No hay plaza sin Red

«No hay web sin plaza”, concluía el comentario sobre el artículo publicado por @damienlanfrey, en el que ponía de manifiesto la importancia de que la acción política online se sustente en una continua actividad en la calle, trabajando con grupos sectoriales y locales en la consecución de objetivos concretos. Pero tampoco hay plaza sin web. No es posible lograr organizar un volumen así de actividades y eventos sin haber entendido previamente la lógica de la red. En el caso del Movimento 5 Stelle, lo realmente novedoso es el equilibrio entre ambas, la retroalimentación que el movimiento ha logrado con éxito.

El movimiento ha entendido la idea de red, como algo distinto de la mera tecnología digital. La red entendida como forma de colaboración, no como un canal, con más o menos audiencia, para la difusión de mensajes. Esta colaboración desarrollada por los «grillos», tanto on como offline, sin duda ha resultado imprescindible para la organización de eventos multitudinarios, la certificación de cientos de miles de firmas, en las innumerables gestiones burocráticas del sistema político italiano -que en anteriores ocasiones se habían convertido en un obstáculo insalvable para otros intentos de dar el salto a la arena electoral local-, para consolidar el movimiento y hacer comprender a los activistas qué podían esperar unos de otros. En definitiva, para generar esa columna vertebral suficientemente sólida para sostener el movimiento en momentos de dificultad e incomprensión, que ha habido y habrá.

La red no es sólo aceleración y amplificación de mensajes, es reflexión, estudio, trabajo conjunto. Para muchos de los activistas que forman el núcleo duro del movimiento, este es ante todo una escuela, un grupo de estudio constante. A eso han dedicado años, tanto en Meetup.com como a través de encuentros presenciales, estudiando documentos y procedimientos, trabajando para los miembros del movimiento elegidos en instituciones locales o regionales.

Muchos activistas han usado, durante este tiempo, la metáfora de los “vasos comunicantes”: aquel que es elegido pasa las llaves de la información institucional a la base del movimiento, para que esta base social constituya grupos de estudio y garantice un feedback constante a estos representantes. Lo que ha caracterizado al movimiento no es el compromiso que se limita al periodo electoral, el tipo de participación online más utilizada entre los partidos políticos, sino el compromiso constante y duradero a través del estudio constante, la información crítica, actuando como un verdadero moviento cuya materia prima principal es la información.

En este sentido, ha sido el uso de la tecnología lo que les ha permitido plantear críticas del proceso político, en ocasiones acompañadas de propuestas de reforma. Se trata de una crítica que va más allá de la propuesta puntual y ha sido construida durante años con propuestas o acciones más o menos provocativas, que forman una línea más o menos coherente: críticas del perfil de los elegidos como empleados, al rechazo de la financiación pública de las campañas electorales, la crítica a los medios de comunicación italianos (y al proceso de mediación en general, en ocasiones de manera demasiado simplista), a favor de la reducción del coste de la política y de la introducción creciente de instituciones de democracia directa.

Democracia monitorizada

La crítica ha venido acompañada de una vigilancia constante, desarrollada inicialmente a nivel local, y que ha conseguido atraer la atención de los ciudadanos hacia el movimiento: la monitorización del proceso político de los ayuntamientos (denominado operación ‘respiración en la nuca’) o los mapas de poder local elaborados por el grupo de Florencia. Los seguidores de Grillo se convirtieron en proveedores voluntarios de servicios a la ciudadanía (en Brescia, por ejemplo, el grupo ha creado un blog para informar a los ciudadanos sobre los candidatos a las elecciones locales, recogiendo preguntas y planteándoselas a los propios candidatos) ganándose así el respeto de una parte de la ciudadanía. Protagonistas de lo que John Keane denomina la «democracia monitorizada», que en España Antoni Gutíerrez-Rubi ha bautizado como «democracia vigilada».

De ahí que podamos concluir que más que un «uso innovador de la tecnología», lo que caracteriza al movimiento es su capacidad de combinar la red y la plaza; la capacidad de separar la tradicional unidad del proceso político en un conjunto de acciones de intercambio y estudio y, por otra parte, de obtención y enriquecimiento online de los contenidos de la plaza. Ha mostrado una gran atención a los procesos claves en la sociedad actual: la monitorización, el compromiso, la mediación y la organización de los tiempos y los recursos.

Como se ha demostrado durante las últimas semanas, esta combinación es todavía insuficente para adoptar decisiones políticas, que no pueden ser simplemente el fruto de un trabajo de agregación de propuestas. En este punto se echa en falta una verdadera plataforma deliberativa, que permita realizar esta labor que a partir de ahora resultará imprescindible, y que servirá para garantizar la democracia interna (elemento que les distinguiría del resto de fuerzas políticas).

