Lesiones de Historia

Este libro, que recoge las crónicas que el periodista Raúl Rivero escribía en La Habana hasta su encarcelamiento en el año 2003, es un testimonio histórico del daño que causa al totalitarismo la libertad.

No se encuentran en estos textos proclamas incendiarias, ni llamadas a la insumisión, ni siquiera críticas a Fidel Castro. Se trata más bien de un paseo por la Cuba de ayer y hoy, acompañados de un guía que hace de la palabra un auténtico don.

Se trata de un libro escrito en Cuba, que desde Cuba manda un mensaje a todos aquellos que tras vivir la experiencia cubana como invitados de los organismos gubernamentales creen ciegamente en la «alegría del esclavo», y «regresan a repartir adjetivos que los funcionarios de cultura les deslizaron en sus carpetas y computadoras». Es una invitación a conocer la realidad de un país, del que muchos admiran cosas que no querrían ni regaladas para su propio país.

Raúl Rivero ha ido coleccionando estampas de la vida de Cuba, y en un país donde las estadísticas no sirven de referencia, y la historia se rescribe sin parar, a voluntad del comandante supremo de la Revolución, Raúl Rivero nos cuenta la verdadera «historia oral» de la Isla, construyendo un vibrante fresco de la vida de Cuba.

Evitando los recorridos de los «tours» oficiales, Rivero nos lleva de paseo por las calles de La Habana, a pesar de la oscuridad del apagón, «avance del juicio final patrocinado por la empresa estatal de electricidad», y descubrimos que es en esas calles donde el gobierno organiza actos de repudio contra cualquiera que se atreve a pensar diferente. Nos asoma a una sociedad en la que «están en el limbo los que no tienen dólares, ni amigos o familiares en el poder, los que no están preparados para robar y los que renunciaron al cencerro, al perro y al pastor».

Visitamos también a los cubanos que una vez se fueron, y pueblan medio mundo, utilizando ese don de viajar en sueños, largos, intensos y reales, que los cubanos cultivan como nadie para asomarse a conocer Ginebra, Madrid, Nueva York o La Rioja.

Recorremos la historia del país, entre los restos que dejan cientos de «grupos de expertos» que llevan años corrigiéndola con pegamento y goma de borrar.

Dice el autor: «Me han contando que en el mundo entre las ruinas de la guerra fría… en la mayoría de las naciones del planeta, las personas pueden viajar y volver a su patria, se les permite salir de vacaciones, asistir a eventos y visitar a sus amigos tanto en el extranjero como en el interior del país que un hombre, cualquier hombre, puede expresar y publicar sus opiniones políticas, puede exponer su filosofía de la vida, puede reunirse con otros que piensan como él, fundar una revista o una institución. E incluso, como dicen que ocurre allá afuera, en Cuba los padres puedan elegir qué tipo de educación recibirán sus hijos y que familias enteras tengan, incluso, un negocio particular sin que el gobierno intervenga». Con hombres como Raúl Rivero esto será pronto en Cuba una realidad.

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El camino a la democracia en España. 1931 y 1978

Las transiciones desde un gobierno no democrático hacia la democracia dependen de infinidad de factores históricos, socioeconómicos y geopolíticos, pero dependen fundamentalmente del papel que desempeñan los líderes políticos y sociales antes, durante y después de la caída del régimen en cuestión.

Así lo señala elprofesor Álvarez en su análisis de las dos etapas de tránsito hacia la democracia que tuvieron lugar en España durante el siglo XX. El enfoque comparado se convierte en uno de sus más destacados aciertos al confrontar dos modelos opuestos: el de la integración de la reforma institucional de 1978 tras la muerte de Franco y el de exclusión revolucionaria que presidió la política de la II República desde su advenimiento.

La Constitución española de 1978 fue un auténtico éxito porque todos los implicados decidieron elaborar un marco de convivencia en que el equilibrio institucional y la alternancia pacífica en el poder estuvieran garantizados, dejando en el camino reivindicaciones seculares, que podían parecer «a priori» irrenunciables. El resultado -una Constitución para todos- puede peligrar si se plantea reformar estos principios básicos de convivencia de manera subrepticia, prescindiendo del camino establecido, el de los procesos de reforma constitucional. Es ahora cuando resalta aun más la oportunidad del libro, que advierte de los peligros de las democracias que se apartan del fundamento del liberalismo constitucional, y provocan un alto grado de división y polarización de la sociedad.

