No soy ducho en la materia, ni me atrevería, yo subalterno suplente, a emular al maestro Roldán pero quizás esta visión de giry-hispano-en-los-toros pueda entretener.

Anunciaba el cartel corrida de domingo, de fin de semana, corridas para principiantes, turistas y no iniciados. La feria se vive entresemana y los profesionales, después de tanta fiesta, necesitan descansar.

Un chico joven francés, de 21 años, Juan Bautista; una confirmación de alternativa, Jesús que sorprendente tenía mi edad; y un matador más curtido, David Lunganillo. De este advertía el programa que se trataba de un torero de duende, de esos que compensan en una tarde mil decepciones a los entendidos pero con los que uno, que tiene en los toros un vicio bianual, no puede arriesgar.

Madrid desde las andanadas se contempla diferente. Las Ventas como una mujer que se sabe atractiva y se hace de rogar y uno entiende que los toreros, cansados de conquistar, intenten dar candela en los primeros compases para retirarse dignamente si no han logrado el feeling necesario. La ciudad, que sorprendida por el verano, no sabe qué hacer con este agosto en mayo y sin tiempo de buscar la ropa de verano se limita a ir quitándose capas, se presenta irreal, ciudad de turistas y aficionados a los toros, que siempre tienen un sabor peculiar…

Y así pasó la tarde, sin pena ni gloria, en un día en el que los toros andaban flojos y no había mucho que hacer. Aun así los toreros derrocharon voluntad, ganas, valor y, en mi opinión sacaron de los toros todo lo que se podía sacar. Yo mientras, ejerciendo de guía de mis acompañantes, un amigo californiano y su amigo inglés, me convertía en cicerone de unas niñas de Texas en viaje de estudios que no dejaban de preguntar….