Algunos se han apresurado a criticar sus primeros movimientos legislativos. Para otros, el protagonismo de Grillo, que hasta ahora ha resultado imprescindible, puede empezar a estorbar al propio movimiento. De todas formas, la entidad del movimiento merece seguir atentos al desarrollo de un experimento que sigue en fase beta, a la capacidad de seguir aprendiendo de sus errores para construir un nuevo modelo de creación de políticas públicas que consiga involucrar a un número creciente de ciudadanos en el ideal del ciudadano vigilante e informado de Michael Schudson. De su acierto depende su futuro y, quizás, el de la democracia tal como hoy la conocemos.

No hay web sin plaza

En las dos últimas semanas se han publicado una decena de artículos sobre el, su líder Beppe Grillo y las posibilidades de que en España se produzca algo similar. Entre ellos destacaría algunos como el de Xavier PeytibiManuel Castells o, en estas mismas páginas, el de Angela P. Martin.

Entre lo publicado fuera de España me resulta especialmente interesante el análisis de Damien Lanfrey, que viene siguiendo el fenómeno desde el año 2005 (cuando se llamaban Amigos de Beppe Grillo). Durante este periodo ha podido hablar con activistas de más de 40 grupos locales, investigar los debates internos desarrollados en internet, … de ahí que haya decidido convertir este artículo en una glosa de su texto.

Mientras que los análisis publicados inciden en el personaje de Grillo, en la historia del movimiento y coinciden en adjudicar gran parte del éxito a la fragmentación de la clase política italiana y el abismo que les separa de la sociedad italiana, Damien Lanfrey va mucho más allá y nos aporta información muy valiosa para posible intentos de réplica.

Como señala, “no son pocos los movimientos que, a pesar de la fragmentación de las élites, no han logrado hacerse un hueco en la agenda política”. De ahí la importancia de buscar en otro sitio el “secreto de su éxito” y las diferencias con otros movimientos del momento, con raíces similares, como podrían ser los indignados.

Señala la existencia de un voto estable del partido, en algunos casos decidido hace años y luego mantenido en el tiempo. Se trata del voto de los miles de activistas que son la columna vertebral del movimiento y que Lanfrey conoce bien, por llevar años en contacto estrecho con ellos.

Un apoyo creíble, duradero y a menudo estratégico

Lo primero que destaca es la vinculación con la ciudadanía. Una vinculación “prolongada, continuada”, la única que logra eficazmente hacer que la gente se involucre en la acción colectiva. Son ocho años de contacto constante, con la presencia habitual, y colorida, en las plazas de las ciudadades, construyendo lazos, sobre el terreno, con el mundo del asociacionismo, con grupos de activistas, relacionados habitualmente con la izquierda y que “han encontrado en el movimiento un apoyo creíble, duradero y a menudo estratégico”.

Este apoyo consistía en la cesión de sus canales de comunicación online, amplificando los mensajes de protesta y cambio; la difusión, y en ocasiones la traducción de estos mensajes al lenguaje ciudadano; la organización de eventos, siempre de manera transparente, dando la cara, como corresponde a un movimiento propio de la sociedad de la información. Esto lo han hecho con grupos como el NoTav, el Forum Italiano dei Movimenti per l’Acqua Pubblica o el Movimento delle Agende Rosse, hasta llegar a colaborar con una cantidad enorme de asociaciones mucho menos conocidas como Arcipelago SCEC y la red de grupos de compras cooperativas como ReteGAS sul fronte economia sostenible.

Internet es un contenedor vacío sin los contenidos que proporcionan los territorios y estos se conquistan, realmente, con el trabajo en la calle. Como escribía recientemente Mozorov, las redes sociales pueden ser perjudiciales para los movimientos sociales. Grupos como el Partido Pirata serían el ejemplo de lo contrario, incapaces de generar verdadera implicación de la gente, a pesar de contar con una estupenda plataforma de e-participación como LiquidFeedback. Como señala Lanfrey, “No hay web sin plaza”.

Regulando los lobbies

Desde tiempo inmemorial los hombres han participado en la vida política. Los ciudadanos han buscado siempre la manera de defender sus intereses ante el poder y esto hace que la profesión de lobista compita con otras como una de las profesiones más antigua del mundo.

Según el Oxford English Dictionary habría que esperar hasta 1640 para que esta antigua profesión recibiera su nombre y se empezara a hablar de los ‘lobbies’ para referirse a los pasillos de la Casa de los Comunes, donde los ciudadanos podían ir para hablar con sus representantes. A comienzos del siglo XIX se empezó a oír hablar, en Estados Unidos, de ‘lobistas’ en el sentido actual de la palabra: fue tras la guerra civil norteamericana cuando se produjo su profesionalización y su crecimiento progresivo, pasando desde entonces a formar parte de la vida política norteamericana.

