El debate a dos. ¿La última oportunidad de la campaña?

He de confesar que para un consultor político estar hablando de la campaña durante las elecciones resulta un poco frustrante, es una señal inequívoca que no está trabajando y por eso puede dedicarse al noble arte de opinar y dar impresiones, esta vez con total libertad.


Por eso hace unos días pude participar en los desayunos de TVE para hablar de la campaña electoral de las elecciones al Parlamento Europeo.

Con este motivo traté de encontrar en encuestas y campañas algo de información novedosa, un enfoque diferente… que pude completar un poco más tras participar en un seminario organizado por Aspen Institute sobre las elecciones europeas. Creo que no lo conseguí del todo pero aquí están mis notas que quizás sirvan para entender un poco mejor el debate de esta noche entre Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano (22.00/TVE).

Un debate que una vez más estará tremendamente limitado por los acuerdos entre los responsables de campaña, que suelen jugar estos partidos «a empatar» compitiendo por evitar los errores más que por conseguir llegar al público, y garantizando el aburrimiento para todos aquellos que no son yonkis de la política, la inmensa mayoría. A priori, Miguel Arias Cañete parte con mucha ventaja, es el ministro mejor valorado (lo que no se si quiere decir mucho) pero sobre todo es cercano, muy buen comunicador y excelente conocedor del asunto europeo. Elena Valenciano, a la que antes de la campaña tenía por excelente polemista, parte con la desventaja de tener un conocimiento menor del asunto, un mensaje habitualmente negativo, y, en mi opinión, una falta de entrenamiento, se ha centrado en los mítines dejando a Ramón Jaúregui todos los debates celebrados hasta ahora en distintos foros, una oportunidad perdida que le puede pasar factura. Sea como sea el resultado final, estamos quizás ante la última oportunidad de esta campaña sosa y aburrida de dar a conocer a la inmensa mayoría de los españoles la importancia de estas elecciones.

Clave EUROPALas instituciones europeas han hecho un esfuerzo serio durante esta campaña de tratar de poner de manifiesto la importancia de estas elecciones. Nunca es fácil desarrollar una campaña única para 27 países pero el mensaje central ha sido: está eligiendo usted a los miembros del verdadero poder de la Unión, y como consecuencia su voto es un voto para elegir al Presidente de Europa. Con este fin las distintas familias políticas han elegido y presentado a sus candidatos a la Presidencia antes de las elecciones y se han comprometido a permitir gobernar al representante de la familia que obtenga mayor número de votos, evitando así las sorpresas que podrían producir pactos distintos en un parlamento en el que tienen asiento al menos ocho «familias» políticas.

Este punto en España ha tenido una repercusión nula con un seguimiento escaso de los distintos debates entre los candidatos europeos y la sorprendente decisión de establecer el debate entre candidatos nacionales que puede generar más expectación el mismo día que se celebra el último debate, y el más importante, entre los candidatos europeas. Esto no es más que una muestra más del carácter netamente nacional que las elecciones europeas tienen en España pero quizás nos puede venir bien, ya que nos aleja de unas expectativas que corren el riesgo de resultar decepcionadas. Las diferentes encuestas realizadas hasta la fecha hacen vislumbrar un resultado en el que lejos de asistir a un resultado claro para alguno de los candidatos, será necesario un pacto que, si no cambian mucho las cosas, se terminará cerrando entre el Partido Popular Europeo y el Partido Socialista Europeo (la otra opción sería un pacto a cuatro bandas de difícil engarce). Ver como una vez más los dos grupos mayoritarios alcanzan un pacto para repartirse el poder en la Comisión, con una previsible participación activa del Consejo en la conformación del Colegio de Comisarios puede dar al traste con las expectativas generadas, diluyendo la influencia ciudadana.

Esta decepción puede ser aún mayor si los ciudadanos se dan cuenta que los únicos candidatos con posibilidades servirán para reforzar aún más el poder de Alemania. Dónde el partido del candidato socialista es socio de gobierno del partido de Angela Merkel y el candidato popular ha sido propuesto y firmemente por la canciller dentro de su grupo, el Popular Europeo.

