No sé si los 359.548 euros recuadados en su primer fin de semana, la séptima película por recaudación seguida de ‘Una conejita en el campus’, y ‘Diario de una ninfómana’, que ha recaudado 335.797 euros, le han sabido a poco. Pero en el periódico de ayer, estrategicamente cerca del fin de semana, Javier Fesser volvía a la carga. Parece que la polémica se ha convertido, o así estaba previsto desde el principio, en su principal arma de promoción.

Ahora en una Carta abierta al Opus Dei, responde a las declaraciones de la familia de la niña madrileña atacando al Opus Dei, que más allá de decir que la película distorsiona la realidad de la niña y de la Obra, no ha dicho esta boca es mía.

Lo más curios es la modestia del director que presume de haber acertado de pleno en su crítica al Opus Dei, que no tiene matices, y acusa al Opus Dei de utilizar a la niña, una vez más. La carta no deja de ser sorprendente para una persona que ha mostrado su ingenio y su brillantez en otras ocasiones, acusa al Opus Dei de lo que el mismo ha hecho utilizar, para bien o para mal, a la niña, distorsionar, sin contrastar las fuentes, la historia para defender una tesis personal y como se ha podido ver desde el estreno, predeterminada.

Fesser presume sin ocultarlo de que lo que quería era atacar a la Obra y que lo ha conseguido, y, esto es de mi cosecha pero es la única explicación lógica, si en el Camino ha quedado la vida de Alexia, mala suerte, total ya está muerta.

Quizás lo más sorprendente es su obsesión, ignoro si es algo personal. Una vez que deja a un lado a Alexia, trata de separar el Opus Dei de Dios, de una manera bastante hipocrita. Dice que Dios no sale perjudicado en la película, y ahi acierta, no salé ni bien ni mal porque para su autor no existe. Si lo hiciera sólo sería el cabrón que manda una enfermedad a una niña maravillosa, el «jefe» espiritual de una banda de desalmados y aquí conectamos con el final de su carta, no puede entender como los que ven en la enfermedad un regalo de Dios, no ven en su película un regalo y no se resignen a aceptarla como tal y darle las gracias. Cómo si nadie hubiera tratado de salvar a Alexia en la Clínica de Navarra, y se hubieran dedicado a rezar, como si todos debieran callar ante el «artista» limitandose a aceptar sus ideas, sin rechistar. Como si una cosa no fuera producto del destino, o la providencia y otra una voluntad objetiva y manifiesta de hacer daño al Opus Dei, sin importarle el daño que pudiera causar en la familia.

Lo más triste para mi es que un autor «con gran potencial» sigue dedicado al camino fácil, el humor basto, grueso, a las películas de monigotes, de caricaturas, sin personajes, como si no se atreviera a afrontar en su película un debate intelectual, artístico sobre la condición humana, que era lo que anunciaba, sobre la existencia/inexistencia de Dios y las consecuencias que esta genera, si quisiera ir aún más lejos, y se conformara con pintar un cuadro maniqueo, sin matices, en la que los buenos, los que ignoran a Dios, personas de buen corazón, son buenos buenísimos, y los malos, los creyentes, malos malísimos