Al principio su actuación iba ligada a los intereses de las grandes multinacionales y poderosas organizaciones empresariales, como las Cámaras de Comercio, compañías de ferrocarriles a finales del siglo XIX, agricultores, tabaqueras… las únicas con medios suficientes para sostener actividades de este tipo.

Su forma de influencia, en defensa de intereses propios o ajenos, pasaba, según testimonios de la época por “cenas, fiestas y veladas”, invitaciones a casinos, propiedad de los propios lobistas, regalos a las esposas de los congresistas o incluso favores sexuales.

Los lobbies en el presente

La opinión pública y los distintos intentos de regulación han ido refinando este tipo de comportamientos. Con el paso del tiempo la labor de los lobbies se ha ido profesionalizando, convirtiéndose en una actividad basada en la gestión de información a través de acciones como el contacto personal y el asesoramiento técnico, la comunicación con la opinión pública y, en su caso, la movilización social. Los actores se han ido ampliando y diversificando más allá del mundo empresarial con la adopción, por parte de grupos de ciudadanos, de estas técnicas en defensa de sus intereses relacionados con los derechos civiles, la protección del consumidor o el medio ambiente.

Hoy el número de personas que ejercen la profesión de lobista de manera oficial supera los 10.000 registrados en Washington DC y los 5.000 registrados en Bruselas (probablemente las dos capitales en las que su presencia se encuentra más institucionalizada) y sus actividades mueven más de 3.500 millones de dólares anuales sólo en Estados Unidos.

Aunque se tiende a ver el lobby como un fenómeno anglosajón, y el término en su versión inglesa se ha incorporado al Diccionario de la Real Academia, esta práctica no es ajena a las realidades políticas de España y Latinoamérica, e incluso en castellano existe un término para definir este tipo de actividades: «cabildeo».

En España se ha producido una profesionalización creciente. Si por el año 2000 la búsqueda en internet de las palabras ‘lobby’ y ‘España’ ofrecían sólo dos resultados (José Luis Sanchís y Hazteoir, que se definía como un lobby ciudadano), hoy en día son muchas las empresas que cuentan con un departamento de lobby, muchas las que ofrecen este tipo de servicios, tanto de manera exclusiva (Political IntelligenceVinces…), como dentro de una oferta de servicios más amplia, especialmente despachos de abogados y empresas de comunicación.

Esta profesionalización se ha reflejado en la creación de una asociación profesional (APRI, presidida por María Rosa Rotondo) centrada en impulsar la profesionalización del sector y la defensa de sus intereses, así como una oferta formativa amplia para los que quieren dedicarse a esta profesión (IEICADE, así como formación específica sobre la materia en muchos otros Masters: Universidad de NavarraFundación Ortega y Gasset, o Unidad Editorial).

La promesa de Rajoy

El anuncio de regular el ejercicio del lobby, realizado por el presidente Rajoy durante el debate sobre el estado de la nación de 2013, respondería a esta realidad. Aunque la noticia ha pillado a muchos por sorpresa, recoge un asunto abierto en la regulación española desde los debates constituyentes, en los que Manuel Fraga propuso nada menos que su constitucionalización en los artículos 77,3 y 77.4, que serían finalmente rechazados. Desde entonces la necesidad de legislación ha sobrevolado cíclicamente el Congreso, convirtiendo a los lobbies en sospechosos habituales de cualquier escándalo de corrupción que afectara a la política española.

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Durante un tiempo, y no sin cierta ironía, se ha señalado cómo, para comprobar la eficacia de los grupos de presión, basta con analizar las dificultades con las que suele encontrarse cualquier intento de legislar la actuación de estos grupos. Pero esta vez en su anuncio Rajoy reconocía expresamente la presión del lobby de los lobbies (APRI), que desde su fundación ha convertido la regulación del sector en su objetivo principal.

La decisión sigue el rumbo de otros países que, tras la regulación norteamericana de 1996, han comenzado a regular la cuestión (Francia, Austria, Hungría, el Reino Unido, Polonia, México, Perú o Chile), y donde destaca especialmente la creación del registro de lobbies unificado de la Unión Europea.

La regulación pendiente

Habrá que esperar para ver cómo evoluciona el anuncio. No es la primera vez que en el Congreso se plantea esta cuestión: en 1990 y 1993 se aprobaron sendas proposiciones no de ley instando al Gobierno a regular la materia y, finalmente, estas iniciativas quedaron en nada. Si sigue adelante, la regulación deberá responder una serie de preguntas, que ya se han planteado previamente en otras regulaciones de la profesión.

