Elecciones uruguayas con poco desarrollo de la red

El 25 de octubre los uruguayos volverán a acudir a las urnas, esta vez para elegir un nuevo presidente para los próximos 4 años. En un año netamente electoral – a inicios de 2009 también se celebraron las internas de cada partido- el uso de la red, y específicamente, de las redes sociales está siendo muy escaso, más si tenemos en cuenta que aún existe alrededor de un 10% de los electores que no han decido su voto y faltan 7 semanas para el día de la elección.

Esta situación no puede explicarse en términos de pocos ciudadanos con acceso a Internet, ya que Uruguay, después de Chile y Argentina es el tercer país con mayor acceso en Iberoamérica: más del 38% de la población accede a la red. A su vez, cada vez son más los planes de desarrollo e implementación de nuevas tecnologías que está poniendo en práctica el Estado de Uruguay a fin de avanzar hacia la sociedad de la información inclusiva del país, basando su estrategia en la educación digital.

No obstante cuando nos adentramos a las plataformas digitales de las tres principales fuerzas políticas del escenario nacional, sorprende ver la ausencia de varias y reconocidas redes sociales que tanto en Uruguay -como en la región- cuentan con crecientes tasas de usuarios y que primero en las elecciones de Argentina y ahora mismo en las de Chile, están mostrando otra forma de participar, aunque tímidamente, en la campaña política.


Así, al entrar a la plataforma del Frente Amplio (FA) que de momento lidera las encuestas pero que nada garantiza que triunfe directamente y todavía son muchos los que plantean la posibilidad de ir a un ballotage, vemos que sólo cuenta con canal propio en you tube, que si bien data desde 2007, sólo se han subido 33 vídeos. La web oficial no reconoce ni identifica la existencia de un perfil propio o de grupo del partido o de Pepe Mujica en las redes sociales más conocidas del momento, ni siquiera en la red con más crecimiento en la región: facebook.

Sí es posible encontrar en la página oficial del candidato un buen uso (prácticamente, es la página) de Flickr, como la utilización de la red vimeo en vez de you tube. Igualmente es mínima la cantidad de videos subidos (8) como nula la suscripción/ o contactos en la red.

Por su parte, la web del Partido Nacional (fuerza que actualmente está compitiendo por el segundo lugar con chances de un ballotage) a primera vista nos ilusiona un poco al ver enlaces con you tube, enlaces con la web del candidato y la presencia de facebook. Todo se desvanece al comprobar que salvo el enlace hacia la web de Lacalle, el resto de los link no funcionan.

Es en la web del candidato, que tampoco es personal, sino de la fórmula electoral, donde podemos acceder a un perfil de facebook (de grupo), con más de 10.000 partidarios, bastante bien utilizado como también a un importante número de videos enlazados a you tube, pero sin canal personal.

Finalmente, el candidato del partido Colorado, Pedro Bordaberry (la tercera fuerza en competición) cuenta con una web un poco más interactiva, personal y con visibilidad desde la plataforma a facebook (menos de 3000 partidarios) y un canal propio en you tube con 68 videos y 36 suscriptores, aunque con sólo 4 meses de antigüedad, es decir, fue creado sólo para la campaña.

Ninguna de las plataformas contempladas dice nada de twitter, tuenti, etc. e incluso el desarrollo de lo existente en cada web electoral, deja en la mayoría de los casos mucho que desear.

Aún quedan 7 semanas para la contienda electoral, y un número importante de ciudadanos aún no ha decidido su voto. Quizás este sea un buen momento para poner en uso los dispositivos existentes a fin de llegar a los ciudadanos de otra forma, más cercana y personal, más creativa y participativa.

Lecturas de verano: De las naciones a las redes

De las naciones a las redes
David de Ugarte, Pere Quintana, Enrique Gómez y Arnau Fuentes
Ediciones El Cobre, 2009

La historia moderna se ha construido durante los últimos siglos en torno al Estado Nación. Las relaciones jurídicas, económicas y sociales han tenido el Estado como pilar básico, tanto que es difícil imaginar un mundo en el que no existieran los Estados. Una mirada a la historia nos demuestra que esto no fue siempre así pero lo que es más difícil de creer es lo que defiende este magnífico libro: esto no será siempre así.

Estamos asistiendo al paso de una sociedad de economía y comunicación descentralizada -el mundo de las naciones- a un mundo de redes distribuidas, hijo de internet y la globalización, en el que las personas están dejando de definir su identidad en términos nacionales. La transformación de los vínculos sociales hacia las formas propias de las redes, flexibiliza los vínculos del territorio y potencian toda una serie de identidades que vienen determinadas por afinidades, intereses comunes y objetivos compartidos. Las naciones irán difuminándose hasta convertirse en un elemento más, entre otros muchos y sin casi importancia, de los que conformarán las nuevas identidades y los nuevos valores que a largo plazo acabarán superando y subsumiendo la visión nacional y estatalista del mundo. Como recuerda Josu Jon Imaz en el prologo, recordando a Daniel Innerarity, «el proceso de civilización posiblemente no sea más que una creación de mallas y redes más densas que van rompiendo el carácter radial y van tejiendo algo mucho más multipolar, donde la incorporación de nuevos nodos (nuevas realidades) y la creación de muchas mayores conexiones de todo tipo (económicas, informativas, culturales, académicas, empresariales…) generan la globalización».

