La España vaciada se llena de expectación en época electoral. Un total de 26 provincias con dos, tres, cuatro y cinco escaños en juego pueden convertirse el próximo 10 de noviembre en el escenario más propicio para el regreso del bipartidismo de PSOE y PP gracias a la probable caída de Cs.
Es comprensible que socialistas y populares pretendan llevarse el caudal de votos que perderá la formación de Albert Rivera, a tenor de las encuestas publicadas hasta la fecha. Si se analizan promedios y porcentajes, el 10N puede propinar a Ciudadanos un duro golpe.
La España vaciada representa un tercio de los escaños del Congreso, 350 en total. Los 101 diputados en liza provienen de los dos que da Soria, los tres que dan Ávila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel y Zamora; y los cuatro que proceden de Albacete, Álava, Burgos, Cáceres, León, Lleida, Lugo, Ourense, La Rioja y Salamanca.
A estas circunscripciones cabe sumar las que reparten cinco escaños: Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén, Navarra y Valladolid.
Un vistazo geográfico se centra, por tanto, en la España interior y despoblada y en zonas costeras con un interior también vaciado. Es un vasto fragmento de país al que ya aluden todos los programas electorales de los partidos.
Las elecciones del 28 de abril supusieron, aquí, un incontestable triunfo del PSOE, pues logró 42 escaños, muy lejos de los 26 del PP, los 19 de Cs (en ambos casos sin contar la coalición de Navarra Suma) o los 4 de Unidas Podemos. La formación de Pablo Iglesias prácticamente desapareció de la España vaciada y Vox apenas arañó un par de diputados.
Sorprendió la irrupción del partido de Albert Rivera: consiguió un escaño en Albacete, Ávila, Burgos, Guadalajara, Huesca, León, Cáceres, Palencia, La Rioja, Salamanca, Segovia, Teruel y Zamora; y además en Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén y Valladolid.
En muchas de estas provincias el porcentaje de votos que necesitó para llevarse un escaño fue bajo, teniendo en cuenta los promedios que han exigido dichas circunscripciones: un 17 por ciento en Cáceres o cerca de un 16 en Palencia, por citar dos ejemplos. Consecuencias de la fragmentación, en este caso del espacio del centroderecha.
Como recuerda a Efe el profesor de la Universidad Complutense y experto electoral, Rafael Rubio, en los comicios de abril bajaron las medias tradicionales para arrastrar el último diputado de los que estuvieran en juego.
Por esta razón, entre otras, el analista de la empresa demoscópica 40dB Pablo Arnaldos, tras fijarse en las dinámicas de las encuestas publicadas, vaticina un varapalo a Cs el 10 de noviembre, ya que, si se sigue moviendo en un porcentaje de votos a escala nacional del 12 por ciento, podría perder en la España vaciada una quincena de los diputados amarrados.
El trasvase llegaría casi por completo al PP, gran beneficiado de la deriva de la formación «naranja».
Ahora bien, puntualiza Arnaldos, si Rivera y su partido comienzan a recuperarse estas semanas y elevan la expectativa al 14 por ciento de los sufragios, la caída se suavizaría considerablemente.
El presidente de Gad3, Narciso Michavila, certifica a Efe la relevancia que en el 10N puede alcanzar la España vaciada, donde, apunta, residen «la mayoría de los escaños en juego».
Si bien percibe que los cambios se producen «dentro de los mismos bloques ideológicos» (de Cs a PP, por ejemplo), el experto augura que el PSOE, en esta España despoblada, será el ganador, aunque con «una significativa recuperación» de los populares.
Conclusión: «El retorno al bipartidismo es mayor en las provincias con menos escaños», afirma.
Rafael Rubio rememora el precedente de la repetición electoral de junio de 2016, cuando «el voto se concentró, en general, en términos ideológicos y no en el eje viejo-nuevo», describe.
Hace tres años, respecto de las elecciones de diciembre de 2015, recalca que el PP mejoró en 14 escaños en las provincias menos pobladas, en tanto que el PSOE perdió 5. El diferencial del bipartidismo (+9) se superpuso al bloque de los «nuevos partidos», Cs y Podemos, (diferencial de -5).
