Se ha escrito mucho sobre las elecciones norteamericanas, los factores claves para la victoria de Obama, el desastre republicano, el uso de las tics (especialmente del BIGDATA). A mi me interesa más mirar al futuro, y ver hasta que punto de los resultados de estas elecciones es posible extraer conclusiones sobre la situación actual de la sociedad norteamericana, y sus consecuencias electorales para los próximos años.
Sobre este tema me han interesado un par de artículos, elaborados desde perspectivas ideológicas muy diferentes:
– Este de Karl Rove en el WSJ
– Este de Andrew Kohut del Pew Research Center, publicado también en el WSJ
La tesis de fondo fue abordada en 2008 (antes de las primeras elecciones presidenciales que ganó Barack Obama) por Morley Winograd y Michael D. Hais (consultores demócratas con larga trayectoria profesional), que en «Millennnial Makeover» planteaban hasta que punto, tras el dominio ideológico republicano de los últimos 40 años, las circunstancias sociodemográficas y las innovaciones tecnológicas estarían dando paso a una nueva etapa política en Estados Unidos, que se prolongaría al menos durante unos 40 años.
Elementos como los resultados de 2008 y 2012; el voto joven, que en 2008 votó mayoritariamente a Obama; o el peso cada vez mayor de los latinos, también volcados en el candidato republicano serían síntomas de que la próxima etapa debería ser demócrata pero una lectura a fondo de los datos, como la que realizan los artículos anteriores, ofrecen resultados contradictorios. No hay duda que la sociedad norteamericana está cambiando de manera importante, y no hay duda que hoy en día son los demócratas los que mejor representan esos cambios, pero, frente a lo que pueda parecer, se trata de elementos que no se contradicen frontalmente con los principios del partido republicano por lo que, mi impresión, es que no podemos dar el partido por finalizado.
Os comparto la presentación que, dando vueltas a estas ideas, hice hace unos días en la Universidad de Navarra:
En nuestro país estamos asistiendo a un cambio de paradigma en la representación de intereses de las empresas y las organizaciones empresariales. En el marco de la III Edición del Programa Superior de Lobby&Advocacy del Instituto de Empresa, el próximo jueves 21 de noviembre a las 19.30 en el IE, se celebrará una mesa redonda para reflexionar sobre este tema. En la mesa estarán presentes Jesús Banegas, presidente de AMETIC (asociación sectorial); Jaime Malet, presidente de la US Chamber of Commerce (asociación de intereses internacionales) y Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios.
Se ha presentado en la Escuela Diplomática un número especial de los Cuadernos de la Escuela Diplomática bajo el título ‘Retos de nuestra acción exterior: Diplomacia Pública y Marca España’. Se trata de una tormenta de ideas realizada por más de 40 personas con perfiles profesionales y enfoques totalmente distintos. Representantes de la administración, profesionales de la moda o la gastronomía, consultores, profesores… nos hemos puesto a pensar, sin ningún tipo de información previa sobre los planes del Gobierno a través del Alto Comisionado de la Marca España.
Esto tiene el problema de la posibilidad de decir obviedades o repetir innecesariamente aspectos que ya forman parte del plan de actuación, pero tiene la ventaja de que las valoraciones y las propuestas no están condicionadas de antemano y que por tanto las opiniones se desenvuelven dentro del contexto de una obra de carácter académico, relación alguna con el Ministerio ni con las instituciones a las que representan los autores de los distintos artículos.
De ahí que, realizada esta advertencia previa, me parezca interesante recopilar algunas de las ideas que aparecen en este libro. No se trata de un texto de consenso entre los autores, ni un manifiesto ni de una hoja de ruta… sino simplemente el fruto de poner una detrás de otras algunas propuestas de acción que aparecen en algún capítulo, o en varios de ellos.
1) Desde el punto de vista de su contenido el Proyecto de Marca España no puede tratar de empezar de cero, ni reinventar la rueda, sino que debería concentrar sus esfuerzos en la revitalización de marca. Incidiendo de alguna manera en valores, connaturales con nuestro país como son la imaginación, inventiva, creatividad y búsqueda de calidad. Algo similar sucede con las acciones a desarrollar para llevarlo a cabo donde el camino andado por instituciones como Turespaña, el Foro de Marcas Renombradas, la moda española o distintas ciudades españolas, puede ser utilizado a través de sus plataformas, sus redes… Es necesario ir poco a poco, plantearse objetivos, buscar pequeñas victorias, avanzar en dos o tres campos a corto plazo y seguir caminando.
