apuntes constitucionales de verano

No hay nada que me genere más rechazo que la incoherencia. Puedo entender la incoherencia vital, aquella en la que la pasión se impone al intelecto y provoca esa situación que clava la sabiduría popular «cuando no se vive como se piensa se acaba pensando como se vive», pero me cuesta mucho más la incoherencia intelectual, que permite decir una cosa y la contraria sin inmutarse, es la más clara manifestación de falta de apego a la verdad, de la dialéctica del regate corto….

Esta mañana me he vuelto a ver sorprendido por estos titiriteros de la razón, que suelen tener nombre de tertulianos (y cada vez más de ilustres twitteros). Durante las últimas semanas hemos escuchado de manera repetida un argumento tan demagógico como equivocado, al menos eso pensamos la mayoría de los profesores de derecho constitucional y espero que algunos exalumnos, un argumento que en resumidas cuentas dice así «un tribunal no democrático, no elegido por el pueblo, no puede oponerse a la voluntad mayoritaria de un pueblo…».

Lo sorprendente es empezar la mañana leyendo o escuchando como los que defendían este argumento, un mes después, glosan encantados la decisión de un juez federal norteamericano de establecer la inconstitucionalidad de los referendums que prohiben el matrimonio entre personas del mismo sexo. No he leido la sentencia pero no cabe duda que, siguiendo el razonamiento anterior, la decisión supone privar al pueblo de su capacidad de decisión, no sólo anulando la decisión de un referendum previo sino la posibilidad de celebrar nuevos referendums sobre el tema, pero el problema es que yo estoy de acuerdo con que un juez pueda decidir sobre ese punto. Ese es el espíritu del Estado Constitucional, la existencia de una serie de pilares básicos del ordenamiento que no se pueden tocar, ni siquiera por el pueblo, salvo en ocasiones especiales (momentos constituyentes).

No importa si el juez es uno o todo un Tribunal; elegido por los políticos o por su capacidad intelectual, ni siquiera si el pueblo es una «pandilla de homofobos norteamericanos» o un «clamor nacionalista catalán», no vaya a ser que lleguemos a la conclusión, la única posible, que el pueblo siempre es sabio, siempre… que sea catalán, siempre… que no sea norteamericano.

Pisani en la EOI y la reforma de inmigración en USA

Ayer tuve la suerte de escuchar a Francis Pisani en la EOI. Le sigo desde hace tiempo en el ciberpais, como una de las pocas personas que entiende la sociedad red, y especialmente las consecuencias que esto tiene para la política. Llevaba tiempo intentando escucharle y ayer no dude en acudir corriendo a la charla organizada por Tiscar Lara. Ayer lo fui contando en mi twitter y hoy pensaba resumirla pero Mr. Pesimistic me ha ahorrado el trabajo. Poco tengo que añadir al comentario, quizás centrarme y desarrollar un aspecto que en la charla fue residual, sólo un ejemplo, y del que llevaba tiempo pensando en hablar: la reforma migratoria que Obama se ha fijado como un nuevo objetivo, tras sacar adelante la reforma sanitaria.

Pisani, que conoce a fondo la realidad norteamericana y ha seguido con entusiasmo la movilización social generada en torno a Obama,presentó como un ejemplo de la organización desorganizada las movilizaciones sociales provocadas en torno a la reforma migratoria promovida en el Congreso durante el segundo mandato de George W. Bush. Fue algo bastante desconocido en España pero que tuvo un gran impacto en la sociedad norteamericana. Quizás su efecto más importante fue el posicionamiento del Partido Republicano como el partido antiinmigrantes, a pesar de que la reforma fue promovida por McCain y apoyada por el Presidente Bush, la dureza del mensaje y la falta de control situó a los republicanos en una posición que provocó el desplome del voto latino en las elecciones presidenciales de 2008. Para muchos esa perdida tardará mucho años en recuperarse (estoy trabajando en un artículo largo para la Revista de Estudios Políticos analizando los porques). Un sólo ejemplo durante las primarias republicanas todos y cada uno de los candidatos dedicaron al menos un spot al tema, todos contrarios, bastantes agresivos, todos menos uno el de John Mccain.

