Nomanifiesto

Nomanifiesto

En los últimos días, y casi simultáneamente, se han presentado ante la opinión pública dos manifiestos relacionados con el proceso independentista de Cataluña: Libres e iguales y Una España Federal en una Europa Federal.

Los promotores de estas iniciativas sin duda actúan movidos por el interés de defender públicamente su posición y tratar de influir activamente en un proceso político con importantes consecuencias.

No es la primera vez hace unos meses también surgieron distintos manifiestos en torno a la regeneración democrática. Una sencilla búsqueda en google nos devuelve una lista interminable de ellos:

A la vista de tanto manifiesto y sus escasos resultados me planteo si esa es la mejor opción, o, dicho con otras palabras, ¿responden los manifiestos a la forma de incidir en política en el siglo XXI?

Yo, que he sido promotor y abajofirmante de algunos de ellos, creo que a los manifiestos se les ha pasado el arroz, al menos entendidos como un fin en si mismo:

  • Son una herramienta de las élites en una época dónde la legitimidad es cada vez más distribuida.
  • Son un mecanismo de impacto, fundamentalmente mediático, en una época en la que la eficacia de la movilización se sustancia en la recurrencia.
  • Son un concepto excesivamente racional en una época donde la movilización social tiene un alto componente emocional.
  • Son una foto estática en blanco y negro, detrás de una mesa, frente a iniciativas llenas de color y movimiento.
  • Son, aunque pueda parecer paradójico, lo más parecido al activismo de salón, que tanto se critica en el ciberactivismo.

De ahí que considere que los manifiestos pueden ser útiles como bandera de enganche, como medio no como fin. Una herramienta, como el manifiesto de Podemos para dar visibilidad y motivación a una plataforma social que se vaya construyendo con el tiempo, que una sensibilidades distintas y proponga una serie de acciones que mantengan el tema en la agenda y vayan logrando pequeños “éxitos” de movilización social hasta configurarse como un verdadero grupo de acción política y social.

Este es mi nomanifiesto, admito firmas y desfirmas, de intelectuales y no intelectuales.

Las redes sociales, el front desk del gobierno abierto

La Diputación de Alicante ha organizado, junto a Acop, un Seminario sobre la Modernización de la Comunicación Política. Gracias a la invitación de Adrián Ballester he podido preparar una presentación sobre las redes sociales en la administración.

Esta vez la presentación no es muy explicita, por lo que os comparto mis notas por si queréis profundizar un poco más en el tema (el número de la diapositiva sirve para separar las notas).

1. Un repaso a la literatura sobre el tema, facilitado enormemente por Novagob, ofrece una colección de artículos 10 razones, 10 cosas, 10 motivos, 10 errores, 10 amenazas, algunos disparadores, otras 10 razones… muy en la línea de esos textos tan habituales en internet, que son tremendamente útiles para despertar el interés pero que al terminar vuelven a dejar al usuario «sólo ante el peligro».

2. Se trata de textos, excelentes en su mayoría, pero que se parecen más a uno de esos médicos que te dice qué tienes que comer para adelgazar, habitualmente a través de recetas imposibles, en lugar de enseñarte a comer. Recomendaciones más centradas en el cómo que en el por qué.

También existen análisis de la situación de las distintas administraciones en las redes sociales, tanto desde la perspectiva de su presencia y su gestión, esenciales los de Criado y Rojas, como desde la perspectiva de su regulación, dónde destaca un estudio de Ana Collado en vías de publicación.

Como conclusión podríamos decir que, tal y como muestran Criado y Rojas, no sólo todas las CA tienen hoy tiene su perfil social sino que incluso tienen una unidad responsable de su gestión y, al menos 4 de ellas, tienen incluso sus guías de uso (Valencia, PV, Cataluña y Castilla y León).

Además cuentan con un departamento responsable de su gestión, 12 desde comunicación, dos desde «atención al ciudadano», y una desde «administración pública». Esto se refleja también en el caso de la AGE, dónde según el estudio de Collado, todos los ministerios en esta legislatura tienen incorporada la cuestión en sus RD de estructura atribuyendo las competencias entre los departamentos de tecnología, comunicación y servicio al ciudadano (algunos en los tres, otros en dos o en uno).

En un foro sobre la modernización de la comunicación política podemos decir que la gestión de las redes sociales se encuentran en su juventud, superada ya la adolescencia (con brillante aportación de Jordi Rodríguez-Virgili). Así nos lo muestra un estudio de Kreab Gavin Anderson, realizado en la Administración General del Estado.

