Navarro-Valls, Entre la Casa Blanca y el Vaticano

Navarro-Valls, Entre la Casa Blanca y el Vaticano

Rafael Navarro-Valls es catedrático de Derecho Canónico en la Universidad Complutense. El estudio de la Iglesia, especialmente de su legislación, es su profesión; la vida y milagros de los presidentes norteamericanos, y por extensión la vida política norteamericana, su gran afición, a la que se dedica con la pasión y el acierto del experto.

Resultado de imagen de entre la casa blanca y el vaticano navarro vallsEstas son sus grandes pasiones, y sobre ellas publicó Del poder y la gloria en 2004; ya entonces jugaba con el paralelismo entre el poder político «que se concentra en la Casa Blanca de Bush» y el espiritual, con un Juan Pablo II que se sentaba «junto a la Gloria de Bernini». Recientemente, con distintos protagonistas en uno y otro lugar, dio a la imprenta Entre la Casa Blanca y el Vaticano, que bien podríamos considerar una segunda parte de Del poder…

Entre la Casa Blanca…, fruto en gran parte de las colaboraciones de su autor en el diario El Mundo, logra superar las dificultades que presentan habitualmente las colecciones de artículos: aparecen fuera de tiempo y de contexto, los materiales de que se componen no guardan relación entre sí, por lo general llaman la atención únicamente al historiador o el coleccionista…;  ésta, en cambio, es una recopilación que destaca por su actualidad e interés. El secreto, además de en una acertada organización de los escritos, lo encontramos en la afición de Navarro-Valls a llegar al fondo de los asuntos, a trascender la contingencia y preguntarse sobre los cómos y los porqués.

Entre la Casa Blanca… es un repaso de la política norteamericana de los últimos cinco años. Hay aquí un análisis crítico pero razonado del segundo mandato de George W. Bush; y también, claro, hay espacio para el interrogante Obama, que sigue siéndolo, a pesar del Nobel de la Paz… Los comentarios de Navarro-Valls sobre la campaña presidencial norteamericana de 2008 son de gran interés y en buena medida esclarecedores, sobre todo los que abundan en la cuestión religiosa y el peso de los valores en dichos comicios.

Benedicto XVI.De Washington pasamos al Vaticano y alrededores, que el autor ha tenido el privilegio de conocer de cerca gracias a su condición de hermano del portavoz de la Santa Sede. La entrañable y personal despedida a Juan Pablo II abre la puerta a la bienvenida a Benedicto XVI, a un análisis de los viajes más relevantes del Sumo Pontífice (Turquía, USA, Australia, Francia) y a la reflexión acerca de los asuntos que copan su agenda y atención: la globalización de la justicia y el amor, la relación con el Islam, la familia… y Jesús de Nazaret, siempre en el centro de todas sus enseñanzas.

El análisis del Papa y los asuntos pontificios dejan, a su vez, paso a algunos de los temas más debatidos en los últimos años. Son especialmente reseñables las reflexiones relacionadas con la justicia, la libertad religiosa, la familia y la educación…; las páginas dedicadas a la objeción de conciencia en temas como la Educación para la Ciudadanía, la venta de la píldora del día después o el aborto, o la participación en la celebración de un matrimonio homosexual, que califica como «delicado punto de sutura entre la Iglesia y el Estado». Sin duda, Navarro-Valls se encuentra entre los máximos especialistas de nuestro país en estos temas, y lo demuestra a lo largo de unas páginas llenas de rigor intelectual, antropológico y jurídico. Las atinadas reflexiones sobre laicidad y laicismo también merecen una mención especial, así como la situación de la iglesia en España y su papel en cuestiones como la Ley de Memoria Histórica, las modificaciones legislativas favorables al aborto o regularizadoras del matrimonio homosexual y la propuesta de reprobación del Papa en el Parlamento español.

En definitiva: Entre la Casa Blanca… recoge una serie de reflexiones entretenidas, interesantes, cultas, atinadas, respetuosas acerca de algunos de los temas más importantes para nuestro futuro, que representarán un aliciente para quienes quieran participar en el debate público desde posiciones que chocan frontalmente con el pensamiento políticamente correcto.