De las naciones a las redes no habla de un futuro probable sino de un presente en el que la identidad nacional se está tornando ajena, ha dejado de responder a las necesidades reales que provocaron su nacimiento y por eso comienza analizando los orígenes del Estado Nación y sus elementos configuradores, señalando a la información (la imprenta, los cafés y el periódico antes y hoy internet) y a la economía como los grandes motores del cambio.

El paso siguiente es el del análisis de los disidentes, segregacionistas que a lo largo de la historia han optado por vivir al margen del esquema nacional, desde Zamenhof, que propone el esperanto como elemento identitario del hilelismo, una reforma del judaismo desarrollada en los inicios del siglo XX, hasta las distintas segregaciones libertarias o las distintas repúblicas filatélicas… aunque se presentan como excepciones más que como antecedentes del futuro en red.

Para terminar se nos presenta a los pioneros de la sociedad en red: netócratas, neonómadas, sionistas digitales y neovenecianistas, estos últimos presentados como los nuevos protagonistas desde su forma diferente de entender el nosotros, la única que, según los autores, demuestra, de momento, ser, a un tiempo, viable y constructiva, cohesiva y concernida por la libertad.

El prólogo describe gráficamente el libro como un cuadro que los autores no han terminado de pintar, y es cierto. El lector no encontrará las respuestas a las preguntas que se le han ido amontonando mientras leía el libro y tendrá que conformarse con una serie de intuiciones asistemáticas, algunas de ellas geniales; a pesar de apuntar una serie de tendencias y líneas básicas los autores se niegan a ejercer de futurólogos dejando al lector con multitud de tareas pendientes, con mucho que pensar respecto al futuro. Un futuro en el que, según lo analizado en el libro, es difícil predecir qué forma adaptaría la identidad, que históricamente ha mostrado tendencia a la uniformidad (religión, nación…). Aunque hay una serie de factores entre los que podría surgir aquel predominante en la construcción de la identidad del futuro, más bien parece que asistimos a un mundo en el que la identidad estaría a su vez formada por planos de identidades y relaciones múltiples y complejas, algo que alterará radicalmente los nuevos mapas en red, incluso los que presenta este libro. Un mapa en el que la identidad lingüística, que los autores vaticinan plural, jugará un papel esencial al ser condición sinequanon para la comunicación.

Lo que los autores afirman sin dudar es que esta nueva identidad será conversacional o no será. Si, recordando el experimento que Waal relata en la política de los chimpances, los autores apuntan que «una comunidad puede mantenerse sobre la conversación colectiva y su juego político”, enseguida se apresuran a resaltar como lo que otorga corporeidad y materialidad a una identidad conversacional hasta convertirla en algo capaz de superar a la idea nacional, es la economía, la existencia de un metabolismo económico subyacente. Una vez más información y economía, hasta llegar a señalar, con Juan Urrutia, que “sin economía compartida no hay comunidad humana sostenible en el tiempo”, de ahí que las identidades estén llamadas a configurarse como una representación de intereses, flujos no solo de ideas y palabras, sino de valor transformable en medios de vida.

Es como si no pudiera existir comunidad sin economía y aquellas que existieran, formadas por las identidades conversacionales en la red, estuvieran condenadas la infidelidad, la transitoriedad y la temporalidad de las alianzas. La duda es si esto dificulta la formación de identidades o, simplemente, afecta a una nueva configuración de estas. Mi intuición apunta más bien en esta línea, en un mundo donde la economía y la información se funden, configurando esta el sustento de aquella, el nuevo mapa de red será siempre provisional, una obra permanentemente “en construcción”.

Estamos ante un libro tremendamente provocador, en el mejor sentido de la palabra, que provoca las ideas, las futuras reflexiones y lo hace de una forma asequible al gran lector. Un libro que desborda erudición, quizás excesiva en su opción por no traducir las citas, y que pone de manifiesto que sus autores llevan muchos años viviendo y pensando en red. Un libro en el que el relato, las imágenes ocupan un lugar fundamental, hasta el punto de que en ocasiones opacan el fondo de la cuestión, un estilo que a algunos puede parecer poco académico pero que resulta tremendamente atractivo, didáctico y sugerente.

Máster Universitario en Derecho Parlamentario, Elecciones y Estudios Legislativos

Este año comienza en la Complutense, dependiente del Instituto de Derecho Parlamentario y el Departamento de Derecho Constitucional (a las que pertenezco), el Máster Universitario en Derecho Parlamentario, Elecciones y Estudios Legislativos.

