Y todo por una firma

Por su interés, comparto este artículo que he recibido por correo electrónico:

Y TODO POR UNA FIRMA
Marta Menor
Julio 23, 2012

Ayer el régimen silenció una voz que les hacia daño, la espina que nunca desaparecía. Una voz de la oposición cubana. La voz de Oswaldo Paya. El mundo entero conocía de Paya y hoy toda la prensa internacional habla en primera plana de la muerte del opositor cubano.

Pero ayer también murió junto a él, una parte del futuro de Cuba. Un joven estudiante cubano. Este estudiante se llamaba Harold Cepero . Harold era estudiante en el cuarto año de Medicina Veterinaria pero fue expulsado el 13 de Noviembre de 2002 de la Universidad de Camagüey. Su delito: Una firma. (más…)

Oswaldo Payá, enamorado de Cuba

Oswaldo Payá, enamorado de Cuba

Muchas veces me dijo que estaba convencido de que moriría antes que Fidel Castro. Nunca le creí, sorprendido de que ni siquiera él pudiera evitar esa exuberancia verbal cubana. Una vez más, tenía razón.

Oswaldo Payá amaba Cuba, por eso decidió quedarse cuando todo le empujaba a irse. Se sentía encerrado en su isla, pero siempre entendió que los muros de la isla-cárcel no tenían el tamaño suficiente para impedirle vivir con libertad y que el que algunos se quedaran era necesario para que todos los que un día se fueron pudieran regresar.

Decidió hacer política cuando comprendió que para el que quiere cambiar las cosas no hay nada peor que no hacer nada y que para lograr un gobierno justo no bastaba con salir a la calle pidiendo libertad. Trabajó siempre para ofrecer una alternativa posible a la dictadura de los Castro. Confiaba en la fuerza del comportamiento de los hombres libres, y, sin un ápice de ingenuidad, nunca rehusó abrir camino por los estrechos senderos que le ofrecía una legalidad que sabía meramente formal. Miraba con cierta envidia la transición pacífica en España, que conocía en profundidad. Quizás de ahí le venía su empeño de ir de «la ley a la ley» manifestado en su intento de presentarse como candidato a diputado en la Asamblea Nacional en 1992, y, sobre todo, en el lanzamiento del Proyecto Varela, que utilizaba la Constitución Cubana para convertir en leyes el derecho a la libre expresión, a la libertad de prensa y a la libertad de asociación. También el derecho de los ciudadanos a tener sus empresas, la modificación de la ley electoral nº 72 y la celebración de nuevas elecciones, y la amnistía para todos los presos políticos.

Creo que no tenía eso que los gurús del marketing político denominan carisma, pero demostró a lo largo de su vida ser un líder de talla internacional.

Entendía que el liderazgo era cuestión de claridad de ideas, de trabajo en equipo, y consiguió liderar un auténtico movimiento social que recorría Cuba de extremo a extremo. Hizo del MCL una gran familia, y cuidaba de sus miembros como hermanos, les llamaba constantemente, los visitaba en sus casas, y, cuando recibió algún premio internacional, compartió el dinero del premio, imprescindible para la supervivencia de aquellos expulsados de sus trabajos por ser «amigos de Payá».

Era una referencia moral indiscutible, por eso era una amenaza tan seria en un régimen donde la corrupción lo contagia todo, llegando hasta los últimos rincones de la sociedad. Su fuerza le venía del convencimiento de estar luchando por lo más justo y lo mejor para el pueblo cubano, y de ahí que sorprendiera a todos los que tuvimos la oportunidad de conocerlo personalmente por su inmensa tranquilidad. Paz en el país de «Patria o muerte», en un ambiente en el que la tensión forma parte del aire, y en unos tiempos en los que vivir deprisa parece obligatorio.

Es posible que esta paz fuera consecuencia de su fe. Una fe vivida, que daba sentido a su integridad y su honestidad. Una fe que le permitió sufrir por la incomprensión de la jerarquía de la iglesia cubana, sin perder nunca la paz.

Quizás era esa misma fe la que le permitía hablar de su muerte con tranquilidad. Muchas veces me dijo que estaba convencido de que moriría antes que Fidel Castro. Nunca le creí, sorprendido de que ni siquiera él pudiera evitar esa exuberancia verbal cubana. Una vez más, esta vez para desgracia de los que están convencidos de que la gente buena hace el mundo mejor, tenía razón. 

