«No hay web sin plaza”, concluía el comentario sobre el artículo publicado por @damienlanfrey, en el que ponía de manifiesto la importancia de que la acción política online se sustente en una continua actividad en la calle, trabajando con grupos sectoriales y locales en la consecución de objetivos concretos. Pero tampoco hay plaza sin web. No es posible lograr organizar un volumen así de actividades y eventos sin haber entendido previamente la lógica de la red. En el caso del Movimento 5 Stelle, lo realmente novedoso es el equilibrio entre ambas, la retroalimentación que el movimiento ha logrado con éxito.

El movimiento ha entendido la idea de red, como algo distinto de la mera tecnología digital. La red entendida como forma de colaboración, no como un canal, con más o menos audiencia, para la difusión de mensajes. Esta colaboración desarrollada por los «grillos», tanto on como offline, sin duda ha resultado imprescindible para la organización de eventos multitudinarios, la certificación de cientos de miles de firmas, en las innumerables gestiones burocráticas del sistema político italiano -que en anteriores ocasiones se habían convertido en un obstáculo insalvable para otros intentos de dar el salto a la arena electoral local-, para consolidar el movimiento y hacer comprender a los activistas qué podían esperar unos de otros. En definitiva, para generar esa columna vertebral suficientemente sólida para sostener el movimiento en momentos de dificultad e incomprensión, que ha habido y habrá.

La red no es sólo aceleración y amplificación de mensajes, es reflexión, estudio, trabajo conjunto. Para muchos de los activistas que forman el núcleo duro del movimiento, este es ante todo una escuela, un grupo de estudio constante. A eso han dedicado años, tanto en Meetup.com como a través de encuentros presenciales, estudiando documentos y procedimientos, trabajando para los miembros del movimiento elegidos en instituciones locales o regionales.

Muchos activistas han usado, durante este tiempo, la metáfora de los “vasos comunicantes”: aquel que es elegido pasa las llaves de la información institucional a la base del movimiento, para que esta base social constituya grupos de estudio y garantice un feedback constante a estos representantes. Lo que ha caracterizado al movimiento no es el compromiso que se limita al periodo electoral, el tipo de participación online más utilizada entre los partidos políticos, sino el compromiso constante y duradero a través del estudio constante, la información crítica, actuando como un verdadero moviento cuya materia prima principal es la información.

En este sentido, ha sido el uso de la tecnología lo que les ha permitido plantear críticas del proceso político, en ocasiones acompañadas de propuestas de reforma. Se trata de una crítica que va más allá de la propuesta puntual y ha sido construida durante años con propuestas o acciones más o menos provocativas, que forman una línea más o menos coherente: críticas del perfil de los elegidos como empleados, al rechazo de la financiación pública de las campañas electorales, la crítica a los medios de comunicación italianos (y al proceso de mediación en general, en ocasiones de manera demasiado simplista), a favor de la reducción del coste de la política y de la introducción creciente de instituciones de democracia directa.

Democracia monitorizada

La crítica ha venido acompañada de una vigilancia constante, desarrollada inicialmente a nivel local, y que ha conseguido atraer la atención de los ciudadanos hacia el movimiento: la monitorización del proceso político de los ayuntamientos (denominado operación ‘respiración en la nuca’) o los mapas de poder local elaborados por el grupo de Florencia. Los seguidores de Grillo se convirtieron en proveedores voluntarios de servicios a la ciudadanía (en Brescia, por ejemplo, el grupo ha creado un blog para informar a los ciudadanos sobre los candidatos a las elecciones locales, recogiendo preguntas y planteándoselas a los propios candidatos) ganándose así el respeto de una parte de la ciudadanía. Protagonistas de lo que John Keane denomina la «democracia monitorizada», que en España Antoni Gutíerrez-Rubi ha bautizado como «democracia vigilada».

De ahí que podamos concluir que más que un «uso innovador de la tecnología», lo que caracteriza al movimiento es su capacidad de combinar la red y la plaza; la capacidad de separar la tradicional unidad del proceso político en un conjunto de acciones de intercambio y estudio y, por otra parte, de obtención y enriquecimiento online de los contenidos de la plaza. Ha mostrado una gran atención a los procesos claves en la sociedad actual: la monitorización, el compromiso, la mediación y la organización de los tiempos y los recursos.

Como se ha demostrado durante las últimas semanas, esta combinación es todavía insuficente para adoptar decisiones políticas, que no pueden ser simplemente el fruto de un trabajo de agregación de propuestas. En este punto se echa en falta una verdadera plataforma deliberativa, que permita realizar esta labor que a partir de ahora resultará imprescindible, y que servirá para garantizar la democracia interna (elemento que les distinguiría del resto de fuerzas políticas).

Algunos se han apresurado a criticar sus primeros movimientos legislativos. Para otros, el protagonismo de Grillo, que hasta ahora ha resultado imprescindible, puede empezar a estorbar al propio movimiento. De todas formas, la entidad del movimiento merece seguir atentos al desarrollo de un experimento que sigue en fase beta, a la capacidad de seguir aprendiendo de sus errores para construir un nuevo modelo de creación de políticas públicas que consiga involucrar a un número creciente de ciudadanos en el ideal del ciudadano vigilante e informado de Michael Schudson. De su acierto depende su futuro y, quizás, el de la democracia tal como hoy la conocemos.