Mayor de 7 hermanos y padre de una gran familia, no podía ser más que un conservador inquieto.
Viajo siempre con mi destino claro pero «a la buena de Dios» (en mi vida se aplica ese principio por el que un libro lleva a otro libro). Me ha importado siempre más el cómo que el qué.
Una vez tuve corazón de arquitecto pero mis manitas de cerdo me hicieron dibujar otros paisajes. Creo que estudié Derecho para poder dedicarme a muchas cosas, y dentro del Derecho elegí el Constitucional, el único que se podía estudiar, y explicar, entre películas, novelas, periódicos… y páginas web.
En la carrera no aprendí mucho, sólo conseguí buenas estanterías, casi vacías, que he ido llenando. He aprendido de los libros, de la gente y de los viajes a partes iguales… de la vida hace años que me negué a aprender.
Empecé a trabajar cuando tenía 15 años y, en mi vida profesional, he podido aprender con 5 maestros: Juanto Cebrián en el CSIC me enseñó a trabajar, PAU el valor de la perseverancia, especialmente para los mas brillantes, José Luis Sanchís y Frank Calzon me enseñaron a convertir la información en comunicación y Pedro de Vega a no olvidar los basics ni construir castillos en el aire.
Sólo he vivido en Washington, Roma y Madrid, pero estoy enamorado de La Habana. He conocido medio mundo con los más pobres de entre los pobres… que me enseñaron a sospechar de los que quieren cambiar el mundo de golpe… en uno de esos viajes conocí a mi mujer.
Aunque lo que me gusta es leer y escribir, me gustaría que me recordaran como un buen profesor.