Publicado en Libertad Digital

 

Iglesia y Revolución en Cuba

Iglesia y Revolución en Cuba

Si pudiéramos echar un vistazo a la famosa biblioteca del olvido de Nabokov, seguro que encontraríamos miles de libros sobre la revolución cubana y sus consecuencias, incluido, por supuesto, el mío, Regreso a Barataria. Encontraríamos mucha política ficción, mucha psicología, mucho libro de humor, muchísimas hagiografías del Líder Máximo, asombrosos ejemplares más propios de la astrología o el esoterismo…

De entre los libros de asunto cubano que se salvarían de esa particular quema encontraríamos varias memorias y algún ensayo histórico como el que me dispongo a comentar, Iglesia y revolución en Cuba. Enrique Pérez Serantes (1883-1968), el obispo que salvó a Fidel Castro.

Habituados a unas versiones unilaterales de la historia en la que los implicados callan, por ejemplo, por miedo o desacuerdo, para la confección de esta obra el profesor Uría ha buceado en documentación cubana y estadounidense, en testimonios de cubanos de la Isla y de cubanos del exilio y en el archivo personal del arzobispo Pérez Serantes en Santiago de Cuba, que se abrió por primera vez precisamente para posibilitar la elaboración de este estudio. El resultado es un libro que aúna el rigor histórico con la capacidad de tratar con acierto un tema específico –que a algunos les parecerá menor– sin perder de vista un contexto complejo y mucho más amplio.

Son muchos los que, medio en broma medio en serio, culpan a monseñor Pérez Serantes, arzobispo primado de Cuba entre 1948 y 1968, del infierno que padece Cuba desde 1959. Su intervención ante las autoridades batistianas tras el ataque al cuartel Moncada (1953) fue decisiva para que el entonces líder rebelde Fidel Castro salvara la vida.

Desde ese momento, la historia es bien conocida. Lo que quizás muchos ignoran es la decisiva intervención de los católicos (jerarquía y laicos) en la revolución cubana. Fue el mismo Fidel Castro quien pidió al prelado que le acompañara en el histórico discurso que pronunció 1 de enero de 1959 en Santiago de Cuba, en el que prometió democracia, justicia y pan. Y lo hizo no sólo como agradecimiento a quien años atrás le había salvado la vida, sino como reconocimiento de la contribución de tantos cristianos –en su mayor parte católicos– al derrocamiento de Batista. Fue un reconocimiento… y un guiño a unas gentes que empezaban a vislumbrar la amenaza comunista que encarnaban los barbudos de Sierra Maestra (no todos; Huber Matos, por ejemplo, jamás fue comunista).

Las dudas no tardaron en convertirse en certezas y la colaboración inicial dio paso al enfrentamiento y a la persecución anticristiana. Pérez Serantes enseguida se puso, una vez más, del lado de la libertad. Le siguieron miles de cubanos defraudados con el giro comunista de la revolución, y todos terminaron aplastados por la poderosa máquina totalitaria del régimen.

La Iglesia se volvió a quedar en el lado de los más débiles. Se enfrentó al injusto régimen de Batista y al que le sucedió, que llegó predicando la libertad pero inmediatamente mostró su verdadero cariz totalitario y que no dudaba en encarcelar a los sacerdotes críticos en centros de readaptación.

El del papel de la Iglesia en la vida política, sobre todo cuando ésta tiene lugar en un Estado que vulnera sistemáticamente los derechos humanos, no es tema fácil. Desde estas páginas hemos reivindicado el difícil papel de la Iglesia en Cuba, siempre en la cuerda floja, siempre en la compleja situación de mantener su espacio de libertad en la Isla-Cárcel –espacio que la propia Iglesia abre a todos los cubanos (creyentes y no creyentes)– sin dejar de denunciar las violaciones constantes a los derechos humanos. En el otro lado se encuentra el interés del régimen por tender puentes con la única institución cubana verdaderamente no gubernamental que sobrevive en la Isla.

De ahí el interés de este libro. El recientemente fallecido monseñor Pedro Meurice –sucesor de Pérez Serantes en la sede santiaguera–, que tuvo la oportunidad revisar este libro antes de su muerte, tras contribuir activamente a su elaboración, no dudó en considerarlo un apoyo imprescindible para entender el actual estado de debilidad de la Iglesia católica en Cuba. Su actuación no es siempre bien recibida, y algunos cuestionan incluso resultados como la deportación masiva de los prisioneros de la Primavera de Cuba, que han pasado más de siete años en prisión. Este libro da pistas para comprender mucho mejor las raíces de esa aparente contradicción, una constante que, con pequeños altibajos, marca la historia de Cuba y de la Iglesia desde 1959.

IGNACIO URÍA: ENRIQUE PÉREZ SERANTES (1883-1968). EL OBISPO QUE SALVÓ A FIDEL CASTRO. Encuentro (Madrid), 2011, 620 páginas.

