Que unas elecciones son al final una cuestión de cifras no se le oculta a nadie: más o menos votos, más o menos escaños, pero hay otros números en esta campaña en cuyo análisis se vuelcan los politólogos y los estrategas de los partidos. Quienes sepan interpretarlos se llevarán el gato electoral al agua.
(5).- Comencemos por el número más obvio en estas elecciones. Ya nadie duda de la irrupción de Vox en la escena parlamentaria a partir del 28 de abril y eso obliga a recalcularlo todo.
La larga tradición de bipartidismo en la política española se quebró en 2015 con la entrada de Podemos y Ciudadanos, y parece destinada a saltar definitivamente en pedazos con una quinta fuerza política en escena.
Si había alguna duda, las encuestas lo han certificado y el propio comité electoral del PSOE, al explicar la decisión de que Pedro Sánchez acuda a un debate televisado «a cinco», ha rubricado la llegada de Vox diciendo que el CIS le da una estimación de voto superior al 10 por ciento.
(25).- Y el 5 lleva al 25, porque ese es el porcentaje de voto en el que varios politólogos sitúan el techo electoral de cualquier opción política con cinco partidos sobre el tablero.
Como la mayoría de las encuestas vaticinan que los socialistas lo superarán y algunas les sitúan incluso por encima del 30 por ciento, todo apunta a que, de cumplirse esos buenos pronósticos para el PSOE, alguien tendrá que ceder terreno: todos miran a Podemos.
(103).- La clave será, como siempre, cómo convertir los votos en escaños y los partidos, sobre todo PP y Vox, han puesto el ojo en los 103 que se eligen en las circunscripciones más pequeñas, las que eligen entre dos y cinco -además de uno en Ceuta y otro en Melilla-, y en las que en esta campaña se combate casi «casa por casa».
La victoria de Trump, el Brexit… el voto rural estuvo detrás de esos recientes cambios políticos internacionales y en España en los últimos años ha sido con esos «muchos poquitos» con los que el Partido Popular ha fraguado sus mejores resultados.
Un 23,5 por ciento en las circunscripciones que eligen 3 escaños, un 17,8 por ciento en las de 4, y un 14,8 por ciento en las de 5. Esos son los promedios para conseguir un escaño en las circunscripciones más pequeñas, según los cálculos de Rafael Rubio profesor de la Universidad Complutense de Madrid, experto en elecciones.
Lo que esté por debajo puede ser voto «tirado» y por eso Pablo Casado llegó a pedir en precampaña a Vox que no se presentara en las provincias pequeñas ante el riesgo de que los votos del PP que se vayan al partido de Abascal no sirvan ni a uno ni a otro y acaban beneficiando al PSOE.
(61/48).- Para los socialistas esos votos son importantes, pero los ven menos amenazados ante un escenario de Podemos en retroceso, por lo que su campaña está más pendiente de los que pueda ocurrir con los 61 escaños que se eligen en Andalucía y los 48 de Cataluña.
El PSOE nunca ha conseguido buenos resultados en unas generales si no los ha tenido en esas dos comunidades autónomas.
(41).- O para ser más exactos el 41,6 por ciento que aún no sabe a quien votará entre aquellos que, no obstante, sí tienen decidido hacerlo.
No es la primera vez que las encuestas reflejan un porcentaje tan elevado de indecisos y, de hecho, los sociólogos coinciden en que el voto se decide cada vez más tarde y por eso las campañas electorales acaban teniendo más influencia de lo que parece.
Para el 28 de abril, todos los partidos piden movilización de su electorado y lo hacen agitando como pocas veces antes el argumento del miedo: miedo a la extrema derecha, miedo a la ruptura de España…
(2).- Esa dinámica electoral de polarización y recurso al miedo para buscar el voto, junto a la irrupción de factores más ideológicos y emocionales que en anteriores ocasiones nos lleva a otro de los números que, no por obvio, será menos importante para determinar el resultado electoral: el 2, los dos bloques.
PSOE y Podemos, de un lado, frente a PP, Cs y Vox, por el otro. En el caso de la derecha, aún con lógica competencia interna, ese bloque aparece más claro a la vista de los electores, ya que se ha concretado en imágenes como el Gobierno de Andalucía o la manifestación de la plaza de Colón de Madrid.
La izquierda utiliza contra ese bloque sobre todo la presencia en él de la extrema derecha de Vox, mientras que los principales reproches desde la derecha al bloque de PSOE y POdemos se refieren a su «coqueteo» con los independentistas catalanes y la izquierda abertzale vasca.