3. Si avanzamos en el por qué, quizás el primer punto es entender las redes sociales. Saber si se parecen más a un teléfono a un televisor.

4. La respuesta sería «a un teléfono con manos libres» en el que todo el mundo puede escuchar lo que dices y lo que te dicen. Las redes no son un medio de comunicación, ni siquiera una forma de información, son, nada más y nada menos, que un canal de comunicación. Como advertían Boyd&Ellison “lo que hace que las redes sociales sean únicas, no es que permitan conectar con extraños, sino más bien que habilitan a los usuarios a articular y hacer visible sus redes sociales” (2007:211).

5. De ahí que, en mi opinión, tenga poco sentido hablar de las redes sociales como altavoz (con el que llegar a población joven que «sólo» está en las redes sociales, como máquina expendedora de servicios, o como termómetro (reflejo de la opinión pública).

6. Las funciones de las redes sociales van mucho más allá, hasta configurarse como el frontdesk del gobierno abierto, la columna vertebral de la modernización de la administración.

Entre las funciones tendríamos la comunicación, entendida más bien como influencia, como poner información en el terreno de juego de la opinión pública para que los particulares puedan distribuirla en sus círculos de confianza.

Tendríamos también la escucha a través de la que detectar alertas, tendencias…

Los servicios no como una máquina de café para todos a la que pedir y agitar protestando cuando no nos da lo que necesitamos sino como mucho más, como una forma de personalizar esos servicios, ayudándonos a prioritarlos y ajustarlos a las necesidades de la población.

Pero dónde más posibilidades existe es, probablemente, en el campo de la colaboración, donde las redes sociales nos ofrecen la oportunidad de «permitir la colaboración distribuida, el intercambio de información y la creación de inteligencia colectiva a gran escala, a todos los niveles, desde el local al federal” (Chun et al., 2010:5). En España tenemos buenos ejemplos de esta función en el trabajo del Ministerio del Interior que junto a algunos de sus organismos está presents en distintas redes sociales. Estas redes además de proporcionar información de interés relacionadas con el tráfico (estado del tráfico, consejos para realizar viajes, cambios normativos, educación vial, seguridad vial, información de interés y trámites) o la polícia (con campañas como #micasaasalvo que ofrecía consejos y recomendaciones para mantener el domicilio habitual a salvo durante las ausencias provocadas por las vacaciones), recibe, gestiona y canaliza (…) alertas e información de utilidad policial que los ciudadanos envían al Cuerpo Nacional de Policía a través de mensajes o tweets y que, después de estudiarlos individualmente, se canalizan hacia la unidad operativa correspondiente. Este tipo de colaboración se ha reforzado con acciones específicas como la tweetredadas, en la que “se solicitaba la colaboración ciudadana para que de forma anónima aportasen cualquier dato o información que considerasen de interés sobre narcotráfico”. Según el informe del gobierno español para el OGP, «hasta la fecha se han recibido más de 13.000 denuncias, que han llevado a más de 350 detenciones y a la incautación de cientos de kilos de diferentes sustancias estupefacientes».

Aquí es dónde está la clave, en la coproducción de servicios públicos, en la revisión del papel del Estado, entendido como plataforma o facilitador, o al menos que deja de ser un obstáculo para que los ciudadanos traten de resolver los problemas de la sociedad. No se trata sólo de opiniones y sugerencias, que suelen adoptar la forma de muro de las lamentaciones virtual, sino de la cocreación de contenidos y servicios en la que los ciudadanos desempeñan el papel de protagonistas. Eso obliga a la administración a salir a la calle, a dejar de esperar a que vengan los ciudadanos, y acudir dónde está el interés y el talento, a aprender, a ofrecerse y a tratar de involucrar a los ciudadanos en la búsqueda de soluciones.

El quinto elemento es la participación, algo que no se puede plantear sólo desde una perspectiva técnica, desde la mera posibilidad, sino dentro del esquema del sistema democrático, dónde las mayorías no son el único elemento a tener en cuenta, evitando la dictadura de una población políticamente movilizada o el debate político sin la existencia de un espacio público, de una comunidad…

7. Para cumplir estas funciones el contenido y la gestión de la comunidad, son las herramientas imprescindibles.

Un contenido divertido, social y habitual, interesante, que aporte valor y entienda que los ciudadanos no consumen datos, consumen historias.