Este experto ha contabilizado las provincias en las que hubo cambios de asignación de voto entre diciembre de 2015 y junio de 2016. En las 14 en las que se registraron movimientos, sólo Jaén, Lleida, Ourense, Salamanca y Guadalajara eran de las de cinco o menos escaños a repartir. En tres, Ourense, Salamanca y Lleida, el bipartidismo salió favorecido.
Su veredicto: «Las provincias de la España vaciada proporcionalmente cambian menos la distribución de escaños que las provincias más pobladas, pero cuando esto ocurre son más propicias a que el escaño pase de las nuevas fuerzas al bipartidismo».
Todo este arsenal llegaba ahora a España no para unas elecciones, sino para cuatro. La atención de periodistas y ciudadanos era enorme. Y ha sido un bluf. A pesar de las expectativas, las redes sociales en campaña no han elevado a nadie por encima de las previsiones de las encuestas.
Este pobre resultado ha sido por una mezcla de tres factores: miedo de los partidos a arriesgar y acabar en polémicas, falta de previsión y dificultad para aislar y medir los éxitos. La comunicación política no es una ciencia y, aunque las redes permitan dirigir mejor el mensaje a cada votante, las campañas siguen siendo un trabuco: disparan más a voleo que como lo hace un francotirador.
Una explosiva mezcla de fake news y WhatsApp venía de ser la presunta arma secreta del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y de Vox en las elecciones andaluzas. Pero o las crónicas exageraban entonces o no se han copiado aquellos modelos. Es probable que sea una mezcla de todo. Los trapicheos que se han podido producir con cuentas falsas no han sido decisivos ni, por lo que se sabe hasta ahora, significativos. «Hemos visto pocas estrategias verdaderamente novedosas en redes sociales», dice María Obispo, directora de digital en la consultora Llorente y Cuenca.
La intención estaba ahí. Pero los presupuestos y el impacto internacional de España no son el de Estados Unidos. «Las campañas en nuestro país comparadas, con las estadounidenses, disponen de presupuestos absolutamente ridículos: solo con lo que gasta Trump en Facebook un mes fuera de periodo electoral se cubrirían todos los gastos de un partido español en campaña», dice César Calderón, fundador de la consultora Redlines, y añade: «En este país, salvo raras excepciones, aún estamos en mantillas si nos comparamos con los de nuestro entorno». Esta vez, además, esas excepciones no brillaron.
Los votantes perfilados
Poco antes de la campaña, el Congreso aprobó una ley que permitía perfilar y mandar mensajes a votantes sin su permiso por WhatsApp. Dos partidos al menos prepararon bases de datos. Pero se echaron atrás cuando llegó el momento: «Hubo miedo de usar bases de datos de móviles en los dos partidos que conozco. Era para hacer grupos de distintos perfiles (edad, sexo, geografía) y mandar los mensajes desde un número que no estaba agendado. Hubo bastantes dudas y nadie se atrevió a dar el paso», explica José Manuel San Millán, fundador de Target Point, que asesoró a Ciudadanos.
Ningún partido ha mandado mensajes en masa a ciudadanos perfilados desde números desconocidos. Ni siquiera información sin su marca oficial. El vídeo de Epi y Blas, que distribuyeron cuentas afines al PP, fue el intento más notorio en precampaña. La atención que recibió fue extraordinaria y solo otro vídeo así –para escoger a senadores con el 1+1+1– llegó a viralizarse. En España, al contrario que Brasil, apenas se reciben mensajes en WhatsApp de números no agendados. Si los partidos tenían previsto disimular y difundir vídeos graciosos contra sus rivales, no lo ejecutaron.
Había un modo intermedio, que el PP quiso explorar pero que tampoco llegó a tiempo. «Hicimos una segmentación en WhatsApp solo por código postal», dice Rafa Rubio, el director de campaña en las generales. Pero se podía haber ido algo más allá, lo que no ocurrió: «La estrategia debía ser interactiva: entablaba ‘diálogos’ para conocer mejor los intereses de la gente. Tenía mucho que ver en ir mejorando la segmentación. Permitía crear listas», explica.
