La derecha cree que desgastar a Podemos es la llave para romper el Gobierno

La derecha cree que desgastar a Podemos es la llave para romper el Gobierno

Para la oposición, demonizar a Pablo Iglesias y los suyos es la principal estrategia para devaluar al Gobierno de coalición ante el votante moderado

El proceso judicial del caso Calvente sigue su curso en el tiempo, pero la guerra política tiene su propia agenda y las hostilidades se han abierto con gran agresividad

José Miguel Contreras | Eva Baroja

A Podemos le esperan unas semanas infernales. Están acostumbrados. Una vez más, se ha convertido en la diana de los ataques del frente político mediático de la derecha española. Tienen ante sí un proceso judicial que seguirá su curso durante las próximas semanas. Sin embargo, el combate político, centrado en el territorio de la comunicación, vive ya una lucha encarnizada. La máxima presión la tiene Pablo Iglesias, que debe estudiar con detalle cada uno de sus movimientos. Lo que van a hacer sus rivales es fácilmente imaginable: irán a tope, con todas sus armas y todos sus recursos en su contra.

Podemos vuelve a estar en el centro de la polémica en los medios de comunicación. La decisión del juez José Manuel Escalonilla de imputar al partido y a alguno de sus dirigentes en la causa por financiación irregular ha desencadenado un intenso temporal político. A medida que se han ido conociendo los detalles de la declaración del exabogado de la formación, José Manuel Calvente, el proceso parece haber perdido solidez jurídica. Hasta el momento, todo se basa en rumores, comentarios o elucubraciones. Pese a todo, la investigación judicial parece que puede alargarse aún varias semanas.

Hasta los hechos son ahora discutibles

Una ley no escrita del funcionamiento de la confrontación política, en los tiempos actuales, especifica en su primer artículo que los hechos confirmados son siempre abiertamente discutibles. La cumbre de este principio la estableció la asesora de Trump, Kellyanne Conway, cuando en enero de 2017 declaró que ellos valoraban no los hechos contrastados por los medios, sino otros “hechos alternativos” que no necesitaban demostración, ni confirmación alguna. Era su realidad. Un segundo apartado de esa ley no escrita declara, por si quedara alguna duda, que en caso de que unos hechos no estén totalmente confirmados, sea cual sea su grado de verosimilitud, son obligatoriamente rebatibles, según los intereses de cada partido.

En los procedimientos judiciales, se parte de la percepción de un magistrado de que hay indicios que animan a investigar unos hechos por si fueran constitutivos de algún delito. La ambigüedad no tiene espacio en la guerra. En cualquier causa, basta una imputación para que los rivales políticos sólo estén dispuestos a discutir sobre la condena que se debe aplicar. Los afectados, lógicamente, suelen refugiarse en la falta de unas pruebas contrastadas y condenables.

En una sociedad plural y democrática, lo lógico es que los medios de comunicación fueran el filtro capaz de distinguir cuándo los indicios de comisión de un delito son abrumadores y cuándo la falta de pruebas concluyentes aconseja la máxima mesura en vaticinar una sentencia condenatoria. En la actualidad, como tantas veces se ha denunciado, muchos de los medios más importantes juegan desde su trinchera un papel frentista que da poca oportunidad a la ecuanimidad.

Los principales dirigentes de Podemos son conscientes de la trascendental importancia que la comunicación juega en el ejercicio de la política y conocen bien sus reglas de funcionamiento. Hace apenas unos días, la Tocata y Fuga del Emérito les había abierto una magnífica posibilidad para abrirse un hueco propio en el debate público. Venían de varias semanas de problemas derivados del caso Dina. Para Podemos, la abierta defensa del republicanismo le permitía colocarse en un espacio libre de competencia respecto a los principales partidos nacionales. Es un debate que les viene bien. Sin embargo, el juez Escalonilla ha cambiado la agenda de la noche a la mañana.

¿Dar la cara o esconderse?

En términos de comunicación política, las imputaciones judiciales son siempre incómodas de manejar. Suele existir una doble tendencia natural contrapuesta. Por un lado, parece aconsejable salir con firmeza a dar la cara ante la opinión pública en defensa de la inocencia. Sin embargo, si esta exposición no se mide bien, puede beneficiar a los contrincantes que tendrán la oportunidad de contraponer sus opiniones y de alargar indefinidamente un debate que se centra en poner en duda la honorabilidad o la culpabilidad de alguien. La otra posible estrategia suele ser la de desaparecer por completo y negarse a servir de leña para que el fuego se reavive. El gran problema de esta jugada es fácilmente interpretable como una huida culpable. La primera reacción de un delincuente es correr antes de que le atrapen. Como ejemplo reciente, cabe señalar la mala impresión que ha dado el exmonarca con su marcha con nocturnidad y alevosía. No ha hecho más que perjudicar su ya deteriorada imagen pública.

La experiencia en este tipo de situaciones aconseja una medida mezcla de ambas estrategias. Resulta indispensable salir públicamente para dar la versión de los hechos. El ideal es que esas explicaciones vayan acompañadas de alguna acción que aporte credibilidad a las palabras. De esta forma, se puede conseguir recuperar la iniciativa política y ayudar a que los medios se centren en las nuevas iniciativas presentadas dejando atrás la fase anterior. Tampoco parece aconsejable prodigarse en exceso. Siempre se corre el riesgo de cometer algún error o de facilitar ataques inesperados.

Desde la perspectiva de la prensa, siempre se tendía a pensar que cuando un acusado o imputado daba la cara públicamente sin barreras ni condiciones, era síntoma de inocencia. Por el contrario, cuando alguien se escondía, el movimiento se interpretaba como claro indicio de culpabilidad. Desde hace años, este juego ha dejado de tener sentido alguno. Muchos culpables han intentado ganarse la confianza pública realizando grandes ejercicios de exposición mediática y, posteriormente, demostrarse que no era más que el último capítulo de su actividad delictiva. En la política actual, nadie se fía ya de nadie.

Acciones de comunicación política de Podemos

En este caso, Podemos ha tomado cinco medidas de manual:

1/ Han movilizado a sus seguidores en defensa de su inocencia. A la vez, significativos portavoces como Rafa Mayoral, Juan Carlos Monedero o Alberto Rodríguez han realizado declaraciones públicas ante los medios.