Que trate de lograr que la política se parezca más a un ejercicio fascinante, relevante, que cambia vidas más que a una obligación más, asimilable a las que se desempeñan durante la jornada laboral. Como dice el que fuera alcalde de San Francisco, Gavin Newsom, en Citinville «alimentar a la gente con vegetales con forma de galletas».

En lo que se refiere a la comunidad, viene bien recordar las palabras de Elliot Schrage cuando hablaba de la necesidad “de comunicar el mensaje, localizar a la comunidad y construirla con la ayuda de sus miembros”. Ofrecer contenido y servicios es condición indispensable para cumplir las funciones de la administración en las redes, pero no es suficiente, no es más que una proporción mínima del esfuerzo necesario que hay que complementare con el esfuerzo de dar a conocer estos trabajos, llevárselos a la gente dónde esta se encuentre.

8. Es necesario tirar el muro que separa la administración de los ciudadanos, y las redes sociales pueden ser un contundente martillo. Hoy el uso de las redes en la administración ofrece la sensación de unas ventanas cerradas que dejan ver lo que se quiere pero no dejan entrar y formar parte pero es una auténtica necesidad de la democracia. Los que llevamos tiempo hablando de gobierno abierto tenemos la obligación de empezar a hablar del Gobierno abierto para todos. Es duro para los que llevamos un tiempo en esto pero el gobierno abierto tiene que dejar de ser algo sofisticado, cool, y convertirse en algo al alcance de cualquiera, los famosos dummies.

Otro principio básico para tirar el muro es dejar de pensar en el gobierno abierto, o en alguno de sus elementos como la participación, como algo de perroflautas. Estoy convencido que la movilización social para las políticas públicas cada día es más importante para la reputación, la autoridad y el impacto de la administración (Heidinger et al., 2010), no se trata sólo de una herramienta de venta o de un servicio de reparaciones sino del campo de batalla fundamental de la democracia hoy en día. Una batalla que, como recuerda con frecuencia Alecc Ross, no se disputa entre la derecha y la izquierda sino entre los sistemas abiertos y los sistemas cerrados.

9. No voy a dar recetas pero si me gustaría apuntar algunos retos, inspirados en los que señalan Criado y Rojas, como fruto de la consulta a los responsables de las redes de las administraciones autonómicas:
– La integración de las redes en la administración, en todos sus departamentos, no sólo en los de comunicación o atención al ciudadano.
– La de ir acumulando y compartiendo experiencia dentro y entre las administraciones.
– El no olvidar que las redes no son más que el front desk de la administración, que tiene en la web su archivo y su agregador, lo «permanente».

Un mes para Gobernalab. Internet y redes sociales en la comunicación política. (Madrid, 4-6/4. 2014)

Se por experiencia que la oferta sobre el uso de internet en política es inagotable (y un poco agotadora). No hay Master o jornada que no incluya una o varias sesiones sobre el uso de internet en campaña, y es difícil encontrar cosas nuevas en el mercado.

Hace unos meses encontré una el Hacklab del PSOE, que organizaba Cesar Calderón, y estaba reservado a militantes y activistas socialistas…. no pude asistir;)) De ahí que desde entonces insistiera a Cesar en lo bueno que sería montar algo similar abierto al público y, con la colaboración de Goberna (Fundación Ortega y Gasset) y después de algunas vueltas lo hemos conseguido.

El próximo viernes 4 DE ABRIL empieza en Madrid el Gobernalab, un «laboratorio» sobre el uso de internet y redes sociales en la comunicación política.

Al diseñarlo hemos intentado primar la experiencia, no queremos oír sólo cómo se hacen estas cosas, queremos oír cómo se han hecho hasta ahora y por qué por lo general muchas iniciativas no han terminado de funcionar. Hemos cuidado también la pluralidad, porque nos interesa la experiencia de cualquiera que, a pequeña o gran escala, haya intentado cosas nuevas en el uso de las Tic en política, y tenga suficiente capacidad crítica para contarlo.

Si algo puedo decir es que hemos conseguido un programa diferente. Un programa de tres días, en el que los participantes realmente van a tener un papel protagonista, elaborando un caso durante todo el fin de semana.

Empezaremos con la inauguración en la que Pablo Casado, Diputado y responsable de redes del Partido Popular y Ander Gil, Senador y coordinador de la OSSI del PSOE, nos contarán los últimos avances de los partidos.

Seguirá una conferencia de César Calderón, «Tecnopolítica, cartografía de un nuevo territorio» y un Beers & Campaigns, con el que acabará la primera jornada.