WhatsApp acabó siendo un aburrido canal oficial: «Iba muy lento, no nos aportó nada», dice Edu Muñoz, encargado de redes en el PSOE. Por si fuera poco, WhatsApp acabó siendo capado por Facebook por presunto spam. Unidas Podemos mandó una queja a la Junta Electoral Central, a la que WhatsApp respondió con alegaciones. Ahí está presuntamente la explicación de por qué los partidos se quedaron sin el canal, pero ni Podemos ni Facebook quieren publicarlo. En las municipales, por su menor magnitud, hubo más uso de WhatsApp, incluso el día de reflexión. Como mucho WhatsApp sirvió para «contactar con el votante que ya tienes convencido. ¿Hasta qué punto lo ha conseguido? Soy bastante escéptica», dice la politóloga Ana Polo.
WhatsApp tenía ya en marcha en otros países una herramienta oficial para que las empresas hablaran con sus consumidores por chat, pero Facebook no permitió que se usara en España. Las prisas y el caos provocaron que WhatsApp fuera un fiasco.
La falta de preparación
La falta de preparación fue también un obstáculo. Las acciones más sofisticadas no se prepararon con tiempo. «Se hizo targeting geográfico con creatividades específicas para cada candidato y poco más, nada de microsegmentaciones ni Whatsapp», dice un profesional de una empresa que ha trabajado con más de un partido y requiere confidencialidad por los acuerdos que ha firmado. «Tanto al partido como a la agencia les ‘ha pillado el toro’: no tenían materiales específicos para cada localización, lo que ha hecho que la mayor inversión se fuera a líneas generales y a las grandes ciudades donde sí tenían material, como Madrid, y tampoco se ha hablado de estrategias afinadas a atacar perfiles muy concretos, como mujeres de entre 35 y 50 años con poder adquisitivo e intereses en tal y cual. Por como nos ha llegado todo, me parece que han cubierto el expediente, consumido el presupuesto y poco más».
Al contrario que el marketing comercial, la comunicación política no trabaja siempre con las mismas herramientas y sus trucos son más vigilados. Las campañas electorales tardan años en repetirse y lo que funciona una vez no sirve otra y el azar es importante: «Nunca ha habido armas secretas», dice Carles Foguet, director de comunicación de Esquerra. «Todos conocemos las herramientas disponibles y cada cual intenta sacar el máximo provecho en función de sus recursos y habilidad», añade. Las redes al menos serán una herramienta fija en el futuro, pero su desarrollo está por ver: «Los partidos ya tienen interiorizado su uso y es evidente que le dan importancia, pero también pensamos que el sector es más profesionalizado de lo que en realidad es», dice Edgar Rovira, consultor político que ha trabajado en campañas en este ciclo.
Aunque no haya armas secretas, algún ganador ha habido. Ciudadanos es el partido que mejor resultado sacó en las generales respecto a las encuestas. En Facebook hizo una campaña con segmentación geográfica, edad y sexo con anuncios bien trabajados. Hizo también algo distinto: el viernes antes de las elecciones invirtió entre 30.000 y 60.000 euros en Youtube en su spot central de campaña. Por algún motivo, esa pieza de 35 segundos tuvo más de 10 millones de impresiones en 24 horas. Fue el anuncio más caro en Youtube y con más impacto de toda la campaña. «Youtube es una magnífica herramienta porque también viraliza como mensajería instantánea. Hay gente que lo reenvía por WhatsApp. Sin duda hubo viralización e impulso orgánico. Gente bien organizada en lanzar en grupos de WhatsApp», dice San Millán.
El PSOE es tradicional
El PSOE ganó las elecciones y su inversión en Facebook y Google fue la menor. Si alguien quisiera reivindicar el poder de los medios tradicionales para ganar elecciones, el PSOE en 2019 es un buen ejemplo. «Con el presupuesto disponible para medios (radio, prensa y digital), destinamos una inversión en función de la cobertura que aporta cada medio. Así, el presupuesto disponible se divide siguiendo tres objetivos: notoriedad, alcanzado con acciones como los brand days realizados varios días en EL PAÍS y Huffington Post; cobertura, con la inversión destinada en Facebook e Instagram, y por tipología de formato como en el caso de Google con Youtube», explica Rafael Oñate, coordinador de gerencia del PSOE. Quizá para la campaña del partido en el gobierno y con un mensaje claro, es suficiente.
