Mi relación con la democracia participativa subre de constantes altibajos, y si tras impartir una serie de conferencias en la Universidad del Externado en Bogotá sobre la materia, me volvía reafirmado en la posición de mi maestro, Pedro de Vega, de que la única vía posible es la representación, la prensa me recibe con una respuesta real a todas mis teorías.
Se trata de una historia que he vivido de cerca. En una reunión de un grupo de amigos, hace ya unos años Alvaro llegó indignado, venía con su hijo pequeño y había tenido que tomar un taxi, ante las reiteradas negativas de los conductores de autobuses de permitirle subir. El hecho clamaba al cielo, el transporte público se cerraba a las familias con hijos pequeños que no tenían más opción que disponer de su vehículo privado o coger un taxi, con el evidente coste que esto supone. La indignación era general pero sólo alguno decidió hacer algo. Comenzó escribiendo al director de la Empresa Municipal de Transportes, que le contestó con evasivas, luego a la Presidenta de la Comunidad…. hasta hoy que el periódico nos anuncia que un grupo de ciudadanos convencidos ha vuelto a conseguir que en la administración impere el sentido común y la justicia.
Habrá otro alguno, o alguna, que habrá hecho su trabajo… (guiño de complicidad). La participación ciudadana es un mito en España. Siempre acaba en manos de grupos de presión dependientes de una forma u otra del poder político.
Que rotundo me ha quedado… ¡Enhorabuena por el blog!
Habrá otro alguno, o alguna, que habrá hecho su trabajo… (guiño de complicidad). La participación ciudadana es un mito en España. Siempre acaba en manos de grupos de presión dependientes de una forma u otra del poder político.
Que rotundo me ha quedado… ¡Enhorabuena por el blog!