2/ Han presentado recursos judiciales como prueba de su disconformidad con la evolución del procedimiento.

3/ Han salido en tromba a intentar desmontar los testimonios del principal testigo en su contra hasta ahora, José Manuel Calvente.

4/ Han intentado crear un dique de contención de la crisis que no afecte a su presencia en el Gobierno. Los ministros de Podemos no han comparecido públicamente para evitar contaminar su presencia en el Ejecutivo con los problemas del partido.

5/ Pablo Iglesias se ha mantenido al margen hasta donde ha sido posible. Únicamente, ha dado la cara a través de Twitter con declaraciones muy rotundas, pero se ha negado a comparecer públicamente como vicepresidente del Gobierno.

Así lo ve el profesor de Comunicación Política en la UPF Barcelona School of Management, Toni Aira: “Es un error sacar a los principales líderes porque le daría más fuerza a la polémica, pero sí que están obligados por coherencia a salir. No les quedaba otra porque han sido el martillo de herejes de la corrupción durante años y los primeros en meter el dedo en la llaga a PP, PSOE o CiU”.

La derecha desea que Iglesias aparezca

La oposición política y mediática quería y buscaba otro escenario. Para la derecha, el objetivo clave es conseguir que Pablo Iglesias sea el que cargue con el protagonismo en esta crisis. Van a intentar como sea confrontar con él, retarle a que dé la cara acusándole de esconderse como culpable. Lógicamente, el objetivo es evidente, hacerle salir al escenario mediático para poder concentrar en él todos los ataques.

De forma casi unánime, los portavoces conservadores recurren a criticar la posición victimista de Podemos, recordando que cada vez que se conoce públicamente alguna actuación criticable se refugian en considerar que son “respuestas de las cloacas”. El profesor de la Universidad Complutense Rafa Rubio se muestra crítico con esta recurrente reacción de Podemos: “Este caso les desgasta como partido porque toca al corazón de su mensaje político que siempre ha sido la renovación, la regeneración y el cambio”. Sus mensajes han estado centrados en tres principales ideas: estamos sometidos a un ataque permanente, no tenemos apoyo mediático y la imputación no es más que otra falsedad para desacreditarnos.

La utilidad de este tipo de acción política es, como siempre, discutible. Quizá la idea más extendida es que se trata de una táctica defensiva dirigida fundamentalmente a buscar reforzarse entre los propios seguidores. Para Rafa Rubio, este tipo de movimiento “solo suele funcionar con los propios votantes que son quienes están verdaderamente dispuestos a reforzar sus creencias”. Para Toni Aira, siempre les ha funcionado bien, pero esta vez la estrategia presenta contradicciones: “Fue un buen refugio cuando querían diferenciarse del resto de partidos, porque te singulariza y ayuda a enmarcar la idea del ellos y el nosotros, la casta y el pueblo, pero ahora suena demasiado forzado porque forman parte del Gobierno de España”. Además, en Podemos, según ambos expertos, cada vez se observa una mayor utilización de recursos que les homologan a los partidos clásicos y a sus dinámicas, como intentar desacreditar a la fuente de acusación y “ver a los jueces como una extensión de la derecha”.

PP y Vox necesitan a Podemos en su estrategia

Podemos y Pablo Iglesias son absolutamente indispensables en la actualidad para la estrategia de PP y Vox. En otras épocas, la derecha jugaba a ignorarles para dejarles fuera del juego político. Hoy son la base de su acción. Se trata de identificar al máximo a Podemos y a Pablo Iglesias como la mayor amenaza a la estabilidad democrática del país. El paso siguiente es el de vincular al PSOE y a Pedro Sánchez como copartícipes de ese riesgo. Es el peligro que Cayetana Álvarez de Toledo identificaba este fin de semana como un “Pedro Sánchez podemizado”, en su entrevista con Javier Casqueiro en El País. El fin último es el de atemorizar a los votantes moderados que en la actualidad apoyan al PSOE y desequilibran la balanza electoral hacia la izquierda.

Toni Aira tiene claro que “el PP aprovecha que el Pisuerga de Podemos pasa por Valladolid, que es La Moncloa, porque su objetivo sigue siendo presentarse como la alternativa al PSOE y demostrar que el bipartidismo no ha muerto”. Rafa Rubio aporta otra perspectiva al asunto. A su juicio, los populares deben tener cuidado con centrarse excesivamente en atacar a Pablo Iglesias y los suyos porque considera que no deben olvidar que “de poco sirve desgastar a Podemos si eso hace grande al PSOE, que es su verdadero rival en las urnas”.

Reforzar el voto frente al enemigo

El ataque incesante a Podemos, desde la derecha, tiene una segunda derivada no menos significativa. Además de intentar desgastar al actual Gobierno, sirve para reforzar su propio electorado. El discurso anti-Podemos representa extraordinariamente un elemento motivador y de agitación del voto de la derecha. Según Rafa Rubio, “todo lo que genera Vox en la izquierda, lo genera Podemos en la derecha. Hay una parte de la opinión pública de la derecha que considera a Podemos un enemigo de la democracia y ante ese peligro, la reacción es inmediata”.

Rubio pone como ejemplo las campañas electorales del Partido Popular en 2015 y 2016: “Todas las referencias, mensajes políticos y piezas publicitarias estaban centradas en el miedo a que Podemos llegase al poder”. Para Toni Aira, “esto es fruto de la simplificación de los discursos políticos. Hoy en día, si como partido tienes un antagonista, tienes un tesoro. Si no entusiasmas demasiado a tus votantes, solo con decir que eres lo opuesto a algo que para tu público es lo peor, te ahorras mucho trabajo”.

La curiosa trampa del lenguaje

Esta confrontación directa tiene un curioso terreno de estudio en este caso: el lenguaje. Para el PP, su caída en la moción de censura tras la sentencia de la Gürtel fue un suceso que nunca ha terminado de superar. Ahora, la imputación de Podemos, le ha permitido hacer suyo todo el vocabulario que formó parte de su vía crucis: caja B, financiación irregular, sobresueldos, obras de remodelación de la sede, etc.