El segundo punto interesante desde la perspectiva europea tiene que ver con el cambio en el equilibrio de fuerzas. La previsible perdida de 60 escaños por parte del PPE no se corresponde con la subida de los socialistas sino con el subidón de grupos euroescepticos cuya representación se situaría en torno a los 80 escaños, destacando las subidas de la AFD, Frente Nacional, UKIP, Syriza, Amanecer Dorado, Movimiento 5 Estrellas y, en España, Podemos. A pesar de superar entre todos el 10% de los escaños quizás esto no se note tanto en el día a día del Parlamento y su impacto sea sobre todo en clave nacional, ante las dificultades de que partidos tan diversos, y en ocasiones opuestos, puedan actuar de manera coordinada en Europa.

Un tercer punto tendría que ver con el peso específico de los partidos españoles en sus respectivos grupos que en el caso socialista disminuiría, como consecuencia de la subida de sus partidos «hermanos» en Reino Unido, Italia, Portugal y Rumania, mientras que, paradójicamente, subirá el peso específico del Partido Popular en su grupo Europeo.

Pero no nos engañemos, 4 de cada 5 votantes acude a las urnas en clave nacional, y a 9 de cada 10 votantes le es indiferente el candidato, por lo que estas elecciones se vuelven a plantear, tanto por los candidatos como los medios de comunicación, como un termómetro de la situación nacional. Desde este punto de vista lo primero que llama la atención en las encuestas es la escasa participación. Esto no llama la atención sólo porque probablemente estemos ante las elecciones con una participación más baja de la historia de la democracia española (los más optimistas hablan de un 43%), sino porque la lectura de las encuestas ponen de manifiesto una forma nueva de hablar de la abstención. Podemos decir que la abstención ha dejado de ser una muestra de desinterés para convertirse en una muestra de protesta.

No podemos dejar de señalar como en esta participación escasa también influirá la elección tardía del candidato popular y el tono plano de la campaña. A la luz de las encuestas parece que esta estrategia dará resultados electorales a sus principales promotores, aunque al bajar el umbral de entrada (que puede rondar los 230.000 votos) pueden producirse todavía algunas sorpresas. Aunque no fuera así pienso que el precio de este «éxito» electoral será un cuestionamiento aún mayor de un proyecto europeo que, a la luz de la participación, no contaría con el respaldo ni de la mitad de la población, y promover una estrategia que facilite ese cuestionamiento en la situación actual me parece frívolo o incluso irresponsable. En este punto cabe realizar una reflexión sobre hasta que punto el PSOE ha esperado demasiado a saber el candidato popular (equivocando de manera clara su «enemigo») y hasta que punto los medios, haciendo bueno el principio según el cual sin conflicto no hay noticia, han hecho depender su cobertura preelectoral de la existencia de una lucha entre los partidos mayoritarios, evitando que comenzar antes la campaña sea una ventaja.

Otro de los puntos en los que algunos han puesto su atención en estas elecciones es el fin del bipartidismo en nuestro país. Sobre este punto me gustaría señalar un par de cosas. En primer lugar señalar como la que se preveía como una subida espectacular, especialmente de IU e UPyd, parece haberse desinflado en las últimas encuestas, y se corre el peligro que la expectativa generada provoque que un resultado que multiplica por tres la representación de cada uno de ellos, acabe convertido en decepción. En el último trimestre hemos visto como tanto PP como PSOE han recuperado casi 10 puntos de su votante tradicional y reducido su fuga de votos que en el caso del PP se iría a Upyd (5,1%) y en el caso del PSOE se repartiría entre IU (7,1%) y Upyd (4,7%). De esta forma vemos que según la tendencia de las últimas encuestas el bipartidismo no sufriría un desgaste tan grande como el anunciado y rondaría los 40, (con una pérdida de 8 o 9) y un 60% en porcentaje de votos. En este punto sería bueno ir más allá de los resultados de las últimas elecciones (en torno al 80% en 2004 y 2009), y tener una perspectiva más amplia, donde el bipartidismo, en elecciones europeas, se movía en torno al 60% (1987 y 1989) o en torno al 70% (1994 y 1999). Aunque no descarto la entrada de una o dos nuevas fuerzas políticas que no aparecen en la encuesta preelectoral del CIS, nos encontraríamos un escenario en el que la fragmentación seguiría siendo inferior a la Europea, y no muy distinta a la de 2009 en España con la entrada de tres fuerzas nuevas (una de ellas fruto de la ruptura de una opción electoral conjunta hace cinco años).