Publicado en Libertad Digital

 

SOS Cubanos en Madrid

En los últimos tres días han llegado a España más de 60 cubanos. Son familiares de los 6 cubanos deportados «voluntariamente» por el gobierno Cubano, gracias a la intermediación de la iglesia católica, y que el gobierno español ha acogido generosamente. No es la primera vez que esto ocurre, y he podido vivir en otros momentos situaciones similiares. Los primeros días todos son apoyos, llamadas, fotos… unos señores que llevan 7 años en prisión se convierten en famosos y entre la emoción de la recien recuperada libertad y el calor de las cámaras se introducen en un mundo irreal. Esto dura poco, bastan unos pocos días para que desaparezcan sus amigos, se apagen los focos, y empiecen a descubrir la dureza de vivir fuera de la patria, sin raices, sin referencias, y sin recursos materiales.

Esta vez el efecto «más dura será la caída» ha sido más rápido de lo normal. El gobierno español no tenía preparada la llegada de un número tan grande de personas, 60 hasta la fecha, y si seguimos la proporción, pronto pueden llegar a España otras 400 personas más, en condiciones miserables. De momento son 60, de todas las edades, desde 28 dias hasta setenta y muchos años y, literalmente, han venido con lo puesto.

Pronto abandonaran su residencia particular, un hostal situado en Vallecas, para ser distribuidos por centros de inmigrantes de toda España. De momento parece que la próxima semana saldrán para Alicante y Malaga, pero no tienen ni una muda, ni una bolsa donde meter lo más básico.

Por eso hemos pensado intentar ayudar un poco. Estamos recogiendo ropa y maletas EN BUEN ESTADO en la Fundación Hispano Cubana (C/Orfila, 8), nosotros se lo haremos llegar. Cualquier ayuda será bienvenida.

Cuba expulsa ahora a Luis Yañez y a Carmen Hermosin… es que van provocando

Hoy el gobierno cubano ha decidido negar la entrada del eurodiputado socialista Luis Yañez y su mujer, la diputada socialista Carmen Hermosín, a la isla. No era la primera vez que lo intentaba, en 2008 había solicitado sin éxito una visa para participar en la convención de Arco Progresista en La Habana. En aquella ocasión el embajador cubano en Bruselas «ofreció al parlamentario socialista español, la posibilidad de viajar a Cuba para mantener encuentros con responsables gubernamentales». Pero no quería hablar con la gente del gobierno, quería hacer turismo con su mujer, también parlamentaria, y solicitó la Visa establecida a tal efecto, la turística.

No ha podido entrar. El gobierno cubano no olvida, tiene buena memoria y quiere hacer pagar a todos aquellos que, siempre desde el respeto, critican la dictadura y ofrecen su apoyo a fuerzas democráticas como la presidida por Cuesta Murua. Quizás también ha tenido que ver el anuncio de Moncloa de meter en un cajón la promesa de eliminar la Posición Común Europea (1996), que, tras sucesivos fracasos, pretendían perpetrar aprovechando la Presidencia. Es la técnica de los mafiosos, la de golpear para demostrar su fuerza, la de hacer proposiciones que no se pueden rechazar, y lo peor es que muchas veces esas técnicas funcionan.

Aunque los principales expulsados de Cuba han sido los propios cubanos, miles, la lista de extranjeros expulsados de Cuba es cada día más grande, está formada por cientos de personas, si, si cientos que decidieron no mirar a otro sitio mientras se violaban los derechos humanos de millones de personas, próximamente ocupará un lugar de honor en la historia de la transición cubana.

De momento me salen estos, expulsados en los últimos 5 años

Luis Yañez (PSOE)
Carmen Hermosin (PSOE)
Jorge Moragas (PP)
Jordi Xucla (Ciu)
Liduvine Zumpolle (Cuba Futuro)
Matias Jove (activista AECT)
Gracia Regojo Bacardi
Karel Schwarzenberg (senador Checo)
Arnold Vaatz
Miguel Jordá (sacerdote expulsado por denunciar las violaciones al derecho a la vida)
Fernando Ruiz Parra (periodista Argentina)
rancesco Battistini (periodista Italia)
Jerzy Jurecki, (periodista Polonia)
Seweryn Blumsztajn (periodista Polonia)
Isabel San Baldomero (PP)
Rosa López Garnica, (UPN)
Bogulaw Sonik (Eurodiputado Polonia)
Jacek Protasiewcz (Eurodiputado Polonia)

Os animais a seguir completando la lista?