Desde el PSOE no vieron una necesidad específica de microsegmentar su audiencia ni siquiera por geografía: «No hemos realizado solo una estrategia clásica de asignar un presupuesto por ubicación geográfica, porque el mensaje que queríamos transmitir era general y lo que se buscaba era alcanzar al máximo público posible dentro de los target definidos con mayor afinidad». Es decir, la audiencia era todos los españoles que se parecieran a votantes del PSOE, sin importar dónde estuvieran.
El éxito del PP en Madrid es otro de las relativas sorpresas. Las campañas de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida hicieron anuncios en Facebook con una inversión importante, aunque menor que en las generales. Facebook había prometido publicar en su archivo digital todos los anuncios políticos de los partidos registrados, pero se centró solo en generales y europeas. Los partidos que no registraron sus páginas para municipales y autonómicas y sus anuncios no hacían saltar la alerta de detección con inteligencia artificial por temas de Facebook. Así que hicieron una campaña más desconocida y menos analizada, con algunos #Carmenafakes que podían haber levantado algo de polémica.
Rafa Rubio es uno de los más exprimentados consultores políticos de España. En una entrevista con LPO analiza el escenario a días de las elecciones presidenciales.
Que unas elecciones son al final una cuestión de cifras no se le oculta a nadie: más o menos votos, más o menos escaños, pero hay otros números en esta campaña en cuyo análisis se vuelcan los politólogos y los estrategas de los partidos. Quienes sepan interpretarlos se llevarán el gato electoral al agua.
(5).- Comencemos por el número más obvio en estas elecciones. Ya nadie duda de la irrupción de Vox en la escena parlamentaria a partir del 28 de abril y eso obliga a recalcularlo todo.
La larga tradición de bipartidismo en la política española se quebró en 2015 con la entrada de Podemos y Ciudadanos, y parece destinada a saltar definitivamente en pedazos con una quinta fuerza política en escena.
Si había alguna duda, las encuestas lo han certificado y el propio comité electoral del PSOE, al explicar la decisión de que Pedro Sánchez acuda a un debate televisado «a cinco», ha rubricado la llegada de Vox diciendo que el CIS le da una estimación de voto superior al 10 por ciento.
(25).- Y el 5 lleva al 25, porque ese es el porcentaje de voto en el que varios politólogos sitúan el techo electoral de cualquier opción política con cinco partidos sobre el tablero.
Como la mayoría de las encuestas vaticinan que los socialistas lo superarán y algunas les sitúan incluso por encima del 30 por ciento, todo apunta a que, de cumplirse esos buenos pronósticos para el PSOE, alguien tendrá que ceder terreno: todos miran a Podemos.
(103).- La clave será, como siempre, cómo convertir los votos en escaños y los partidos, sobre todo PP y Vox, han puesto el ojo en los 103 que se eligen en las circunscripciones más pequeñas, las que eligen entre dos y cinco -además de uno en Ceuta y otro en Melilla-, y en las que en esta campaña se combate casi «casa por casa».
La victoria de Trump, el Brexit… el voto rural estuvo detrás de esos recientes cambios políticos internacionales y en España en los últimos años ha sido con esos «muchos poquitos» con los que el Partido Popular ha fraguado sus mejores resultados.
Un 23,5 por ciento en las circunscripciones que eligen 3 escaños, un 17,8 por ciento en las de 4, y un 14,8 por ciento en las de 5. Esos son los promedios para conseguir un escaño en las circunscripciones más pequeñas, según los cálculos de Rafael Rubio profesor de la Universidad Complutense de Madrid, experto en elecciones.
Lo que esté por debajo puede ser voto «tirado» y por eso Pablo Casado llegó a pedir en precampaña a Vox que no se presentara en las provincias pequeñas ante el riesgo de que los votos del PP que se vayan al partido de Abascal no sirvan ni a uno ni a otro y acaban beneficiando al PSOE.
