internacionales que hoy resulta tremendamente ineficaz y así se revela cuando surgen problemas concretos. En una diplomacia en red, como la que se plantea, la ausencia de estos dos elementos impide lo más importante, las sinergias entre los diversos actores involucrados. Como advierte Melgar, “la acción descentralizada (propia de las estructuras en red) bien puede convertirse en una miríada de acciones contradictorias que acaben por distorsionar, difuminar y hasta pervertir la imagen del país, por lo que resulta imprescindible un importante esfuerzo de coordinación” .
Los Estados deberán no sólo compartir el escenario con estos actores privados sino que tendrá que reatroalimentarse con ellos, adaptándose a sus distintas estructuras y procedimientos, sabiendo que compartir cierta información, distribuirla suele repercutir en aumento del poder blando de cada uno de ellos. Resumiendo: Los Estados no tienen más remedido que ser menos reservados y más porosos. Los Estados, al igual que están haciendo las empresas, deberían empezar a crear departamentos para tratar con los actores de las relaciones internacionales. No se trata sólo de compartir escenario con ellos, de “participar”, sino de interactuar con ellos de manera proactiva. En el nuevo escenario participar no basta, este es, por ejemplo, el problema de percepción que tradicionalmente, no sólo con George W. Bush, enfrenta la diplomacia norteamericana que, pese a su roll activo en organizaciones multilaterales que financia en gran proporción, es percibida como un participante sordo, que emplea sus reuniones en hablar, sin pararse a escuchar. En la sociedad del conocimiento, un liderazgo eficaz requiere un diálogo con los liderados.
Por último no podemos olvidar que, en un contexto como el que estamos descubriendo, la seguridad se convierte en un elemento importante. El uso de la coacción sigue desgraciadamente al día en las relaciones internacionales y junto a los conflictos armados, en el que la diversidad de actores y la dificultad de señalar al enemigo son ya una constante, aparecen los ciberataques cuya autoría es dificil de identificar. Algunos ejemplos recientes serían los reivindicados recientemente por el ciber ejercito iraní que sustituyó la portada de twitter y Baidu por una pantalla en fondo negro que anunciaba que «Este sitio ha sido hackeado por el Ciber Ejército Iraní» y una fotografía de una bandera verde. O los que Gobiernos como Alemania, Nueva Zelanda, EEUU y Reino Unido han atribuido a hackers chinos. Autores a su vez del ataque masivo sufrido por Google en China, que ha llevado al gigante de internet a amenazar con su retirada del país asiático, en una buena muestra de como están cambiando los actores y los métodos utilizados.
Hoy el gobierno cubano ha decidido negar la entrada del eurodiputado socialista Luis Yañez y su mujer, la diputada socialista Carmen Hermosín, a la isla. No era la primera vez que lo intentaba, en 2008 había solicitado sin éxito una visa para participar en la convención de Arco Progresista en La Habana. En aquella ocasión el embajador cubano en Bruselas «ofreció al parlamentario socialista español, la posibilidad de viajar a Cuba para mantener encuentros con responsables gubernamentales». Pero no quería hablar con la gente del gobierno, quería hacer turismo con su mujer, también parlamentaria, y solicitó la Visa establecida a tal efecto, la turística.
No ha podido entrar. El gobierno cubano no olvida, tiene buena memoria y quiere hacer pagar a todos aquellos que, siempre desde el respeto, critican la dictadura y ofrecen su apoyo a fuerzas democráticas como la presidida por Cuesta Murua. Quizás también ha tenido que ver el anuncio de Moncloa de meter en un cajón la promesa de eliminar la Posición Común Europea (1996), que, tras sucesivos fracasos, pretendían perpetrar aprovechando la Presidencia. Es la técnica de los mafiosos, la de golpear para demostrar su fuerza, la de hacer proposiciones que no se pueden rechazar, y lo peor es que muchas veces esas técnicas funcionan.
Aunque los principales expulsados de Cuba han sido los propios cubanos, miles, la lista de extranjeros expulsados de Cuba es cada día más grande, está formada por cientos de personas, si, si cientos que decidieron no mirar a otro sitio mientras se violaban los derechos humanos de millones de personas, próximamente ocupará un lugar de honor en la historia de la transición cubana.
De momento me salen estos, expulsados en los últimos 5 años
Luis Yañez (PSOE) Carmen Hermosin (PSOE) Jorge Moragas (PP) Jordi Xucla (Ciu) Liduvine Zumpolle (Cuba Futuro) Matias Jove (activista AECT) Gracia Regojo Bacardi Karel Schwarzenberg (senador Checo) Arnold Vaatz Miguel Jordá (sacerdote expulsado por denunciar las violaciones al derecho a la vida) Fernando Ruiz Parra (periodista Argentina) rancesco Battistini (periodista Italia) Jerzy Jurecki, (periodista Polonia) Seweryn Blumsztajn (periodista Polonia) Isabel San Baldomero (PP) Rosa López Garnica, (UPN) Bogulaw Sonik (Eurodiputado Polonia) Jacek Protasiewcz (Eurodiputado Polonia)
Nunca es tarde y a pesar de que ayer escuchaba al Presidente Zapatero decir que no se va a censurar ninguna página en internet, no me he quedado nada tranquilo, al reves estoy aún más intranquilo que estaba. ¿vosotros?
El motivo es claro, desde hace algún tiempo los políticos en este país gobiernan como los monarcas absolutos, como si la ley no existiera, como si no tuviera ningún peso, como si pudieran cambiarla a su antojo, sin información ni consenso. La ley vuelve a ser la boca del rey, o lo parece. Por eso cuando Zapatero dice que no se van a tocar las páginas en internet me pongo más nervioso, porque el Presidente no se está caracterizando por su sinceridad ni su coherencia y además porque no dice nada de cambiar la ley. Si, como parece que estamos de acuerdo, la ley lo permite, para que nos sirven sus promesas, ¿o es que aspira a quedarse en el poder de manera permanente?, por eso incluso aunque me fiara de él, que pasara cuando venga otros (no necesariamente «los otros» como decía netoratón). Ha prometido explicarlo mejor, pero a un profesor de Derecho eso no le sirve, o cambia el texto de la ley, su contenido con carácter normativo, o todo seguirá como estaba, sólo mejorará la imagen del gobierno en la opinión pública pero eso para mi, no es suficiente.
Aquí os dejo el manifiesto:
Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de Internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que:
1. Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión. 2. La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web. 3. La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional. 4. La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes. 5. Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo. 6. Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir. 7. Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre. 8. Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro. 9. Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras. 10. En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.
Esta página web utiliza cookies para mejorar su experiencia de usuario. Usted puede configurar el uso que se da a las mismasConfiguraciónAceptar
Política de Privacidad y cookies
Resumen de privacidad
Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega por el sitio web.Fuera de estas cookies, las cookies que se clasifican como necesarias se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las funcionalidades básicas del sitio web.También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web.Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento.También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies.Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.