La acción política de la sociedad

En “Comunicación institucional y política“.
Moreno Torres, JL.
Serie Claves del Gobierno local 25,
Fundación Democracia y Gobierno Local, 2018.
Págs. 107-130

Hiper mega guay

Hiper mega guay

La exageración en la crítica o en las propuestas se ha convertido ya en un recurso retórico principal dentro del elenco que tiene el particular lenguaje de los políticos.

La exageración forma parte de nuestras vidas. Semanalmente vemos cómo se repiten el gol del año, la boda del siglo, o el eclipse del milenio. Más allá de un ingrediente propio de la prensa veraniega, convertida en categoría destinada a sacar del letargo estival al lector, no hay información que no tenga su dosis de hipérbole. Si hoy la bella durmiente volviera a despertar, y echara un vistazo a nuestros medios, tendría la seguridad de haber despertado en una película de catástrofes (consagrada también como categoría cinematográfica con entidad propia, como muestra su propia entrada en Wikipedia).

A juzgar por Twitter, este afán de superar en un punto la realidad también forma parte de las relaciones personales donde el insulto se ha convertido en el mayor calificativo hacia el que piensa diferente, a la vez que solo cabe la exaltación permanente del amigo, el gran…, que siempre es un genio, la referencia en tal tema o el que más sabe de tal otro.

En la esfera pública, sirva solo como ejemplo de un fenómeno cada vez más habitual, la forma de comunicar habitualmente la emergencia medioambiental, que ha vivido su último capítulo en el dramático incendio del Amazonas que, sin quitar un ápice a su gravedad, algunos datos recientes no distinguen de incendios ocurridos en años anteriores. Esta emergencia medioambiental como respuesta propone cambios radicales en la conducta de las personas, en sus dietas, o incluso en su libertad reproductiva, para lo que acude a imágenes apocalípticas (no siempre verdaderas) que, aunque parezca sorprendente, podrían lograr un efecto contrario al perseguido.

Los discursos se mueven hoy entre un cielo y un infierno, sin una parada en la tierra, el único lugar donde existe diálogo. Pero la tierra no vende

Con la política, convertida fundamentalmente en comunicación, sucede algo similar. La exageración en la crítica o en las propuestas se ha convertido ya en un recurso retórico principal dentro del elenco que tiene el particular lenguaje de los políticos. Los discursos se mueven hoy entre un cielo y un infierno, sin una parada en la tierra, que es, a fin de cuentas, el único lugar donde sería posible el diálogo. Pero la tierra no vende. Dentro de la pugna por la atención de la sociedad, la política parte en inferioridad, por lo que ha acabado por adoptar, como el cine o la televisión, la espectacularización como instrumento, e incluso, a veces, como única estrategia.

La sorpresa, la imprevisibilidad, lo entretenido o el mero efectismo se ha convertido en un valor político, igual que antes lo fueron sus contrarios: la previsibilidad y lo aburrido. Se ha cambiado a Cicerón por la publicidad. Y como esta, la brevedad, lo sucinto, es dogma y el eslogan, el corte de televisión o el vídeo para las redes sociales se han impuesto a discursos o textos más elaborados. Se sube el tono, como la industria del cine con el volumen de las películas, pero no el nivel.

Así, no puede sorprender por tanto que «valores» netamente publicitarios como lo genuino, lo auténtico, lo original, que a veces cruzan la frontera de lo maleducado o grotesco, copen el lugar que hace no muchos años ocupaban otros como la valía. Se ha abierto el espacio entre querer ser bueno y querer, solo, parecerlo.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La falta de perspectiva histórica que nos mantiene permanentemente en un eterno presente hace que todo sea siempre «lo más» ante la ausencia de referencias con las que comparar. El peso que, como recordaba el difunto Sartori, la cultura audiovisual ha ido otorgando a lo emocional frente a lo racional ha convertido las experiencias en la única forma de aprehender la vida y a las emociones en la materia prima de la política. A esto podríamos sumar la cultura del clic, que ha traspasado las fronteras de la búsqueda de audiencias de los medios, para llegar a nuestras cabezas.

La cultura audiovisual ha convertido las experiencias en la única forma de aprehender y a las emociones en la materia prima de la política

La política, que no solo no permanece ajena a esto, sino que contribuye decisivamente a su desarrollo, es la primera afectada. Su lenguaje se ve particularmente hinchado; sufre una inflación de los términos que, en contra de lo que muchos estrategas piensan, acaba por generar una afasia, cuando no apatía, en la sociedad. Los ciudadanos acaban por no tomar en serio nada de lo dicho y van retirándole a la clase política el valioso préstamo de su confianza, según van superando la enésima profecía maya que predice el fin del mundo. Y puestos a buscar espectáculo prefieren a los auténticos profesionales del entretenimiento.

