El camino a la democracia en España. 1931 y 1978

Las transiciones desde un gobierno no democrático hacia la democracia dependen de infinidad de factores históricos, socioeconómicos y geopolíticos, pero dependen fundamentalmente del papel que desempeñan los líderes políticos y sociales antes, durante y después de la caída del régimen en cuestión.

Así lo señala elprofesor Álvarez en su análisis de las dos etapas de tránsito hacia la democracia que tuvieron lugar en España durante el siglo XX. El enfoque comparado se convierte en uno de sus más destacados aciertos al confrontar dos modelos opuestos: el de la integración de la reforma institucional de 1978 tras la muerte de Franco y el de exclusión revolucionaria que presidió la política de la II República desde su advenimiento.

La Constitución española de 1978 fue un auténtico éxito porque todos los implicados decidieron elaborar un marco de convivencia en que el equilibrio institucional y la alternancia pacífica en el poder estuvieran garantizados, dejando en el camino reivindicaciones seculares, que podían parecer «a priori» irrenunciables. El resultado -una Constitución para todos- puede peligrar si se plantea reformar estos principios básicos de convivencia de manera subrepticia, prescindiendo del camino establecido, el de los procesos de reforma constitucional. Es ahora cuando resalta aun más la oportunidad del libro, que advierte de los peligros de las democracias que se apartan del fundamento del liberalismo constitucional, y provocan un alto grado de división y polarización de la sociedad.

Desde esta perspectiva el autor responde de manera razonada y contundente a los intentos de revisar la transición democrática de 1978 y lo hace acudiendo a la historia, con el análisis de los hechos y los resultados. Afronta las críticas de los distintos argumentos deslegitimadores del proceso del 78 y los rebate para demostrar que el acuerdo sobre los aspectos básicos de convivencia al que llegaron todos los actores principales (el «overlapping consensus», siguiendo la terminología de John Rawls) produjo una de las mejores de entre las transiciones posibles.

Sin dejar de lado debates de fondo, y con un planteamiento claro de los méritos de la democracia liberal frente a la democracia revolucionaria, se plantean problemas tan actuales como la necesidad de «recuperar» una memoria histórica que el autor considera nunca olvidada. La mayoría de estas críticas dejan traslucir que esto no se ha hecho por culpa de los gobiernos de centro derecha, algo sorprendente si tenemos en cuenta que durante los 27 años transcurridos desde la aprobación de la Constitución 16 han sido de gobiernos socialistas.

El gran acierto de la transición de 1978, que ha supuesto un ejemplo para procesos similares en otros países, sería la existencia de un modelo de cambio tranquilo, destinado a establecer unas reglas del juego ajenas a las distintas ideologías, que tendrían su oportunidad en los sucesivos procesos electorales.

A lo largo del libro contemplamos la actividad de personajes políticos, eclesiásticos, sindicalistas, militares, periodistas… con sus propias palabras, fruto de un excelente trabajo de documentación. El papel clave que desempeñaron todos ellos demuestra que la transición de 1978, a diferencia de la de 1931, fue un gran pacto en el que casi nadie quedó al margen, y ese fue sin duda el secreto de un éxito del que deberíamos poder seguir disfrutando.

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Homo videns. La sociedad teledirigida

Las obras de Giovanni Sartori parecían hasta ahora reservadas a los estudiosos de teoría política. Pero con este libro su autor salta al ruedo del debate cultural, y lo hace con un tema de vital importancia. Sartori defiende la tesis de que la televisión, la imagen, hoy en día se ha convertido en el principal educador, en detrimento de la palabra. Su influencia va más alla de los contenidos y llega a la formación de un modo de pensar que limita gravemente la capacidad de abstracción. De este modo, resulta muy difícil convertir la información en conocimiento: «La preponderancia de lo visible sobre lo inteligible, nos lleva a un ver sin entender».

Sartori nos alerta ante la aparición de un nuevo hombre que puede dejar de ser homo sapiens para ser simplemente homo videns. Un tipo de hombre que tiene como casa el mundo virtual, donde la evidencia de la imagen transforma la ficción en realidad. El pensamiento del homo videns no es más que un conglomerado inconexo de flashes, eslóganes, titulares, imágenes, que no forman conocimiento, que no permiten reflexionar, comparar. Transformado en su modo de ser y de actuar, el homo videns corre el peligro de no abandonar la inmadurez de no ser a la fuerza, de ser voluble en sus razones para actuar y de reaccionar principalmente ante los estímulos audiovisuales.

Fiel a su oficio de estudioso de la ciencia política, el autor aplica la tesis expuesta al campo de la vida política, mostrando la preponderancia que han adquirido en ella los medios audiovisuales, de modo especial en las elecciones. Sartori sale al paso de todos aquellos que, defensores a ultranza de la democracia directa frente a la democracia representativa, han visto en la llegada de los nuevos medios audiovisuales la solución a todos los problemas de la democracia. Sartori advierte que no cabe democracia sin conocimiento, y que el ejercicio responsable del poder exige la formación de una cultura política. Y en esta tarea los medios audiovisuales, que deberían ser aliados, se están convirtiendo en el obstáculo fundamental, al reducir las razones de la elección política a motivos de imagen o puramente sentimentales.

Este es un libro claro, sencillo, curiosamente repleto de ejemplos e imágenes, como si el autor tratara de adaptarse a esa generación frente a la que alerta, la generación del homo videns. Sus sombrías predicciones parecen dar a los medios audiovisuales una capacidad imbatible para teledirigir la opinión. «Tal vez exagero un poco -reconoce el propio Sartori- pero es porque la mía quiere ser una profecía que se autodestruye, lo suficientemente pesimista como para asustar e inducir a la cautela».

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