(11).- Cuando en la madrugada del 28 al 29 de abril los dirigentes políticos -unos eufóricos, otros derrotados- se vayan a la cama, todos serán conscientes de que solo estarán a 11 días de que comience una nueva campaña electoral, la de las municipales, autonómicas y europeas.
Los sociólogos analizan también el posible hartazgo del electorado por un calendario electoral tan apretado, mientras que los politólogos tendrán que esperar al 29 de abril para empezar de nuevo a hacer sus cálculos. Numerología, lo llaman irónicamente algunos.
Dice la RAE de la numerología: «Práctica supuestamente adivinatoria a través de los números» y también «Estudio del significado oculto de los números».
Cuando Zelensky, un actor y exitoso empresario, anunciaba su intención de convertirse en presidente de Ucrania su figura era familiar para la inmensa mayoría de los ucranianos.
Cuando el 31 de diciembre de 2018, Volodimir Zelensky, un actor, comediante y exitoso empresario de la industria del entretenimiento, anunciaba su intención de convertirse en presidente de Ucrania su figura, de personaje político, era familiar para la inmensa mayoría de los ucranianos. El país asociaba ya su rostro al del presidente, un presidente que había llegado a serlo cuando el discurso encendido de un joven profesor contra las puertas giratorias en la política, grabado por uno de sus alumnos, se había hecho viral, convirtiéndole en el presidente de su país. La realidad es que, en ese momento, esta historia no había sucedido nunca. El profesor Goloborodko, convertido en presidente, era solamente un personaje de ficción, y Zelensky el que le daba vida en la serie ‘Al servicio del pueblo’, estrenada en 2015 y que había finalizado su segunda temporada. Sus historias podían encontrarse de manera gratuita en Youtube o en Netflix y se difundían ampliamente entre los más de 2,8 millones de seguidores que, antes de empezar la campaña, tenía en Instagram y al más de medio millón de sus seguidores en Facebook.
Zelensky lanzaba su candidatura con un partido de nueva creación que toma el nombre de la serie, y anunciaba su intención de no hacer campaña electoral hasta el día de las elecciones. Renunciaba así a los mítines tradicionales y a la publicidad en carteles, rechazaba cualquier tipo de debate y la gran mayoría de entrevistas. Dedicaba todos sus esfuerzos a una gira de «conciertos», mezcla de monólogo del club de la comedia y concierto, que ha ido celebrando en estadios de fútbol, teatros e incluso circos de todo el país donde sin hablar de política se limita a ridiculizar a todos sus rivales, y a una inversión en redes sociales muy superior a la del resto de los candidatos.
En sus actuaciones resulta imposible distinguir donde acaba el ‘showman’ y comienza el candidato. El hombre de la gente que habla del futuro de los niños, mientras canta una canción irónica ‘La vida es maravillosa’, o tiene un guiño de ‘reality’ al reunir a una niña que había sido separada de su abuelo. «¿Para qué necesitamos hacer campaña? Sois gente inteligente que sabéis qué hacer el día de la votación, ¿verdad?», es una de sus frases favoritas.
La cadena de televisión 1+1, donde ha desarrollado su carrera durante los últimos 15 años, se ha convertido en el centro de su campaña. No ha dejado de emitir su ‘talkshow’ ‘La voz de la gente’ y de participar en diferentes proyectos audiovisuales, construyendo un imperio audiovisual valorado en millones de dólares. Sus últimos propósitos han sido la tercera temporada de su serie, cuyo estreno estaba anunciado para tres días antes de la votación y que fue suspendido por la autoridad electoral, y un documental dedicado a Ronald Reagan en el que hacia de narrador, y que fue estrenado durante la jornada de reflexión, un día que la cadena dedicó en exclusiva a «su» candidato. En una campaña tan disruptiva es difícil no ver una coincidencia: que un documental sobre una estrella de televisión que en 1980 se convirtió en el presidente de los Estados Unidos sea narrada por una estrella de la televisión que quiere convertirse en el presidente de Ucrania.
Lejos de lo que puede parecer, el 30% de los votos que ha recibido no son votos en broma, es un voto que recoge la indignación de una buena parte de la población ucraniana, que sumergida en una complejísima realidad prefiere acogerse al liderazgo de un personaje de ficción que como decían algunos votantes «puede ser un payaso, pero no es un idiota».
