Despedida de Oswaldo Paya

Nunca pensé escribir estas líneas. Confieso que, como todos los que alguna vez hemos estados interesados en Cuba, alguna vez he intentado imaginar lo que dirían los periódicos el día después del “hecho biológico”, pero que Oswaldo Paya fuera a morir sin ver la llegada de la democracia a Cuba no entraba en mis planes:

El 26 de julio de 1953, Bayamo se convertía en un símbolo para los revolucionarios cubanos… Un grupo de jóvenes armados trataron de tomar al asalto el cuartel Carlos Manuel de Céspedes. Los libros de historia cubanos años después contarían como: “La gesta del 26 de julio de 1953 fracasó en el plano militar, pero políticamente resultó exitosa, porque inició el método de la lucha armada como vía para conquistar la libertad, e hizo nacer la organización que encabezaría la lucha y creó condiciones para la victoria.”
Años después la capital de la provincia de Granma, en la que nació Pablo Milanés, ha vuelto a los medios de comunicación de todo el mundo por el fallecimiento de Oswaldo Paya.

Conozco Bayamo, pasé allí un mes. Es un lugar cercano a Santiago de Cuba, en el que no hay mucho que hacer (lo conté en Recuerdo a Barataria) . Todavía recuerdo con horror mi viaje desde La Habana en el tren lechero (que para en todas las puertas) y mi sensación, y la de mis compañeros, al llegar a la estación. ¿Qué vamos a hacer aquí? Y es probable que muchos se pregunten lo mismo, qué hacía Oswaldo Paya recorriendo las deterioradas carreteras cubanas, a más de 700 km de su casa.
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Y todo por una firma

Por su interés, comparto este artículo que he recibido por correo electrónico:

Y TODO POR UNA FIRMA
Marta Menor
Julio 23, 2012

Ayer el régimen silenció una voz que les hacia daño, la espina que nunca desaparecía. Una voz de la oposición cubana. La voz de Oswaldo Paya. El mundo entero conocía de Paya y hoy toda la prensa internacional habla en primera plana de la muerte del opositor cubano.

Pero ayer también murió junto a él, una parte del futuro de Cuba. Un joven estudiante cubano. Este estudiante se llamaba Harold Cepero . Harold era estudiante en el cuarto año de Medicina Veterinaria pero fue expulsado el 13 de Noviembre de 2002 de la Universidad de Camagüey. Su delito: Una firma. (más…)

Democracia, comunicación política y sociedad civil (Fernando Vallespin en La Caixa)

En mi opinión uno de los riesgos de la creciente profesionalización de la comunicación política en nuestro país, de la que hablababa no hace mucho tiempo Ignacio Martín Granados en su blog, es la de olvidar el componente democrático de la misma. Centrarse en los medios olvidándose de las consecuencias directas que hoy la comunicación política produce en la legitimidad de la democracia puede suponer que esta profesión, que se ha popularizado en torno a referencias éticas como las de «El ala Oeste», se convierta en una profesión de trepas interesados sólamente en la conquista del poder.

De ahí la importancia de un ciclo de conferencias como el que la semana que viene (27, 28 y 29 de septiembre, 19.30) impartirá Fernando Vallespín en Cosmocaixa.

Según el programa que anuncia las jornadas «es en los esquemas de mediación entre público y clase política, donde se concentran las mayores distorsiones de la democracia respecto al patrón originario de la democracia liberal». Parece que cada día los comunicadores políticos somos más protagonistas pero ¿somos más responsables?. El programa…
LUNES. 27 de septiembre ¿Fin de ciclo de la democracia liberal?
¿Cómo enjuiciar el funcionamiento de un sistema democrático?

El hardware y el software de la democracia

«Des-occidentalización» y pérdida de legitimidad de la democracia liberal

El problema del ámbito de la democracia: democracia, globalización y crisis económica

MARTES. 28 de septiembre La difícil comunicación entre políticos y ciudadanos
El divorcio entre ciudadanía y clase política: apatía y alienación de la política; las deficiencias del sistema de mediación entre ciudadanos y poderes públicos

Tecnocracia y complejidad política

Las trampas de la participación política

«Privatización» y crisis de lo público

MIÉRCOLES. 29 de septiembre La crisis del espacio público y la democracia mediática
La democracia como «gobierno de la opinión»: opinión pública y sistema democrático

Las amenazas e interferencias en el espacio público

Medios de comunicación y política: el caso de las campañas electorales

¿La entronización de la «mentira»?