RAFAEL NAVARRO-VALLS: ENTRE LA CASA BLANCA Y EL VATICANO. Eunsa (Pamplona), 2009, 360 páginas.


Publicado en Libertad Digital

 

La Inmaculada Concepción: un dogma 2.0

La iglesia católica no se caracteriza por su inmersión en las nuevas tecnologías. Aunque tanto Juan Pablo II y Benedicto XVI han hecho del potencial evangélico de las nuevas tecnologías una constante en sus mensajes, la iglesia católica, como muchas otras organizaciones, va marcando sus tiempos y penetrando con cautela en este proceloso mundo tecnológico.

Por eso me ha hecho bastante gracia «descubrir» el carácter 2.0 del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, que celebrabamos ayer en España, y la rama española de este antecedente católico del manifiesto. Y aunque la red no es muy dada a dogmas voy a explicarlo un poco, como anécdota para empezar bien esta corta semana…

Fue Pio IX el que declaró el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. El día 8 de diciembre de 1854, rodeado de la solemne corona de 92 Obispos, 54 Arzobispos, 43 Cardenales y de una multitud ingentísima de pueblo, lo definía como dogma de fe:

«La doctrina que enseña que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su Concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, es revelada por Dios, y por lo mismo debe creerse firme y constantemente por todos los fieles».

Pero el tema venía de lejos, de muy lejos. Desde los inicios del cristianismo se venían celebrando «encendidas» disputas entre los teólogos sobre si en la Virgen María existía o no la mancha del pecado original, con todo lo que ésto supone. Todos los «gurus» habían manifestado su opinión, y algunos Papas se habían mojado, pero a título «personal». Existe alguna narración más ortodoxa de las disputas teológicas.

Lo sorprendente es que, ya desde el siglo IX se venía celebrando su fiesta.

«La fecha de la celebración (la misma en que la celebran los orientales) indica que la fiesta transmigró de Oriente, con el que mantenía intensa relación comercial Nápoles. No es ésta la única constancia que queda de la celebración litúrgica. Por los calendarios de los siglos IX, X y XI sabemos que se celebraba también en Irlanda e Inglaterra».

Empezamos con la influencia de Oriente, globalización y flat world, en el siglo IX.

Una vez que la fiesta se extendió por todo Occidente, dejando a los expertos disfrutando de Paris mientras seguían con sus tertulias de lo más encendidas, que a veces llegaban al plano de las familias, maculistas vs inmaculistas, e incluso al ámbito personal.

El pueblo iba por libre y la devoción a la Inmaculada iba extendiendose, cada vez con más fuerza. Como suele pasar los políticos se unieron a un caballo que ya se vislumbraba como ganador, especialmente los reyes españoles, que comenzaron a enviar legaciones a los Sumos Pontífices pidiendo la definición del dogma.

Pio IX no fue ajeno al fenómeno popular, ni al 2.0, «el Pontífice quería conocer la opinión y parecer de todos los Obispos, pero al mismo tiempo le parecía imposible reunir un Concilio para la consulta. La Providencia le salió al paso con la solución. Una solución sencilla, pero eficaz y definitiva. San Leonardo de Porto Maurizio había escrito una carta al Papa Benedicto XIV, insinuándole que podía conocerse la opinión del episcopado consultándolo por correspondencia epistolar… La carta de San Leonardo fue descubierta en las circunstancias en que Pío IX trataba de solucionar el problema, y fue, como el huevo de Colón, perdónese la frase, que hizo exclamar al Papa: «Solucionado»»

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Finalmente, al declararse el dogma, la gente, que no había necesitado del Papa para estar convencida, salió a las calles para celebrar el primer triunfo del 2.0 en la iglesia católica. Y como homenaje al «poder del pueblo» el Papa Pío IX quiso que el monumento a la Inmaculada, después de su definitivo oráculo, se levantara en la romana Plaza de España.

Gran entrevista con el Cardenal Martini

Son muchos, críticos habituales con la iglesia católica, los que pretenden haber encontrado en el exarzobispo de Milán, el Cardenal Martini, una especie de opositor a la jerarquía y le buscan titulares en cualquier sitio, dandole voz como si así pudieran hacer daño a la iglesia, creo que se equivocan. El Cardenal Martini es un excelente Cardenal y un magnífico Obispo, un gran intelectual que lleva años apostando por el enriquecedor diálogo con los no creyentes y con los creyentes de otras religiones, algo similar a lo que desde su época de Cardenal viene haciendo Benedicto XVI.