La primera es cómo llevarla a cabo. Desde 1996 la tendencia de regulación de los lobbies se concentran en establecer un registro, obligatorio o voluntario, en el que deben inscribirse los grupos. A este registro se le añadiría la presentación periódica, por parte de cada grupo, de un informe exhaustivo de sus actividades, su financiación, sus gastos, las decisiones en las que han participado y los legisladores con los que han tenido relación.

Esta fórmula, que garantiza la transparencia, requiere la capacidad del registro para gestionar un gran volumen de información, para lo que habría que dotar a las Cámaras de recursos suficientes y facilitar su labor con medidas como la obligatoriedad de entregar los informes en formatos abiertos.

Además, la información, fruto del registro y los informes, debería hacerse pública en un formato que permitiera su reutilización por parte de los ciudadanos. A este registro, que debería ser común para el Congreso y el Senado, y los consiguientes informes, habría que añadir otras medidas como la modificación del “Estatuto del Parlamentario” en temas como los relacionadas con la “puerta giratoria” (el paso de la vida pública a la empresa privada, en sectores relacionados con el cargo desempeñado) que, aunque en nuestro país ya existen, deberían ser objeto de revisión.

La opción del registro nos lleva automáticamente a la segunda pregunta: ¿quién debería registrarse? Esta pregunta, que suscitó una gran polémica durante la aprobación de los registros comunitarios, resulta clave para la eficacia de la regulación.

Más allá de los despachos profesionales (los únicos que reciben con propiedad el nombre de lobbies), las organizaciones que, legítimamente, tratan de influir en los procesos legislativos es amplísimo: organizaciones profesionales, confesiones religiosas, ONGs, despachos de abogados, agencias de comunicación, sindicatos…

¿Deberían todas ellas apuntarse al registro? ¿Y deberían hacerlo de manera voluntaria u obligatoria? ¿Y qué deberían hacer los grupos de ciudadanos que, sin formar parte de ninguna organización, pretenden participar activamente en la elaboración de políticas públicas?

Por último se plantea la cuestión de dónde regularlo. El anuncio del presidente del Gobierno apuntaba a los respectivos reglamentos de las cámaras como el lugar dónde se regularía el lobby. Esta ubicación normativa, defendida por APRI y que es práctica habitual, podría dejar fuera de la normativa la práctica de estos grupos de presión sobre el poder ejecutivo que, dada la importancia que el Consejo de Ministros tiene en nuestro país tiene en las iniciativas legislativas, dejaría fuera una buena parte del trabajo de los lobbies.

El primer paso está dado, pero aún queda mucho camino por delante. Del acierto en la manera de regular dependerá su eficacia y, en buena medida, la credibilidad de las reformas de regeneración democrática.

De dónde vienen los «Grillos»

Entre los candidatos que se presentan a las elecciones legislativas italianas los próximos 24 y 25 de febrero nos encontramos con un movimiento cívico, el movimiento Cinque Stelle, liderado por el cómico Beppe Grillo que con un mensaje centrado en la regeneración de la política italiana, se ha convertido en uno de los principales protagonistas de estas elecciones. El movimiento ha conseguido ya resultados electorales destacables pero, sobre todo, ha logrado generar una comunidad de ciudadanos activos, los ‘grillini’, que nos ofrecen novedades interesantes en el campo de la movilización política.

De dónde este movimiento social y cómo ha adquirido la fuerza electoral que hoy ostenta. La respuesta, ésta vez, no está en el viento sino en la red. El movimiento Cinque Stelle comenzó a trabajar hace más de cinco años y apostó desde el inicio por el uso de internet como herramienta política. Desde sus inicios su apuesta fue más allá de la propaganda y la información y se centro en aprovechar la red como plataforma de organización ciudadana y de creación de la agenda de los medios, renunciando expresamente a la televisión. Su impulsor Beppe Grillo entendió desde el principio que internet no era un lugar dónde ocurrían cosas sino una herramienta que permitía hacerlas en el mundo real y ha convertido internet en la estructura sobre la que se mantiene todo su movimiento ciudadano.

Por eso, aunque su actividad ‘online’ es muy destacable, un año antes del período electoral su blog recibía ya 200.000 visitas diarias, y más de 1.000 comentarios por cada ‘post’, a años luz de cualquier otro partido político, lo que supone un cambio radical en la forma en que los partidos políticos usan internet en nuestro entorno es el impacto de la herramienta en las actividades ‘offline’. Como ocurriera con Howard Dean el uso de una herramienta como Meetup ha permitido a más de 70.000 ciudadanos formar parte de alrededor de 600 grupos de “Grillos” que desarrollan distintas actividades políticas repartidos por 535 ciudades.

Como fruto de estos grupos de actuación, el movimiento se estructura en organizaciones locales que cuentan con sus propias herramientas ‘online’ (página web propia, perfiles en redes sociales… ) orientadas a la deliberación y a la acción política. Por encima de todos ellos, y sostenida también en una página web, la página web de Grillo, se encuentra el equipo que permite la coordinación del movimiento a nivel nacional ofreciendo la visión política del movimiento (habitualmente como fruto de la agregación de los movimientos locales) y espacios donde elevar al espacio nacional los debates locales.