Google y China, un claro ejemplo de la diplomacia en red (iii)

Los cambios que se están produciendo en las relaciones internacionales, y que giran en torno a la sociedad internacional en red y los nuevos actores de las relaciones internacionales plantean nuevos retos a la política exterior de los Estados, especialmente en el campo de la comunicación. Hoy, como decía Francis Bacon, la información es más poder que nunca, lo que ha cambiado es que hoy, al contrario de lo que se pensaba tradicionalmente, la información no es más poderosa cuando se mantiene oculta y se utiliza estratégicamente sino cuando se hace llegar con credibilidad al público adecuado en el momento justo, mejor pronto que tarde…

Hoy la información está al alcance de mucha más gente, los mensajes llegan más lejos, más deprisa y con menos intermediarios, el poder sobre la información se distribuye muchísimo más, alejándose de los gobiernos hacia ese amplio abanico de actores que hemos señalado. En este contexto, la política de los Estados no puede seguir basándose en el de control la circulación de la información, quienes lo intenten afrontan un elevado coste y una frustración final. Los gobiernos van descubriendo que, si quieren desempeñar un papel relevante en el escenario internacional, tienen que prescindir de las barreras que impedían el intercambio de información, renunciando a la trampa tradicional de mantener la información oculta en una caja negra, algo que en la nueva situación resulta suicida. (Nye, 95) En vez de reforzar la centralización y la burocracia, la opción de los gobiernos pasa por un cambio de actitud radical en su actitud frente a la información que les permita aprovechar las nuevas tecnologías de la información para la creación y la alimentación de las nuevas comunidades internacionales en red .

Esto nos lleva directamente al primer reto, lo que muchos denominan “la paradoja de la plenitud”: una plenitud de información produce una pobreza de atención(Herbert a. Simon, It´s not what you know, it´s how you know it). En la sociedad de la información la atención es un bien escaso, probablemente el más valioso, algo que deberían tener en cuenta los actores de las relaciones internacionales.

Desde el punto de vista de la recepción se refuerza la necesidad de cuidar las fuentes, de filtrarlas, de gestionar con acierto la información que se recibe y se distribuye entre sus miembros y aquellos que logren distinguir las señales valiosas de las interferencias ganarán poder.

Desde el punto de vista de la emisión de la información es clave entender que las distintas comunidades que hoy influyen en las relaciones internacionales giran principalmente en torno a referentes de información interesante y creíble. Nye ya señalaba que “Lograr establecer la credibilidad suficiente para llamar la atención y mantener ese interés se ha convertido en la cuestión política primordial” (130).
No se trata sólo de producir información propia sino también de la capacidad de distribuir información ajena, y hacerlo de manera atractiva, siguiendo formatos adecuados para cada público, sin despreciar enfoques como el del infoentretenimiento, y sobre todo con la que considero la mejor herramienta frente al déficit de atención, el prestigio.

El prestigio quizás ha sido siempre el arma más poderosa de las relaciones internacionales. Aunque esto no ha cambiado lo que ya no es igual es la forma de valorarlo. Si el prestigio internacional antes se medía sobre todo en torno a datos como los índices macroeconómicos o el potencial militar, hoy gira en torno a la imagen país, y en su construcción el Estado es un actor más, muchas veces ni siquiera es el más importante, en un proceso en el que participan esa gran variedad de actores de los que venimos hablando.

Para participar de manera eficaz en la construcción de esta imagen-país y lograr que esta sea acorde con los intereses del Estado, el diseño de la comunicación de los Estados, debe centrarse en la credibilidad. Las relaciones internacionales, como el resto de la política, se han convertido en un concurso de credibilidad, y en este concurso hoy, como hemos visto, participan no sólo los gobiernos sino el resto de actores de los que venimos hablando medios informativos, empresas, ongs, redes de científicos…. El buen nombre es el capital más importante de los Estados y los distintos actores, que lo saben, utilizan la exposición pública para atacar el prestigio tanto nacional en sus distintas facetas a través de tácticas como la de nombrar y avergonzar (Nye, 151). Esta obliga los Estados a estar atento de lo que se dice, preparar y validar fiablemente la información que producen y la que distribuyen, clasificando lo que es correcto y lo que es importante. En este reto de mantener la confianza, clave para ejercer la diplomacia pública en este nuevo entorno, la transparencia se convierte prácticamente en una obligación.