Aunque parece claro que el Partido Popular ganará estas elecciones, todavía quedan cosas en el aire: – – Puede haber sorpresas, incluso dos o tres. El porcentaje mínimo necesario para lograr un escaño en estas elecciones rondará el 1,5% (puede ser incluso más bajo) y en esos porcentajes, inferiores al margen de error, es muy difícil para el CIS estimar la entrada o no de partidos minoritarios (especialmente con aquellos en los que no existe un recuerdo de voto). En ese sentido Ciudadanos, Podemos, Compromis/Equo y Vox (en este orden) todavía conservan posibilidades de lograr su billete a Bruselas.

– En el escenario catalán, donde la participación en las europeas es siempre 5 o 6 puntos inferior a la media del resto de España, el éxito o no de la campaña dependerá de la movilización lograda. Si el histórico se mantiene, CiU puede ganar las elecciones, si ERC consigue movilizar y la participación se acerca más a la media nacional, puede llegar a ser la fuerza más votada, con un aumento que podría multiplicar por tres, y esta vez en solitario, lo conseguido en 2009 (cuando además acudían a las urnas como socios de Bildu)

Por último someto a vuestro juicio algunas sensaciones sobre la campaña que no he visto reflejado en las estrategias de campaña, probablemente no sean tan obvias y puede que incluso estén equivocadas:

En lo territorial, es cierto que como decía hace unos días Enrique Cocero en su excelente blog «intención de voto», Madrid es territorio infiel, lo que justifica los esfuerzos de unos y otros por «trabajarse» la capital, pero en estas elecciones todos los votos cuentan lo mismo y hay otros sitios dónde, en mi opinión, se podría lograr una mayor rentabilidad del esfuerzo electoral.

Por un lado no he visto un esfuerzo especial de campaña en Navarra, donde los votantes de UPN se encuentran huérfanos, y donde tanto Vox como Ciudadanos podían presentarse como representantes naturales de esta fuerza en Europa, con altas posibilidades de conectar con este electorado.

Algo similar ocurre en Asturias donde, aunque el Foro sí presenta candidatura, la ruptura de sus votantes con el PP es un hecho y partidos nacionales con ideología parecida (una vez más Ciudadanos y Vox) podrían aprovechar la situación.

En la misma línea me sorprende que UpyD ha concentrado sus esfuerzos en Madrid, casi en exclusiva, dejando a un lado la Comunidad Valenciana, donde creo que también hay un buen grupo de votantes del PP buscando alternativa.

Por último me sorprende la imagen de la campaña del PP, muy urbana, casi sofisticada, que no responde a una de las mayores bolsas de voto indeciso proclive al PP, casi 3 millones de jubilados y pensionistas, especialmente aquellos residentes en municipios de menos de 50 mil habitantes, que ven con agrado a Arias Cañete, pero a los que el estilo de la campaña electoral (spots, mítines y carteles) parece ignorar.

¿Cómo lo veis? ¿Algún otro detalle que os haya llamado la atención?

Si me conoce, vóteme: el líder carismático y el personalismo

La estructura organizativa de los partidos facilita la acumulación de poder por parte de los notables.

Por Diego Sanz Paratcha, Redacción
 
La cara del candidato Pablo Iglesias, cabeza de lista de la recién estrenada plataforma de izquierdas Podemos, acompañará al logo en la papeleta de votación el día 25. Muchos pequeños Pablos Iglesias salían de un aparato de televisión en un desvío de un conocido vídeo de la estrella de música electrónica Aphex Twin. La etiqueta #ConPabloPodemos fue difundida en Twitter como parte del calentamiento electoral de una candidatura que ha recibido la crítica de ‘perso­nalista’ desde el primer momento de su presentación. Pero un somero repaso al sistema político español muestra que –al menos en esto– Podemos no está sola.