Tras el primer año de la Presidencia Obama, había comenzado a experimentarse cierta desilusión entre los latinos, hasta que hace una semana, como por sorpresa, Obama anunció que comenzaba el debate sobre la inmigración. En la práctica no sé hasta donde puede llevar este debate, pero pienso que para los demócratas se convertirá en una ventaja de cara a las elecciones de 2010.

Navarro-Valls, Entre la Casa Blanca y el Vaticano

Navarro-Valls, Entre la Casa Blanca y el Vaticano

Rafael Navarro-Valls es catedrático de Derecho Canónico en la Universidad Complutense. El estudio de la Iglesia, especialmente de su legislación, es su profesión; la vida y milagros de los presidentes norteamericanos, y por extensión la vida política norteamericana, su gran afición, a la que se dedica con la pasión y el acierto del experto.

Resultado de imagen de entre la casa blanca y el vaticano navarro vallsEstas son sus grandes pasiones, y sobre ellas publicó Del poder y la gloria en 2004; ya entonces jugaba con el paralelismo entre el poder político «que se concentra en la Casa Blanca de Bush» y el espiritual, con un Juan Pablo II que se sentaba «junto a la Gloria de Bernini». Recientemente, con distintos protagonistas en uno y otro lugar, dio a la imprenta Entre la Casa Blanca y el Vaticano, que bien podríamos considerar una segunda parte de Del poder…

Entre la Casa Blanca…, fruto en gran parte de las colaboraciones de su autor en el diario El Mundo, logra superar las dificultades que presentan habitualmente las colecciones de artículos: aparecen fuera de tiempo y de contexto, los materiales de que se componen no guardan relación entre sí, por lo general llaman la atención únicamente al historiador o el coleccionista…;  ésta, en cambio, es una recopilación que destaca por su actualidad e interés. El secreto, además de en una acertada organización de los escritos, lo encontramos en la afición de Navarro-Valls a llegar al fondo de los asuntos, a trascender la contingencia y preguntarse sobre los cómos y los porqués.

Entre la Casa Blanca… es un repaso de la política norteamericana de los últimos cinco años. Hay aquí un análisis crítico pero razonado del segundo mandato de George W. Bush; y también, claro, hay espacio para el interrogante Obama, que sigue siéndolo, a pesar del Nobel de la Paz… Los comentarios de Navarro-Valls sobre la campaña presidencial norteamericana de 2008 son de gran interés y en buena medida esclarecedores, sobre todo los que abundan en la cuestión religiosa y el peso de los valores en dichos comicios.

Benedicto XVI.De Washington pasamos al Vaticano y alrededores, que el autor ha tenido el privilegio de conocer de cerca gracias a su condición de hermano del portavoz de la Santa Sede. La entrañable y personal despedida a Juan Pablo II abre la puerta a la bienvenida a Benedicto XVI, a un análisis de los viajes más relevantes del Sumo Pontífice (Turquía, USA, Australia, Francia) y a la reflexión acerca de los asuntos que copan su agenda y atención: la globalización de la justicia y el amor, la relación con el Islam, la familia… y Jesús de Nazaret, siempre en el centro de todas sus enseñanzas.

El análisis del Papa y los asuntos pontificios dejan, a su vez, paso a algunos de los temas más debatidos en los últimos años. Son especialmente reseñables las reflexiones relacionadas con la justicia, la libertad religiosa, la familia y la educación…; las páginas dedicadas a la objeción de conciencia en temas como la Educación para la Ciudadanía, la venta de la píldora del día después o el aborto, o la participación en la celebración de un matrimonio homosexual, que califica como «delicado punto de sutura entre la Iglesia y el Estado». Sin duda, Navarro-Valls se encuentra entre los máximos especialistas de nuestro país en estos temas, y lo demuestra a lo largo de unas páginas llenas de rigor intelectual, antropológico y jurídico. Las atinadas reflexiones sobre laicidad y laicismo también merecen una mención especial, así como la situación de la iglesia en España y su papel en cuestiones como la Ley de Memoria Histórica, las modificaciones legislativas favorables al aborto o regularizadoras del matrimonio homosexual y la propuesta de reprobación del Papa en el Parlamento español.