Pero hay una derivada aún más compleja. Cuando esta inflación se transmite a la realidad en sí, esta se acaba por despreciar ya que nunca será tan intensa como el mundo de emociones que se nos presenta por todos lados. Como siempre que se va en contra de la realidad, la quiebra de expectativas llega tarde o temprano, tanto social como políticamente, porque, recordando de nuevo a Sartori, la democracia tiene un problema de expectativas. Si a esto le añadimos la confusión entre ficción y realidad, que, paradójicamente, hace que los espectadores puedan terminar restando gravedad al problema y lo conviertan en una realidad ajena al día a día o, lo que es aún más grave, en parte del paisaje, completamos un cuadro que, a salvo de la exageración, puede resultar alarmante. La desconexión con la realidad, sobre todo con la realidad política por parte de la sociedad, abre fallas en la geografía democrática de un país, fallas por las que se van, a menudo, oportunidades decisivas. Además, entre las grietas que provoca la tensión permanente entre la realidad y el discurso solo cabe ser extremo. No es posible cualquier otro escenario que no sea el de la polarización y el enfrentamiento entre visiones del mundo, tan deformadas por su propia hipérbole que no admiten ningún tipo de conciliación.

La realidad, más que pese, no es hiper mega guay. Sus propias hechuras de contradicciones y dicotomías, su creatividad a la hora de generar situaciones distintas, lo hacen imposible. Es amable, a veces, otras no. Es sencilla en ocasiones, compleja otras. Está pintada con tantos colores que no caben en un fotograma. La realidad no busca la viralidad; la política tampoco debería, aunque a veces, voluntaria o involuntariamente, la logre.

Publicado en El Confidencial

 

Rafa Rubio: “El lobby conjuga política, comunicación, derecho y conocimiento del sector”

El título de Especialista en Asuntos Públicos y Lobbying dará comienzo en octubre en la Universidad Carlos III de Madrid. Por ello, hemos entrevistado a Rafa Rubio, miembro del claustro docente del título, que ha participado de manera activa en el diseño del programa académico.

Rafa Rubio es Doctor en Derecho Constitucional y profesor en la Universidad Complutense de Madrid. También ha sido investigador visitante en las Universidades de Georgetown, Harvard, George Washington University y la Scuola Superiore Sant´Anna. Es miembro del grupo de expertos del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales que colaboró en la elaboración de la Ley de Transparencia en España. Además, ha asesorado en comunicación digital y movilización social a Amnistía Internacional y Cooperación Internacional. Sus temas de investigación son la transparencia, la participación política, la comunicación y las campañas electorales

¿Por qué crees que realizar el curso es una opción para los profesionales de lobby?

El lobby es una profesión compleja que conjuga política, comunicación, derecho y conocimiento del sector en el que se trabaja, y es difícil encontrar profesionales formados en las cuatro disciplinas y con una visión integral de la profesión. Además, la profesión en nuestro país está un en proceso de modernización en el que toda puesta al día es poca.

¿Qué aportará este curso de posgrado a aquellos que se dedican al lobby?

Una visión integral del sector, formación en nuevas tendencias y el contacto con otros profesionales que suelen encontrar dificultades similares en su trabajo diario.

¿Cuáles crees que van a ser las tendencias del lobby que van a predominar los próximos años?

Creo que las dos grandes tendencias son la legitimación social, el aumento de los actores a los que se dirigen las acciones de lobby y la integración del lobby con otras áreas relacionadas con los intangibles de la empresa.

¿Crees que la actividad de lobby es imprescindible para cualquier compañía y organización?

Las decisiones del Estado influyen directamente en los resultados de las compañías y las organizaciones, de ahí que tratar de trabajar como si el Estado no existiera, o como si fuera imposible influir en sus decisiones sea un error estratégico y de gestión.

¿Consideras la actividad de lobby como canal de comunicación entre el sector privado, tercer sector, la sociedad civil, Administración Pública y políticos?

La materia prima del lobby es la comunicación, y sus actores fundamentales el sector privado, tercer sector, la sociedad civil, Administración Pública y políticos, de ahí que podamos definir la actividad de lobby propiamente como las actividades de comunicación entre estos actores.