2) Es necesario dotar de recursos a este plan. Quizás ya no es posible dotarlo de presupuesto propio (países como Australia destinan 20 millones anuales), sino destinar a este fin recursos asignados a estos fines en distintas instituciones. Desde personal que forme un equipo multidisciplinar, necesario para una visión plural, hasta algo de presupuestos. Otras medidas que favorezcan la financiación privada, como la declaración del Proyecto como de excepcional interés, con las consiguientes condiciones fiscales favorables para los financiadores privados puede promover nuevas formas de colaboración público-privada que respalden de manera eficaz el proyecto.
3) Abrir canales de escucha que nos permitan revitalizar la marca España muy pegados a la realidad. Tanto dentro de nuestro país, algo indispensable para ir creando un corpus de experiencia común y ponerla a disposición de todos los interesados, como fuera de nuestro país, para conocer las distintas percepciones de los distintos públicos, y poder ir construyendo nuestra estrategia de manera realista y progresiva. Las redes sociales en este punto pueden jugar un papel importante.
4) Asumir un papel de plataforma: cooperación, colaboración, transparencia… La labor del Alto Comisionado, y su equipo, pasa fundamentalmente por dar herramientas a las miles de iniciativas, públicas y privadas, que afectan a la imagen exterior de nuestro país. En ese sentido se equivocaría si pretendiera hacerlo todo, y sería mucho más eficaz si ofrece visibilidad a estos proyectos, les dota de estructura de red, gracias a su relación con todos ellos, lo público con lo privado, lo grande con lo pequeño, les proporciona información y acompañamiento, acumulando y distribuyendo experiencia acumulada y poniendo a su disposición recursos comunes, como sus contactos, el personal diplomático e incluso espacio físico.
5) Promover la acción conjunta de distintos organismos. No se trata sólo de promover la colaboración, algo de lo que ya hemos hablado, sino en llevar a cabo algún tipo de acción conjunta. La gestión de un perfil único en redes sociales, a través de una red de voluntarios internacionales, podría ser una buena primera prueba. Lo digital como eje transversal prioritario y articulador, puede jugar ese papel unificador que tanto necesita nuestra diplomacia pública.
6) Elegir bien nuestros proyectos estrellas. Tratar de lograr que no representen sólo una institución, empresa o sector, sino que logren mostrar bajo un solo proyecto distintos aspectos de nuestra marca. Modelos como la promoción del turismo, que puede involucrar la moda, la gastronomía, la cultura… bajo el mismo enfoque de calidad, pueden servir de ejemplo.
7) Pensar en las personas, no sólo en las empresas o las instituciones. No olvidar, por ejemplo, el peso de los inmigrantes y los emigrantes y, con este fin, enfocar la labor de casas como la Casa América, la Casa Asia o la Casa África para convertirlos en instrumentos de diplomacia pública, tratando de llevar sus actividades hacia los inmigrantes de esa procedencia, convencidos de la capacidad de difusión y la credibilidad que su opinión tiene en sus países de origen.
8) Dar el salto en el campo del deporte, dejar de pensar en éxitos, que son temporales y no están garantizados de por vida, y aprovechar este momento de bonanza para construir una industria deportiva, en sus diferentes modalidades, como foco de atracción de inversiones extranjeras en España y como modelo difusor de valores como la profesionalidad, la excelencia o el esfuerzo.
9) Aprovechar el lugar estratégico que el español le otorga a España para constituirse como un auténtico ‘hub’ de educación de calidad. La historia, con hitos como la creación de las primeras universidades en Latinoamérica, o el lugar puntero que ocupan instituciones educativas como las escuelas de negocio españolas pueden servir para ir construyendo este ‘hub’.
10) En resumen, entender que la construcción de la marca España pasa necesariamente por el ejercicio de la diplomacia pública, y que esto es mucho más que una actividad de marketing, es una política de Estado. Y como tal requiere visión a largo plazo, unidad de mando y cooperación entre los distintos actores.
Nunca me había sentido obligado a justificar mi presencia en un acto. Si lo hago esta vez es porque alguien con el que tengo una excelente relación, Cesar Calderón, cuyo criterio siempre respeto, además de justificar su ausencia, señalando que la ausencia al acto, de algunos buenos amigos, «significa aprobación , complicidad o al menos anuencia». Coincido con la opinión de Cesar más veces de las que se podrían imaginar pero esta vez pienso que se equivoca.