Desde esta perspectiva el autor responde de manera razonada y contundente a los intentos de revisar la transición democrática de 1978 y lo hace acudiendo a la historia, con el análisis de los hechos y los resultados. Afronta las críticas de los distintos argumentos deslegitimadores del proceso del 78 y los rebate para demostrar que el acuerdo sobre los aspectos básicos de convivencia al que llegaron todos los actores principales (el «overlapping consensus», siguiendo la terminología de John Rawls) produjo una de las mejores de entre las transiciones posibles.

Sin dejar de lado debates de fondo, y con un planteamiento claro de los méritos de la democracia liberal frente a la democracia revolucionaria, se plantean problemas tan actuales como la necesidad de «recuperar» una memoria histórica que el autor considera nunca olvidada. La mayoría de estas críticas dejan traslucir que esto no se ha hecho por culpa de los gobiernos de centro derecha, algo sorprendente si tenemos en cuenta que durante los 27 años transcurridos desde la aprobación de la Constitución 16 han sido de gobiernos socialistas.

El gran acierto de la transición de 1978, que ha supuesto un ejemplo para procesos similares en otros países, sería la existencia de un modelo de cambio tranquilo, destinado a establecer unas reglas del juego ajenas a las distintas ideologías, que tendrían su oportunidad en los sucesivos procesos electorales.

A lo largo del libro contemplamos la actividad de personajes políticos, eclesiásticos, sindicalistas, militares, periodistas… con sus propias palabras, fruto de un excelente trabajo de documentación. El papel clave que desempeñaron todos ellos demuestra que la transición de 1978, a diferencia de la de 1931, fue un gran pacto en el que casi nadie quedó al margen, y ese fue sin duda el secreto de un éxito del que deberíamos poder seguir disfrutando.

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Investigación con embriones: Legislar contra la ley

La importación de líneas celulares procedentes de embriones que el Instituto Karolinska de Suecia ha cedido al Banco Nacional de Líneas Celulares de Granada, ha sido recibida como el pistoletazo de salida a la investigación con células madre embrionarias. Lo importante es transmitir a la sociedad el mensaje de que gracias al gobierno socialista ya se puede investigar con células madre embrionarias en España. El problema es que el mensaje no se ajusta del todo a la legalidad.

En los últimos meses se han aprobado dos Reales Decretos que desarrollan la ley 45/2003 por la que se modificó la ley de 1988 sobre Técnicas de Reproducción Asistida. La reforma tenía como objetivo evitar que se siguiera produciendo la acumulación de embriones procedentes de la fecundación «in vitro» ( más de 100.000 embriones en los congeladores), reducir el riesgo de partos múltiples, y la aplicación de la reducción embrionaria.

En el primer Real Decreto, aprobado el 23 de julio, el Gobierno ha establecido 25 excepciones en las que estaría justificado fecundar un número mayor de ovocitos que los tres establecidos por la ley, dejando en manos de los médicos la determinación del número de ovocitos que haya de ser fecundado en cada caso.

Lo que se consigue de hecho es «liberalizar» el número de ovocitos a fecundar, mientras el número de embriones que se pueden implantar sigue siendo tres. Y según han declarado expertos como Alberto Romeu, presidente de la Federación de Asociaciones para el Estudio de la Reproducción, resulta «ilógico» que las excepciones sean más amplias que la propia ley. Podríamos decir que el gobierno, por motivos de comodidad, considera que debe saltarse el contenido de la ley, respetando su formalidad y legislando a través de un Real Decreto en contra de la misma.

Sin embargo, avances científicos, de los que nos informa la revista «Nature» de este mismo mes, se encaminan hacia la implantación de un solo embrión, lo que, además de solucionar los embarazos múltiples, ha demostrado un porcentaje de éxitos muy superior al de la implantación de dos o más embriones. Esto ya está siendo recogido por países como Suecia, que en enero de 2003 prohibió transferir más de un embrión salvo casos realmente excepcionales.

El Real Decreto destruye la ley que desarrolla al dinamitar uno de sus objetivos principales, que respondía a las recomendaciones del Comité Asesor de Ética, de evitar la acumulación de los embriones congelados. Frente a esta intención deseada por todos, el Real Decreto provoca conscientemente una nueva acumulación de embriones en el congelador, sin dar una solución y haciendo mayor el problema.