Publicado en Llorente y Cuenca

«Esta campaña electoral es un auténtico paraíso para los consultores políticos»

«El debate a cuatro lo ganó Albert Rivera, pero Rajoy cumplió mejor sus objetivos»

La campaña electoral del 26J quizás canse a los ciudadanos, pero para los consultores políticos es «un auténtico paraíso», según admite Rafa Rubio, quien impartió ayer una conferencia en la UCAM. Cree que va a ganar Rajoy, y que en la última semana se dilucirá si Podemos adelanta al PSOE.

Por David Gómez

¿Cómo ve esta campaña electoral tan diferente que estamos viviendo?

Esta campaña es un auténtico paraíso para los consultores político, más allá que el ciudadano pueda estar agotado y los propios políticos también. Nunca se ha hecho una campaña con tanta información disponible para definir mensajes y estrategias. Es tremendamente atractiva para los expertos en la materia, que tienen materia prima suficiente para hacer bien su trabajo. Todo el debate de fondo de esta campaña va sobre la gobernabilidad, y eso favorece en gran medida al PP, porque ha estado en el Gobierno durante cuatro años. También está quedando claro que hay dos partidos imprescindibles para formar gobierno: PP y Podemos.

¿Qué diferencias nota en los principales candidatos, sus estrategias y sus mensajes, con respecto a diciembre?

Son infinitas. Rajoy se presenta desde la presidencia del Gobierno y casi duplica en edad al resto de los candidatos, por lo que aprovecha el elemento esencial de la experiencia. Pablo Iglesias lleva tres semanas proclamándose socialdemócrata, con un tono, un mensaje e incluso una forma de vestir que vienen a suavizar sus posturas con el objetivo de que lleguen a más gente. A Rivera y Sánchez les veo con problemas de posicionamiento. Pedro Sánchez Sánchez en la primera campaña tuvo un papel predominante y ahora ha pasado a un segundo plano. Albert Rivera, el líder político más valorado por sus bases, ha decidido ahora dar más papel más relevante dentro de la estructura de Ciudadanos.

A su juicio, ¿quién ganó el debate a cuatro?

Desde el punto de vista técnico, lo ganó Albert Rivera, pese a su sobreactuación del último minuto. Pero en el plano estratégico, ganó Mariano Rajoy, que fue el que cumplió mejor los objetivos que tenía antes del debate.

¿Qué pronóstico hace para el 26 de junio?

Creo que las elecciones generales las va a ganar el Partido Popular, con distancia considerable respecto a la segunda fuerza política. También pienso que PSOE y Podemos están muy ajustados. Que se produzca el ‘sorpasso’ dependerá de la estrategia de campaña en la última semana. Cualquier cosa que pase en la próxima semana va a ser determinante. Hay muchas provincias en las que los escaños pueden bailar por muy pocos votos.

Usted trabaja como asesor del Partido Popular. ¿Cree que la corrupción pasó ya en mayo y en diciembre de 2015 toda la factura que tenía que pasar?

Creo que eso es una frase hecha. En general, hay un porcentaje muy importante de la ciudadanía descontenta por la corrupción política en general, que afecta más a los partidos que tienen más gobiernos, en este caso el PP. La corrupción nunca dejan de pasar factura. Si la corrupción dejara de incluir, las personas que dejaron de votar a un partido a causa de la corrupción habrían vuelto. Y está claro que no. Quizás no hay mucha más gente que vaya a dejar de votar ahora por la corrupción, pero sí habrá gente que seguirá sin votar por este motivo.

Publicado en La Opinión de Murcia

Los ‘magos’ ocultos de los candidatos

La maquinaria de los partidos ya se ha puesto en marcha de cara al 26-J, en una campaña en la que Jorge Moragas en el PP, César Luena en el PSOE, Iñigo Errejón en Podemos y José Manuel Villegas en Ciudadanos seguirán pilotando las estrategias de sus partidos, como ya hicieran en diciembre. Pero en el círculo más próximo a los candidatos destacan unos pocos nombres que deciden sus pasos día a día durante la campaña y que marcan su discurso y sus ejes de comunicación. Es el caso, por ejemplo, de Carmen Martínez Castro para Rajoy, Verónica Fumanal en el caso de Sánchez, Irene Montero con Iglesias y Daniel Bardavío para Rivera.

Por Manuel Capilla y Virginia Miranda

Revista El Siglo
16–22 de mayo de 2016. nº 1155