Iniciativas con éxito

Internet no se entiende sólo como una plataforma de comunicación, y se utiliza para la creación de una auténtica comunidad, un ecosistema cívico compuesto por las organizaciones locales y sus actividades, que conforman una estructura que podríamos denominar “meta-organización” (Ahrne y Brunsson 2005, 2008), distintas de las estructuras de red más convencionales.

El movimiento está formado por la unión de grupos que gozan de gran independencia, pero gira en torno a un elemento central que sirve de agregador de experiencias, ordena y comparte la actividad desarrollada por los distintos grupos locales, les otorga mayor visibilidad e impacto, garantiza la cohesión nacional, ofrece una identidad y otorga cierta coherencia a un movimiento tan heterogéneo. Ese es el papel que desempeña Beppe Grillo, con la ayuda de sus herramientas ‘online’.

La comunidad se conforma y consolida en torno a las acciones de participación cívica, miles desde su creación, tanto en iniciativas locales independientes como en campañas nacionales. Desde que el 8 de septiembre de 2007, en el denominado Vaffanculo-Day, se presentara públicamente el movimiento Cinque Stelle, éste no ha dejado de proponer actividades concretas y diversas como «via dall’Iraq!» (un ‘mailing’ masivo dirigido al presidente de la República para que retirara las tropas italianas de Irak); «parlamento pulito» (en el que en un día lograron en la calle más de 300.000 firmas para limpiar el parlamento de políticos condenados y llegó incluso a lograr la financiación de un anuncio a página completa en el ‘International Herald Tribune’ para dar a conocer este tema en la opinión pública internacional); una campaña para ayudar a los pequeños inversores que habían perdido dinero en bonos argentinos o la iniciativa realizada en abril de 2008, en la que lograron 1.350.000 firmas para modificar tres leyes que permitieran reformar el estado de los medios de comunicación italianos.

Actividades

El papel del movimiento en estas actividades ha ido evolucionando con el tiempo. Para lograr la formación y consolidación de esta comunidad el movimiento ha ido evolucionando desde un papel promotor a un papel facilitador. Los grupos locales han desarrollado distintas alianzas con asociaciones y organizaciones con las que comparten objetivos concretos realizando acciones conjuntas e incluso compartiendo estructuras organizativas.

Pero sobre todo los grupos han sabido involucrar directamente a los ciudadanos ofreciéndoles espacios concretos de participación real. Las herramientas tecnológicas son el punto de unión con estos ciudadanos, convertidos en nodos informativos y de acción en torno a una oferta continua de actividades.

De esta manera, hasta la fecha en torno al movimiento se han promovido o apoyado miles de actividades distribuidas entre actividades de información (desde repartir boletines a elaborar contenidos para las distintas plataformas ‘online’) y actividades relacionadas con la defensa del medio ambiente (la oposición a la construcción de una incineradora, prácticas de reciclaje o la promoción de prácticas de movilidad sostenible).

Otro grupo de actividades que destaca entre los miembros del movimiento son practicas de intercambio de bienes y servicios, consumo crítico, economía alternativa, reutilización de productos, créditos locales y otras relacionadas con la política que afectan al estilo de vida (‘lifestyle politics’).

Lecciones a tener en cuenta

Si consolidar un grupo de estas características puede parecer complicado, más difícil se presentaba todavía la conversión de esta acción cívica en propuesta electoral. Tras diversos intentos regionales y locales, en los que los resultados han ido incrementándose progresivamente (llegando a gobernar la ciudad de Parma o a ser la lista más votada en la región de Sicilia), el movimiento se presenta por vez primera a una elecciones nacionales.

Fieles a su espíritu inicial han elaborado las listas a través de la celebración de elecciones primarias ‘online’, han construido su programa de manera deliberativa, en formato ‘wiki’ y, tras renunciar a la financiación pública, han buscado la financiación de los ciudadanos (con un objetivo de un millón de euros de los que hasta el momento han logrado recaudar 425.000 euros de 9.300 donantes). A expensas de lo que pueda ocurrir los próximos días 24 y 25 de febrero (los sondeos le otorgan una intención de voto de entre un 15 y un 20%) todo parece indicar que estamos ante un ejemplo, para aquellos, partidos políticos y movimientos ciudadanos que tratan de consolidarse como actores relevantes en el panorama político.