Si se entiende por personalismo aquel fenómeno en que las preferencias políticas o ideológicas de un dirigente se imponen a las de la organización, éste domina como mínimo las campañas electorales. “La historia de las campañas es una historia de sus líderes. Esto ya empezó con Suárez, un hombre que se construyó un partido para poder presentarse a unas elecciones”, opina Rafa Rubio, que ha trabajado como consultor en comunicación para el PP y es profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid. “Desde el principio se entiende, por una cuestión de confianza, que las elecciones van unidas a una cara”, señala, y pone como ejemplo el hecho de que en la cartelería de los partidos en las elecciones al  Congreso la imagen del candidato elegido en la circunscripción local siempre vaya acompañada del cabeza de lista.

En 2004 esta arma de doble filo le jugó al PP una mala pasada, según la investigadora Lucía Picarella, que ha estudiado los procesos de presidencialización y personalismo en el sistema político español. En la campaña que finalmente llevaría a Zapatero a la presidencia, la “fuerte presencia” de Aznar en acompañamiento del candidato Rajoy “ofuscó completamente al candidato popular a la presidencia del Gobierno, ayudando a difundir una imagen de debilidad y bicefalia interna”, escribía la politóloga. El expresidente y miembro de la fundación FAES ha vuelto a ofrecerse para la campaña de Cañete en las europeas, y la tibieza del partido –que finalmente le ofreció participar en un mitin en La Rioja– se ha interpretado como otro gesto del entorno de Rajoy para distanciarse de su mentor.

El politólogo e impulsor de la iniciativa de Podemos, Íñigo Errejón, se declara consciente del doble filo que puede representar un excesivo peso de la imagen del dirigente con respecto a la organización. La candidatura, explica a DIAGONAL, “tiene como disparador la visibilidad mediática del candidato número 1 para las elecciones europeas”. Pero, opina, el “mayor riesgo para nosotros es la invisibilidad, la no existencia”, si bien concede que esta dependencia con respecto a Iglesias “se debe corregir con el tiempo”.

Un problema estructural

Más allá de las elecciones, en los dos principales partidos la tendencia al personalismo es clara, si bien con matices, opina Picarella. En el PP éste se desprende claramente de su organización, donde el presidente elige personalmente a un tercio del comité ejecutivo, que además coincide con la comisión ejecutiva permanente del partido. El máximo órgano de la estructura, el Congreso Nacional, lo convoca una junta directiva cuyo primer puesto también coincide con la presidencia del PP. Ésta controla también a los grupos parlamentarios. En el caso del PSOE, escribe Picarella, “el nivel de personalización ha sido alto”, si bien “existen interesantes restricciones porque el secretario general, que posee poderes más bajos que los del presidente del PP, está obligado por la cumbre partidista, no sujeta al líder”. Para Rubio, no obstante, “el PSOE está marcado desde el congreso de Suresnes por el personalismo de Felipe González, líder total y absoluto que hace y deshace, ZP hereda ese modelo y se llega a un techo con Rubalcaba que tendrá que ser resuelto en las primarias”.

Una excepción a esta tendencia sería IU, al menos desde el punto de vista y la práctica del electorado. “En IU ha habido campañas en las que la personalidad del líder se ha ido difuminando. Quizá su electorado se identifica más con una ideología y es más independiente de las personas”, señala Rubio. La influencia de los candidatos de PCE/IU sobre las decisiones de voto de las y los votantes, indicaba un estudio de 2005 del profesor Guillem Rico citado por Picarella, se mantuvo en niveles bajos entre 1979 y 2004 –quienes valoraban positivamente a sus candidatos tenían sólo un 20% más de probabilidades de votar por IU/PCE que quienes compartían la misma opinión del partido pero valoraban peor al líder, mientras que en 2004 quienes valoraban más positivamente a Zapatero eran un 84% más proclives a votar por el PSOE que quienes no valoraban tanto a este dirigente–.