Así se puede ver hoy en el titular de la magnífica entrevista que hoy publica el diario El Pais. Si se ha leido…

la última encíclica del Papa «Caritas in veritatis» y «Deus Caritas est«, uno no encuentra grandes novedades la preocupación por el bien común, la esencialidad de la caridad, la importancia de la unidad de vida en los cristianos, la importancia del papel que los laicos deberían jugar en la iglesia… y la necesidad de pensar y dialogar sobre temas que hoy en día son importantes como el diálogo de la iglesia con los divorciados (gran titular del diario)… quizás es lo más polémico, quizás lo poco que ha comprendido el autor del titular. Anyway chapeuau por la publicación. Se la recomiendo!!!

Alexia y Camino. Fesser sigue de promoción

No sé si los 359.548 euros recuadados en su primer fin de semana, la séptima película por recaudación seguida de ‘Una conejita en el campus’, y ‘Diario de una ninfómana’, que ha recaudado 335.797 euros, le han sabido a poco. Pero en el periódico de ayer, estrategicamente cerca del fin de semana, Javier Fesser volvía a la carga. Parece que la polémica se ha convertido, o así estaba previsto desde el principio, en su principal arma de promoción.

Ahora en una Carta abierta al Opus Dei, responde a las declaraciones de la familia de la niña madrileña atacando al Opus Dei, que más allá de decir que la película distorsiona la realidad de la niña y de la Obra, no ha dicho esta boca es mía.

Lo más curios es la modestia del director que presume de haber acertado de pleno en su crítica al Opus Dei, que no tiene matices, y acusa al Opus Dei de utilizar a la niña, una vez más. La carta no deja de ser sorprendente para una persona que ha mostrado su ingenio y su brillantez en otras ocasiones, acusa al Opus Dei de lo que el mismo ha hecho utilizar, para bien o para mal, a la niña, distorsionar, sin contrastar las fuentes, la historia para defender una tesis personal y como se ha podido ver desde el estreno, predeterminada.

Fesser presume sin ocultarlo de que lo que quería era atacar a la Obra y que lo ha conseguido, y, esto es de mi cosecha pero es la única explicación lógica, si en el Camino ha quedado la vida de Alexia, mala suerte, total ya está muerta.

Quizás lo más sorprendente es su obsesión, ignoro si es algo personal. Una vez que deja a un lado a Alexia, trata de separar el Opus Dei de Dios, de una manera bastante hipocrita. Dice que Dios no sale perjudicado en la película, y ahi acierta, no salé ni bien ni mal porque para su autor no existe. Si lo hiciera sólo sería el cabrón que manda una enfermedad a una niña maravillosa, el «jefe» espiritual de una banda de desalmados y aquí conectamos con el final de su carta, no puede entender como los que ven en la enfermedad un regalo de Dios, no ven en su película un regalo y no se resignen a aceptarla como tal y darle las gracias. Cómo si nadie hubiera tratado de salvar a Alexia en la Clínica de Navarra, y se hubieran dedicado a rezar, como si todos debieran callar ante el «artista» limitandose a aceptar sus ideas, sin rechistar. Como si una cosa no fuera producto del destino, o la providencia y otra una voluntad objetiva y manifiesta de hacer daño al Opus Dei, sin importarle el daño que pudiera causar en la familia.

Lo más triste para mi es que un autor «con gran potencial» sigue dedicado al camino fácil, el humor basto, grueso, a las películas de monigotes, de caricaturas, sin personajes, como si no se atreviera a afrontar en su película un debate intelectual, artístico sobre la condición humana, que era lo que anunciaba, sobre la existencia/inexistencia de Dios y las consecuencias que esta genera, si quisiera ir aún más lejos, y se conformara con pintar un cuadro maniqueo, sin matices, en la que los buenos, los que ignoran a Dios, personas de buen corazón, son buenos buenísimos, y los malos, los creyentes, malos malísimos