(61/48).- Para los socialistas esos votos son importantes, pero los ven menos amenazados ante un escenario de Podemos en retroceso, por lo que su campaña está más pendiente de los que pueda ocurrir con los 61 escaños que se eligen en Andalucía y los 48 de Cataluña.
El PSOE nunca ha conseguido buenos resultados en unas generales si no los ha tenido en esas dos comunidades autónomas.
(41).- O para ser más exactos el 41,6 por ciento que aún no sabe a quien votará entre aquellos que, no obstante, sí tienen decidido hacerlo.
No es la primera vez que las encuestas reflejan un porcentaje tan elevado de indecisos y, de hecho, los sociólogos coinciden en que el voto se decide cada vez más tarde y por eso las campañas electorales acaban teniendo más influencia de lo que parece.
Para el 28 de abril, todos los partidos piden movilización de su electorado y lo hacen agitando como pocas veces antes el argumento del miedo: miedo a la extrema derecha, miedo a la ruptura de España…
(2).- Esa dinámica electoral de polarización y recurso al miedo para buscar el voto, junto a la irrupción de factores más ideológicos y emocionales que en anteriores ocasiones nos lleva a otro de los números que, no por obvio, será menos importante para determinar el resultado electoral: el 2, los dos bloques.
PSOE y Podemos, de un lado, frente a PP, Cs y Vox, por el otro. En el caso de la derecha, aún con lógica competencia interna, ese bloque aparece más claro a la vista de los electores, ya que se ha concretado en imágenes como el Gobierno de Andalucía o la manifestación de la plaza de Colón de Madrid.
La izquierda utiliza contra ese bloque sobre todo la presencia en él de la extrema derecha de Vox, mientras que los principales reproches desde la derecha al bloque de PSOE y POdemos se refieren a su «coqueteo» con los independentistas catalanes y la izquierda abertzale vasca.
(11).- Cuando en la madrugada del 28 al 29 de abril los dirigentes políticos -unos eufóricos, otros derrotados- se vayan a la cama, todos serán conscientes de que solo estarán a 11 días de que comience una nueva campaña electoral, la de las municipales, autonómicas y europeas.
Los sociólogos analizan también el posible hartazgo del electorado por un calendario electoral tan apretado, mientras que los politólogos tendrán que esperar al 29 de abril para empezar de nuevo a hacer sus cálculos. Numerología, lo llaman irónicamente algunos.
Dice la RAE de la numerología: «Práctica supuestamente adivinatoria a través de los números» y también «Estudio del significado oculto de los números».
Cien escaños, cinco partidos. En estos números electorales se mueve la llamada «España vaciada», convertida actualmente en el territorio más codiciado por los estrategas de las formaciones políticas porque en un escenario fragmentado como el que se avecina hay que conseguir diputados donde sea, incluso en las zonas del país donde los municipios se acercan a su extinción.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) describió a finales del año pasado el panorama demográfico de España, que es desolador, como este domingo pondrán de manifiesto las decenas de miles de personas que se espera recorran Madrid en protesta por la situación de provincias como Soria, Teruel, Cuenca o Guadalajara.
Una conclusión relució en el estudio: el 52 por ciento del territorio nacional está ya en riesgo de despoblación.
EL CONTEXTO ELECTORAL
El vaciamiento de más de la mitad de la superficie del país tiene una traducción electoral en circunscripciones (provincias) y escaños, en función de la población censada.
En una provincia se reparten dos diputados (Soria); en ocho (Ávila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel y Zamora), tres; y en diez (Albacete, Álava, Burgos, Cáceres, León, Lleida, Lugo, Ourense, La Rioja y Salamanca), cuatro.
Ya son en total 66 diputados, y si se suman los cinco de Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén, Navarra y Valladolid, el total asciende a 101. El Congreso se compone de un total de 350.
Esa España sin conexiones ferroviarias de calidad, sin servicios, con colegios con pocos niños, con hospitales a los que se les van los especialistas y donde internet va lentísimo, representa casi el 30 por ciento del hemiciclo.