Estos días, hemos visto a los portavoces populares Pablo Montesinos y Andrea Levy centrar sus intervenciones en el uso y abuso de esta terminología, como si ambos hechos, la Gürtel y el caso Calvente fueran comparables. Así lo ve Rafa Rubio: “Que el PP diga que Podemos tiene una caja B se justifica por el efecto de revancha generado por la moción de censura. Quieren asimilar ambos casos y aprovechar la imputación para pedir que se les mida con el mismo rasero”.

En busca de Pedro Sánchez

En todas las comparecencias públicas de los portavoces del PP, han insistido en extender la responsabilidad de la imputación a Pedro Sánchez y pedir que cese inmediatamente a Iglesias. Por su parte, el Gobierno de coalición ha resaltado la desvinculación de PSOE del escándalo. Pedro Sánchez y los líderes socialistas han decidido abstenerse de tomar posiciones en este conflicto.

Seguramente, los dirigentes de Podemos están de acuerdo en que se mantengan al margen de la polémica. Si criticaran a Podemos, se abriría, lógicamente, una crisis en el espíritu solidario de la coalición. Si apoyaran notoriamente a sus socios, no harían más que servir de prueba visible de lo que Álvarez de Toledo defiende: la podemización de Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno sólo se ha visto obligado a pronunciarse sobre el asunto, el pasado jueves, tras el encuentro en Palma de Mallorca con Felipe VI. En la rueda de prensa posterior, eludió comentar la imputación de sus socios y marcó distancias defendiendo la independencia de la justicia: “Máximo respeto hacia la labor de los jueces”. Y ahí se quedó

Publicado en InfoLibre

Moción de censura: la última jugada de Vox para recuperar a su electorado

Moción de censura: la última jugada de Vox para recuperar a su electorado

La moción de censura anunciada para septiembre es una estrategia para ganar relevancia, protagonizar el foco mediático y marcar la agenda política del verano

Los expertos critican que se utilice un instrumento constitucional tan excepcional como éste con fines estrictamente comunicativos

Eva Baroja

A la vuelta de vacaciones, y coincidiendo con el debate de los Presupuestos, seremos testigos de la quinta moción de censura de nuestra democracia. La tercera en los últimos tres años. Lo anunciaba por sorpresa Vox en el pleno del pasado miércoles. La motivación para presentarla es, explicaba Abascal desde la tribuna, «evitar que España caiga en la ruina y en la muerte», pero detrás de este más que cuestionable argumento se esconden otras múltiples causas que tienen que ver puramente con estrategias políticas. Lo que buscan es recuperar la relevancia perdida, marcar la agenda del verano y del inicio de curso y presionar a su competidor directo, el Partido Popular, llevando la iniciativa en el espacio de la derecha.

Los últimos sondeos dan a Vox una caída de entre dos y cuatro puntos que van a parar al partido de Casado. Su papel como oposición durante la crisis del coronavirus ha quedado desdibujado y sumido en la irrelevancia política ya que los temas que monopolizan el debate en esta crisis (salud, economía, políticas sociales…) no casan bien con su discurso visceral y emocional, siempre centrado más en cuestiones culturales e identitarias. Aunque saben que ganar esta moción es imposible, y que los números no dan, quieren volver a presentarse ante la opinión pública como el único partido que denuncia y abanderar por encima de todo un antigubernalismo que es su razón de ser: Vox contra el Gobierno, contra el sistema y contra el mundo. Un posicionamiento bastante arriesgado porque, en estos momentos, al resto de formaciones políticas no les interesa confrontar en exceso en un procedimiento de censura al Gobierno perdido de antemano.

¿Amenaza u oportunidad para el PP?

Políticos, periodistas y analistas coincidían estos últimos días en una idea: la moción no es contra el gobierno de Pedro Sánchez, es contra Pablo Casado, pero ¿hasta qué punto podría perjudicar a los populares que su contrincante ideológico lidere la censura al Gobierno? A Verónica Fumanal, presidenta de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), la moción de Vox le recuerda mucho a la que presentó Podemos contra Rajoy: «Ambas son un arma utilizada para debilitar a un partido de tu mismo espacio ideológico. En este caso, ponen en un brete al Partido Popular ya que va a tener que decidir entre dos opciones que son malas lo miren por donde lo miren: estar con Sánchez o darle la razón a Vox, concediéndole así el liderazgo de la derecha».

Sin embargo, el profesor de la Universidad Complutense y asesor político Rafael Rubio, considera que lejos de perjudicar al Partido Popular puede ser una buena oportunidad que le permita distinguirse definitivamente de la extrema derecha: «Frente a las acusaciones permanentes de que son lo mismo, tienen que hacer pedagogía y convencer a los votantes del PP que están enfadados con el Gobierno de que esta moción es una herramienta de propaganda«. En la misma línea se sitúa el sociólogo y especialista en comunicación política David Redolí, quien cree que «la jugada de Vox tiene riesgos enormes porque puede reposicionar al PP como un partido de Estado, que no anda en juegos ridículos cuando no toca y que es una derecha responsable e institucional». También podría beneficiar a Ciudadanos en su estrategia de transmitir una imagen de partido de centro, útil y bisagra bajo el nuevo liderazgo de Arrimadas. Así, el debate de la moción podría servir a los naranjas para diferenciarse y desligarse definitivamente de la foto de Colón.

Objetivo: recuperar el foco y marcar la agenda

Los expertos consideran que utilizar una herramienta tan excepcional como una moción de censura con fines estrictamente comunicativos desvirtúa su sentido y frivoliza con su gravedad. Para David Redolí, «la diferencia fundamental de esta moción con las otras es que solo está hecha para poner a Vox en el candelero durante un par de meses y generar una posición tremendamente incómoda a su principal adversario ideológico». Precisamente para evitar especulaciones y que se hable excesivamente del tema, Rafa Rubio cree que el PP ha actuado inteligentemente al dejar clara de manera rápida y efectiva su postura: «Antes de que acabase la sesión, avisaron de que no iban a apoyar la moción. Si no, la gente hubiese estado todo el verano plateándose qué es lo que va a hacer el PP y eso les perjudica».El mero hecho de hacer el anuncio a un mes vista pone de manifiesto lo que pretende el partido de Abascal: llamar la atención de los medios y aumentar los tiempos de exposición de la noticia. A Redolí, esta anticipación le parece «un disparate» desde el punto de vista estratégico porque «da mucho tiempo al resto de actores para reorganizarse». Llegado el momento de la votación, la mejor decisión que podría tomar el partido de Casado, según Fumanal, es la abstención. Aunque siempre es difícil de explicar y vender comunicativamente, la presidenta de la ACOP cree que es la opción que menos daño les haría: «Significaría que no pueden estar al lado de un presidente del Gobierno como Sánchez pero tampoco de alguien que censura en un momento de crisis y sin tener la mayoría necesaria para hacerlo».