En definitiva: Entre la Casa Blanca… recoge una serie de reflexiones entretenidas, interesantes, cultas, atinadas, respetuosas acerca de algunos de los temas más importantes para nuestro futuro, que representarán un aliciente para quienes quieran participar en el debate público desde posiciones que chocan frontalmente con el pensamiento políticamente correcto.

RAFAEL NAVARRO-VALLS: ENTRE LA CASA BLANCA Y EL VATICANO. Eunsa (Pamplona), 2009, 360 páginas.


Publicado en Libertad Digital

 

Google y China, un claro ejemplo de la diplomacia en red (iii)

Los cambios que se están produciendo en las relaciones internacionales, y que giran en torno a la sociedad internacional en red y los nuevos actores de las relaciones internacionales plantean nuevos retos a la política exterior de los Estados, especialmente en el campo de la comunicación. Hoy, como decía Francis Bacon, la información es más poder que nunca, lo que ha cambiado es que hoy, al contrario de lo que se pensaba tradicionalmente, la información no es más poderosa cuando se mantiene oculta y se utiliza estratégicamente sino cuando se hace llegar con credibilidad al público adecuado en el momento justo, mejor pronto que tarde…

Hoy la información está al alcance de mucha más gente, los mensajes llegan más lejos, más deprisa y con menos intermediarios, el poder sobre la información se distribuye muchísimo más, alejándose de los gobiernos hacia ese amplio abanico de actores que hemos señalado. En este contexto, la política de los Estados no puede seguir basándose en el de control la circulación de la información, quienes lo intenten afrontan un elevado coste y una frustración final. Los gobiernos van descubriendo que, si quieren desempeñar un papel relevante en el escenario internacional, tienen que prescindir de las barreras que impedían el intercambio de información, renunciando a la trampa tradicional de mantener la información oculta en una caja negra, algo que en la nueva situación resulta suicida. (Nye, 95) En vez de reforzar la centralización y la burocracia, la opción de los gobiernos pasa por un cambio de actitud radical en su actitud frente a la información que les permita aprovechar las nuevas tecnologías de la información para la creación y la alimentación de las nuevas comunidades internacionales en red .

Esto nos lleva directamente al primer reto, lo que muchos denominan “la paradoja de la plenitud”: una plenitud de información produce una pobreza de atención(Herbert a. Simon, It´s not what you know, it´s how you know it). En la sociedad de la información la atención es un bien escaso, probablemente el más valioso, algo que deberían tener en cuenta los actores de las relaciones internacionales.

Desde el punto de vista de la recepción se refuerza la necesidad de cuidar las fuentes, de filtrarlas, de gestionar con acierto la información que se recibe y se distribuye entre sus miembros y aquellos que logren distinguir las señales valiosas de las interferencias ganarán poder.

Desde el punto de vista de la emisión de la información es clave entender que las distintas comunidades que hoy influyen en las relaciones internacionales giran principalmente en torno a referentes de información interesante y creíble. Nye ya señalaba que “Lograr establecer la credibilidad suficiente para llamar la atención y mantener ese interés se ha convertido en la cuestión política primordial” (130).
No se trata sólo de producir información propia sino también de la capacidad de distribuir información ajena, y hacerlo de manera atractiva, siguiendo formatos adecuados para cada público, sin despreciar enfoques como el del infoentretenimiento, y sobre todo con la que considero la mejor herramienta frente al déficit de atención, el prestigio.

