El Colegio de Abogados de Madrid ya tiene nueva decana, la primera mujer de su larga historia. Se trata de Sonia Gumpert una joven abogada madrileña, socia de un pequeño despacho, absolutamente desconocida en el mundo jurídico madrileño hasta la reciente campaña electoral, que en breve será proclamada.

Su elección no ha estado exenta de polémica. Es posible que a los abogados madrileños les cueste olvidar la noche del 18 de diciembre de 2012, pero más allá de la polémica, la victoria de la nueva decana nos ofrece algunas interesantes lecciones desde el punto de vista de la gestión de las campañas electorales.

Alrededor de 65.000 abogados forman parte del Colegio. Más de 40.000, ejercientes, cuenta con un voto de valor doble. La participación electoral nunca había superado el 10%, en ocasiones no había llegado ni al 5%.

Esta baja participación se explica por la lejanía del Colegio hacia sus colegiados, centrado más en su labor representativa que en la de gestión de servicios, pero también se explica como consecuencia de la dificultad de derrotar a decanos anteriores, que siempre habían abandonado el cargo por voluntad propia, por una mezcla de inevitabilidad y de uso de los recursos que el poder suele ofrecer al que ocupa un puesto institucional. Aún así, ilustres juristas como Jiménez de Parga o Stampa Braun lo intentaron sin éxito en anteriores ocasiones.

Quizás fue en 2007 la primera vez que un candidato oficialista Antonio Hernández-Gil, sustituto oficioso de Luis Martí Mingarro, que con más de 25 años en la Junta de Gobierno, veía realmente peligrar su puesto, al vencer con una exigua ventaja, alrededor de 200 votos, a Javier Cremades. Esta vez una de las candidaturas no oficiales, la de Sonia Gumpert, se ha hecho con el triunfo.

La campaña de los candidatos

Cada una de las campañas de los tres candidatos más votados en las urnas han adoptado modelos de campaña esencialmente diferentes, que nos ofrecen algunas pistas sobre el futuro de las campañas electorales.

El decano, Hernández-Gil, ha realizado una campaña tranquila, como de ganador que espera recoger su triunfo. Sin grandes promesas, ni presencia mediática más allá de lo obligado, parecía convencido que su condición de decano y el apoyo de los grandes despachos sería suficiente para revalidar su resultado de 2007.

De ahí que se limitara al apoyo del diario ‘Abc’, a la presencia en los debates de rigor, a una acción mediática diferente, un debate en Twitter que no terminaba de casar con su personalidad, y el envío de una carta y una libretita a todos los abogados de Madrid. Los resultados muestran como no iba tan descaminado, 3.526 votos que corresponden casi exactamente con los obtenidos en 2007 y que, en circunstancias ‘normales’, hubieran sido suficientes.

Javier Cremades salió peor parado. Su posicionamiento era similar al de 2007, el cambio tranquilo más necesario que nunca ante las sonadas ausencias del decano. Para lograr ser elegido planificó una presencia constante en los medios de comunicación. Para ello, realizó destacadas acciones como la presentación de un vídeo con personajes destacados del mundo de la empresa y la cultura, un gran Foro sobre el futuro de la profesión, una carta colectiva de apoyo de destacados juristas. Contó además con el apoyo incondicional de ‘El Mundo’, y un apoyo más moderado de ‘Expansión’ y ‘La Gaceta’.

Cremades ha podido explicar su proyecto en programas de máxima audiencia en Antena 3, Telemadrid, Intereconomía, y publicar tribunas de opinión medios escritos como ‘El País’ o ‘El Mundo’. Sin lugar a dudas ha sido el candidato con más y mejor cobertura en los medios de comunicación nacional. A pesar de semejante campaña, y para sorpresa de muchos que, quizás deslumbrados por los medios, le daban como seguro triunfador, los resultados no le acompañaron y perdió unos mil votos respecto a 2007.

La candidatura triunfadora, que sumó más votos que las de Hernández-Gil y Cremades juntos, planificó la campaña de manera radicalmente distinta. Condicionada por su origen, la Plataforma en defensa de la abogacía madrileña, la campaña se orienta desde el principio por el modelo de las ‘grassroot campaigns’, que busca involucrar activamente a un número grande de partidarios para convertirlos en actores activos de la campaña y poder llegar, a través de ellos, de manera directa a miles de votantes.

Parecieron entender desde el principio que, como demuestran los resultados, en elecciones con porcentajes tan bajos de participación son muy pocos los que se sienten obligados a votar y, en consecuencia, decidir su voto, sino que a la gran mayoría de los votantes lo que les anima a votar es el conocimiento y la relación con alguna candidatura. En este contexto los medios de comunicación se convierten en una herramienta para reafirmar la credibilidad de la campaña, sus posibilidades reales de triunfo. Son el medio de demostrar que el reto es posible y que son muchos los que así lo creen. Sirven, sobre todo, para neutralizar a derrotistas y amigos del voto útil y lograr una percepción general de estar entre los que tienen posibilidades.

El problema de estas campañas es que necesitan mucho tiempo, un mensaje claro, y de un candidato capaz de trasmitir ilusión y romper con la barrera de la inevitabilidad. La apuesta no dejaba de ser arriesgada, asumiendo la fidelidad del voto de un sector tradicional, y el mejor posicionamiento inicial de sus adversarios, la candidatura de Gumpert se jugaba todo a la carta de lograr un incremento importante de la participación. Y lo logró: más de 16.000 votos que suponen un incremento del 50% respecto a la participación de 2007.

El secreto: una plataforma activa de abogados convencidos de que era posible ganar las elecciones, y que no dudaron en involucrar a sus amigos y conocidos de la profesión, en cifras que van desde 30 hasta los 500 contactos personales de algún miembro de la candidatura. La cifra final de personas que habían oído hablar directamente de la candidatura a un amigo, familiar o compañero de despacho se acerca a los 6.000 abogados, de los que más de 3.000 acudieron a las urnas, convirtiendo a Sonia Gumpert en la primera decana de la historia del Colegio de Abogados de Madrid.

Quizás sea exagerado decir que con la campaña del Colegio de Abogados se consolida una nueva forma de hacer campañas. A nadie se le escapa lo reducido del censo, 65.000, y el número discreto de votantes (alrededor de 9.000) para sacar consecuencias generales aplicables a cualquier elección pero es difícil cuestionar que gracias al uso inteligente de la tecnología, las campañas están volviendo aceleradamente a la época de la relación personal, debilitando las estructuras de poder tradicionales, que tenían en su dominio de los recursos de la campaña y los medios de comunicación su garantía de éxito. Eso abre grandes oportunidades a aquellos que se crean sus posibilidades, logren convencer a otros y afronten con tiempo y estrategia estos procesos electorales.