Se trata de un Master novedoso y que puede resultar de interés a estudiantes y profesionales de diversos perfiles, el plazo para solicitar la admisión finaliza el 18 de septiembre y podeis encontrar más información aquí.

Lecturas de verano: The right movement, Matthew Dallek

Es habitual presentar a Ronald Reagan como el campeón de «La nueva revolución americana», un cambio social que se iniciaría en 1964 con la candidatura presidencial de Barry Goldwater y que culminaría en 1980 con la llegada de Ronald Reagan a la Presidencia norteamericana. Durante su presidencia se llevarían a cabo algunos de los puntos que habían articulado al movimiento, disminución del papel del Estado, enfrentamiento a la amenaza comunista… y a la misma seguirían Bush Padre, que se vino abajo por «traicionar» estos principios (Lean mis labios: No más impuestos), Clinton, y George W. Bush.

En los últimos tiempos se han publicado un puñado de libros que explican la extensión del movimiento y su profundidad pero no terminan de ahondar en los inicios del movimiento, el que transcurre en los años 60, en los que tras el Partido Republicano es derrotado en las urnas en 1964 y cuando accede al poder lo hace con un Presidente que no se identificaba con el ala más conservadora del Partido y que renuncia a la Presidencia tras un escándalo de espionaje y mentiras. Es difícil entender como se fragua el movimiento conservador norteamericano, «La nueva revolución americana» (J.M. Marco, Criteria) es quizás el más revelador de los publicados en español. El neofito en la materia no puede dejar de sorprenderse con el acontecimiento que todos señalan como el principio del dominio cultural de los conservadores norteamericanos la mayor derrota sufrida por un candidato republicano en todo el siglo XX, y quizas de la historia. Desde ese momento y muchos se preguntan si de semejantes cenizas pudo realmente surgir algo.

De ahí el interés de este libro, que explica, desde una perspectiva parcial, las elecciones al gobierno de California, la resaca de las elecciones del 64 y los acontecimientos políticos y culturales en los que comenzó a fijar sus raices el movimiento conservador. De la narración de la sorprendente derrota del dos veces Gobernador Pat Brown, que en 1962 había derrotado al ex-vicepresidente Nixon, a manos de un actor sin ninguna experiencia política, Ronald Reagan, se van lanzando ideas que van mucho más allá de las circunstancias concretas de la elección y profundizan en una de las épocas más desconcertantes, y culturalmente más influyentes del siglo XX.

En el desarrollo de la campaña se presentan algunos de los que serían protagonistas del movimiento conservador. Los «Young republicans», un grupo de jóvenes operadores políticos que aparecen a finales de los años 50 y terminan controlando el aparato del partido hasta resultar decisivos en la nominación de Goldwater, que luego no contaría con ellos, salvandoles quizás del naufragio de su candidatura. Los movimientos de base, impulsados por estos jóvenes y azuzados por el mismo Goldwater que se consolidaron en los 50 Estados y quedaron con cierta sensación de orfandad tras la derrota. Las peleas internas dentro del Partido Republicano entre los conservadores y todos aquellos que, tras la abultada derrota, reclamaban la vía moderada como uníca forma de salvación del partido.

La agenda es otro de los puntos claves, quizás el más importante de lo que sin duda se presenta como una Revolución cultural. Asuntos como la asimilación de las recién aprobadas leyes de derechos civiles, y sus consecuencias en todo el país, especialmente en el Sur que se convirtiría en el único reducto de Goldwater y el Partido Republicano en 1964, que extenderá su dominio hasta nuestros días. Las revueltas universitarias en nombre de la libertad de expresión, que ponían de manifiesto una serie de profundos cambios sociales, el malestar ante la guerra de Vietnam…

De regalo, se ofrece al lector un análisis bien documentado de los inicios de Ronald Reagan en política, el periodo quizás menos estudiado a pesar de las innumerables biografías existentes, que suelen centrarse en el antes, el actor y el después, el Presidente, en el que se van perfilando los elementos que le convertirían en uno de los presidentes más respetados de los Estados Unidos. Se presta gran atención a la construcción de su personaje, que hizo de su inexperiencia política una fortaleza al presentarse como un hombre de la calle ajeno a los políticos, sus dotes, que van más allá de su porte físico, su intenso trabajo, su audacia… Su estrategia política, y la construcción de su mensaje de ley y orden, la forma de tejer alianzas y el papel desempeñado por sus distintos asesores. Sus errores iniciáticos…

El autor dibuja a Reagan como un candidato cercano a Goldwater, que construyó su campaña en el dificil equilibrio de separse de los radicales, como los miembros de la Birch Society, sin renunciar a sus ideales conservadores y lo consiguió, logrando una victoria que muchos pronosticaban imposible, en el mayor Estado de la Unión, gobernado por un popular gobernador demócrata.

La sensación final es que Reagan tuvo mucho suerte en la elección que fue muy mal gestionada por los demócratas, principalmente con las historias de Berceley y los blacks riots, y que Reagan lo aprovechó bien.