El sábado 5 DE ABRIL, el programa está repleto. Empezamos con la disección de dos campañas políticas en Internet. Una me toca a mi y la otra a Pablo Pombo.

Después Icaro Moyano, nos hablará de estrategia y Esteban Mucientes, Ana Aldea y David Alvarez se atreverán a enseñarnos la caja de herramientas de una campaña política o institucional en internet: Métricas, Redes sociales y Grassroots

Seguiremos con dos casos prácticos sobre la Gestión de crisis políticas en internet, uno de Isabel Díaz Ayuso, responsable online del PP Madrid, que de crisis online sabe un rato y otro de Ana Salazar, consultora política especializada en gestión de crisis en internet

El domingo 6 de ABRIL toca un taller sobre Blogs políticos e institucionales, impartido por Fernando Tellado y otro sobre Monitorización y gestión de perfiles sociales con Carlos Gutiérrez.

Para acabar con la presentación de los casos elaborados por los participantes.

¿Quién se apunta?

Parlamentos abiertos. Tecnología y redes para la democracia.

No ha sido fácil pero ya está aquí. El próximo 17 de marzo a las 19.00 en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales un diálogo sobre gobierno abierto y tecnología entre los Diputados Eduardo Madina y Pablo Casado, presentado por Imma Aguilar y moderado por Antoni Gutiérrez-Rubi, servirá para presentar “Parlamentos abiertos: Tecnología y redes para la democracia” (Congreso de los Diputados, 2014).

El libro es fruto del trabajo de un grupo de investigación multidisciplinar que está formado por Imma Aguilar, José Angel Alonso, David Alvarez , Eva Campos, José María Coello de Portugal, Miguel Angel Gonzalo, Antoni Gutiérrez-Rubi, Andrés Medina, Patricia Polo, Irene Ramos, Roberto Rodríguez, Rafa Rubio y Aitor Silván y Mihaela Loredana Stan. Nació como una mesa de trabajo para el I Congreso Internacional de ALICE y desde entonces ha ido evolucionando hasta convertirse en el libro que ha llegado a las librerías.

Para hacerse una idea del contenido puede servir el índice:
1.- Historia, concepto y evolución del Parlamento 2.0 (Eva Campos Domínguez)
2.- Parlamento, derecho parlamentario y nuevas tecnologías: ¿una discusión nueva? (José María Coello de Portugal )
3. La evolución de los e-parlamentos en el mundo. Análisis de los standards de la UIP y del Wold E-Parliament Report.(Andrés Medina)
4. La página web del Congreso de los Diputados: democracia y comunicación. (Miguel Ángel Gonzalo)
5. La nueva página Web del Senado. (José Angel Alonso)
6. Parlamentarios 2.0: presencia y actividad de diputados y senadores españoles en las redes sociales. (David Álvarez Sabalegui y Roberto Rodríguez Andrés) 195
7. ¿Hacia parlamentos autonómicos 2.0? Un balance comparado. (Irene Ramos Vielba. Aitor Silván. Loredana Stan. Patricia Polo
8. Ciberactivismo y Parlamento: Movimientos sociales e iniciativas ciudadanas por la transparencia y la participación. (Imma Aguilar Nàcher)
9. Parlamento Abierto y política de proximidad. (Antoni Gutiérrez-Rubí)
10. Knocking on the Parliaments door (Parlamentos digitales en la era de la participación). (Rafa Rubio Núñez)

Además el libro incluye un prólogo del hasta ahora Secretario General del Congreso, Manuel Alba, que no dejará a nadie indiferente y una bibliografía básica con las obras imprescindibles para entender los Parlamentos Abiertos.

Para los interesados el libro se puede adquirir en la tienda del propio Congreso de los Diputados (San Jerónimo 36) o bien por correo enviando este formulario impreso http://www.congreso.es/portal/page/portal/Congreso/Congreso/CatPubli/formulario_pedido_publicaciones.pdf (sí, muy tecnológicamente avanzado… pero intentaremos poder poner a disposición de los interesados una versión digital)

Seguiremos informando…

La colaboración inteligente o cómo pedir un favor.

Es normal en conferencias, entrevistas, post y tweets varios invocar la importancia de la colaboración en un mundo conectado. A pesar lo habitual de esta retórica la realidad, al menos en mi experiencia, es bastante distinta, y podríamos decir que, cuando abandona internet, la colaboración es uno de los valores más mentados y menos ejercitados de esto que llamamos la «sociedad red». No dudo que el mundo «real» (si todavía existe) cada vez está más influido por las reglas de la red pero en este campo todavía queda un largo trecho, especialmente cultural, por recorrer.