Más embriones congelados

Precisamente el segundo Real Decreto, aprobado el pasado 29 de octubre, estaba destinado a poner «solución» a este problema de la acumulación de embriones congelados, desarrollando los procedimientos por los que los progenitores deberían decidir el futuro de sus embriones congelados entre las cuatro opciones ofrecidas por la ley: el mantenimiento de la crioconservación hasta que sean transferidos a la propia madre; la donación, sin ánimo de lucro, con fines reproductivos a otras parejas que lo soliciten; el consentimiento para que las estructuras biológicas obtenidas en el momento de la descongelación puedan ser utilizadas con fines de investigación; o proceder a su descongelación sin otros fines.

El Ministerio de Sanidad se limita a regular el consentimiento de los progenitores para la investigación con embriones y renuncia a regular otras opciones a las que la ley otorga la misma validez. Además el Ministerio se olvida también de desarrollar, como le sugería la ley, la crioconservación de óvulos, que plantea muchos menos problemas éticos y tan buenos resultados está produciendo en los procesos de fecundación «in vitro» (un 42,6% de éxito frente al 34,7% de los embriones congelados). Y deja a un lado también la potenciación de la investigación con células madre adultas, las únicas que a día de hoy están produciendo resultados médicos contrastados.

Desgraciadamente el Ministerio ha decidido vaciar la ley de contenido y convertirla en un instrumento para facilitar la investigación con embriones, algo que ni siquiera se ha molestado en ocultar. Así, a través de un fraude de ley, se consigue la creación de nuevos embriones congelados, que irán acumulándose hasta convertirse en problema y terminarán siendo materia prima de futuras investigaciones, en flagrante contradicción con la legislación española vigente, en la que crear embriones para la investigación es un delito castigado en el Código Penal.

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Homo videns. La sociedad teledirigida

Las obras de Giovanni Sartori parecían hasta ahora reservadas a los estudiosos de teoría política. Pero con este libro su autor salta al ruedo del debate cultural, y lo hace con un tema de vital importancia. Sartori defiende la tesis de que la televisión, la imagen, hoy en día se ha convertido en el principal educador, en detrimento de la palabra. Su influencia va más alla de los contenidos y llega a la formación de un modo de pensar que limita gravemente la capacidad de abstracción. De este modo, resulta muy difícil convertir la información en conocimiento: «La preponderancia de lo visible sobre lo inteligible, nos lleva a un ver sin entender».

Sartori nos alerta ante la aparición de un nuevo hombre que puede dejar de ser homo sapiens para ser simplemente homo videns. Un tipo de hombre que tiene como casa el mundo virtual, donde la evidencia de la imagen transforma la ficción en realidad. El pensamiento del homo videns no es más que un conglomerado inconexo de flashes, eslóganes, titulares, imágenes, que no forman conocimiento, que no permiten reflexionar, comparar. Transformado en su modo de ser y de actuar, el homo videns corre el peligro de no abandonar la inmadurez de no ser a la fuerza, de ser voluble en sus razones para actuar y de reaccionar principalmente ante los estímulos audiovisuales.

Fiel a su oficio de estudioso de la ciencia política, el autor aplica la tesis expuesta al campo de la vida política, mostrando la preponderancia que han adquirido en ella los medios audiovisuales, de modo especial en las elecciones. Sartori sale al paso de todos aquellos que, defensores a ultranza de la democracia directa frente a la democracia representativa, han visto en la llegada de los nuevos medios audiovisuales la solución a todos los problemas de la democracia. Sartori advierte que no cabe democracia sin conocimiento, y que el ejercicio responsable del poder exige la formación de una cultura política. Y en esta tarea los medios audiovisuales, que deberían ser aliados, se están convirtiendo en el obstáculo fundamental, al reducir las razones de la elección política a motivos de imagen o puramente sentimentales.

Este es un libro claro, sencillo, curiosamente repleto de ejemplos e imágenes, como si el autor tratara de adaptarse a esa generación frente a la que alerta, la generación del homo videns. Sus sombrías predicciones parecen dar a los medios audiovisuales una capacidad imbatible para teledirigir la opinión. «Tal vez exagero un poco -reconoce el propio Sartori- pero es porque la mía quiere ser una profecía que se autodestruye, lo suficientemente pesimista como para asustar e inducir a la cautela».

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