La evolución del movimiento Cinque Stelle deja una serie de lecciones que merece la pena destacar:

  1. La web no es sólo Twitter, o la herramienta de moda, es una estructura bien pensada, que responda a las necesidades del movimiento y en la que cada herramienta desempeña una función para la que resulta más eficaz que el resto.
  2. Construir un movimiento ciudadano, con o sin presencia electoral, requiere tiempo, mucho tiempo, más de cinco años en el caso de Grillo y sus seguidores.
  3. Es imprescindible mantenerlo vivo a través de actividades continuas, con objetivos claros y concretos y en el que un número amplio de ciudadanos tenga protagonismo real, desempeñando funciones definidas.
  4. Este tipo de estructuras se benefician de la existencia de un líder que, además de ofrecer visibilidad, ofrezca una identidad, que no aplaste la necesaria heterogeneidad, y articule una estructura organizativa, gracias a las herramientas tecnológicas.
  5. Por extrema que sea la posición, incluso para ir contra el sistema es mejor no abandonarlo, promoviendo su reforma, desde dentro, con debates y acciones concretas y determinadas.

Carromero, un caso político

En una dictadura todo es política. Da igual que sea o no totalitaria, los dictadores, que tienen como fin último mantenerse en el poder, tienden, con acierto, a ver como amenaza cualquier actividad que pueda incorporar un componente de crítica, da igual que sea académica, económica o social. De ahí que un caso como el de Ángel Carromero, relacionado con la muerte de dos disidentes cubanos, entre los que se encontraba Oswaldo Payá, el más conocido y el que contaba con mayor respaldo social, no pueda analizarse como un caso puramente jurídico, sin implicación política alguna.

Por lo que hemos sabido, Carromero se encontraba en Cuba realizando un viaje político. No era más que uno de los cientos de personas que acuden con regularidad a Cuba desde distintos países de todo el mundo, amparados por distintos programas de promoción de la democracia financiadas públicamente por instituciones como el Congreso norteamericano, USAID, o algunos gobiernos de todo el mundo como el sueco o el de la República Checa, para acompañar a la disidencia cubana y llevarles un poco de ayuda.

Ni misión imposible, ni 007, su objetivo no era ‘gran’ cosa: una conversación en la que se trasmite una visión diferente de lo que pasa en el mundo. Por ejemplo, llevar algo de dinero para familias que tienen al cabeza de familia en la cárcel o han visto como, por su posición política, todos sus miembros han sido expulsados del trabajo y carecen de ningún tipo de ingresos. O proporcionar unos libros clásicos y fáciles de encontrar en cualquier biblioteca familiar o material informático como un ordenador portátil o una impresora, que están prohibidos en Cuba, hasta el punto de que su posesión fue utilizada como prueba de cargo contra los disidentes condenados en 2003. O facilitar el movimiento por la isla de algunos de los líderes de estos movimientos democráticos, desplazamientos indispensables para mantener unidos grupos de oposición democrática en un país donde las telecomunicaciones están intervenidas…

El énfasis con que el régimen castrista persigue este tipo de visitas, condenándolas en su Código Penal, denunciándolas públicamente como actos de subversión, amenazando a los visitantes e incluso expulsándolos cuando lo consideran necesario, es lo que daba un componente de incertidumbre a una visita a unos colegas políticos, que, realizada en cualquier otro país del mundo, no merecería ningún tipo de atención de las autoridades ni de los medios de comunicación.

Motivos suficientes

Se puede cuestionar la eficacia de este tipo de ayudas, y es probable que ningún libro las recoja cuando se escriba la historia de la transición a la democracia en Cuba. Es posible que los más beneficiados sean los visitantes, que tienen la oportunidad de conocer de primera mano la crueldad de un régimen anacrónico y a personas que llevan años luchando por la democracia. Quizás por ello y por la defensa que de este tipo peculiar de ‘turismo solidario’ hacen tanto los que reciben las visitas, como aquellos que lo hicieron años atrás en la URSS, Checoslovaquia o Polonia hay motivos más que suficientes para realizarlas.

Estas circunstancias estuvieron muy presentes durante el proceso. Con ese componente político fue presentado el caso en los medios de la isla y así se ha encargado de recordarlo el Gobierno cubano, que no dejó de amenazar con los cargos de violación del status migratorio tipificados en el Código Penal cubano. De ahí que no sea necesario un conocimiento profundo del derecho para intuir que el juicio, al que ni siquiera dejaron pasar a los hijos de una de las víctimas, no cumplió con los principios procedimentales básicos para poder hablar de un juicio justo.

Carromero fue privado durante los primeros días de asistencia letrada y consular (más allá de un breve encuentro con el cónsul durante las primeras 72 horas), fue retenido en prisión durante casi tres meses en espera de juicio, algo impensable en Europa por el tipo de delito que se le imputaba, y fue condenado sin permitir a su defensa el derecho de acceso a las supuestas pruebas que condujeron a la condena, y en base a su autoinculpación realizada en unas condiciones cuestionadas.

