En Madrid hace un frío que pela y la moto no ayuda a entrar en calor, pero al leer esta noticia todo el frío pasado hasta la fecha se ha quedado corto, me he quedado helado.
La naturalidad con la que plantea la eliminación de niños con sindrome de Down, como el ejercicio del derecho a elegir, y la posibilidad de ampliarlo a niños autistas, me hace recordar las pesallidas del nazismo. Matar una persona por su condición de discapacitado es terrorífico, y tiene mucho que ver con la devaluación de la vida humana y la sobrepreciación (o como se diga) del placer o la comodidad como valores supremos. Que se trate el tema en los periódicos con tal naturalidad me da miedo, mucho miedo. Para mi es cómo leer una noticia en la que se dijera: Presos de ETA discuten sus próximas víctimas, o el violador del chandal está eligiendo un nuevo barrio para continuar su actividad…
La llegada de un barco abortista a las costas valencianas es, sin duda, una operación mediática para impulsar la aprobación de la reforma de la ley del aborto en España. Es una práctica habitual, que se ha realizado en otros países como Portugal, para generar atención y desensibilizar a la opinión pública, convirtiendo el drama del aborto, algo reconocido mundialmente, en una especie de show mediático, un juego, al que invitan a los periodistas que no suelen tener problemas en participar.
Las denuncias, la publicidad de la realización de 6 abortos, el casting de las mujeres con 6 semanas y media de gestación, es como un Gran Hermano del aborto, para quitarle hierro, convertirlo en un tema ideológico, ocultar los hechos, no dejar ver la realidad…
Pero lo más preocupante es el desafío al Estado de Derecho y la nula advertencia de los medios de comunicación. Con la ley española en la mano estos señores, el ginecólogo valenciano y la dueña del barco, están desafiando a la legislación, cometiendo un delito, pavoneándose y dándole publicidad.
No sé que pasaría si se ofrecieran suicidios asistidos en alta mar o barra libre de farlopa para promover su legalización; y si lo que se vendieran fueran descodificadores del canal plus, qué ocurriría si alguno decidiera trasladar su cadena industrial de copia de cds y dvds piratas a un barquito en alta mar, o si lo que se vendieran fueran esos juguetes chinos intoxicados que generaron tanta alarma social, o qué tal si se fletara el barco de los pederastas para que, sin restricciones legales, pudieran distribuir su material pornográfico por internet. Mejor no dar ideas, aunque a lo mejor algunos de los que celebran el acontecimiento se rasgarían las vestiduras.
Con este titular, supuestamente escandaloso, abre El País un reportaje sobre la odisea de una chica boliviana para abortar en España. Según nos cuenta el periódico, la chica sin medios económicos y apoyos familiares decidió abortar y para ello acudió a Caritas. El escándalo ,según este medio de comunicación, se encuentra en que en esta ong de la Iglesia católica, le comunicaron que abortar es delito en España, algo que establece el código Penal aprobado por el Partido Socialista, y que es absolutamente innegable desde cualquier perspectiva jurídica, sea cual sea la ideología del periodista que escribe la noticia.
A partir de ahí todo es desinformación y bilis, para acusar al Ayuntamiento de Madrid de lo mismo, y una invocación de un derecho, algo jurídico al menos hasta hace unas horas, al aborto, que mal que les pese a algunos no existe en nuestra legislación, en la que sólo se establecen 3 supuestos en los que abortar no está penalizado, excepciones al delito, y en ninguna de éstas se incluyen los supuestos socioeconómicos.
Es totalmente legítimo defender otra ley abiertamente pero cuando en lugar de hacerlo se trata de influir en el debate con mentiras y falsedades lo único que se consigue es debilitar el Estado de Derecho.
Un ejemplo, el Código Penal establece el estado de necesidad como situación en la que delitos como el robo no estarían penalizados. Qué les parece un titular así: «Me dijeron que robar era delito». Y un reportaje en el que se habla del derecho al robo y las dificultades que existen para robar en nuestro país. Menos mal que todavía quedan algunos, las clínicas que viven de ejercer abortos, que se dedican a facilitárnoslo a todos… por amor al arte.
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