El prestigio quizás ha sido siempre el arma más poderosa de las relaciones internacionales. Aunque esto no ha cambiado lo que ya no es igual es la forma de valorarlo. Si el prestigio internacional antes se medía sobre todo en torno a datos como los índices macroeconómicos o el potencial militar, hoy gira en torno a la imagen país, y en su construcción el Estado es un actor más, muchas veces ni siquiera es el más importante, en un proceso en el que participan esa gran variedad de actores de los que venimos hablando.

Para participar de manera eficaz en la construcción de esta imagen-país y lograr que esta sea acorde con los intereses del Estado, el diseño de la comunicación de los Estados, debe centrarse en la credibilidad. Las relaciones internacionales, como el resto de la política, se han convertido en un concurso de credibilidad, y en este concurso hoy, como hemos visto, participan no sólo los gobiernos sino el resto de actores de los que venimos hablando medios informativos, empresas, ongs, redes de científicos…. El buen nombre es el capital más importante de los Estados y los distintos actores, que lo saben, utilizan la exposición pública para atacar el prestigio tanto nacional en sus distintas facetas a través de tácticas como la de nombrar y avergonzar (Nye, 151). Esta obliga los Estados a estar atento de lo que se dice, preparar y validar fiablemente la información que producen y la que distribuyen, clasificando lo que es correcto y lo que es importante. En este reto de mantener la confianza, clave para ejercer la diplomacia pública en este nuevo entorno, la transparencia se convierte prácticamente en una obligación.

En esta estrategia de comunicación de los Estados, que pasa por convertirse en un actor fiable de la comunicación, las principales herramientas de posicionamiento en los medios de autocomunicación de masas son tres: el enmarcado, el establecimiento de la agenda y la priorización.

La multiplicidad de actores se convierte en otro de los retos principales de la nueva estructura de las relaciones internacionales. Esto supone un cambio en los sujetos receptores de la comunicación de las relaciones internacionales. No basta sólo con localizarlos y tratar de llegar a todos ellos, aunque la globalización ha generado un compleja red de interconexiones que permite una distribución masiva de información “este “globalismo denso” no es uniforme; varía según la región, la localidad y el asunto a tratar. Al adaptar nuestra política exterior a este nuevo siglo, tendremos que responder a cuestiones que implican una mayor complejidad, una mayor incertidumbre, un menor tiempo de respuesta, una participación más amplia de grupos e individuos y una disminución desigual de las distancias. El mundo es más asequible, pero en términos de las medidas a tomar, un sólo tamaño no sirve para el conjunto” (Nye 131-132). La estructura de red se convierte así en una nueva prioridad de las relaciones internacionales. No se trata solo de la lógica anunciada por autores como Peter Drucker o los Toffler, que argumentan que la revolución de la información está poniendo fin a las organizaciones burocráticas jerárquicas que caracterizaron la época de las dos primeras revoluciones industriales (Drucker The next information revolution; Toffler, The politics of the third wave), sino de la respuesta indispensable a una realidad, la de las nuevas relaciones internacionales.

Esta estructura de red dificultará a los gobernantes mantener una disciplina coherente en los asuntos de política exterior. La falta de coordinación y de planificación estratégica, consecuencia de la ampliación de actores activos y los objetivos de la diplomacia, se convierten así en los problemas más habituales. Se detecta como una crisis de crecimiento, de adaptación, de estructuras que responden a una forma de entender las relaciones internacionales que hoy resulta tremendamente ineficaz y así se revela cuando surgen problemas concretos. En una diplomacia en red, como la que se plantea, la ausencia de estos dos elementos impide lo más importante, las sinergias entre los diversos actores involucrados. Como advierte Melgar, “la acción descentralizada (propia de las estructuras en red) bien puede convertirse en una miríada de acciones contradictorias que acaben por distorsionar, difuminar y hasta pervertir la imagen del país, por lo que resulta imprescindible un importante esfuerzo de coordinación” .