Un hemiciclo al que, según auguran las encuestas, pueden llegar hasta cinco partidos (PSOE, PP, Cs, Unidas Podemos y Vox) con más de 30 escaños.
LA LUCHA POR EL VOTO
El profesor de la Universidad Complutense y experto en elecciones Rafa Rubio ha calculado el promedio de voto que necesitan los partidos para arañar un escaño en las circunscripciones de la llamada «España vaciada».
Según explica a Efe, en las provincias en las que se reparten tres diputados, el promedio se sitúa en el 23,5 por ciento, en tanto que en las de cuatro se coloca en el 17,8 y en las de cinco, en el 14,8.
En los comicios de junio de 2016, sólo PP y PSOE sobrepasaron todos esos porcentajes, pero ya se observaron algunas grietas porque en Huesca Unidos Podemos (incluidas confluencias) obtuvo un escaño, y lo mismo hizo en Albacete, Burgos, Lugo, Ourense, Álava, Lleida y La Rioja. Además, Ciudadanos se quedó cerca en varias de ellas.
Es decir, la hegemonía aplastante en la España vacía de populares y socialistas comenzó a resquebrajarse. La lucha es ahora más acuciante porque ya no son cuatro partidos los que juegan, sino cinco.
Cuenta Rubio que en estas provincias despobladas PSOE y PP (sobre todo el PP) necesitan mantener su vigor y no perder ventaja respecto al tercero, cuarto y quinto en liza, porque a menos ventaja, más riesgo de perder un escaño.
El presidente de Gad3, Narcisco Michavila, advierte en declaraciones a Efe de que en estas zonas el voto se ha fragmentado, pero «el votante es homogéneo», es decir, se mueve por bloques ideológicos.
Por ello, las propuestas de los partidos buscan marcar la diferencia.
MEDIDAS PARA LOS QUE RESISTEN
Albert Rivera ha anunciado esta semana en Guadalajara una rebaja fiscal para quienes mantengan su residencia en zonas despobladas y acudirá este domingo a la manifestación de Madrid, en tanto que Pedro Sánchez avanzó en Segovia (antes de ir a Salamanca y a Zamora) una estrategia para revitalizar tecnológicamente las regiones vacías.
Pablo Casado ha enarbolado la defensa de la caza como motor económico del medio rural y Santiago Abascal llenó su acto de Huesca. Todo en una semana.
Raúl Oliván es el jefe de campaña del PSOE de Aragón, una de las comunidades más afectadas por la despoblación. Señala a Efe que la forma más eficiente de acceder a los que viven en el entorno rural debe basarse en el trabajo constante, nunca en «varitas mágicas», por lo que, a su entender, ir a los pueblos a captar votos como quien «va de excursionista» ahuyenta al elector.
Tanto socialistas como populares, pero ahora especialmente los socialistas (es la inercia electoral), parten con ventaja porque «la nueva política es un fenómeno urbano» y así se sigue percibiendo.
Se comprende el esfuerzo de Ciudadanos de que cale su mensaje, como demostró Inés Arrimadas en Teruel esta misma semana, o el de Podemos, que ha hecho de la inversión en la «España vaciada» uno de sus ejes programáticos, como señalan fuentes consultadas del partido «morado».
Rafa Rubio recuerda que en las zonas menos pobladas el factor preponderante para atraer el voto es la propuesta.
¿LO CONSEGUIRÁ LA NUEVA POLÍTICA?
Casado sabía bien lo que decía cuando pidió a Vox que no se presentara en determinadas provincias, y sabe bien lo que hace cuando reclama aglutinar el voto en el PP. Sánchez sabe muy bien de lo que habla cuando habla de «las tres derechas». Uno quiere concentrar, otro quiere dispersar.
Michavila menciona el rasgo predominante de la población que reside en la España vacía, mayoritariamente envejecida, en tanto que Rubio destaca que el voto responde a una necesidad de estabilidad.
Son dos barreras para los nuevos partidos, pero el 28 de abril puede que caigan.
El presidente de Gad3 recuerda que a Donald Trump le aupó el voto rural y que el «brexit» triunfó esencialmente en zonas rurales. «Lo urbano versus lo rural es una tensión mundial», concluye.
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