Oxígeno al Gobierno de coalición

En los últimos cuarenta años, la mayoría de las mociones de censura no se han hecho con el ánimo de derribar al gobierno existente ya que en todas, exceptuando la que llevó a Sánchez a Moncloa, la aritmética no sumaba y no había alternativa real de Gobierno. Los motivos siempre han sido otros: escenificar ante la nación al próximo presidente como ocurrió en la de Felipe González contra Adolfo Suárez en 1980, desgastar a un partido de tu mismo bloque como la que presentó Podemos en el año 2017 contra Mariano Rajoy o también acaparar la atención mediática en un momento en el que las encuestas van a la baja, como pretende hacer Vox con la de septiembre.

Sin embargo, esta vez, todo es distinto. Parece evidente que plantear una moción en medio de una crisis sanitaria y cuando el Gobierno de coalición lleva solo nueve meses en el poder no es la respuesta más adecuada que el país necesita para abordar la grave situación económica y social a la que nos enfrentamos: «En todos los países la oposición sigue haciendo su labor, pero no de una manera tan destructiva y tan frontal como se está haciendo en España. Ponerte a tumbar un Gobierno en un momento tan dramático y crítico no tiene sentido», afirma Redolí. El gran riesgo para Vox, según los expertos, puede ser que la moción de censura tenga el efecto contrario y en lugar de desgastar y perjudicar al Gobierno, le dé oxígeno y lo refuerce. Previsiblemente, PSOE y Podemos cerrarán filas y se crecerán, como ocurrió en las dos últimas elecciones, ante ese enemigo común que representa mejor que nadie el partido de Abascal.

Publicado en InfoLibre

Parlamentos en cuarentena

A diferencia de los gobiernos, las cámaras legislativas no funcionan por vía telemática, y no es únicamente por razones técnicas.

Con tres semanas de práctica, los españoles se han hecho expertos en la comunicación telemática. Y no solo a nivel ciudadano. En el contexto del estado de alarma, las principales decisiones políticas en la crisis de la Covid-19 se toman por videoconferencia. El Consejo de Ministros se reúne a distancia y también lo hacen los gobiernos autonómicos. Sin embargo, los parlamentos están en cuarentena. No solo en España, también en los países del entorno las cámaras legislativas tienen su actividad prácticamente paralizada por el coronavirus, lo que impide, entre otras funciones, la del control al Gobierno.

Los servicios jurídicos tanto del Congreso como del Parlament de Catalunya han redactado informes en los que detallan motivos jurídicos, técnicos y otros relacionados con la propia esencia del parlamentarismo que hacen inviables, a día de hoy, los plenos telemáticos, aunque sí se contempla la posibilidad del voto telemático o delegado, en situaciones extraordinarias como la actual. El resto de cámaras autonómicas han emitido informes en esta misma línea.

Los letrados señalan que ni los hemiciclos ni los diputados disponen de los medios tecnológicos para celebrar –y emitir– plenos por videoconferencia con calidad suficiente, y apuntan que el trabajo parlamentario requiere, entre otros elementos, interrelación de los diputados y una posibilidad de debate que no es viable en la distancia.

Rafael Rubio: “Si el objeto final del debate parlamentario es tener una ventana en los medios, nos podemos ahorrar muchas cosas”

En el caso español, además, hay una razón jurídica que cierra el debate sobre los plenos telemáticos. El Tribunal Constitucional, en la sentencia de febrero del 2019 que prohibió la investidura de Carles Puigdemont, ratifica el carácter presencial de la actividad del diputado, apoyándose en fundamentos del derecho parlamentario, entre ellos la inmediación y la contradicción, y apunta a evitar coacciones en el voto. Por tanto, no es posible modificar los reglamentos para permitir esa posibilidad, como impulsa Unidas Podemos en el Congreso. La sentencia no lo prevé ni en casos excepcionales, mientras que sí avala, en esos supuestos, las reuniones de gobiernos por vía telemática. El Consejo de Ministros aprobó el formato, por decreto ley, especificando los motivos de excepcionalidad por la Covid-19. Y también lo han hecho los gobiernos autonómicos.

De manera que los parlamentos se encuentran atrapados en una lógica de funcionamiento similar a la del siglo XIX, y en la disyuntiva de sacrificar la esencia del parlamentarismo por la tecnología. Y luego hay un debate más de fondo, que tiene que ver con la realidad del parlamentarismo hoy, condicionada por el peso de los partidos. Las decisiones se toman fruto del debate parlamentario pero también en las sedes de los partidos, y los diputados acaban votando lo que les indica su grupo, aunque su mandato representativo es individual.

Clara Velasco: “Los plenos telemáticos permitirían una mínima actividad parlamentaria, aunque no es el formato ideal”

“Si el funcionamiento del Parlamento es el que tenemos, y la mayoría va con el discurso escrito y ajeno a lo que han dicho otros, si el objeto final del debate es tener una ventana para entrar en los medios, nos podemos ahorrar muchas cosas”, señala Rafael Rubio, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid.

La democracia, advierte, no es un problema técnico. “Durante mucho tiempo la democracia se ha amparado en la tecnología para no tener que argumentar su superioridad, por decirlo así. El Parlamento se reúne porque no hay forma técnica de hacerlo de otro modo, pero ahora necesita defender que la representación es el mejor sistema aunque tecnológicamente quepan otros porque permite la reflexión, la deliberación, el diálogo”, subraya.

Ahora, la mayoría de las cámaras ha regulado la celebración de sesiones no presenciales de órganos de gobierno interno o administración como la Mesa o las juntas de portavoces. Más complicado es hacerlo con los plenos y comisiones, que son órganos de trabajo parlamentario, pero en ese caso se han previsto sesiones presenciales de formato reducido, como el último pleno del Congreso, que aprobó la prórroga del estado de alarma. Entre los asistentes estaban los que tomaron la palabra y para los ausentes se autorizó el voto telemático masivo.