Su falta de «uso» no es sólo habitual en el mundo político (a pesar de ser considerada como uno de los tres pilares del gobierno abierto), también es muy habitual en el mundo empresarial e incluso en el mundo académico, donde las colaboraciones suelen ser una contada excepción y la combinación del yo me lo guiso yo me lo como y el do ut des siguen siendo las normas habituales de comportamiento. Hoy en día la colaboración parece aplicarse sólo cuando no hay dinero o notoriedad por medio. Todavía es poco habitual colaborar sin pedir nada a cambio, compartir contactos, involucrar a otros más especializados en un proyecto profesional, e incluso retuitear algún éxito de la «competencia». Al final casi siempre intentamos hacer nosotros todo, vender nosotros todo, y conservar nuestros contactos e información en exclusiva… Así las cosas es difícil creer que caminamos irremisiblemente a una sociedad donde la colaboración sustituiría a la competencia.

La colaboración se materializa, entre otras cosas, en el gesto de pedir y que te pidan favores. La manera de hacerlo es, en mi opinión, bastante reveladora en la que se entiende la colaboración. Por eso, en base a experiencias muy recientes, he decidido reunir algunos pequeños «consejos» para pedir un favor:

1. Aunque pueda resultar evidente usa el «por favor». Hay personas que parece que te hacen el favor de pedirte un favor, piden favores como si repartieran condecoraciones, como haciendo «que parezca un accidente».
2. Ahórrale a la secretaria. El favor se justifica en cierta relación de confianza, no crees innecesariamente intermediarios.
3. Intenta no jugar en casa. Desplázate a su oficina o queda en un sitio que venga bien a la otra persona.
4. Intentar llegar puntual, no hagas esperar… cualquier cosa que no añada un esfuerzo adicional al favor que pretendes.
5. Piensa qué le puede aportar al otro lo que le estas pidiendo, trata de plantear tu proyecto de manera que pueda sacar algún tipo de beneficio real.
6. Mide el grado de confianza y la capacidad de interlocutor. Ni abuses, ni obligues a decir que no, y por si acaso deja siempre la puerta del no muy abierta.
7. Pide cosas «serias», y que no puedas conseguir de otra manera. Que el favor no sea una vía para ahorrarte esfuerzo.
8. Deja claro la importancia de la ayuda que solicitas y la idoneidad de la persona a la que estás pidiendo el favor.
9. Ofrece toda la información, incluyendo efectos secundarios y posibles daños colaterales.
10. No plantees nunca tu propuesta en términos de reciprocidad: «como yo te he…» pero no dejes de pensar nunca en otras formas de ayudar al otro, aunque no tengan una relación directa con tu proyecto.
11. Da las gracias… (e intenta pagar la cuenta)
12. No seas pesado en el seguimiento de si ha podido hacer aquello a lo que se comprometió pero…no dejes de mantenerle informado de los avances relacionados con tu propuesta (aunque no estén directamente relacionados).

¿Se te ocurren otros consejos?

PS. A pesar del tono un poco negativo del post, sigo pensando que, como decía Carmen Díez de Rivera, “La generosidad es la forma suprema de la inteligencia”, y que invertir en los demás sigue siendo la mejor inversión, aunque a veces parezca que «toda buena obra tiene su justo castigo». Los que me conocen tendrán que decir si consigo ponerlo en práctica.

¿Cuánto cuesta una página web para la administración?

Hace unos días me llamaron de la Cadena SER para preguntarme por los dos millones de euros que, en principio, el Ayuntamiento de Madrid se va a gastar en su página web. En principio no hay mucha información para opinar, ni la nueva web está disponible, ni se ha contratado todavía su desarrollo, ni siquiera se ha convocado un concurso para ello… parece que, aunque no lo diga expresamente, la noticia sale del desglose de los presupuestos para el año 2014, algo que ya es en si una buena noticia. Es la propia noticia la que nos informa que los dos millones no son tal y la partida se divide a su vez en «940.000 euros a este proyecto, y otros 980.000 euros a soportar el portal web en la nube». Con información tan escasa me parece un poco pronto para analizarlo, y cuando me pongo a buscar lo que han dicho otros encuentro, gracias a @miguelgonzalo, esta reflexión con la que estoy básicamente de acuerdo.

