Yoani Sánchez, Generación Y, ha sido detenida y golpeada y así nos lo cuenta. La actuación del gobierno cubano es un paso más en su estrategía contra una de las personas que, sólo con su teclado, se ha convertido en una referencia de la resistencia cívica cubana. El caso, más bien el drama, resulta interesante. Yoani nunca ha querido ser política, solo ser una voz de su generación, una generación cubana formada por personas
que arrastran sus «i griegas»
Yanisleidi, Yoandri, Yusimí, Yuniesky y otros
marcados por las escuelas al campo, los muñequitos rusos, las salidas ilegales y la frustración
.
Es una persona normal, filóloga metiada a periodista, joven, apasionada, que huye de la política, que no es su problema, sólo contar como estan las cosas, las de cada día, las normales en muchas partes del mundo que en Cuba se reparten entre los milagros o los desastres sin solución. Quizás por eso es tan molesta para el régimen, porque pone de manifiesto la tragedia del pueblo cubano, que va mucho más allá del debate ideológico y las batallas de las ideas donde la maquinaría del régimen se sigue desenvolviendo con cierta soltura.
El ciclo es bien conocido, hicieron como si no existía hasta que no pudieron ignorarla más, empezaron a acusarla de gusano, colaboracionista, enemiga de Cuba, luego le impidieron salir al extranjero para recoger unos premios, que no sólo contenían el castigo al gobierno de Castro, sino el reconocimiento al arte de comunicarse con millones de personas desde una habitación de la Habana.
La pregunta quiere ir más allá, ¿se puede no vivir indiferente sin entrar en conflicto con un Estado que quiere controlarlo todo? ¿se puede no ser política en un Estado totalitario, donde todo es, se quiera o no, asunto de Estado? y yendo aún más allá, quizás demasiado lejos, ¿se puede ser ciudadano, aunque uno no aspire a más que ciberciudadano, sin meterse en política?
El sábado un montón de personas abarrotaron el centro de Madrid para pedir al Gobierno la retirada de la ley que convierte el aborto en un derecho de la mujer durante 14 semanas, y solicitar medidas de apoyo a la mujer embarazada como vía muchísimo más eficaz para luchar contra este drama.
A pesar de algunos intentos identificar la manifestación con los obispos y el PP, hay que reconocer que acontecimientos como éste son también parte de la vitalidad de la sociedad civil española.
No cabe hablar de estrategias políticas ocultas, ni de falsos disimulos, la manifestación del sábado fue el fruto de mucha gente convencida y dispuesta a emplear su tiempo y su dinero para defender sus ideas frente a lo que consideran un error político de trágicas consecuencias. ¿No es esto la sociedad civil? Hasta El País terminó reconociendo su error de tapadillo, diciendo algo así como «el PP se apunta a la manifestación», lo que no deja de ser curioso cuando llevaban días editorializando sobre su participación activa en la organización de la misma.
Hazteoir aprovecha el éxito de la manifestación para lanzar una nueva campaña online que tiene como objetivo la retirada de la ley. Al mismo tiempo Yopolítico.org lanza una campaña de apoyo a la ley, en la que solicitan enviar correos electrónicos a las diputadas, en defensa de la misma. No puedo estar más de acuerdo en esa decisión de entrar limpiamente en la batalla de la sociedad, la «batalla de las ideas», y, aunque el texto no puede evitar cierto olor a argumentario de Ferraz, se agradece haber prescindido de la demagogia barata de «sus mayores». La batalla social está servida y, o mucho me equivoco, o provocará resultados distintos, éxito de lo social y fracaso de lo político para unos, y viceversa para los otros.
Me parece muy bien que la neonata yopolítico, superado su tiempo de gestación, se «atreva» con la madura hazteoir, sabiendo que la comparación a estas alturas puede resultar pasmosa, pero momentos como éstos son los que hay que aprovechar para empezar a crecer.
El viernes tuve la suerte de tomar un café con uno de sus fundadores, Francisco Polo. Buena señal la de querer conocer a aquellos que se interesan por el proyecto, presentarles sus ideas y escuchar las opiniones. Tienen las ideas bastante claras, un posicionamiento evidente y aunque creo que van a pasar un tiempo en los cuarteles de invierno, el estar de acuerdo con el gobierno supone para una parte de la sociedad civil estar de acuerdo con sus ideas, y van a encontrar ahí, en tener la libertad de disentir con el PSOE, su principal reto.