Es un voto que recoge la indignación de una buena parte de la población ucraniana
Las elecciones presidenciales ucranianas son un ejemplo más de la capacidad de la ficción no solo para contar la historia sino también para modificar las percepciones de la sociedad. El cine y las series norteamericanas, que monopolizaban la producción televisiva en los años 70 y 80 configuraron el imaginario colectivo de varias generaciones que identificaban los valores del ‘american way of life’ con la felicidad. Lejos de construir un mundo paralelo,en el que evadirse de la dura realidad, la ficción ayuda a entender y construir referencias del mundo en el que vivimos, incidiendo en la forma que tenemos de relacionarnos con la realidad pero sin el filtro de la sospecha al que habitualmente sometemos a la información política.
Así lo apuntaba Martha Nussbaum: «La lectura de novelas (…) conforma la vida de la fantasía, y sin duda la fantasía da forma, para bien o para mal, a las relaciones del lector con el mundo». La literatura, la pintura, o el cine suelen ser más expresivas a la hora de tratar de explicar, o al menos de intentar entender los acontecimientos, las historias humanas hablan mucho más sobre las causas y los ‘porqué’ que los tomos de libros de Historia.
Podríamos decir que mientras los ensayos ayudan a entender el presente a los estudiosos, la ficción conforma la imagen que la sociedad tiene de una época. Al reflejar un contexto habitual este se convierte en la mejor versión de la «verdadera» historia de la humanidad. Una historia que es, en gran medida, la suma de las opciones personales de todos los que estuvieron presentes y su influencia en las decisiones de otras muchas personas. Esa intrahistoria, de la que hablaba Unamuno, y que Ortega convirtió en categoría, la única que es historia de verdad, aunque nunca llegue a ensayos, libros de historia o documentales y se quede, como en el caso del mendigo norteamericano Joe Gould, en la imperdible novela de Joseph Mithchell, amontonada en cajas de zapatos, debajo de un banco de Central Park.
‘Patria’ de Fernando Aramburu o ‘Mejor la ausencia’ de Edurne Portela han servido para que la sociedad española se aproxime al drama del terrorismo de ETA. También en las últimas semanas hemos visto también como en la excelente novela de Karina Sainz Borgo ‘La hija de la española’ la ficción se ha convertido en una poderosa herramienta para transmitir, más allá de los datos, la situación de un país como Venezuela. La novela se convierte en una herramienta de transmisión de la realidad muchísimo más poderosa que todos los informes semanales de la temporada.
No es casual que esta misma semana el Rey haya recibido a Hastings, alto ejecutivo de Netflix, con motivo del desembarco de la plataforma en España
La ficción supera a la información en su influencia en la formación de laspercepciones personales y la cultura social. Un buen modelo de esta retroalimentación entre la ficción y la realidad la encontramos en la estrategia de comunicación de Dáesh y el uso de la misma con una imitación consciente del estilo de videojuegos y de las superproducciones de éxito que generan gran atención y atractivo, además de presentar una imagen más humana del terrorista y una imagen despersonalizada de las víctimas, como revela Javier Lesaca en ‘Armas de seducción masiva’, mientras los medios de comunicación tradicionales se resisten a reflejar en toda su crudeza las consecuencias de su barbarie. Y cuando, como en Ucrania, a la ficción se le une el humor, esta capacidad de construir percepciones se hace todavía más poderosa.
No es casual que esta misma semana el rey Felipe VI haya recibido a Reed Hastings, alto ejecutivo de Netflix, con motivo del desembarco de la plataforma en España.
Cien escaños, cinco partidos. En estos números electorales se mueve la llamada «España vaciada», convertida actualmente en el territorio más codiciado por los estrategas de las formaciones políticas porque en un escenario fragmentado como el que se avecina hay que conseguir diputados donde sea, incluso en las zonas del país donde los municipios se acercan a su extinción.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) describió a finales del año pasado el panorama demográfico de España, que es desolador, como este domingo pondrán de manifiesto las decenas de miles de personas que se espera recorran Madrid en protesta por la situación de provincias como Soria, Teruel, Cuenca o Guadalajara.
Una conclusión relució en el estudio: el 52 por ciento del territorio nacional está ya en riesgo de despoblación.
EL CONTEXTO ELECTORAL
El vaciamiento de más de la mitad de la superficie del país tiene una traducción electoral en circunscripciones (provincias) y escaños, en función de la población censada.
En una provincia se reparten dos diputados (Soria); en ocho (Ávila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel y Zamora), tres; y en diez (Albacete, Álava, Burgos, Cáceres, León, Lleida, Lugo, Ourense, La Rioja y Salamanca), cuatro.