“En la actual situación hay que ser flexibles. Mientras no tengamos un sistema con todas las garantías para celebrar plenos telemáticos, lo haremos con sesiones presenciales reducidas y voto delegado –explica el letrado mayor del Parlament, Joan Ridao–. El voto telemático está previsto, pero necesitamos la aplicación, que nos están preparando”.

El Parlamento Europeo, en cambio, ha habilitado el voto por correo electrónico de los diputados que no pueden asistir a las sesiones.

“Celebrar plenos telemáticos es una reivindicación histórica del mundo local. No es la forma ideal, ni debería ser la ordinaria, pero la posibilidad debe estar prevista y más para los parlamentos, pensando también en los diputados que por fuerza mayor no puedan asistir”, apunta Clara Velasco, profesora de Derecho Administrativo de la Universitat Pompeu Fabra. Velasco defiende que se tiene que poder mantener una mínima actividad parlamentaria, por ejemplo las sesiones de control al gobierno.

En el futuro, si se acaba regulando algún tipo de plenos telemáticos lo que parece claro es que no será para el funcionamiento habitual. Los parlamentos no serán un concepto virtual. No de momento. Pero la tecnología sí que podría permitir una cierta continuidad de la vida democrática del país incluso en situaciones extraordinarias.

Publicado en La Vanguardia

La otra cara del COVID-19

Martínez-Almeida y Andrew Cuomo: Madrid y Nueva York ‘ganan’ el oro en comunicación política en medio del tsunami del coronavirus

De los ocho politólogos o expertos en comunicación política consultados, todos colocan la gestión del alcalde de Madrid frente al coronavirus en su ‘top 5’. Cuatro de ellos le alzan a lo alto del podio por llevar la iniciativa y hablar “sin infantilismos”. El segundo puesto lo ocupan a la vez Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo, Juan Manuel Moreno e Isabel Díaz Ayuso. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, es el líder mundial mejor valorado.

Tengo una pregunta para usted: ¿Cuáles son los cinco políticos españoles que mejor están gestionando esta crisis del coronavirus?

Al envite responden ocho politólogos o expertos en comunicación política: Allende Martín, Diana Rubio, Eduardo Bayón, José Fernando García Cumbreras, Jordi Rodríguez Virgili, Juan Ríos, Paco Gutiérrez y Rafael Rubio. Para todos, José Luis Martínez-Almeida está entre los cinco mejores. Para cuatro de ellos, el alcalde de Madrid está siendo el mejor en todo el territorio nacional, con diferencia.

Diana Rubio es doctora y consultora en comunicación política. Antes de ponerse a estudiar la política detrás del telón fue en listas de UPyD. Allí descubrió que no le gustaba la primera línea, sino la trinchera. En 2017 se convirtió en la primera española que ganaba el Napolitan Victory Award en la categoría de Mujer más influyente del año. Actualmente dirige el Instituto Mediterráneo de Estudios en Protocolo. Para ella, Martínez-Almeida “está haciendo una excelente comunicación ante esta crisis. Se le ha infravalorado en muchas ocasiones y está demostrando estar a la altura de las circunstancias, con palabras claras, sin entrar en ataques directos, como sí hace la presidenta de la Comunidad de Madrid, y dedicándose a aportar soluciones”.

Jordi Rodríguez Virgili, profesor de Comunicación Política de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, subraya este boceto inicial concretando los matices: “El alcalde de Madrid es el líder que sale más reforzado. Está centrado en el principal problema: el covid-19. Mantiene una presencia continua en las redes y ante los medios, con un tono sereno, sin excesos ni alardes y con un tono optimista y esperanzador.  Se trata de un optimismo que apela a la responsabilidad de los ciudadanos y llama a la acción colectiva, como diciendo que “Madrid unida es imbatible”.

El vicedecano de Comunicación de la Universidad de Navarra considera que, en estos días, ha quedado patente que Martínez-Almeida “trata a los madrileños como adultos, trasmite una sensación de seguridad, aplomo y empatía. Además, reconoce y agradece con constancia y sin sensiblerías la labor de los principales sectores que se enfrentan al virus”. En su análisis, destaca también que el alcalde de Madrid “predica y ejerce la lealtad institucional, minimizando las críticas, pero reclamando lo que cree justo, y cuenta con la oposición municipal, a la que consulta y mantiene informada. Además, ha creado junto un con el ayuntamiento de Barcelona un grupo de trabajo para compartir soluciones frente al virus”.

Entre otras muchas cosas, Rafael Rubio ha trabajado en más de 30 campañas electorales para distintos partidos y candidatos. Ha sido asesor de la campaña de Mariano Rajoy en las elecciones generales de 2011, 2015 y 2016. Y en las dos de Pablo Casado del 2019.  Colaboró también en la campaña de John McCain en 2008. Trabaja en Dog Comunicación y desde allí ha ayudado a más de 50 compañías asesorándoles en comunicación especializada en el uso de internet y las redes sociales. Para él, Martínez-Almeida también está siendo el político español más solvente, porque “ha tomado la iniciativa, mezcla firmeza y empatía, ha buscado la unión de todos los grupos municipales, se ha convertido en un referente de gestión y ejemplo, avanzando sin infantilismos, hablando claro, pero siempre con esperanza”.

Pedro Sánchez, Margarita Robles y Yolanda Díaz son los miembros del Gobierno mejor valorados. Los presidentes de Galicia, Andalucía, Madrid, País Vasco, Aragón y Extremadura también reciben los aplausos de los expertos

Juan Ríos es consultor político y periodista. En su clasificación española, ofrece su única mención al alcalde de Madrid. Señala: “Martínez-Almeida es el ejemplo claro del liderazgo oculto que surge en período de crisis, aunque habría que analizar pormenorizadamente si ese crecimiento se debe más al mérito propio que al demérito ajeno. Sea como fuere, la gestión del alcalde de Madrid ha recibido el aplauso casi unánime de la ciudadanía por su agilidad, su carácter preventivo, su comunicación solvente y, sobre todo, por su acierto e idoneidad: las medidas aplicadas siempre han estado alienadas con la demanda de una sociedad atemorizada por la expansión del virus”.