Argumentos como la retirada de todos los puntos de su carnet, suministrados a la Justicia cubana por los medios de comunicación españoles, carecen de peso legal desde el momento en que está demostrado que Carromero tenía todavía el carnet en regla, al no ser todavía la retirada de puntos efectiva, por lo que podía conducir legalmente tanto en España como en el extranjero. Por contra se ha preferido dar credibilidad a la versión oficial confirmada letra por letra en un proceso judicial realizado por un régimen al que no suelen dar credibilidad.

Investigación objetiva

Leyendo lo publicado durante estos días quizás sea necesario recordar lo obvio: Cuba no es un estado democrático en el que exista una separación entre el Poder Ejecutivo y el Judicial. De ahí la necesidad de analizar con algo de sentido crítico una sentencia, de un caso que afectaría a la reputación del Gobierno cubano, dictada por una Justicia que ha perpetrado alguno de los disparates jurídicos más esperpénticos del pasado reciente, como el juicio al General Ochoa y Tony de La Guardía, que Jorge Masseti relata de primera mano en ‘El Fulgor y el delirio’, un testimonio tan apasionante como brutal, o las condenas a los 75 detenidos durante la Primavera de Cuba de 2003.

No hay duda de que el Gobierno español decidió optar por el camino más corto para traer a España al político, y su celeridad en actuar, y las reiteradas conversaciones con sus homólogos cubanos, no hacen más que justificar el carácter político del caso. De ahí la aceptación de la sentencia, a pesar de la falta de garantías del proceso, y el empeño en respetar escrupulosamente todos los requisitos legales establecidos para poder acceder a los beneficios penitenciarios establecidos por nuestro ordenamiento.

Ha llegado la hora de cerrar definitivamente el caso Carromero y reabrir el caso Payá-Cepero, eso sí, con todas las garantías. No hay duda que en las circunstancias descritas es difícil saber lo que pasó, pero resulta difícil admitir la versión oficial de un Gobierno que había amenazado reiteradamente a las víctimas. O que desde su salida de La Habana, a las 6 de la mañana puso de manifiesto que Oswaldo Payá salía de viaje lo estuvieran vigilando. O que ha negado a la familia conocer los resultados de la autopsia e incluso asistir al juicio oral, y que se basa sólo en la autoinculpación dictada de Carromero que incluso en su redacción resulta sospechosa.

Resulta tan difícil como extraño el empeño en negar a la familia el derecho a conocer lo sucedido, sea lo que sea, realizando una investigación objetiva, algo que, por las circunstancias expuestas no ha sido garantizado por el proceso judicial celebrado y que correspondería al Gobierno español promover, dada la condición de español de una de las víctimas.

Los secretos de Gumpert

El Colegio de Abogados de Madrid ya tiene nueva decana, la primera mujer de su larga historia. Se trata de Sonia Gumpert una joven abogada madrileña, socia de un pequeño despacho, absolutamente desconocida en el mundo jurídico madrileño hasta la reciente campaña electoral, que en breve será proclamada.

Su elección no ha estado exenta de polémica. Es posible que a los abogados madrileños les cueste olvidar la noche del 18 de diciembre de 2012, pero más allá de la polémica, la victoria de la nueva decana nos ofrece algunas interesantes lecciones desde el punto de vista de la gestión de las campañas electorales.

Alrededor de 65.000 abogados forman parte del Colegio. Más de 40.000, ejercientes, cuenta con un voto de valor doble. La participación electoral nunca había superado el 10%, en ocasiones no había llegado ni al 5%.

Esta baja participación se explica por la lejanía del Colegio hacia sus colegiados, centrado más en su labor representativa que en la de gestión de servicios, pero también se explica como consecuencia de la dificultad de derrotar a decanos anteriores, que siempre habían abandonado el cargo por voluntad propia, por una mezcla de inevitabilidad y de uso de los recursos que el poder suele ofrecer al que ocupa un puesto institucional. Aún así, ilustres juristas como Jiménez de Parga o Stampa Braun lo intentaron sin éxito en anteriores ocasiones.

Quizás fue en 2007 la primera vez que un candidato oficialista Antonio Hernández-Gil, sustituto oficioso de Luis Martí Mingarro, que con más de 25 años en la Junta de Gobierno, veía realmente peligrar su puesto, al vencer con una exigua ventaja, alrededor de 200 votos, a Javier Cremades. Esta vez una de las candidaturas no oficiales, la de Sonia Gumpert, se ha hecho con el triunfo.

La campaña de los candidatos

Cada una de las campañas de los tres candidatos más votados en las urnas han adoptado modelos de campaña esencialmente diferentes, que nos ofrecen algunas pistas sobre el futuro de las campañas electorales.