Ya son en total 66 diputados, y si se suman los cinco de Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén, Navarra y Valladolid, el total asciende a 101. El Congreso se compone de un total de 350.
Esa España sin conexiones ferroviarias de calidad, sin servicios, con colegios con pocos niños, con hospitales a los que se les van los especialistas y donde internet va lentísimo, representa casi el 30 por ciento del hemiciclo.
Un hemiciclo al que, según auguran las encuestas, pueden llegar hasta cinco partidos (PSOE, PP, Cs, Unidas Podemos y Vox) con más de 30 escaños.
LA LUCHA POR EL VOTO
El profesor de la Universidad Complutense y experto en elecciones Rafa Rubio ha calculado el promedio de voto que necesitan los partidos para arañar un escaño en las circunscripciones de la llamada «España vaciada».
Según explica a Efe, en las provincias en las que se reparten tres diputados, el promedio se sitúa en el 23,5 por ciento, en tanto que en las de cuatro se coloca en el 17,8 y en las de cinco, en el 14,8.
En los comicios de junio de 2016, sólo PP y PSOE sobrepasaron todos esos porcentajes, pero ya se observaron algunas grietas porque en Huesca Unidos Podemos (incluidas confluencias) obtuvo un escaño, y lo mismo hizo en Albacete, Burgos, Lugo, Ourense, Álava, Lleida y La Rioja. Además, Ciudadanos se quedó cerca en varias de ellas.
Es decir, la hegemonía aplastante en la España vacía de populares y socialistas comenzó a resquebrajarse. La lucha es ahora más acuciante porque ya no son cuatro partidos los que juegan, sino cinco.
Cuenta Rubio que en estas provincias despobladas PSOE y PP (sobre todo el PP) necesitan mantener su vigor y no perder ventaja respecto al tercero, cuarto y quinto en liza, porque a menos ventaja, más riesgo de perder un escaño.
El presidente de Gad3, Narcisco Michavila, advierte en declaraciones a Efe de que en estas zonas el voto se ha fragmentado, pero «el votante es homogéneo», es decir, se mueve por bloques ideológicos.
Por ello, las propuestas de los partidos buscan marcar la diferencia.
MEDIDAS PARA LOS QUE RESISTEN
Albert Rivera ha anunciado esta semana en Guadalajara una rebaja fiscal para quienes mantengan su residencia en zonas despobladas y acudirá este domingo a la manifestación de Madrid, en tanto que Pedro Sánchez avanzó en Segovia (antes de ir a Salamanca y a Zamora) una estrategia para revitalizar tecnológicamente las regiones vacías.
Pablo Casado ha enarbolado la defensa de la caza como motor económico del medio rural y Santiago Abascal llenó su acto de Huesca. Todo en una semana.
Raúl Oliván es el jefe de campaña del PSOE de Aragón, una de las comunidades más afectadas por la despoblación. Señala a Efe que la forma más eficiente de acceder a los que viven en el entorno rural debe basarse en el trabajo constante, nunca en «varitas mágicas», por lo que, a su entender, ir a los pueblos a captar votos como quien «va de excursionista» ahuyenta al elector.
Tanto socialistas como populares, pero ahora especialmente los socialistas (es la inercia electoral), parten con ventaja porque «la nueva política es un fenómeno urbano» y así se sigue percibiendo.
Se comprende el esfuerzo de Ciudadanos de que cale su mensaje, como demostró Inés Arrimadas en Teruel esta misma semana, o el de Podemos, que ha hecho de la inversión en la «España vaciada» uno de sus ejes programáticos, como señalan fuentes consultadas del partido «morado».
Rafa Rubio recuerda que en las zonas menos pobladas el factor preponderante para atraer el voto es la propuesta.
¿LO CONSEGUIRÁ LA NUEVA POLÍTICA?
Casado sabía bien lo que decía cuando pidió a Vox que no se presentara en determinadas provincias, y sabe bien lo que hace cuando reclama aglutinar el voto en el PP. Sánchez sabe muy bien de lo que habla cuando habla de «las tres derechas». Uno quiere concentrar, otro quiere dispersar.
Michavila menciona el rasgo predominante de la población que reside en la España vacía, mayoritariamente envejecida, en tanto que Rubio destaca que el voto responde a una necesidad de estabilidad.
Son dos barreras para los nuevos partidos, pero el 28 de abril puede que caigan.
El presidente de Gad3 recuerda que a Donald Trump le aupó el voto rural y que el «brexit» triunfó esencialmente en zonas rurales. «Lo urbano versus lo rural es una tensión mundial», concluye.
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