Dice Ríos que “sin caer en la sobreactuación ni en la exhibición, el alcalde de Madrid ha conseguido dar un giro a su imagen pública yendo siempre un paso por delante, tanto comunicativa como políticamente, incluso del Gobierno central. La clave de su estrategia ha sido, paradójicamente, mantener una postura coherente alejada de la que mostraba su propio partido hasta ese momento. “Claridad y firmeza, sin medias tintas”, fueron las palabras del propio Martínez-Almeida que se han convertido en su leitmotiv”. En su opinión, en estos días de pandemia, “el alcalde de Madrid está viviendo algo parecido a lo que experimentó Rudy Giuliani en 2001. El ex alcalde de Nueva York catapultó su popularidad aplicando una política de “tolerancia cero” después de los atentados del 11-S. En Madrid, él ha logrado revivir la marca del Partido Popular en la capital gracias a una disciplina efectiva, humana y transversal, sin perder nunca el sentido de la lealtad hacia el Gobierno. Seguramente, Martínez-Almeida sea la sorpresa política de esta crisis, aunque hay que reconocer también que la gestión municipal guarda una distancia enorme con la gestión nacional”.

Según Juan Ríos, “el alcalde de Madrid está viviendo algo parecido a lo que experimentó Rudy Giuliani en 2001” cuando catapultó su popularidad como alcalde de Nueva York tras el 11-S

Allende Martín es consultora y CEO-fundadora de CompoLider, Comunicación Política y Liderazgo. Ella coloca a Martínez-Almeida en el cuarto lugar del podio, aunque apunta sobre su gestión: “Serio, claro y directo. En esta crisis ha sorprendido y ha ganado liderazgo”

Su oro es para Margarita Robles, ministra de Defensa, porque es “la que mejor liderazgo expresa ante esta crisis sanitaria extrema”. Para ella, en la intervención del 15 de marzo en la que se anunció el estado de alarma, Robles “fue la que mejor expuso la situación con convicción, contundencia y transmitiendo seguridad a la ciudadanía. También fue la única que no leyó y miraba a cámara. Fue rotunda declarando que las Fuerzas Armadas velarían por la seguridad. Dio una imagen de credibilidad en tono, mensaje y comunicación no verbal. Estos días trasmite una sensación de control de la situación que da tranquilidad a la población”. Añade Allende que “en une entrevista en La Sexta el pasado domingo, 29 de marzo, la ministra de Defensa reconoció que el Gobierno había cometido errores y esto es muy positivo. Refleja transparencia, y advierte ante posibles escenarios anticipándose también a lo que pueda venir”.

Eduardo Bayón es consultor en comunicación política, asuntos públicos y estrategia. En su labor profesional se centra también en el análisis político, el comportamiento de los partidos y la transformación de nuestra sociedad. De hecho, es editor y redactor de la Debate21.es, un medio digital dedicado al análisis político y de actualidad. A Martínez-Almeida le otorga la plata. Su oro en este escenario de tensión política, social y laboral es para Yolanda Díaz, ministra de Trabajo.

Bayón considera que “su figura ha emergido durante las últimas semanas. Además del papel relevante que su ministerio está jugando en la gestión de la crisis, la política gallega utiliza de forma habitual un lenguaje claro y directo que le hace transmitir su mensaje con facilidad. Se muestra accesible en las ruedas de prensa, proporciona información y lo hace con seriedad, pero también con un componente emocional y de cercanía. Ejemplo de ello han sido las ocasiones en las que ha hablado de los trabajadores y trabajadoras en primera persona. Todo esto son elementos esenciales para comunicar correctamente en momentos de crisis”.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, es la única referente de Unidas Podemos cuya gestión y comunicación se reconoce ante esta crisis del coronavirus

José Fernando García Cumbreras es politólogo y experto en relaciones institucionales y protocolo. Lidera Guadalinfo, la red andaluza de Innovación social que agrupa a más de 750 centros “que apuestan por las personas como mejor motor de cambio y usan las TIC como acelerador”. Considera que Martínez-Almeida “se está convirtiendo en el actor revelación de esta historia”, pero le concede el segundo puesto. El oro de García Cumbreras es para Salvador Illa, ministro de Sanidad, “por el inmenso desafío de afrontar la mayor crisis sanitaria de la historia de nuestro país desde 1918 desde una cartera considerada como una maría a principios de legislatura”.

Por último, Paco Gutiérrez, periodista y consultor en comunicación y lobby, especializado en el sector sanitario y farmacéutico, incluye también a Martínez-Almeida entre sus cinco estrellas, pero le coloca en el último lugar. Su elegido para el oro es Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia, aunque destaca el buen papel en materia de comunicación institucional de Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía. En cualquier caso, considera que “las comunidades autónomas lo están haciendo mejor que el Gobierno central” y que “el Ayuntamiento de Madrid y la oposición del PP está siendo, hasta ahora, lo más interesante” en esta vorágine inédita.

La ‘cocina’ de las valoraciones

Los dirigentes de los partidos políticos están casi ausentes en esta clasificación. No hay ningún rastro ni de Vox, ni de Unidas Podemos, ni de Ciudadanos, ni de ninguno de los partidos nacionalistas con representación en la Cámara Baja. En cualquier caso, el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es mejor valorado que el presidente del Partido Popular, Pablo Casado.

Entre todos los participantes en esta muestra, tres incluyen a Pedro Sánchez en su top 5: Allende Martín, Eduardo Bayón y Rafael Rubio, que acota: al menos “en 10 minutos de cada una de sus comparecencias”. Martín cree que el presidente del Gobierno “ha ido de más a menos hasta la toma de las medidas y el decreto del estado de alarma. En sus primeras intervenciones le faltó fuerza y credibilidad. Había mucha retórica en sus discursos y es mejor más concreción y brevedad”. En su opinión, a Sánchez “le ha faltado apoyarse en los demás partidos y dar esa imagen de unidad que ha pedido en el Congreso de los Diputados”. Aunque es el segundo mejor valorado por la experta, considera que “la compra de los test rápidos en mal estado le ha afectado a su liderazgo”.