Les auguro grandes éxitos, vienen a ocupar un lugar vacío y muy necesario para la vitalidad democrática de este país.
En Madrid hace un frío que pela y la moto no ayuda a entrar en calor, pero al leer esta noticia todo el frío pasado hasta la fecha se ha quedado corto, me he quedado helado.
La naturalidad con la que plantea la eliminación de niños con sindrome de Down, como el ejercicio del derecho a elegir, y la posibilidad de ampliarlo a niños autistas, me hace recordar las pesallidas del nazismo. Matar una persona por su condición de discapacitado es terrorífico, y tiene mucho que ver con la devaluación de la vida humana y la sobrepreciación (o como se diga) del placer o la comodidad como valores supremos. Que se trate el tema en los periódicos con tal naturalidad me da miedo, mucho miedo. Para mi es cómo leer una noticia en la que se dijera: Presos de ETA discuten sus próximas víctimas, o el violador del chandal está eligiendo un nuevo barrio para continuar su actividad…
Algunos se felicitarán de las caricias de la tiranía castrista y tratarán de hacernos olvidar una nueva prueba de que «el diálogo por el diálogo», sin ningún tipo de limitación ética o moral, sólo sirve para perpetuar la dictadura.
Tras la llegada al poder de Rodríguez Zapatero, el Gobierno español decidió modificar las medidas que el Consejo Europeo había establecido por unanimidad tras la primavera negra de 2003, en la que 75 ciudadanos fueron detenidos y 3 fusilados. Tras una dura labor diplomática de la cancillería española la Unión Europea decidió ceder a las exigencias de La Habana siguiendo la iniciativa española con la esperanza de lograr avances en la situación de los derechos humanos y la democracia. Desde entonces la ineficacia de esta decisión es cada día más evidente, la represión se ha incrementado y la situación de la democracia y los derechos humanos no ha hecho más que empeorar, lo que ha hecho que el próximo mes de junio la Unión Europea reconsidere su política hacia la isla.
Las dictaduras se mantienen sobre la propaganda y los símbolos y la dinastía castrista ha decidido organizar una visita simbólica para recuperar la legitimidad internacional y demostrar la «eficacia» de las posiciones sumisas al régimen de La Habana. Miguel Ángel Moratinos se ha convertido así en el primer canciller de un país de la Unión que visita la isla desde la primavera negra de Cuba. Si hemos de creer al Gobierno cubano la visita inaugura una «nueva época en las relaciones España-Cuba», algo que llena a Moratinos de emoción y a los españoles de la inquietud que genera mantener excelentes relaciones con una dictadura con más de 300 presos políticos en prisión. Además ha anunciado con condescendencia que «comenzará a hablar con España de derechos humanos, pero no con Europa», como si en este punto hubiera algo que hablar, más allá de exigir el cumplimiento de la multitud de tratados internacionales de las que Cuba es signataria.
El Gobierno español, con tal de lograr la sonrisa de la cohorte del dictador, no ha dudado en aceptar la principal condición impuesta por los verdugos: ignorar a sus víctimas. Como resultado, España podrá volver a financiar al régimen castrista, que es lo que en román paladino significa «el restablecimiento de la cooperación económica y cultural con Cuba». Una cooperación que en lo económico sólo podrá realizarse con el Gobierno, ya que la ley prohíbe cualquier proyecto independiente del mismo, y en lo cultural supone convertirse en el pagano de la cultura oficial del Gobierno cubano, que no ha tenido a bien ni siquiera la devolución del Centro Cultural de España en la Habana.
Algunos se felicitarán de las caricias de la tiranía castrista y tratarán de hacernos olvidar una nueva prueba de que «el diálogo por el diálogo», sin ningún tipo de limitación ética o moral, sólo sirve para perpetuar la dictadura y, lo que es más grave, el abandono del pueblo cubano. Castro sabe bien que en política exterior sólo la unidad y la firmeza garantizan resultados y ha decidido aprovechar las reminiscencias ideológicas de algunos para debilitar la capacidad de decisión de una Europa dividida. El Gobierno cubano ha vuelto a demostrar que aquel que quiera mantener relaciones deberá someterse a sus dictados y ha transmitido con claridad su mensaje de cara a las negociaciones sobre la nueva política europea respecto a Cuba, negociaciones en las que España será, una vez más, el mejor aliado de la dictadura.
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