El decano, Hernández-Gil, ha realizado una campaña tranquila, como de ganador que espera recoger su triunfo. Sin grandes promesas, ni presencia mediática más allá de lo obligado, parecía convencido que su condición de decano y el apoyo de los grandes despachos sería suficiente para revalidar su resultado de 2007.

De ahí que se limitara al apoyo del diario ‘Abc’, a la presencia en los debates de rigor, a una acción mediática diferente, un debate en Twitter que no terminaba de casar con su personalidad, y el envío de una carta y una libretita a todos los abogados de Madrid. Los resultados muestran como no iba tan descaminado, 3.526 votos que corresponden casi exactamente con los obtenidos en 2007 y que, en circunstancias ‘normales’, hubieran sido suficientes.

Javier Cremades salió peor parado. Su posicionamiento era similar al de 2007, el cambio tranquilo más necesario que nunca ante las sonadas ausencias del decano. Para lograr ser elegido planificó una presencia constante en los medios de comunicación. Para ello, realizó destacadas acciones como la presentación de un vídeo con personajes destacados del mundo de la empresa y la cultura, un gran Foro sobre el futuro de la profesión, una carta colectiva de apoyo de destacados juristas. Contó además con el apoyo incondicional de ‘El Mundo’, y un apoyo más moderado de ‘Expansión’ y ‘La Gaceta’.

Cremades ha podido explicar su proyecto en programas de máxima audiencia en Antena 3, Telemadrid, Intereconomía, y publicar tribunas de opinión medios escritos como ‘El País’ o ‘El Mundo’. Sin lugar a dudas ha sido el candidato con más y mejor cobertura en los medios de comunicación nacional. A pesar de semejante campaña, y para sorpresa de muchos que, quizás deslumbrados por los medios, le daban como seguro triunfador, los resultados no le acompañaron y perdió unos mil votos respecto a 2007.

La candidatura triunfadora, que sumó más votos que las de Hernández-Gil y Cremades juntos, planificó la campaña de manera radicalmente distinta. Condicionada por su origen, la Plataforma en defensa de la abogacía madrileña, la campaña se orienta desde el principio por el modelo de las ‘grassroot campaigns’, que busca involucrar activamente a un número grande de partidarios para convertirlos en actores activos de la campaña y poder llegar, a través de ellos, de manera directa a miles de votantes.

Parecieron entender desde el principio que, como demuestran los resultados, en elecciones con porcentajes tan bajos de participación son muy pocos los que se sienten obligados a votar y, en consecuencia, decidir su voto, sino que a la gran mayoría de los votantes lo que les anima a votar es el conocimiento y la relación con alguna candidatura. En este contexto los medios de comunicación se convierten en una herramienta para reafirmar la credibilidad de la campaña, sus posibilidades reales de triunfo. Son el medio de demostrar que el reto es posible y que son muchos los que así lo creen. Sirven, sobre todo, para neutralizar a derrotistas y amigos del voto útil y lograr una percepción general de estar entre los que tienen posibilidades.

El problema de estas campañas es que necesitan mucho tiempo, un mensaje claro, y de un candidato capaz de trasmitir ilusión y romper con la barrera de la inevitabilidad. La apuesta no dejaba de ser arriesgada, asumiendo la fidelidad del voto de un sector tradicional, y el mejor posicionamiento inicial de sus adversarios, la candidatura de Gumpert se jugaba todo a la carta de lograr un incremento importante de la participación. Y lo logró: más de 16.000 votos que suponen un incremento del 50% respecto a la participación de 2007.

El secreto: una plataforma activa de abogados convencidos de que era posible ganar las elecciones, y que no dudaron en involucrar a sus amigos y conocidos de la profesión, en cifras que van desde 30 hasta los 500 contactos personales de algún miembro de la candidatura. La cifra final de personas que habían oído hablar directamente de la candidatura a un amigo, familiar o compañero de despacho se acerca a los 6.000 abogados, de los que más de 3.000 acudieron a las urnas, convirtiendo a Sonia Gumpert en la primera decana de la historia del Colegio de Abogados de Madrid.

Quizás sea exagerado decir que con la campaña del Colegio de Abogados se consolida una nueva forma de hacer campañas. A nadie se le escapa lo reducido del censo, 65.000, y el número discreto de votantes (alrededor de 9.000) para sacar consecuencias generales aplicables a cualquier elección pero es difícil cuestionar que gracias al uso inteligente de la tecnología, las campañas están volviendo aceleradamente a la época de la relación personal, debilitando las estructuras de poder tradicionales, que tenían en su dominio de los recursos de la campaña y los medios de comunicación su garantía de éxito. Eso abre grandes oportunidades a aquellos que se crean sus posibilidades, logren convencer a otros y afronten con tiempo y estrategia estos procesos electorales.