Sobre el papel de Pablo Casado ante la pandemia, solo Rafael Rubio y Paco Gutiérrez le ofrecen un tercer y cuarto puesto, respectivamente, entre los líderes más efectivos. Rubio cree que el presidente del Partido Popular “está logrando dar el contrapunto a Sánchez sin ser desleal”.

Ni Pablo Iglesias, ni Santiago Abascal, ni Inés Arrimadas han sido votados en esta consulta rápida entre expertos.  La única persona de Unidas Podemos cuya tarea respaldan es la de la ministra de Trabajo, primera para Bayón y tercera para José Fernando G. Cumbreras, que ve a Yolanda Díaz como “la cara menos deteriorada del Podemos del Gobierno. Aporta algo de tranquilidad a los trabajadores en estas circunstancias tan complicadas”.

Además de Sánchez y Robles, Salvador Illa, Fernando Simón y el JEMAD, Miguel Ángel Villarroya, son los miembros del ‘gabinete de crisis’ que suman algún ‘voto’ en esta clasificación

De entre las personas del Gobierno central que están protagonizando la batalla contra el coronavirus, además de Pedro Sánchez, Margarita Robles –“trasmite firmeza y una cierta humildad aceptando errores, fue contundente ante la actitud de Torra y destaca por la defensa de la labor y relevancia del Ejército, subraya el profesor Rodríguez Virgili- Yolanda Díaz y Salvador Illa, encontramos también una mención para dos miembros del gabinete de esta crisis nacional: Fernando Simón por parte de Allende Martín, aunque “su credibilidad ha ido de más a menos por haber minusvalorado el impacto de la crisis”, y el JEMAD, Miguel Ángel Villarroya, por parte de Diana Rubio.

Entre los dirigentes autonómicos más aplaudidos en esta clasificación, Rodríguez Virgili representa el tono de la media: “Me gustó la claridad y contundencia de Isabel Díaz Ayuso en la toma de decisiones, adelantándose al Gobierno central, pero luego creo que se ha enzarzado en demasiadas disputas públicas con éste. También destaco la intervención de Feijóo ante la pregunta de la oposición de por qué ayudaba a Madrid con la cesión de material sanitario.  O Javier Lambán, presidente de Aragón, con su mesa de coordinación que incluye a empresarios, sindicatos y ayuntamientos”. GutiérrezGarcía Cumbreras, y Diana y Rafael Rubio destacan también a Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía.

 Iñigo Urkullu, lehendakari del Gobierno vasco, y el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández-Vara, también encuentran algún eco en esta tabla. Además de la mención común a Martínez-Almeida, la única autoridad municipal con peso en esta lista es Andrea Levy, concejala de Cultura, Turismo y Deportes del Ayuntamiento de Madrid, avalada por Eduardo Bayón.

El ‘podio’ internacional

Entre los líderes políticos mundiales ante la crisis del coronavirus el consenso es mayoritario al colocar a Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, en lo alto del podio universal. Según Juan Ríos “quizá es el mejor referente por su prudencia en la toma de decisiones, su firmeza y su excelente comunicación. Representa el espejo donde se miran los errores del presidente Donald Trump. Su estilo moderado y sencillo ha conectado con el sector demócrata de todo el país hasta convertirlo en un referente nacional. La comunicación de Cuomo cumple lo que podríamos llamar “la regla de las 4S”: seria, sincera, sencilla y solvente. Consciente de no tener la solución a la crisis, el gobernador neoyorquino no se presenta como un héroe. Es un líder humano, no oculta sus inseguridades, habla con franqueza, utiliza mensajes sencillos y logra transmitir seguridad y optimismo -algo importantísimo entre tanta incertidumbre-, sin renunciar a aplicar medidas duras para que se cumplan las normas del confinamiento”.

Ríos destaca también que “su comunicación no verbal está alineada siempre con el mensaje y la indumentaria, un detalle importantísimo para generar credibilidad. Su uso de las redes sociales posee un elemento diferenciador, porque comunica y gestiona. Habla de tú a tú con el ciudadano, y lo hace como un líder capaz de mostrar la cercanía necesaria en este tipo de casos. Además, expone un marcado lenguaje social que conecta mejor que el léxico tecnócrata y autoritario de otros líderes norteamericanos, como Trump”.

En contraposición con Trump, Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, es el líder mundial más aplaudido por los expertos en comunicación política por su manera de afrontar la pandemia

Rodríguez Virgili añade que Cuomo “ha sabido conectar con sus ciudadanos, es cercano, empático, directo, reconoce sus limitaciones, pero trasmite seguridad. Invita al protagonismo ciudadano con un equilibrio de optimismo y realismo que apela a la responsabilidad de los neoyorquinos. Asume la responsabilidad y quiere centrar en su persona todas las críticas”.

En el ranking de líderes mundiales destacan también Justin Trudeau, primer ministro de Canadá; Giuseppe Conte, primer ministro de Italia; Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, y Alberto Fernández, presidente de Argentina.

El ‘top 5’ de los expertos

Allende Martín

1. Margarita Robles

2. Pedro Sánchez

3. Isabel Díaz Ayuso

4. José Luis Martínez-Almeida

5. Fernando Simón

Diana Rubio

1. José Luis Martínez-Almeida

2. Javier Lambán

3. Juan Manuel Moreno Bonilla

4. Miguel Ángel Villarroya Vilalta (JEMAD)

5. Isabel Díaz Ayuso

Eduardo Bayón

1. Yolanda Díaz

2. José Luis Martínez-Almeida

3. Pedro Sánchez

4. Andrea Levy

5. Iñigo Urkullu

José Fernando García Cumbreras

1. Salvador Illa

2. José Luis Martínez-Almeida

3. Yolanda Díaz

4. Juan Manuel Moreno Bonilla

5. Guillermo Fernández Vara

Jordi Rodríguez Virgili

1. José Luis Martínez-Almeida

2. Isabel Díaz Ayuso / Alberto Núñez Feijóo / Javier Lambán

3. Margarita Robles

4. Andrew Cuomo (internacional)

5. Luis Lacalle Pou (internacional)

Juan Ríos

1. José Luis Martínez-Almeida (nacional)

2. Andrew Cuomo (internacional)

3. Giuseppe Conte (internacional)

4. Justin Trudeau (internacional)

5. Alberto Fernández (internacional)

Paco Gutiérrez

1. Alberto Núñez Feijóo

2. Iñigo Urkullu

3. Juan Manuel Moreno Bonilla

4. Pablo Casado

5. José Luis Martínez-Almeida

Rafael Rubio

1. José Luis Martínez-Almeida

2. Isabel Díaz Ayuso

3. Pablo Casado

4. Pedro Sánchez

5. Juan Manuel Moreno Bonilla.

La clasificación por menciones

Nacional (en caso de empate, se relatan por orden alfabético del primer apellido).