En esta estrategia de comunicación de los Estados, que pasa por convertirse en un actor fiable de la comunicación, las principales herramientas de posicionamiento en los medios de autocomunicación de masas son tres: el enmarcado, el establecimiento de la agenda y la priorización.

La multiplicidad de actores se convierte en otro de los retos principales de la nueva estructura de las relaciones internacionales. Esto supone un cambio en los sujetos receptores de la comunicación de las relaciones internacionales. No basta sólo con localizarlos y tratar de llegar a todos ellos, aunque la globalización ha generado un compleja red de interconexiones que permite una distribución masiva de información “este “globalismo denso” no es uniforme; varía según la región, la localidad y el asunto a tratar. Al adaptar nuestra política exterior a este nuevo siglo, tendremos que responder a cuestiones que implican una mayor complejidad, una mayor incertidumbre, un menor tiempo de respuesta, una participación más amplia de grupos e individuos y una disminución desigual de las distancias. El mundo es más asequible, pero en términos de las medidas a tomar, un sólo tamaño no sirve para el conjunto” (Nye 131-132). La estructura de red se convierte así en una nueva prioridad de las relaciones internacionales. No se trata solo de la lógica anunciada por autores como Peter Drucker o los Toffler, que argumentan que la revolución de la información está poniendo fin a las organizaciones burocráticas jerárquicas que caracterizaron la época de las dos primeras revoluciones industriales (Drucker The next information revolution; Toffler, The politics of the third wave), sino de la respuesta indispensable a una realidad, la de las nuevas relaciones internacionales.

Esta estructura de red dificultará a los gobernantes mantener una disciplina coherente en los asuntos de política exterior. La falta de coordinación y de planificación estratégica, consecuencia de la ampliación de actores activos y los objetivos de la diplomacia, se convierten así en los problemas más habituales. Se detecta como una crisis de crecimiento, de adaptación, de estructuras que responden a una forma de entender las relaciones internacionales que hoy resulta tremendamente ineficaz y así se revela cuando surgen problemas concretos. En una diplomacia en red, como la que se plantea, la ausencia de estos dos elementos impide lo más importante, las sinergias entre los diversos actores involucrados. Como advierte Melgar, “la acción descentralizada (propia de las estructuras en red) bien puede convertirse en una miríada de acciones contradictorias que acaben por distorsionar, difuminar y hasta pervertir la imagen del país, por lo que resulta imprescindible un importante esfuerzo de coordinación” .

Los Estados deberán no sólo compartir el escenario con estos actores privados sino que tendrá que reatroalimentarse con ellos, adaptándose a sus distintas estructuras y procedimientos, sabiendo que compartir cierta información, distribuirla suele repercutir en aumento del poder blando de cada uno de ellos. Resumiendo: Los Estados no tienen más remedido que ser menos reservados y más porosos. Los Estados, al igual que están haciendo las empresas, deberían empezar a crear departamentos para tratar con los actores de las relaciones internacionales. No se trata sólo de compartir escenario con ellos, de “participar”, sino de interactuar con ellos de manera proactiva. En el nuevo escenario participar no basta, este es, por ejemplo, el problema de percepción que tradicionalmente, no sólo con George W. Bush, enfrenta la diplomacia norteamericana que, pese a su roll activo en organizaciones multilaterales que financia en gran proporción, es percibida como un participante sordo, que emplea sus reuniones en hablar, sin pararse a escuchar. En la sociedad del conocimiento, un liderazgo eficaz requiere un diálogo con los liderados.

Por último no podemos olvidar que, en un contexto como el que estamos descubriendo, la seguridad se convierte en un elemento importante. El uso de la coacción sigue desgraciadamente al día en las relaciones internacionales y junto a los conflictos armados, en el que la diversidad de actores y la dificultad de señalar al enemigo son ya una constante, aparecen los ciberataques cuya autoría es dificil de identificar. Algunos ejemplos recientes serían los reivindicados recientemente por el ciber ejercito iraní que sustituyó la portada de twitter y Baidu por una pantalla en fondo negro que anunciaba que «Este sitio ha sido hackeado por el Ciber Ejército Iraní» y una fotografía de una bandera verde. O los que Gobiernos como Alemania, Nueva Zelanda, EEUU y Reino Unido han atribuido a hackers chinos. Autores a su vez del ataque masivo sufrido por Google en China, que ha llevado al gigante de internet a amenazar con su retirada del país asiático, en una buena muestra de como están cambiando los actores y los métodos utilizados.

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