Los Estados deberán no sólo compartir el escenario con estos actores privados sino que tendrá que reatroalimentarse con ellos, adaptándose a sus distintas estructuras y procedimientos, sabiendo que compartir cierta información, distribuirla suele repercutir en aumento del poder blando de cada uno de ellos. Resumiendo: Los Estados no tienen más remedido que ser menos reservados y más porosos. Los Estados, al igual que están haciendo las empresas, deberían empezar a crear departamentos para tratar con los actores de las relaciones internacionales. No se trata sólo de compartir escenario con ellos, de “participar”, sino de interactuar con ellos de manera proactiva. En el nuevo escenario participar no basta, este es, por ejemplo, el problema de percepción que tradicionalmente, no sólo con George W. Bush, enfrenta la diplomacia norteamericana que, pese a su roll activo en organizaciones multilaterales que financia en gran proporción, es percibida como un participante sordo, que emplea sus reuniones en hablar, sin pararse a escuchar. En la sociedad del conocimiento, un liderazgo eficaz requiere un diálogo con los liderados.

Por último no podemos olvidar que, en un contexto como el que estamos descubriendo, la seguridad se convierte en un elemento importante. El uso de la coacción sigue desgraciadamente al día en las relaciones internacionales y junto a los conflictos armados, en el que la diversidad de actores y la dificultad de señalar al enemigo son ya una constante, aparecen los ciberataques cuya autoría es dificil de identificar. Algunos ejemplos recientes serían los reivindicados recientemente por el ciber ejercito iraní que sustituyó la portada de twitter y Baidu por una pantalla en fondo negro que anunciaba que «Este sitio ha sido hackeado por el Ciber Ejército Iraní» y una fotografía de una bandera verde. O los que Gobiernos como Alemania, Nueva Zelanda, EEUU y Reino Unido han atribuido a hackers chinos. Autores a su vez del ataque masivo sufrido por Google en China, que ha llevado al gigante de internet a amenazar con su retirada del país asiático, en una buena muestra de como están cambiando los actores y los métodos utilizados.

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La otra historia de los Estados Unidos: Matt Damon, Howard Zinn y The People Speak.

Howard Zinn es un activista y académico norteamericano bastante conocido en el ambiente de la participación política y la lucha por los derechos civiles. De formación anarquista-marxista, su libro A People’s History of the United States es un bestseller que analiza la historia de la democracia norteamericana desde el prisma de la lucha de clases.

Su visión la resumen muy bien estas declaraciones: “Mi punto de vista, al contar la historia de los EEUU, es diferente: no debemos aceptar la memoria de los estados como cosa propia. Las naciones no son comunidades y nunca lo fueron. La historia de cualquier país, si se presenta como si fuera la de una familia, disimula terribles conflictos de intereses (algo explosivo, casi siempre reprimido) entre conquistadores y conquistados, amos y esclavos, capitalistas y trabajadores, dominadores y dominados por razones de raza y sexo. Y en un mundo de conflictos, en un mundo de víctimas y verdugos, la tarea de la gente pensante debe ser –como sugirió Albert Camus- no situarse en el bando de los verdugos”.

El libro cuenta la historia de Estados Unidos a través de testimonios de gente corriente, pero a diferencia del concepto de intrahistoria, que manejan Unamo y Ortega y Gasset y que Joe Gould convirtió en arte, se basa en la visión que la gente corriente tiene de los hechos históricos, no en la suma de su día a día.

Influido por la predisposición inicial del autor, que todo lo encaja en la lucha entre explotadores y víctimas, los resultados no pueden ser más desenfocados. Se trata de un libro tremendamente crítico con el sistema norteamericano en el que resulta difícil encontrar una sola valoración positiva. Ahora Matt Damon se ha atrevido en convertir en documental «The People Speak». Aunque ya existían ya dos documentales sobre el asunto: You Can’t Be Neutral on a Moving Train, centrado en Howard Zinn (que tengo en casa por si a alguien le interesa), y Voices of a People’s History of the USA, que no he visto pero que, por el título, debe centrarse en su libro más conocido y debe ir en la linea del de Damon.