Como respeto su espíritu crítico, que no calla cuando piensa que hay algo que criticar, y tengo la certeza de que en ningún caso se trata de un ataque personal, intentaré explicar mis motivos, que no se separan mucho de los que ya ha explicado Ismael Peña en un post.
Desde hace unos años participo activamente o asisto anualmente a una veintena, o más, de eventos de todo tipo. Lo hago con actos organizados por instituciones a las que respeto, otros por las personas que están detrás, aunque discrepe bastante de las instituciones o los proyectos concretos (algo así me ha pasado con el Comité de Expertos de la Ley de Transparencia, con la que me siento tremendamente decepcionado). Debo tener un algo masoquista pero acudo incluso a invitaciones aún a sabiendas que se me invita para cubrir la cuota, para tener una voz discordante, que no comparten la mayoría de los asistentes. Esa apertura a escuchar la crítica me parece motivo suficiente para asistir y debo señalar que es en algunos de esos actos dónde más he aprendido, y disfrutado.
Reconozco que no es un tema menor. Yo mismo me lo he planteado a fondo a la hora de realizar trabajos, cobrando por ello, para instituciones como partidos políticos u organismos multilaterales con los que discrepo en aspectos importantes. Hace tiempo decidí no ocultar nunca mis discrepancias (en privado y muchas veces en público cuando lo considero oportuno), trabajar con toda mi alma siempre que mi labor no promueva directamente esos aspectos que no comparto, y hacer autocrítica al final poniendo de manifiesto aquellos aspectos del proyecto que se hicieron mal y se podían haber hecho mejor. Así he llegado a la convicción que aquellos que pretenden cambiar las cosas lo hacen participando activamente en aquellas cosas, y que muchas veces, a veces de trabajo y constancia, acaban logrando sus objetivos. No es tarea fácil y muchas veces me he llevado grandes decepciones, pero he decidido que merece la pena seguir intentándolo y, de momento, algunos me siguen contratando.
De ahí que aceptara sin dudar la invitación del Senado a participar mañana en la inauguración de la página web, con cuyo diseño y realización no he tenido nada que ver, y en el que tendré plena libertad para exponer mi punto de vista. Comparto con Ismael Peña, y así empiezo mi presentación, que para convertirse en un Parlamento realmente abierto el diseño de una página web es casi lo de menos, y que es ahora cuando veremos si el proyecto es una muestra de un cambio verdadero en la concepción que el Senado, y sus miembros, tienen de la transparencia, su relación con la ciudadanía y su participación, o es sólo un retoque de chapa y pintura, alejado de las reformas estructurales necesarias. Lo que he visto de momento me hace inclinarme más por la segunda opción, pero ojalá me equivoque.
No soy ajeno a la polémica del coste de la web, pero, me considero incapaz de juzgarlo sin conocer las tripas del asunto. Conozco proyectos web de otras administraciones públicas, nacionales, autonómicas e incluso municipales, muchísimo más baratos pero también los hay que duplican, triplican e incluso multiplican por cuatro el coste publicado de la web del Senado, pero como decía antes, ni siquiera eso me sirve de referencia. Quizás me sirve de consuelo pensar que la contratación de tres empresas distintas y el concurso público son buenos indicios de que todo el dinero gastado, incluso aunque sea demasiado, puede beneficiar directamente a los ciudadanos.
Estoy convencido que la reforma de la web es un paso positivo, y necesario, y que su coste económico, no debería convertirse en una barrera infranqueable que incapacite a todos los que sin duda tienen algo que decir para participar en un debate abierto que promueva nuevos avances en este campo.
No se trata sólo de las ganas de ver a Cesar, que últimamente se prodiga poco por estos lares, sino del convencimiento que con hubieramos aprendido más y hubieramos sido más fuertes a la hora de defender nuestros puntos de vista, en este tema bastante coincidentes.
Yo considero que mañana era una buena oportunidad para empezar y por eso presentaré tres propuestas concretas:
Facilitar la reutilización de la información presente en la web, tanto por el formato como por las licencias de uso de los datos.
Adelantarse a la aprobación de la ley de transparencia, y llevarla más allá, aprovechando la capacidad autonormativa del Senado y la relevancia de la función legislativa.
Liberar el código de la web y ponerlo a disposición del Congreso de los Diputados y de los Parlamentos, autonómicos y latinoamericanos, que quieran utilizarlo para realizar sus propias páginas web.
No espero tener mucho éxito pero les garantizo que lo seguiré intentando.
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