1. Martínez-Almeida, José Luis

2. Díaz Ayuso, Isabel

2. Moreno Bonilla, Juan Manuel

2. Núñez Feijóo, Alberto

2. Sánchez Castejón, Pedro

3. Díaz, Yolanda

3. Robles, Margarita

4. Lambán, Javier

5. Casado, Pablo

5. Illa, Salvador

5. Urkullu, Iñigo

6. Levy, Andrea

6. Villarroya, Miguel Ángel

7. Fernández-Vara, Guillermo

7. Simón, Fernando

Internacional

1. Cuomo, Andrew. Gobernador

2. Trudeau, Justin

3. Conte, Giuseppe

3. Lacalle Pou, Luis

4. Fernández, Alberto

Publicado en El Confidencial Digital

La ‘España vaciada’ y el 10N: un escenario para la vuelta del bipartidismo

La ‘España vaciada’ y el 10N: un escenario para la vuelta del bipartidismo

Por Ángel A. Giménez

La España vaciada se llena de expectación en época electoral. Un total de 26 provincias con dos, tres, cuatro y cinco escaños en juego pueden convertirse el próximo 10 de noviembre en el escenario más propicio para el regreso del bipartidismo de PSOE y PP gracias a la probable caída de Cs.

Es comprensible que socialistas y populares pretendan llevarse el caudal de votos que perderá la formación de Albert Rivera, a tenor de las encuestas publicadas hasta la fecha. Si se analizan promedios y porcentajes, el 10N puede propinar a Ciudadanos un duro golpe.

La España vaciada representa un tercio de los escaños del Congreso, 350 en total. Los 101 diputados en liza provienen de los dos que da Soria, los tres que dan Ávila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel y Zamora; y los cuatro que proceden de Albacete, Álava, Burgos, Cáceres, León, Lleida, Lugo, Ourense, La Rioja y Salamanca.

A estas circunscripciones cabe sumar las que reparten cinco escaños: Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén, Navarra y Valladolid.

Un vistazo geográfico se centra, por tanto, en la España interior y despoblada y en zonas costeras con un interior también vaciado. Es un vasto fragmento de país al que ya aluden todos los programas electorales de los partidos.

Las elecciones del 28 de abril supusieron, aquí, un incontestable triunfo del PSOE, pues logró 42 escaños, muy lejos de los 26 del PP, los 19 de Cs (en ambos casos sin contar la coalición de Navarra Suma) o los 4 de Unidas Podemos. La formación de Pablo Iglesias prácticamente desapareció de la España vaciada y Vox apenas arañó un par de diputados.

Sorprendió la irrupción del partido de Albert Rivera: consiguió un escaño en Albacete, Ávila, Burgos, Guadalajara, Huesca, León, Cáceres, Palencia, La Rioja, Salamanca, Segovia, Teruel y Zamora; y además en Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén y Valladolid.

En muchas de estas provincias el porcentaje de votos que necesitó para llevarse un escaño fue bajo, teniendo en cuenta los promedios que han exigido dichas circunscripciones: un 17 por ciento en Cáceres o cerca de un 16 en Palencia, por citar dos ejemplos. Consecuencias de la fragmentación, en este caso del espacio del centroderecha.

Como recuerda a Efe el profesor de la Universidad Complutense y experto electoral, Rafael Rubio, en los comicios de abril bajaron las medias tradicionales para arrastrar el último diputado de los que estuvieran en juego.

Por esta razón, entre otras, el analista de la empresa demoscópica 40dB Pablo Arnaldos, tras fijarse en las dinámicas de las encuestas publicadas, vaticina un varapalo a Cs el 10 de noviembre, ya que, si se sigue moviendo en un porcentaje de votos a escala nacional del 12 por ciento, podría perder en la España vaciada una quincena de los diputados amarrados.

El trasvase llegaría casi por completo al PP, gran beneficiado de la deriva de la formación «naranja».

Ahora bien, puntualiza Arnaldos, si Rivera y su partido comienzan a recuperarse estas semanas y elevan la expectativa al 14 por ciento de los sufragios, la caída se suavizaría considerablemente.

El presidente de Gad3, Narciso Michavila, certifica a Efe la relevancia que en el 10N puede alcanzar la España vaciada, donde, apunta, residen «la mayoría de los escaños en juego».

Si bien percibe que los cambios se producen «dentro de los mismos bloques ideológicos» (de Cs a PP, por ejemplo), el experto augura que el PSOE, en esta España despoblada, será el ganador, aunque con «una significativa recuperación» de los populares.

Conclusión: «El retorno al bipartidismo es mayor en las provincias con menos escaños», afirma.

Rafael Rubio rememora el precedente de la repetición electoral de junio de 2016, cuando «el voto se concentró, en general, en términos ideológicos y no en el eje viejo-nuevo», describe.

Hace tres años, respecto de las elecciones de diciembre de 2015, recalca que el PP mejoró en 14 escaños en las provincias menos pobladas, en tanto que el PSOE perdió 5. El diferencial del bipartidismo (+9) se superpuso al bloque de los «nuevos partidos», Cs y Podemos, (diferencial de -5).

Este experto ha contabilizado las provincias en las que hubo cambios de asignación de voto entre diciembre de 2015 y junio de 2016. En las 14 en las que se registraron movimientos, sólo Jaén, Lleida, Ourense, Salamanca y Guadalajara eran de las de cinco o menos escaños a repartir. En tres, Ourense, Salamanca y Lleida, el bipartidismo salió favorecido.

Su veredicto: «Las provincias de la España vaciada proporcionalmente cambian menos la distribución de escaños que las provincias más pobladas, pero cuando esto ocurre son más propicias a que el escaño pase de las nuevas fuerzas al bipartidismo».

Publicado en EFE