Aunque la polémica concreta me parece, como consecuencia de la falta de información, totalmente prematura, creo que merece una reflexión a la luz de las recurrentes polémicas de los últimos tiempos con motivo de los 1,4 millones presupuestados para el portal de Transparencia de la AGE, los 500 mil euros de la web del Senado, el más de un millón de euros presupuestado para formar al personal judicial en el uso de la web del CGPJ, o los 527.000 del ayuntamiento de Sevilla. Incluso en Estados Unidos el tema ha llegado al Congreso, dentro de una comparecencia más amplia de K. Sebelius, que el Fact Checker Washington Post analizó desde esta perspectiva en tres entradas diferentes (1, 2 y 3).

Creo que son tres las preguntas que plantean noticias como estas:
La primera y más evidente es si las instituciones públicas deben gastar parte de su presupuesto en páginas webs y otros desarrollos tecnológicos, o existen otras prioridades más necesarias. Es frecuente, sobre todo en estos tiempos, que cuando saltan estas noticias la primera reacción sea comparar el importe destinado a la web (o el desarrollo tecnológico X) con otras partidas como la atención a mayores, sanidad, educación… y concluir siempre que se trata de un lujo innecesario… nada más lejos de la realidad. Considero que la tecnología es una herramienta que puede mejorar, hacerlo más eficaz, más barato… Una web mejor puede reducir plazos de espera de atención y tramitación, generar servicios proactivos y liberar recursos para, precisamente, el gasto social.

Otra cosa es que esto no sea así, y se hagan webs meramente informativas o de uso engorroso, algo que es aplicable hoy a la web del Ayuntamiento de Madrid que Sergio Jiménez describía, en el post antes citado, como:

«ciclópea, enrevesada, e incomprensible y una presentación de contenidos que espantaría a cualquiera. Es decir, es una página mala en presentación, contenido, y experiencia del usuario»

De ahí que, en principio, la idea de modificarla, siempre que sirva para ofrecer mejores servicios, nos parece no sólo justa sino también necesaria.

B) Esto nos llevaría a la segunda pregunta, cuánto costarían realmente estas mejoras. Fue con motivo de una polémica similar, la de la web del Senado ya mencionada, cuando alguién comentó que el dinero gastado en la web podía ser un verdadero chollo o un auténtico timo.

No se nos escapa que en el campo tecnológico, especialmente en el ámbito municipal, ha sido habitual las chapuzas en este campo, era difícil encontrar un concejal de nuevas tecnologías que no tuviera un primo informático dispuesto a hacer de las suyas a un precio, habitualmente, desproporcionado, pero también es cierto que es difícil hablar de webs standards con un presupuesto medio. No es lo mismo una web folleto, que una web «periódico» (con un gestor de contenidos), que una verdadera web de servicios, como las exigidas por la ley 11/2007 de 22 de junio de acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos y que, de haberse aplicado con rigor, hubiera requerido un verdadero cambio en las tripas de los sistemas tecnológicos de cualquier administración municipal. Hablar del precio de una web supone hablar de programación, de licencias, o de adaptación de software libre, hablar de mantenimiento, pago de servicios (sas)… con el consiguiente coste inicial, y el posterior ahorro. De ahí que, una vez más, sea aventurado hacer un juicio sobre el valor de una web sin ver su contenido.

C) Por último habría que responder a la pregunta de cómo hacerlo.
Son varios los elementos de la web del Ayuntamiento de Madrid manifiestamente mejorables (que no memorables como se empeña en sugerir el corrector automático). Un mayor peso gráfico, una verdadera integración de un sinfín de páginas webs municipales poco coherentes entre si, las posibilidades de personalización del contenido, cierta descentralización por distritos, la puesta a disposición de los ciudadanos de datos públicos y accesibles… pero sobre todo lo que más se echa en falta es el enfoque del ciudadano, el ponerse en su cabeza, en sus necesidades… algo que muchas veces es reflejo de la propia organización de la administración y de la falta de participación ciudadana en los procesos de diseño de estas páginas web.

Junto a estas mejoras claras algunas otras ideas relacionadas con la colaboración entre las administraciones (uno de los pilares del gobierno abierto) como compartir el código con el resto de administraciones municipales, o afrontar desarrollos de manera conjunta y luego adaptarlos (como ocurrió con motivo de la ley 11/2007), la estandarización de determinados procesos de backoffice.. también podrían servir para facilitar que este no sea un gasto innecesario sino una auténtica inversión para que, a pesar del coste, desarrollos como el que estamos hablando resulten baratos a los ciudadanos.