Según Rubio, dependiendo de las circunstancias –por ejemplo, si las encuestas muestran desde el principio poca probabilidad de victoria–, el cambio en los índices de conocimiento y valoración de una candidatura “son dos índices tremendamente relevantes que tratas de trabajar durante la campaña”. Para este analista, las primarias y las municipales serán respectivamente para el PSOE y el PP la palanca con la que tratarán de movilizar a su núcleo duro de simpatizantes para movilizar más efectivamente a su electorado potencial.

Publicado en Diagonal

Los políticos latinoamericanos son los que mejor usan las redes sociales

Los políticos latinoamericanos son los que mejor usan las redes sociales

Política y redes sociales son dos conceptos que cada vez van más de la mano pero el hecho de que los políticos estén presentes en las redes sociales no quiere decir que sepan hacer un buen uso de las mismas. Aunque, según los expertos, los líderes de los países de latinoamericanos son los que mejor utilizan estas plataformas.

Los analistas señalan que el éxito de estos políticos en las redes sociales radica en la espontaneidad con las que las usan, empleándolas como plataformas para dar a conocer propuestas ciudadanas o la agenda política, saben interactuar con sus seguidores y distinguen bastante bien sus cuentas oficiales de las personales.

Los datos de 2013 señalan que cuatro de los diez líderes mundiales que actualmente están en activo en sus cargos pertenecían a países latinoamericanos. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, lidera el ranking con 2.600.000 seguidores en Twitter. Le siguen el presidente de México, Enrique Peña Nieto, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Y a pesar de que ha pasado más de un año desde su muerte, la cuenta de Twitter de Hugo Chávez es el perfil con mayor número de seguidores superando los cuatro millones de followers.

“Los líderes escuchan mucho lo que dice la gente en la calle, más incluso que las democracias consolidadas o en países más occidentales y los ciudadanos escuchan más lo que dicen sus líderes también en las redes sociales”, explicaba Adolfo Corujo de Llorente & Cuenca, en los informativos de La 1 de RTVE.

Todos estos líderes coinciden en que internet es algo más que una herramienta propagandística e introducen en estas redes elementos personales. “En Latinoamérica lo tienen clarísimo, no hay nada más político que lo personal. No hay una forma mejor de conseguir generar confianza en la gente ni conseguir resultar atractivo que lo personal” señala Rafael Rubio del Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político (CIGMAP).

“Se ve un uso más personal. Vemos cómo utilizan las cuentas para tener conversaciones entre líderes latinoamericanos. Hubo conversaciones entre Cristina Fernández de Kirchner y Hugo Chávez en las que se alcanzaba un grado de intimidad muy sorprendente en unos tonos de conversación puramente personal” afirma Rubio.

Rafael Rubio apunta que la concepción que tienen de las redes sociales los líderes latinoamericanos es diferente a la que podemos encontrar, por ejemplo, en España. “Hay otra parte de participación directa en la agenda del día. Son los primeros en valorar un acontecimiento o en reaccionar frente a un acontecimiento” explica. Según los expertos, Enrique Peña Nieto es el presidente que mejor uso hace de las redes sociales. “Hace una gestión adaptada a lo que hoy en día es tendencia. Eso, evidentemente, hace que las menciones que se hacen acerca de él sean mejores. Eso hace que los temas de los que se hablan en las redes sean parte de su agenda de gobierno y eso es lo que hace que hablemos de él como el político que lleva la iniciativa”, afirma Corujo.

Según un reciente estudio, la gestión que mejor valoran los internautas es la del presidente colombiano Juan Manuel Santos. Estos líderes tampoco escapan a los fakes o cuentas falsas sobre sus personas que pueden llegar a tener tanto éxito como las oficiales. Tal es el caso de un perfil falso en Twitter de Dilma Rousseff que supera los 184.000 seguidores.

“Está por descubrir el uso que los propios presidentes podrían hacer de sus cuentas falsas para que se atrevieran a decir lo que no se atreven hacer en sus cuentas públicas”, señala Rubio. La presidenta de Brasil por ejemplo regreso a Twitter tras una ausencia de tres años y lo hizo anunciándolo en el mencionado perfil falso gestionado por un estudiante brasileño que acabó siendo invitado al Palacio Presidencial.

Publicado en Marketingdirecto.com